28 sept 2007

San Sebastián (Palmarés, sensaciones, conclusiones o vete tú a saber)


Fue un festival de tono irregular que arroja un buen puñado de obras prescindibles, buen nivel español en la Sección Oficial de manos de Icíar Bollaín y Gracia Querejeta y un par de obras maestras: Mil años de oración y Promesas del este.

Habían transcurrido apenas tres días desde que sonara el pistoletazo de salida de la 55ª edición del Festival de Cine de San Sebastián cuando prensa, crítica y público miraban al suelo y andaban encorvados por los pasillos de los distintos cines habilitados para dar cobijo al macroevento. Taciturnos y pesarosos como esos perrillos que, sabedores de que portan una irreversible enfermedad, van a ser sacrificados.

Estaban preparados para el momento fatal, para la siguiente proyección. El nivel de las películas de la Sección Oficial a Concurso era desalentador. "El peor de los últimos 20 años", explicaba Koro, una veterana lugareña. La Chica del Café, dueña y señora de un stand comercial que expendía expressos gratuitos en un intento solidario-promocional fue el pulsómetro de El Rotativo: "Salen muy enfadados de la alemana" (Free Rainer); "Dicen que la iraní no les ha disgustado" (Buda explotó por vergüenza).

La declaración de principios que supuso inaugurar la edición con el último Cronenberg, Promesas del este, auguraba concesiones a la comercialidad. Mataharis, de la muy condecorada directora española Icíar Bollaín (Te doy mis ojos) ahondó en tal creencia la segunda jornada.

Y a partir de ahí, la catástrofe: el nivel descendió hasta los infiernos. Battle for Hadittha, del inglés Nick Broomfield decepcionó por el asepticismo y la convencionalidad de su tratamiento de la Guerra de Irak. La maison, La vida privada de Martin Frost -fuera de concurso-, del escritor y presidente del jurado Paul Auster en su faceta de cineasta, Encarnación y Aritmética emocional hicieron que la prensa especializada se rasgara las vestiduras y se preguntara cuál era el criterio para la selección de las cintas a concurso, que día a día iba siendo ensombrecido por la Sección Zabaltegui. En ella, más lúdica, menos grave, se iban presentando paralelamente obras de la talla de En el valle de Elah, nueva aparición tras las cámaras de Paul Haggis, director de Crash, o La torre de Suso, divertido melodrama nacional en el que Javier Cámara y Malena Aleterio rozan cumbres cómicas inauditas en la cosecha patria desde El otro lado de la cama.


Un palmarés inteligente

Wayne Wang, director chino de carrera ecléctica e imprevisible, se coronó en el meridiano del festival con su maravillosa Mil años de oración. En el momento en que hizo acto de presencia la belleza minimalista de este drama generacional, que narra el reencuentro de un veterano ingeniero de cohetes chino-comunista con su hija emigrada a Estados Unidos, la prensa se quitó el sombrero, y como el corredor de maratones que ha sufrido lo indecible a lo largo de su gesta pero ya ve al línea de meta, suspiró tranquila, se dijo que no todo estaba perdido. Esta película le valió también a Henry O el premio al mejor intérprete masculino, galardón que sólo le compitió Viggo Mortensen por su estupenda mimetización en un mafioso ruso en la ultraviolenta película de Cronenberg, injustamente ninguneada en el palmarés. Blanca Portillo, con menos minutos en pantalla que Maribel Verdú en Siete mesas de billar francés, se llevó en solitario un premio cuyo mejor destino hubiera sido uno compartido entre las ambas.

Remontó San Sebastián cuando el naufragio era inminente. Un chino humilde y educado, autor de una película pequeña y estupenda tuvo la culpa.

27 sept 2007

San Sebastián (Día 8)

Aquí va un poema que viene al caso: "Hoy me voy". Me despediré de las hamburguesas de batalla, de los pintxos diseñados para las élites, de las mareas cambiantes y románticas y de la lluvia perpetua. Lluvia que cae de arriba, de abajo y de lado. Si saco un rato, un día de estos escribiré largo y tendido sobre la Chica del Café, la que me regaló mil expressos entre peli y peli para que no desfalleciera en mi empresa cinéfaga. El caso es que un día, charlando con ella, le dije: "quedan tres días para irme y ya no me sale rentable comprarme un paraguas, así que sobreviviré a base de capuchas y de andar deprisa". "Buena idea", respondió mientras apuraba su propio café, "en Donosti no te iba a servir de nada... aquí llueve de lado".

Maja la Chica del Café, con sus historias de Dubai y Suecia, con sus miles de proyectos nómadas agolpados en su cabeza soñadora. Dentro de un mes emigrará a no sé dónde para hacer proyectos que mejoraran la vida de los demás. Estos días ha mejorado la mía, regalándome sus cafés sólos "que se me acabó la leche el primer día" de promoción. Bye, bye, Chica del Café.


Ekko (Anders Morgenthaler, 2007 - Zabaltegui)


Esta va de un poli divorciado que secuestra a su hijo porque no está dispuesto a compartir la custodia. Lo que podría ser un brillante estudio de las relaciones paternofiliales, con poso trascendental incluido, se convierte en su segunda escena en un truculento pasquín de sustos efectistas que salpican el retrato de un trauma de infancia del protagonista. El presente bebe del pasado. La historia se repite. Nada que no hayamos visto muchas veces ya. Los actores parecen interesantes en un principio, pero poco después cansan. El final viene telegrafiado desde que se dispara el conflicto. Así que, no, Ekko no es de lo mejor de la cosecha 2007, aunque el gran Peter Stormare tenga un agradecido cameo.


Un funeral de muerte (Frank Oz, 2007 - Zabaltegui)


Una de las concesiones a la comercialidad de la sección paralela que esperan los críticos con ansia para desahogarse con risas que llevan conteniendo días es la nueva obra del director Frank Oz. Todos los años hay algo de este palo. Como un caramelo que le das al niño rechoncho que está a dieta después de haber comido acelgas toda la semana. Es una especie de acto de caridad, para que no se desmorone, para que no nos desmoronemos.

Oz, que como genio visionario (creó Los Teleñecos) o como icono groupie (da voz de Yoda) no tiene quien le tosa, es otra cosa como director. Es un realizador limitado, con una filmografía llena de películas estimables (La pequeña tienda de los horrores, ¿Qué pasa con Bob?, The score) pero sin ninguna obra maestra. El inglés abandona los repartos llenos de megaestrellas hollywoodienses por un momento y posa su mirada en una comedia vodevilesca enmarcada en un funeral surrealista. El título, la verdad, sutil no es.

Un funeral de muerte cuenta con grandes interpretaciones (especial mención para Alan Tudyk) de un buen puñado de actores desconocidos para el público de fuera de las islas y sigue un esquema similar al de otras comedias que han funcionado muy bien en las pantallas españolas como El jardín de la alegría o La chica del calendario. Supone esta película un buen bálsamo contra tanto cine oriental minimalista o grotesco, como una dosis de aire fresco del monte, no sé si el simil es lo suficientemente gráfico.


Berlin (Julian Schnabel, 2007 - Zabaltegui)



Schnabel, enemigo publico número 1 de este blog, estrena su segunda película en dos días. Aquí no le puedo reprochar nada. Pone la cámara donde debe estar y filma la obra magna y maldita del genio Lou Reed. "Berlin" fue grabado en 1973 suponiendo un gran fracaso comercial. Durante los siguientes 33 años, el de Nueva York nunca interpretó el disco en directo. En diciembre de 2006, Reed interpretó en el St. Ann´s Warehouse de Brookyln "el disco más triste de la historia", según parte de la crítica.

Este documental recoge sin estridencias un especatáculo audiovisual de usar y tirar. No aporta demasiado a un LP que me ha gastado los oídos aunque tiene trascendencia por lo que supone desenterrar un mito. La puesta en escena no quiere quitar nunca protagonismo al cantante y se dedica a ser testigo de una interpretación ortodoxa y esmerada, sin fantasmadas. Antony (de Antony and the Johnsons) protagoniza junto al maestro algunos de los momentos más desgarradores en sus participaciones a lo largo del concierto. Tiene una voz que no pertenece a este planeta. Una voz que al propio Lou Reed le hace llorar cada vez que entona su himno "Pefect day".


Dos ruedas de prensa que derribaron a dos mitos

Primero Samuel y luego Lou. Dos celebridades, dos mitos, dos caídas. Con sus rarezas, sus egos y su poca condescendencia con un público entregado, los inofensivos periodistas dispuestos a mandar besos en forma de crónicas fueron ninguneados por el uno y después por el otro. Tratados como delincuentes por dos de sus dioses.

Jackson hizo construir una improvisada barrera de seguridad para que nadie le mendigara su valiosísimo autógrafo. Como si su aliento vital se perdiera en parte cada vez que plasma su nombre en un papel o fotografía.

Reed, a continuación tuvo la santa idea de no dejarse fotografiar después de llegar 15 minutos tarde. Ya en la arena contestó de mala gana sólo a las preguntas que tenían el nivel de inteligencia necesario por él estimado. Sin mirar a la entregada concurrencia en apenas ningún instante, parecía más interesado en que el café que él mismo se sirvió durante la rueda de prensa estuviera a 40 grados exactos que a lo que esos reporteros pordioseros tuvieran a bien preguntarle. Luego se quejó de que nos habíamos quejado por su retraso. No es verdad. Nadie abrió su maldita boca, os lo digo yo.


La princesa de Nebraska (Wayne Wang, 2007 - Zabaltegui)


No se me ocurre absolutamente nada mejor que degustar la segunda obra que Wang ha traído bajo el brazo apenas dos horas antes de cargar mis muchas maletas en el bus nocturno que me lleve de vuelta al mundo real. The princess of Nebraska es experimental, grabada en digital de manera casi improvisada y protagonizada por una actriz no profesional. La historia habla de una joven china embarazada de cuatro meses e ignorada por su enamorado. Le digo a Juan que no me ha aportado ningún punto de vista nuevo sobre el aborto que no hubiera contemplado ya. Le digo que el digital me resulta ampuloso cuando no es preciso, cuando no sabe a donde va, cuando se sustenta tanto en el montaje. Me digo a mí que soy tonto por no entender la metáfora final. El plano donde Antony interpreta sin interrupciones "Hope there´s someone".

Wang nos dice que no sabe lo que nos ha querido decir con ella, que para él era sugerente y bella. Asombra ver a una persona de carne y hueso sin pretensiones. Dejándose llevar por los instintos. Desencriptable por que no hay cripta que abrir. Un hombre listo, bueno y sencillo del que acabo de ver una peliculita que no me gusta (entera; sé que cuando vea zappeando alguna de sus escenas sueltas me hipnotizarán por su fuerza), pero que ha parido lo mejor que he visto en la Sección Oficial (Mil años de oración) y, en su día, la película por la que empecé a ver películas, Smoke. Uno de los últimos hombres justos.

26 sept 2007

San Sebastián (Día 7)

Excelente día que me pone de maravilloso humor. Pero no es porque la organización nos haya guardado sorpresas en la Sección Oficial, es que, astuto, he decido evitarla de pleno en favor de "lo que me da la gana", que es la Sección Paralela, Zabaltegui. Y me divierto todo el día. Juan, mi compañero ceutí de festival, y yo nos disgregamos porque él no está dispuesto a que la anarquía inunde su vida. Él está aquí para hacer un trabajo y no va a claudicar fácilmente. Él, por su lado, sufriendo (me dice después de reencontrarnos que se quiso inmolar viendo la uruguaya Matar a todos y Honeydripper, del fronterizo John Sayles) y yo, por el mío, abandonándome hedonista y plácidamente en mi butaca a disfrutar de cuatro pelis que os recomiendo desde ya. Son estas:


Talk to me (Kasi Lemmons, 2007 - Zabaltegui)


Una encuesta realizada por no sé quién a no sé quién hace no sé cuántos años (pero muchos), decía que Don Cheadle era uno de los 100 mejores actores de la HISTORIA. Me pareció una ponderación desmesurada (también llamada hipérbole) en el momento en el que la leí. Recuerdo que los que la leyeron a su vez, de entre los que tenían tan pocas cosas que hacer como para conocer a Don Cheadle antes de las pelis de Ocean y de Hotel Rwanda, también se sorprendieron y suspiraron con desdén. La verdad es que 100 son muy pocos actores para más de 100 años de farra, lo que hay que admitir es que es un fuera de serie.

Talk to me, basada en hechos reales, nos cuenta cómo un 'ex convicto' (así se autodenominaba siempre el interesado), de nombre 'Petey' Green, ascendió desde los infiernos hasta la más rabiosa fama gracias a su talento innato para cabalgar las ondas radiofónicas. Tenía inmensa facilidad este líder de masas para llegar a la gente. Les hablaba con llaneza. Verbalizaba los sueños y anhelos de los afroamericanos en los 70. Y denunciaba la injusticia. Todo ello desde la WOL, una modesta cadena local de Washington, y contando con la ayuda de su inseparable escudero-manager (interpretado por el destacable Chiwetel Ejiofor, que pasa por ser el protagonista de Negocios ocultos y Melinda & Melinda así como la persona con el nombre más gracioso y divertido de pronunciar que yo conozca).

Talk to me es ágil y está bien contada. No se recrea en los momentos duros. No abusa del melodrama alcohólico que refieren recientes biopics negros como Ray o Dreamgirls, y eso que el tal 'Petey' era un pieza de cuidado. La directora Kasi Lemmons equilibra comedia (gran comedia) con escenas de intensa amargura con el pulso de una veterana, de modo que nos encontramos con hilarantes escenas de monólogos stand-up que se ven sucedidas por otras que muestran la gravedad del periodo histórico recogido.

Ahora finiquito con el broche sentencioso que me suele encantar: Talk to me es uno de los mejores biopics que he visto desde Man on the moon.


La escafandra y la mariposa (Julian Schnabel, 2007 - Zabaltegui)


Dice el engreído Schnabel en la rueda de prensa que no quiere que se compare su película con Mar adentro porque la de Amenábar es "aburrida". Eso es lo que tiene que decir un tío al que le hen dejado meter dos de sus cintas en Zabaltegui (la otra es Berlin) de la película más condecorada del cine español.

A ver si nos entendemos, que a mí Mar adentro me parece un paquete, pero si Amenábar me dice que me invita a un sandwich de nocilla, no voy a su casa y me cago en su alfombra. ¿Por qué? Porque tengo educación. Por eso.

De todos modos tengo que apreciar ciertos méritos a La escafandra y la mariposa. No me enternece ni nada pero, pese a sus ciertos bajones, está dirigida de manera muy interesante (Premio en Cannes en ese particular), desde el punto de vista subjetvo de un periodista infartado que sólo puede mover un párpado y habla con él. Quiero decir que utiliza el párpado como boca, no que diga "Hola" a su propio párpado. Quiero ser claro a ese respecto.

Hay moderneces en el montaje ciertamente pretenciosas pero estamos en un festival y, desde el momento en que lo aceptas, ese es un mal muy, muy menor.

Me gusta porque estoy alegre y cuanto más la degluto más me gusta, pero como Schnabel me parece un (...) (no lo digo porque a un tío le han cerrado su web por decir no sé que apelativos cariñosos de Ramoncín, que me he enterado), pues igual no soy del todo objetivo y me resisto a decir que es la mejor película de paralíticos que se ha hecho. No voy a darle ese gusto a Julian. Aún así, vedla, no es ninguna pérdida de tiempo.


La torre de Suso (Tom Fernández, 2007 - Zabaltegui)


Me encanta. Me salva el festival. Sé que es poco erudito defender una comedia española pero me alegra la tarde, y la vida, por un rato. Me río a coro con otras 1000 gargantas sin parar en el Kursaal 2 durante más de hora y media y les damos al equipo la ovación más cerrada que yo he visto por estos lares.

Javier Cámara, Gonzalo de Castro; la inconmensurable, fea pero guapa, alta y rubia, aún siendo morena, Malena Alterio; Fanny Gautier, Emilio Gutiérrez Caba y otros más desconocidos pero igual de buenos recogen el testigo de El otro lado de la cama. Serán el fenómeno comercial de la temporada. Tiempo al tiempo. Id a verla si estáis tristes y también si estáis contentos. Y no vayáis solos, que hay que compartir. Y decídselo también a la gente con la que no queréis ir al cine pero que os cae bien o queréis caerles bien. Decidlo en el trabajo, en la pescadería y en el autolavado.

Darling (Joahn Kling, 2007 - Zabaltegui)


Veo Darling en un cine pequeño y enjuto. Medio vacío. Es sueca y buena. No siempre lo sueco es bueno pero suele coincidir. Listos estos suecos, con sus ideas frías, sus conductas frías y su vocalización delfínica. La gélida puesta en escena ayuda a entender la superficialidad de las relaciones del estrato burgués acomodado que retrata. Como American psycho a la nórdica pero sin desmembramientos.

La joven protagonista Michelle Meadows, mucho más guapa pero mucho más fea que Malena Alterio, no sonríe en toda la película. Me recuerda a Buster Keaton. Cuando pienso eso durante la proyección me doy cuenta de que esas asociaciones de ideas seguro que no se le ocurren a Sánchez Dragó y a otra gente lista.

La joven tiene mucha pasta hasta que deja de tenerla. Entonces tiene que empezar a trabajar en un McDonald´s, donde conoce a un hombre de 60 años que la trata con un cariño desconocido para ella. Se establece una relación entre ellos que recuerda a Shopgirl (Anand Tucker, 2005), Lost in translation o The girl in the café (David Yates, 2005), pero en un ambiente de lo más sueco. Si el director Johan Kling hubiera metido tijera su última escena llegara a la altura de la penúltima, estaría a la altura de las tres anteriormente mencionadas. Me gustaría que la distribuyeran en España, pero no creo que caiga esa breva.

25 sept 2007

San Sebastián (Día 6)

Exodus (Pang Ho-Cheung, 2007 - Sección Oficial)


Barajo la posibilidad de que la organización haya decidido acabar con la paciencia de la concurrencia. Lo paso mal en Exodus. Me tengo que morder a menudo los nudillos para que el dolor me permita seguir alerta y despierto. Tengo que verla para poder contárosla. Y si me duermo no puedo verla. Y si me duermo me la pierdo y entonces os mantenéis informados de lo que aquí acontece por medio de otros. No me puedo perder el lujo de que os bajéis del barco. Aunque llegue totalmente lleno de lesiones auntoinflingidas a Madrid, tendréis vuestra crónica diaria.

"Cuando Tsim, un policía de Hong Kong, toma una declaración rutinaria a Kwan, arrestado por utilizar la cámara de vídeo en un baño de señoras, éste le dice que estaba reuniendo pruebas sobre una conspiración mundial de una agruapción de mujeres para exterminar a los hombres. Tsim tampoco puede discernir si Kwan está intentando librarse de la condena o si realmente cree en esta absurda teoría de la conspiración. Pero cuando Kwan desaparece, junto con las pruebas de su declaración, Tsim empieza a pensar que la organización puede ser real".

La que acabo de transcribir era la suculenta sinopsis de Exodus. Atractiva a priori, apuntaba a que podíamos encontrarnos ante la nueva Old boy o la nueva The host, las más pulidas perlas orientales de ciencia ficción que han llegado a nuestro país en los últimos tiempos. Nada de eso. Cuando se agota el contenido del mini resumen adjunto, la película fenece. Aún habiendo que concederle cierta reverencia a parte de su envoltorio formal, no se vive de eso durante 94 minutos. Ciertos relámpagos visuales perdurarán en la memoria de quienes la vean y un par de bromas locas harán batir las mandíbulas, pero esta obra de Ho-Cheung es floja y a ratos verdaderamente aburrida. Algunos aplausos al final de la proyección en el Victoria Eugenia hablan de gente deseperada que, a estas alturas, ya se contenta con cualquier cosa.


La gracia de Gracia


El idiota juego de palabras que encabeza este epígrafe no es fruto de un elaborado proceso reflexivo, ni tampoco de la creencia de que la directora de Siete mesas de billar francés podría triunfar si Genio y figura volviera a emitirse. Gracia Querejeta tiene gracia porque es lista, resuelta y tiene salero. Como una veterana capitana general, cierra filas tras su reparto, que se presenta a defender la comedia que a buen seguro se llevará un pellizco del palmarés.

Gracia es elegante. Clónica de su padre, posee los rasgos de un Elías un tanto más andrógino y la mirada de una persona más mayor de lo que le corresponde. Piensa bien qué respuestas darnos, se toma su tiempo, pero es una dulce espera, cómplice. Y cuando ha extraído de lo más profundo de su cabeza lo que cree más conveniente para convenceeronos y dejarnos satisfechos, dispara su voz grave de cazalla derramando metralla de convicción, verdad y aplomo.

Gracia es asertiva y domina el elemento. La gente no la asusta, de hecho parece gustarle. Aunque no lo dice, creo que está satisfecha de ser la princesita por un día. De acaparar muchas más preguntas que Verdú y Portillo juntas. Y casi tantas fotos como la primera. Porque a pesar de que sus ojos ya han visto una buena cantidad de amaneceres, guardan un brillo atractivo a juego con una sonrisa cínica y juguetona. Vaya pilla estás hecha, Gracia.


Caramel (Nadine Labaki, 2007 - Zabaltegui)


Me desespero con este clon de Amèlie a la libanesa. Sorprendentemente todo el mundo parece encantado a mi alrededor y me pregunto si ya estoy quemado o es que soy demasiado tonto para no apreciar el minimalismo de la atmósfera vital de unas esteticienes que utilizan el salón de belleza donde trabajan como campo de batalla para la planificación de citas que las emparejen con el heredero de una rica familia. O con la clienta buenorra y sexualmente ambigua.

Cuando pasa un rato, Juan y yo nos damos cuenta de que efectivamente, no; no nos encontramos ante la segunda parte de Chocolat, broma que le hago durante los créditos iniciales que le hace una gracia exagerada. A los curiosos les diré que la película obtiene su título del extravagante material que se utiliza en ese local concreto para hacer la depilación caliente.

Atestiguo la valentía de hablar de homosexualidad, adulterio y mancillamiento prematrimonial en el país de origen de la cinta pero no me conformo. Yo quiero diversión, quiero que me entretengan, que me cojan de la mano y me lleven de paseo durante 120 minutos a dar un viaje alucinante que recordaré. Quiero llevarme algo en la mochila. No he venido aquí a fichar.


Mil años de oración (Wayne Wang, 2007 - Sección Oficial)


Cosa buena para acabar el día. Tiene algunos de los mejores momentos que estos cansados y orzuelosos ojos han visto en cuatro días ya. No dudo que esta película estará entre las favoritas del público y de la crítica. Tiene muchas cosas que me gustan y muy pocas que me desagradan. Con unos 87 ajustados minutos y una puesta en escena higiénica y tendente al clasicismo, la película de Wayne Wang se gana mi aplauso en varios momentos de la proyección.

Una joven china recibe a su padre de visita en Estados Unidos. El choque generacional, cultural y emocional es insalvable. Su distancia comunicativa también. De hecho, cuanto más avanza el metraje, más se alejan ambos. Henry O da vida a un anciano comunista de esquemas mentales ortodoxos e inamovibles. Desprende un carisma que le hace empatizar con toda clase de desconocidos con los que comparte animada conversación a pesar de manejar idiomas distintos. Con su hija se comunica en chino y, aún conociendo ambos el código común, la transmisión del mensaje es siempre imposible.

Enternece esta fábula sobre las relaciones paternofiliales complicadas. Alegra su forma de distender la gravedad con las pequeñas paradojas cotidianas. Wang recupera el pulso perdido con sus últimas paridas comerciales norteamericanas. Sería una lástima que de ser incluido entre los galardonados, la gente piense que es por el chauvinismo de Auster, su codirector en Smoke.

24 sept 2007

San Sebastián (Día 5)

Ayer hice los deberes y obtuve una recompensa a medias. Vi la Sección Oficial. Las dos pelis. Primero la horrenda argentina Encarnación; por la tarde la divertida e intrincada Siete mesas de billar francés, que cuanto más la masco, más me convence. Desmenuzamos:


Encarnación (Anahí Berneri, 2007 - Sección Oficial)


No quiero ser cruel ni colérico, ni quiero que me salga una úlcera mientras escribo, ni a vosotros mientras leéis, pero no sabéis, no os hacéis una idea de lo mala que es. No lo digo desde una torre de marfil. No es que yo pudiera dirigir algo mejor. No es que tenga afán de destruir por destruir. No es nada de eso. Lo prometo. Es que no tiene nada. Sé que dije lo mismo de la última de Sarandon, pero es que aquí ni siquiera está ella.

Encarnación es el nombre de una antigua vedette/actriz argentina, al modo de Norma Duval, de 45 años que aparenta 60. Se lamenta de lo que fue y ya no es. Y coquetea con todos de manera lastimosa. Y nadie la quiere. Y es así desde el principio hasta al final. De nuevo una peli en la que los personajes no avanzan ni un ápice. Estoy empezando a pensar que en lugar de ser una torpeza es una tendencia.

Ni siquiera del patetismo que se supone debería transmitir es capaz de contagiarnos la actriz Silvia Pérez, de la que se rumorea que su vida inspiró el guión. Ya lo siento, Silvia.


Stanley and Livingstone (Henry King & Otto Brower, 1939 - Ciclo Henry King)


Nada que ver a mitad de día. Me entran ganas de pagar una entrada en el cine comercial aledaño al Príncipe para ver la última de Adam Sandler y quitarme el mal sabor de boca de por la mañana. Reculo, me hago el profesional y me meto a ver lo que proyectan a las 4 del ciclo de Henry King, una que narra la historia del geógrafo Livingstone (Cedric Hardwicke) y el periodista Stanley (Spencer Tracy). La que dibuja los hechos que enmarcaron a la célebre frase "Dr. Livingstone, supongo", a mi gusto demasiado manoseada porque, en realidad, sed sinceros, ¿quien ha tenido a alguien llamado Livingstone delante como para recitarla legítimamente sin parecer un entendidillo o directamente un payaso? No es buena. No la recomiendo. Me encanta Adam Sandler.


Siete mesas de billar francés (Gracia Querejeta, 2007 - Sección Oficial)


Veo entretenido y animado, sin mirar el reloj durante las casi dos horas que dura, lo que es gran mérito, la nueva peli de la inteligente Gracia Querejeta, de la que ya me gustó mucho Héctor.

Maribel Verdú y Blanca Portillo serán nominadas con justicia a los Goya -y no descarto que la primera se lleve la Concha de Plata-, por su contención, su garbo y su patetismo en otra historia urbana de la hija de Elías. Pero ellas son sólo la punta del iceberg de un reparto que está soberbio, desde Ramón Barea hasta Julián Villagrán pasando por el niño Víctor Valdivia. Chapó para ellos. El guión, además, está escrito con solvencia; la historia discurre con sinuosa gracilidad aportándonos píldoras de información con cuentagotas, como gustándose. Cierto es que se le pueden discutir a la directora algunas de sus decisiones sobre lo que se filmó y finalmente no se montó, pero no hay ningún error de peso y no puede uno menos que ser indulgente con una historia que divierte y conmueve (30 euros tienen la culpa, os lo dejo ahí para que lo entendáis en el futuro) a partes iguales.

Lo mejor que he visto en Sección Oficial hasta el momento. Me hace sospechar que el director del festival es tremendamente astuto y ha llenado de morralla la categoría para que el premio se quede en casa.


Una mujer invisible (Gerardo Herrero, 2007 - Horizontes Latinos)


Me quedo sin entradas para El búfalo de la noche, película protagonizada por Diego Luna que adapta la primera novela del guionista de Iñárritu (Guillermo Arriaga). Por no haber sido más responsable y dejar todo para el último momento, recibo la penitencia de la última película de Gerardo Herrero.

Por lo menos me reí a gusto. Pocas veces en mi vida había visto una dirección de actores tan absolutamente desacertada, aunque a lo mejor no se podía hacer más. Que Dios me perdone, pero nunca he visto una actriz tan mala como María Bouzas. Nada de lo que dice es creíble. Tanto parece que la han sacado de una escuela de ping-pong (uno de los divertidos escenarios de Una mujer invisible es la Federación Española de Tenis de Mesa, sí) que asusta el criterio de Gerardo Herrero a la hora de delegar en los directores de casting. Los cinéfilos que hilen fino podrán ver más que sospechosos paralelismo con Match point. El ping pong como metáfora de la vida. Gerardo, te has ganado el segundo chapó del día.

Ahora entiendo por qué Auster tuvo algunos fallitos (cada vez va subiendo puestos en mi lista de favoritos del festival, visto lo visto). Es que el que le producía era Herrero. Normal que no le pusiera ni una coma, el de Nueva York le da mil vueltas.

No quiero ponerme gilipollas. No quiero repartir sin ton ni son. No quiero hacerme desagradable a vuestros ojos, pero es que lo que aquí se cuece es tremebundo a ratos. Sé que no es como trabajar en la mina, o en el Daily, pero también hay que ser valiente.

23 sept 2007

San Sebastián (Día 4)

La vida privada de Martin Frost (Paul Auster, 2007 - Sección Oficial Fuera de Concurso)


El día comenzó entre fuerte y flojo por culpa de Paul Auster. Fuerte porque se presentaba su cuarta película tras las cámaras (segunda en solitario) y porque luego tocaba rueda de prensa. Flojo porque lo que prometía la peli no se cumplió. Se desmorona lamentablamente a partir de la mitad y sólo consigue remontarla el Soprano Michael Imperioli.

Es triste porque el reparto (ridículamente escueto: David Thewlis, Irène Jacob, Imperioli y Sophie Auster) raya a gran altura, o al menos los tres primeros, pero la ingravidez de la propuesta, el enclenclismo con el que están resueltas las escenas que suceden al primer conflicto dan la sensación de que Auster sigue verde en todo lo que no sea parir obras maestras literarias año tras año.

No sabe tomar decisiones. Tiene vicios de autor impostado; imágenes evocadoras que no vienen al caso. Ansias de convertir su película, su poema filmado en una pieza de arte y ensayo. Da pena pensar lo que otro realizador más cualificado podría haber hecho con este buen material. Pero es difícil toser al Rey de Nueva York, al Señor de Brooklyn. Aún así no podemos decir que no íbamos avisados: la producción era hispano-franco-portuguesa. No era buen augurio.

Con todo y con ello hay que admitir ciertos méritos a una película que en los tramos en que coquetea con la comedia sofisticada es muy agradable de ver. Rodada en 35 días con escaso presupuesto, nulas localizaciones y ¡4 actores (0 extras)! tiene su aquel. Lo que más me fastidia: que Auster vaya de Hitchcok, en la primera escena sale en un par de fotos. ¡No eres Hitchcok, eres Auster! Ya eres un genio, no te hace falta más.



Free Rainer (Hans Weingartner, 2007 - Sección Oficial)



Alemana. Comercial. Apestosa en su primera media hora, con guiños a Snatch y a Dobermann, acelerada. Luego remonta. Y me va gustando. No me convence pero me acaba dejando un sabor dulce. La actriz me parece estupenda, otro de esos fichajes europeos exportables, como tantas francesas, como Franka Potente.

El director de Los edukadores propone un intento de acabar con la telebasura de manera organizada. La idea es peregrina e ingenua, pero divertida y fresca. Algunos chistes como los del patinete o los de los titulares de los periódicos son francamente graciosos. Simpática dentro de su delirio. Si no vas más allá. Si lo piensas grave, si lo piensas rato, da tanto miedo el remedio como la enfermedad. Como V de vendetta, como El club de la lucha. Reclaim your brain no merecía estar en Sección Oficial, pero casi ninguna lo merece, y, para las 12 de la mañana, está bien que de vez en cuando los pakistaníes no acaparen la programación.


La gran estafa (Lasse Hallström, 2006 - Zabaltegui)



Si te acreditas, no pagas por ver las pelis. En caso contrario si habría sido la gran estafa. Richard Gere da vida a un vivo escritor. Y con vivo me refiero a timador. No me gustó este cruce entre El aviador y Atrápame si puedes. Porque sale Gere, porque ninguno de los demás actores excepto Alfred Molina me convencen y porque en una peli de este palo siempre hay que meter a Paul Giamatti como amigo Pepito Grillo. Lasse Hallstrom sigue sin convencerme después de 17 años (no valoro nada suyo desde Gilbert Grape). Laaaaaaaaaaarga. Mal fotografiada. Pelucón de Gere insalvable. Ese hombre perdió su carisma tras Pretty woman, ¿es que nadie se ha dado cuenta? Sólo se salva en parte en las escenas en las que improvisa sus grandes mentiras, acarician la fibra aunque sea epidérmicamente. Ah, y no me gusta que Julie Delpy salga tan poco. Si tienes a Julie Delpy, ponla todo el rato.


Aritmética emocional (Paolo Barzman, 2007 - Sección Oficial)


Aritmética emocional o Cómo tirar por el water el mejor reparto del festival. Susan Sarandon, Gabriel Byrne, Christopher Plummer y Max von Sydow. Si tuviera el día tonto, o gracioso, diría que la película tiene su mérito por haber conseguido que estos buenos actores parezcan idiotas. Idiotas por no darse cuanta de que el guión que aceptaron interpretar es plano, reiterativo e ingenuo. Y se agota en el minuto 0. No es una hipérbole, es que no hay guión en absoluto. No hay trama, no hay punto de giro, no hay intriga. Más bien una idea, y no muy buena. Flashbacks ridículos. No hay ningún personaje que sea motor de ninguna acción en ningún momento. No es ningún farol. Es la verdad pura y dura. No exagero si digo que es de los peores guiones que recuerdo. Primeros silbidos del festival. Aquí quien sea se cuela en Sección Oficial.

Un consejo para los productores: este director novel debería ser cedido, aunque fuera un año, al Valladolid, por ejemplo, antes de que le den otra oportunidad con actores de 1ª División.

22 sept 2007

San Sebastián (Día 3)

La 55ª edición del Festival de San Sebastián echó a andar el pasado jueves día 20 de septiembre y el rayado del cuaderno llegó a la capital donostiarra con un día de retraso debido a inevitables compromisos contractuales con el Daily Planet. Podría deciros que no me perdí nada pero os mentiría como una rata de agua. Por lo que parece, me perdí, me perdí, me perdí. Me perdí la última de David Cronenberg, que repite con Viggo Mortensen tras Una historia de violencia con Promesas del este. Me hablan maravillas de ella, como si de una pastilla de aceite desengrasante y alocada, dentro de este encorsetado e iranizado festival, se tratara. Todos están tan contentos de no haber tendo que cumplimentar compromisos contractuales con el Daily Planet y así haber llegado a tiempo a verla que os la recomiendo a ciegas.

Varias notas y/o indicaciones. A alguien de la organización le ha parecido buena idea que la sala de ordenadores esté abierta de 9 a 9, es decir, a las horas en las que los pases de películas tienen lugar (ininterrumpidamente). Por ello no estoy haciendo la crónica diaria que me había propuesto. Y por ello, en este mismo instante, me estoy perdiendo la versión restaurada de Help, el musical de Richard Lester con Los Beatles a la cabeza, porque hay veces en la vida que hay que elegir las prioridades.

Lo que a continuación voy a hacer es dar una serie de pinceladas precisas y superficiales sobre lo que hasta ahora he podido ver. En principio, poco a destacar excepto un par de restos del naufragio, pero ¿quién dijo que ver cine tiene que ser un placer? La verdad es que alguien debería haberlo dicho.


La maison (Manuel Poirier, 2007 - Sección Oficial)


La maison
es la enésima colaboración entre el director francés Manuel Poirier y el actor Sergi López. Tras la aberrante Pintar o hacer el amor (y con la digna El laberinto del fauno por medio) el orondo catalán vuelve a rodar más allá de los Pirineos. Craso error. La maison no merece la pena. Es convencional y prescindible. Tanto que uno fantasea con la idea de que si este tipo de peliculas llegan San Sebastián es para cubrir una cuota de cine francés; cuota que no tiene equivalencia con nuestro cine en Cannes.

Las razones de la fructífera relación que une a Poirier con López se me escapan. Lo único bueno que tengo que decir de esta nueva película es que Sergi no está tan pasado como acostumbra. Hace de hombre normal, lo que no debería costarle demasiado esfuerzo porque lo es, y aún así exagera lo que debe ser la conducta del vecino de al lado. Se toca la cara constantemente al hablar y se muestra turbadoramente afectado cuado conversa por teléfono. Supongo que todos los que leáis esto sabréis por experiencia propia que para hablar por teléfono no hace falta mover mucho la cara. Bueno, pues López no se da por enterado. Y aún así repito, ojo, que está más calmadito que en otras ocasiones.

No me quiero extender mucho con esta peli que va de un hombre desorientado al que pocas cosas le han salido bien entrados los 40. Sólo que decide comprarse una casa en el campo y eso hace que se enrede con la pareja de dueñas, que son hermanas. Las dos se pirran por él, un tipo callado y sin gracia. Maldita sea, parece que se enamoran de él por su físico. Los que sepan del actor en cuestión (ni remotamente voy a mancillar mi blog con su foto), se darán cuenta de la paradoja).

"Los personajes adoptan conductas arbitrarias, da la sensación de que a Poirier le vale cualquier argumento para filmar su peli anual, el final es efectista, pesimista y de mal gusto..." son algunas de las poco agradables notas que tomé de esta peli cabreante.


Buda explotó por vergüenza (Hana Makhmalbaf, 2007 - Sección Oficial)


El mínimo argumento de esta obra afgana es que una niña pequeña y mona y sin un diente se enamora de su vecino de seis años y para impresionarle quiere ir a la escuela. Para poder ir a la escuela debe comprar un cuaderno. Para poder comprar el cuaderno tiene que vender 4 huevos. Va a la escuela. Las niñas la putean porque es nueva. Su vecino no se enamora de ella. Fin.

No sé lo que me querían contar. Me secuestraron durante casi dos horas en el Kursaal 1. A veces las paridas y cucamonas de los más pequeños hacen que nos ablandemos y por un momento dejemos de ser críticos airados, amargados y coléricos. La pequeña me llegó hondo a ratos e hizo que me riera a gusto en un par de escenas, pero a estos iraníes, afganos, isaraelíes... habría que decirles que metieran una persecución de coches o chistes a lo Bruce Willis de vez en cuando. O mejor, que contrataran a Bruce Willis. Mientras tanto seguirán copando el palmarés de los festivales y yo seguiré queriendo dormirme cuando veo sus películas.


En el valle de Elah (Paul Haggis, 2007 - Zabaltegui)


Lo mejor del día. Lo mejor del mes. De lo mejor del año. Y, cómo no, fuera de la sección oficial, se presentó la última película del guionista de Million dollar baby y director de Crash, Paul Haggis. Con un rocoso y a priori poco compatible reparto (Tommy Lee Jones, Charlize Theron, Susan Sarandon), este efectivo thriller (en realidad de thriller tiene poco, se pasan la peli entera investigando) antibelicista será de lo poco que quede en la memoria colectiva y en las estanterías de los videoclubs dentro de unos años.

Aquí Haggis, nos regala un film sin los efectismos de su ópera prima y que recuerda al clasicismo de su mentor Clint Eastwood. De hecho, si es cierto que la ha dirigido él mismo (y no hay indicios en contra) podemos estar ante un clon de Harry el sucio. Lástima que sea casi tan viejo como él. El relevo no será duradero.

Cuando ves En el valle de Elah te das cuenta de que Tommy Lee Jones juega en otra liga, la de los grandes, la de los Hackman, Connery, Freeman... la de los que con un gesto ganan un nuevo Oscar. O sin ningún gesto en absoluto, porque Jones sigue fiel a su estilo interpretativo de cara de palo de escoba que tan bien les ha funcionado a Eastwood, Murray o Pitt (en ¿Conoces a Joe Black?).

La historia que narra el film es tan truculenta como real. En serio, no es agradable, pero tampoco espantará a nadie. Con Irak de fondo, narra la investigación que lleva a cabo la infravalorada agente interpretada por Theron contando con la inestimable ayuda del afectado Jones.

Merece mención especial la banda sonora, a la altura de la excelente partitura de Crash, que está a punto de dar lugar a varios vértices dramáticos que, sin embargo, no llegan a cuajar en motivo de lágrimas en el patio de butacas. Falta un poco de emoción en una película que sobrepasa holgadamente el 7 y medio y que, de haber fomentado la enjundia de los dos papeles principales femeninos (Sarandon parece que se ha quedado en la sala de montaje reposando y Theron es tan buena como le permiten sus flojas frases y el brillo de T.L.J.), hubiera sido un clásico inmediato. Lo mejor de esta más que posible candidata a los Oscars es la escena que le proporciona el título. Atentos.


Casual day (Max Lemcke, 2007 - Zabaltegui)


Refrescante Zabaltegui para acabar la jornada. Apetecía una comedia española que rebajara el nivel de gravedad del día. Sin apenas promoción se presentó esta comedia del austro-húngaro Max Lemcke. No obstante, Juan Diego, Alberto San Juan, Arturo Valls, Luís Tosar y Secun de la Rosa prometían risas; sonrisas como mal menor.

Y me reí, con Juan Diego sobre todo, pero también con casi todos. No es buena, ni siquiera brillante a ratos. Es deudora de Animalario, de Smoking room y de Remake. No da la sensación de que estén inventando nada, pero se ve a gusto.

Casual day es una película en la que lo mejor y lo peor de todo es su guión. Los méritos y los fracasos de la cinta no los merece Lemcke si no la pareja de hermanos guionistas que le ofrecieron su libreto. La historia tiene varios buenos chistes que se repiten recurrentemente, pero no avanza; nunca pasa nada, con lo que la enjundia del montante se limita a una sucesión de gags sin apenas detonantes dramáticos.

Lo más flojo del conjunto, los jóvenes Estíbaliz Gabilondo -que no sabes si es muy buena actriz o da vergüenza ajena con su interpretación- y el soso Javier Ríos (protagonista del anuncio de Coca Cola de "¿Y usted?, ¿tiene referencias?". Lo tuyo Javier sin duda son los anuncios de Coca Cola de "¿Y usted?, ¿tiene referencias?".

Lo mejor: el monólogo del principio de Marta Etura. Ella siempre está bien.