28 sept 2007
San Sebastián (Palmarés, sensaciones, conclusiones o vete tú a saber)
27 sept 2007
San Sebastián (Día 8)
Maja la Chica del Café, con sus historias de Dubai y Suecia, con sus miles de proyectos nómadas agolpados en su cabeza soñadora. Dentro de un mes emigrará a no sé dónde para hacer proyectos que mejoraran la vida de los demás. Estos días ha mejorado la mía, regalándome sus cafés sólos "que se me acabó la leche el primer día" de promoción. Bye, bye, Chica del Café.
Ekko (Anders Morgenthaler, 2007 - Zabaltegui)
Esta va de un poli divorciado que secuestra a su hijo porque no está dispuesto a compartir la custodia. Lo que podría ser un brillante estudio de las relaciones paternofiliales, con poso trascendental incluido, se convierte en su segunda escena en un truculento pasquín de sustos efectistas que salpican el retrato de un trauma de infancia del protagonista. El presente bebe del pasado. La historia se repite. Nada que no hayamos visto muchas veces ya. Los actores parecen interesantes en un principio, pero poco después cansan. El final viene telegrafiado desde que se dispara el conflicto. Así que, no, Ekko no es de lo mejor de la cosecha 2007, aunque el gran Peter Stormare tenga un agradecido cameo.
Un funeral de muerte (Frank Oz, 2007 - Zabaltegui)
Una de las concesiones a la comercialidad de la sección paralela que esperan los críticos con ansia para desahogarse con risas que llevan conteniendo días es la nueva obra del director Frank Oz. Todos los años hay algo de este palo. Como un caramelo que le das al niño rechoncho que está a dieta después de haber comido acelgas toda la semana. Es una especie de acto de caridad, para que no se desmorone, para que no nos desmoronemos.
Oz, que como genio visionario (creó Los Teleñecos) o como icono groupie (da voz de Yoda) no tiene quien le tosa, es otra cosa como director. Es un realizador limitado, con una filmografía llena de películas estimables (La pequeña tienda de los horrores, ¿Qué pasa con Bob?, The score) pero sin ninguna obra maestra. El inglés abandona los repartos llenos de megaestrellas hollywoodienses por un momento y posa su mirada en una comedia vodevilesca enmarcada en un funeral surrealista. El título, la verdad, sutil no es.
Un funeral de muerte cuenta con grandes interpretaciones (especial mención para Alan Tudyk) de un buen puñado de actores desconocidos para el público de fuera de las islas y sigue un esquema similar al de otras comedias que han funcionado muy bien en las pantallas españolas como El jardín de la alegría o La chica del calendario. Supone esta película un buen bálsamo contra tanto cine oriental minimalista o grotesco, como una dosis de aire fresco del monte, no sé si el simil es lo suficientemente gráfico.
Berlin (Julian Schnabel, 2007 - Zabaltegui)
Schnabel, enemigo publico número 1 de este blog, estrena su segunda película en dos días. Aquí no le puedo reprochar nada. Pone la cámara donde debe estar y filma la obra magna y maldita del genio Lou Reed. "Berlin" fue grabado en 1973 suponiendo un gran fracaso comercial. Durante los siguientes 33 años, el de Nueva York nunca interpretó el disco en directo. En diciembre de 2006, Reed interpretó en el St. Ann´s Warehouse de Brookyln "el disco más triste de la historia", según parte de la crítica.
Este documental recoge sin estridencias un especatáculo audiovisual de usar y tirar. No aporta demasiado a un LP que me ha gastado los oídos aunque tiene trascendencia por lo que supone desenterrar un mito. La puesta en escena no quiere quitar nunca protagonismo al cantante y se dedica a ser testigo de una interpretación ortodoxa y esmerada, sin fantasmadas. Antony (de Antony and the Johnsons) protagoniza junto al maestro algunos de los momentos más desgarradores en sus participaciones a lo largo del concierto. Tiene una voz que no pertenece a este planeta. Una voz que al propio Lou Reed le hace llorar cada vez que entona su himno "Pefect day".
Dos ruedas de prensa que derribaron a dos mitos
Primero Samuel y luego Lou. Dos celebridades, dos mitos, dos caídas. Con sus rarezas, sus egos y su poca condescendencia con un público entregado, los inofensivos periodistas dispuestos a mandar besos en forma de crónicas fueron ninguneados por el uno y después por el otro. Tratados como delincuentes por dos de sus dioses.
Jackson hizo construir una improvisada barrera de seguridad para que nadie le mendigara su valiosísimo autógrafo. Como si su aliento vital se perdiera en parte cada vez que plasma su nombre en un papel o fotografía.
Reed, a continuación tuvo la santa idea de no dejarse fotografiar después de llegar 15 minutos tarde. Ya en la arena contestó de mala gana sólo a las preguntas que tenían el nivel de inteligencia necesario por él estimado. Sin mirar a la entregada concurrencia en apenas ningún instante, parecía más interesado en que el café que él mismo se sirvió durante la rueda de prensa estuviera a 40 grados exactos que a lo que esos reporteros pordioseros tuvieran a bien preguntarle. Luego se quejó de que nos habíamos quejado por su retraso. No es verdad. Nadie abrió su maldita boca, os lo digo yo.
La princesa de Nebraska (Wayne Wang, 2007 - Zabaltegui)
No se me ocurre absolutamente nada mejor que degustar la segunda obra que Wang ha traído bajo el brazo apenas dos horas antes de cargar mis muchas maletas en el bus nocturno que me lleve de vuelta al mundo real. The princess of Nebraska es experimental, grabada en digital de manera casi improvisada y protagonizada por una actriz no profesional. La historia habla de una joven china embarazada de cuatro meses e ignorada por su enamorado. Le digo a Juan que no me ha aportado ningún punto de vista nuevo sobre el aborto que no hubiera contemplado ya. Le digo que el digital me resulta ampuloso cuando no es preciso, cuando no sabe a donde va, cuando se sustenta tanto en el montaje. Me digo a mí que soy tonto por no entender la metáfora final. El plano donde Antony interpreta sin interrupciones "Hope there´s someone".
Wang nos dice que no sabe lo que nos ha querido decir con ella, que para él era sugerente y bella. Asombra ver a una persona de carne y hueso sin pretensiones. Dejándose llevar por los instintos. Desencriptable por que no hay cripta que abrir. Un hombre listo, bueno y sencillo del que acabo de ver una peliculita que no me gusta (entera; sé que cuando vea zappeando alguna de sus escenas sueltas me hipnotizarán por su fuerza), pero que ha parido lo mejor que he visto en la Sección Oficial (Mil años de oración) y, en su día, la película por la que empecé a ver películas, Smoke. Uno de los últimos hombres justos.
26 sept 2007
San Sebastián (Día 7)
Una encuesta realizada por no sé quién a no sé quién hace no sé cuántos años (pero muchos), decía que Don Cheadle era uno de los 100 mejores actores de la HISTORIA. Me pareció una ponderación desmesurada (también llamada hipérbole) en el momento en el que la leí. Recuerdo que los que la leyeron a su vez, de entre los que tenían tan pocas cosas que hacer como para conocer a Don Cheadle antes de las pelis de Ocean y de Hotel Rwanda, también se sorprendieron y suspiraron con desdén. La verdad es que 100 son muy pocos actores para más de 100 años de farra, lo que hay que admitir es que es un fuera de serie.
Talk to me, basada en hechos reales, nos cuenta cómo un 'ex convicto' (así se autodenominaba siempre el interesado), de nombre 'Petey' Green, ascendió desde los infiernos hasta la más rabiosa fama gracias a su talento innato para cabalgar las ondas radiofónicas. Tenía inmensa facilidad este líder de masas para llegar a la gente. Les hablaba con llaneza. Verbalizaba los sueños y anhelos de los afroamericanos en los 70. Y denunciaba la injusticia. Todo ello desde la WOL, una modesta cadena local de Washington, y contando con la ayuda de su inseparable escudero-manager (interpretado por el destacable Chiwetel Ejiofor, que pasa por ser el protagonista de Negocios ocultos y Melinda & Melinda así como la persona con el nombre más gracioso y divertido de pronunciar que yo conozca).
Talk to me es ágil y está bien contada. No se recrea en los momentos duros. No abusa del melodrama alcohólico que refieren recientes biopics negros como Ray o Dreamgirls, y eso que el tal 'Petey' era un pieza de cuidado. La directora Kasi Lemmons equilibra comedia (gran comedia) con escenas de intensa amargura con el pulso de una veterana, de modo que nos encontramos con hilarantes escenas de monólogos stand-up que se ven sucedidas por otras que muestran la gravedad del periodo histórico recogido.
Ahora finiquito con el broche sentencioso que me suele encantar: Talk to me es uno de los mejores biopics que he visto desde Man on the moon.
Dice el engreído Schnabel en la rueda de prensa que no quiere que se compare su película con Mar adentro porque la de Amenábar es "aburrida". Eso es lo que tiene que decir un tío al que le hen dejado meter dos de sus cintas en Zabaltegui (la otra es Berlin) de la película más condecorada del cine español.
A ver si nos entendemos, que a mí Mar adentro me parece un paquete, pero si Amenábar me dice que me invita a un sandwich de nocilla, no voy a su casa y me cago en su alfombra. ¿Por qué? Porque tengo educación. Por eso.
De todos modos tengo que apreciar ciertos méritos a La escafandra y la mariposa. No me enternece ni nada pero, pese a sus ciertos bajones, está dirigida de manera muy interesante (Premio en Cannes en ese particular), desde el punto de vista subjetvo de un periodista infartado que sólo puede mover un párpado y habla con él. Quiero decir que utiliza el párpado como boca, no que diga "Hola" a su propio párpado. Quiero ser claro a ese respecto.
Hay moderneces en el montaje ciertamente pretenciosas pero estamos en un festival y, desde el momento en que lo aceptas, ese es un mal muy, muy menor.
Me gusta porque estoy alegre y cuanto más la degluto más me gusta, pero como Schnabel me parece un (...) (no lo digo porque a un tío le han cerrado su web por decir no sé que apelativos cariñosos de Ramoncín, que me he enterado), pues igual no soy del todo objetivo y me resisto a decir que es la mejor película de paralíticos que se ha hecho. No voy a darle ese gusto a Julian. Aún así, vedla, no es ninguna pérdida de tiempo.
Me encanta. Me salva el festival. Sé que es poco erudito defender una comedia española pero me alegra la tarde, y la vida, por un rato. Me río a coro con otras 1000 gargantas sin parar en el Kursaal 2 durante más de hora y media y les damos al equipo la ovación más cerrada que yo he visto por estos lares.
Javier Cámara, Gonzalo de Castro; la inconmensurable, fea pero guapa, alta y rubia, aún siendo morena, Malena Alterio; Fanny Gautier, Emilio Gutiérrez Caba y otros más desconocidos pero igual de buenos recogen el testigo de El otro lado de la cama. Serán el fenómeno comercial de la temporada. Tiempo al tiempo. Id a verla si estáis tristes y también si estáis contentos. Y no vayáis solos, que hay que compartir. Y decídselo también a la gente con la que no queréis ir al cine pero que os cae bien o queréis caerles bien. Decidlo en el trabajo, en la pescadería y en el autolavado.
Veo Darling en un cine pequeño y enjuto. Medio vacío. Es sueca y buena. No siempre lo sueco es bueno pero suele coincidir. Listos estos suecos, con sus ideas frías, sus conductas frías y su vocalización delfínica. La gélida puesta en escena ayuda a entender la superficialidad de las relaciones del estrato burgués acomodado que retrata. Como American psycho a la nórdica pero sin desmembramientos.
La joven protagonista Michelle Meadows, mucho más guapa pero mucho más fea que Malena Alterio, no sonríe en toda la película. Me recuerda a Buster Keaton. Cuando pienso eso durante la proyección me doy cuenta de que esas asociaciones de ideas seguro que no se le ocurren a Sánchez Dragó y a otra gente lista.
La joven tiene mucha pasta hasta que deja de tenerla. Entonces tiene que empezar a trabajar en un McDonald´s, donde conoce a un hombre de 60 años que la trata con un cariño desconocido para ella. Se establece una relación entre ellos que recuerda a Shopgirl (Anand Tucker, 2005), Lost in translation o The girl in the café (David Yates, 2005), pero en un ambiente de lo más sueco. Si el director Johan Kling hubiera metido tijera su última escena llegara a la altura de la penúltima, estaría a la altura de las tres anteriormente mencionadas. Me gustaría que la distribuyeran en España, pero no creo que caiga esa breva.
25 sept 2007
San Sebastián (Día 6)
Barajo la posibilidad de que la organización haya decidido acabar con la paciencia de la concurrencia. Lo paso mal en Exodus. Me tengo que morder a menudo los nudillos para que el dolor me permita seguir alerta y despierto. Tengo que verla para poder contárosla. Y si me duermo no puedo verla. Y si me duermo me la pierdo y entonces os mantenéis informados de lo que aquí acontece por medio de otros. No me puedo perder el lujo de que os bajéis del barco. Aunque llegue totalmente lleno de lesiones auntoinflingidas a Madrid, tendréis vuestra crónica diaria.
24 sept 2007
San Sebastián (Día 5)
Nada que ver a mitad de día. Me entran ganas de pagar una entrada en el cine comercial aledaño al Príncipe para ver la última de Adam Sandler y quitarme el mal sabor de boca de por la mañana. Reculo, me hago el profesional y me meto a ver lo que proyectan a las 4 del ciclo de Henry King, una que narra la historia del geógrafo Livingstone (Cedric Hardwicke) y el periodista Stanley (Spencer Tracy). La que dibuja los hechos que enmarcaron a la célebre frase "Dr. Livingstone, supongo", a mi gusto demasiado manoseada porque, en realidad, sed sinceros, ¿quien ha tenido a alguien llamado Livingstone delante como para recitarla legítimamente sin parecer un entendidillo o directamente un payaso? No es buena. No la recomiendo. Me encanta Adam Sandler.
23 sept 2007
San Sebastián (Día 4)
El día comenzó entre fuerte y flojo por culpa de Paul Auster. Fuerte porque se presentaba su cuarta película tras las cámaras (segunda en solitario) y porque luego tocaba rueda de prensa. Flojo porque lo que prometía la peli no se cumplió. Se desmorona lamentablamente a partir de la mitad y sólo consigue remontarla el Soprano Michael Imperioli.
Free Rainer (Hans Weingartner, 2007 - Sección Oficial)
Alemana. Comercial. Apestosa en su primera media hora, con guiños a Snatch y a Dobermann, acelerada. Luego remonta. Y me va gustando. No me convence pero me acaba dejando un sabor dulce. La actriz me parece estupenda, otro de esos fichajes europeos exportables, como tantas francesas, como Franka Potente.
Si te acreditas, no pagas por ver las pelis. En caso contrario si habría sido la gran estafa. Richard Gere da vida a un vivo escritor. Y con vivo me refiero a timador. No me gustó este cruce entre El aviador y Atrápame si puedes. Porque sale Gere, porque ninguno de los demás actores excepto Alfred Molina me convencen y porque en una peli de este palo siempre hay que meter a Paul Giamatti como amigo Pepito Grillo. Lasse Hallstrom sigue sin convencerme después de 17 años (no valoro nada suyo desde Gilbert Grape). Laaaaaaaaaaarga. Mal fotografiada. Pelucón de Gere insalvable. Ese hombre perdió su carisma tras Pretty woman, ¿es que nadie se ha dado cuenta? Sólo se salva en parte en las escenas en las que improvisa sus grandes mentiras, acarician la fibra aunque sea epidérmicamente. Ah, y no me gusta que Julie Delpy salga tan poco. Si tienes a Julie Delpy, ponla todo el rato.
22 sept 2007
San Sebastián (Día 3)
Lo que a continuación voy a hacer es dar una serie de pinceladas precisas y superficiales sobre lo que hasta ahora he podido ver. En principio, poco a destacar excepto un par de restos del naufragio, pero ¿quién dijo que ver cine tiene que ser un placer? La verdad es que alguien debería haberlo dicho.
La maison es la enésima colaboración entre el director francés Manuel Poirier y el actor Sergi López. Tras la aberrante Pintar o hacer el amor (y con la digna El laberinto del fauno por medio) el orondo catalán vuelve a rodar más allá de los Pirineos. Craso error. La maison no merece la pena. Es convencional y prescindible. Tanto que uno fantasea con la idea de que si este tipo de peliculas llegan San Sebastián es para cubrir una cuota de cine francés; cuota que no tiene equivalencia con nuestro cine en Cannes.
El mínimo argumento de esta obra afgana es que una niña pequeña y mona y sin un diente se enamora de su vecino de seis años y para impresionarle quiere ir a la escuela. Para poder ir a la escuela debe comprar un cuaderno. Para poder comprar el cuaderno tiene que vender 4 huevos. Va a la escuela. Las niñas la putean porque es nueva. Su vecino no se enamora de ella. Fin.
Refrescante Zabaltegui para acabar la jornada. Apetecía una comedia española que rebajara el nivel de gravedad del día. Sin apenas promoción se presentó esta comedia del austro-húngaro Max Lemcke. No obstante, Juan Diego, Alberto San Juan, Arturo Valls, Luís Tosar y Secun de la Rosa prometían risas; sonrisas como mal menor.
Casual day es una película en la que lo mejor y lo peor de todo es su guión. Los méritos y los fracasos de la cinta no los merece Lemcke si no la pareja de hermanos guionistas que le ofrecieron su libreto. La historia tiene varios buenos chistes que se repiten recurrentemente, pero no avanza; nunca pasa nada, con lo que la enjundia del montante se limita a una sucesión de gags sin apenas detonantes dramáticos.
Lo más flojo del conjunto, los jóvenes Estíbaliz Gabilondo -que no sabes si es muy buena actriz o da vergüenza ajena con su interpretación- y el soso Javier Ríos (protagonista del anuncio de Coca Cola de "¿Y usted?, ¿tiene referencias?". Lo tuyo Javier sin duda son los anuncios de Coca Cola de "¿Y usted?, ¿tiene referencias?".
Lo mejor: el monólogo del principio de Marta Etura. Ella siempre está bien.