30 nov 2009

Notas sobre Memento

Notas inquietas acerca de 'Memento'.

Recuerdo que tras ver 'Memento' en una pequeña sala del Cine Cité de Méndez Álvaro en 2000 intenté reconstruir el puzzle y no le vi fallos. Ahora la tengo en DVD sin desprecintar y cualquier día de éstos volvemos a enfrentarnos.

Por lo pronto, transcribo el folio apresurado en el que inmediatamente después del visionado escribí varias notas a modo de mapa. No se entiende mucho, pero aún así está lleno de spoilers, ojo:


-Lenny mata a Teddy (Joe Pantoliano) (John 'Teddy' Gammel, él buscaba un John) (policía que le utilizaba).
-Natalie (Carrie-Anne Moss) le da la dirección del sitio donde Jimmy G (también J.G.) hacía negocios y de donde nunca volvió. Natalie implica a Teddy (¿porque cree que él mató a Jimmy?) (Yo creo que sí).
-Lenny (Guy Pearce) se despierta el día después de haber torturado a Dodd. Dodd le perseguía a él por llevar el Jaguar de Jimmy. Se supone que Jimmy debería haber hecho negocios con Dodd, pero se marchó con la pasta.
-Natalie miente a Lenny para que piense que éste le ha pagado y se lo cargue y así quitárselo de encima.
-Se supone que Lenny está ayudando a Natalie, pero, ¿a qué?
-Teddy es un poli, pero, ¿qué es lo que quiere?
-Lenny confunde su historia y la de Sammy Jankis e incluso confunde a sus esposas.
-¿Utiliza Teddy a Lenny para acabar con traficantes?
-Teddy es un mentiroso, pero, ¿es un poli honesto?
-¿O en verdad Teddy es un narco?
-¿Quién tachó párrafos del informe policial?
Lenny se carga a Jimmy al principio de la peli (Jimmy conocía a Sammy Jankis). Lenny se da cuenta de que no debería haberle matado. Desde ese momento Lenny coge la ropa de Jimmy, su coche y su dinero y decide que Lenny es un mentiroso. Copia su matrícula de coche y se la tatúa. Teddy no le gusta y acabará matándole.


28 nov 2009

Roland Emmerich no quiere ser el profeta del Apocalipsis


No le veréis rodar una comedia urbana ni cine social sobre la crisis. No es lo suyo, porque el currículum de Roland Emmerich (Stuttgart, 1955) es uno de los máximos exponentes de lo divertido que es romper cosas en la gran pantalla. "No me gusta que me consideren el 'Profeta del Apocalipsis' porque también he dirigido cintas de guerra, históricas y de sci-fi... aunque es verdad que con las de catástrofes es con las que más dinero he hecho", nos confesó cuando le entrevistamos en San Sebastián. Sabe que no es el favorito de la crítica, pero el público ha esperado como agua de mayo su último haiku de destrucción masiva, la espectacular '2012', con John Cusack como héroe cotidiano, "un nuevo Richard Dreyfuss", en su opinión.

Este alemán, confeso fan de Spielberg, cree que las películas son un arte que debería salvaguardarse del mismo modo que la Mona Lisa en caso de que la temible profecía maya que maneja su cinta se acabara cumpliendo. De entre todas, "la primera que encofraría sería Lawrence de Arabia", dice. Inesperado, ¿no? Pues id acostumbrándoos al Emmerich cerebral, pues el próximo proyecto del director de 'Independence Day' será un thriller low cost que arrojará dudas sobre la autoría de muchas de las obras de William Shakespeare.


(GQ España, noviembre 2009)

26 nov 2009

Cuatro quintos de Francia y otro de descontrol japonés

'Yuki y Nina' (H. Girardot & N. Suwa, 2009)

"'Yuki y Nina', de Hippolyte Girardot y Nobuhiro Suwa, cuenta la historia de dos amigas, una francesa y otra japonesa, que se enfrentan con rebeldía a los divorcios de sus padres. Sus medios tiempos, la pureza de su planteamiento y la dulce mirada a la infancia hacen de ella una pieza muy disfrutable".

Ésa es la minicrónica con la que me despaché en el utoi de San Sebastián hace un par de meses. Es lo que tienen las redes sociales, más empeñadas en la concentración del mensaje y en la agilidad mental que en dar una información útil más allá del haiku.

Ahora que se me brinda este ilimitado espacio (los blogs también son redes sociales, pero, debido a su antigüedad, dejan dar rienda suelta a las idas de olla. "Lemmon, dentro de diez años este Estudio —el edificio de la NBC— cabrá en un microchip", dice Alec Baldwin en el episodio 4xo5 de '30 Rock') —que yo mismo me brindo, quiero decir— para exponer lo que se me quedó en el tintero de esta película, rodada en francés y subtitulada en inglés y euskera en la sesión chunga para la que conseguí entradas, quiero resaltar que no es de sencilla digestión, y no porque su suma de nacionalidades sea poco conjugable (los japoneses y los franceses lacónicos —que son casi todos los que no se dedican hacer musicales además de Danny Boon — parecen primos hermanos), sino porque juega con códigos en los que el espectador promedio no tiene por qué sentirse cómodo.

La parte humana, el retrato social de la desmembración de la célula familiar occidental que ocupa los cuatro primeros quintos del film conforma una historia sobria y emocional sustentada en el buen hacer de las dos crías. 100% Francia. Sin embargo, el tramo final, en el que la narración pasa a ser dirigida por el punto de vista subjetivo de la niña japonesa produce cierto desapego con el camino que llevábamos andado.

Aludiendo al más inaccesible lirismo oriental, la pieza termina convertida en un rocambolesco juego de espejos que puede derivar en regusto agridulce a poco que las miras del espectador sean marcadamente racionales. Una modernez que hace que la templanza de una obra destacable se tambalee hasta convertirse en una propuesta arriesgada y, para algunos, irritantemente pretenciosa.



Valoración: 6/10

Estreno: 27 de noviembre de 2009

El Loach menos grave es el más completo

'Buscando a Eric' (Ken Loach, 2009)

A mí, la sensación que me transmite 'Buscando a Eric' es que Loach (o Paul Laverty, o los dos, que para el caso es lo mismo) está cansado de contar siempre la misma historia de jodedumbre existencial pero no sabe hacer otra cosa.

Que 'El viento que agita la cebada' fue la obra excepcional de su alter ego esquizofrénico, pero que donde tira es al monte y que donde se encuentra a gusto es en el fango social, haciendo portavoz de la miseria y el lodo británico.

Ese cansancio loachiano del que hablo no deviene en un cambio de rumbo con respecto a los temas tratados casi siempre ("Estamos mal desde Thatcher y lo único que nos puede salvar es la fe en las personas"), sino en la introducción de un elemento luminoso, reconocible por la gran masa, extrañamente comercial: Eric Cantona, mito retirado del Manchester United, refinado delantero felizmente célebre por ser el más técnico que pisó las islas durante los 90 y tristemente recordado por darle de hostias a un hooligan tontorrón. Se le ama o se le odia, pero casi siempre se le ama.

El ariete gabacho, de quien partió la idea de la cinta, ejerce de fantasmagórica presencia en la mente del deprimido Eric Bishop (Steve Evets: inédito en la filmografía del director, pero chico Loach de pro). Un libro de Paulo Coelho cantante y danzante. Su aportación al conjunto es un indisimulado salto al optimismo que convierte al pútrido —aunque vibrante— conflicto de siempre en algo parecido a la comedia social, más cerca al tono del Frears que hace patria que del autor que nos ocupa.

Si bien la parte de estancamiento emocional y de corrupción de menores son dignos de interés por la verdad que desprenden todas y cada una de las patas interpretativas con que cuenta la función (pese a estar filmados sin ningún tipo de alardes), es en los momentos de comedia pura donde vuela el asunto. En las apariciones espectrales del deportista y en un final que es toda una apología a la amistad, verdadero cimiento de cualquier sociedad bien vertebrada por encima del odio a tal o cual ex política más o menos metálica.



Valoración: 7/10

Estreno: 27 de noviembre de 2009

25 nov 2009

Trueba y su danza de la derrota

'El baile de la Victoria' (Fernando Trueba, 2009)

'El baile de la Victoria' falla como una escopeta de feria. Me valgo de la sinopsis para construir mi argumento: Dos ladrones, uno veterano (Ricardo Darín) y otro joven (Abel Ayala) son amnistiados por una orden del gobierno chileno destinada a vaciar las cárceles de presos no violentos. Los dos están enamorados: Darín de su esposa e hijo y Ayala de una joven bailarina muda a la que acaba de conocer. Todos tienen traumas, pero sobre todo la joven bailarina, a partir de la que se construye una subtrama de las secuelas producidas por los asesinatos acaecidos en tiempos de Pinochet. Ayala, un actor muy bajito y muy sonriente, planea un golpe e intenta convencer al maestro caco retirado y redimido para que le ayude. Tira y afloja. Sabes que va a haber robo, pero hay mareo de perdiz. Mucho mareo. Y, entretanto, cortejo a dos bandas.

Entre el melodrama, la comedia y el ensayo histórico se mueve Trueba adaptando la novela homónima a seis manos junto a su hijo Jonás y al escritor Antonio Skármeta ('El cartero de Neruda'). El principal problema de su nerviosa y defensiva vuelta a la ficción siete años después de 'El embrujo de Shanghai' es utilizar a Darín, que sí se encuentra en estado de gracia, en un papel secundario, que se evapora en enjundia e importancia según avanza el metraje.

Una vez se rinde el personaje encarnado por el argentino a su condición de "uno es lo que es", pierde el brillo cómico del inicio y se deja arrastrar hacia los títulos de crédito. Ninguna de las expectativas que abre su personaje es resuelta para terminar convertido en un complemento estático para el enervante aprendiz de caco. Además, la destinataria del amor incondicional del joven padawan, bailarina profesional chilena sin experiencia previa en la actuación, no crea la química necesaria en ningún momento como para que bendigamos su romántica unión. Ella, sosaina perdida. Él, pidiendo ritalin a gritos.

Así que ni el drama ni el romance nos funcionan. Ni tampoco la historia de ladrones, precipitada y resuelta sin apenas mimo. Sólo nos quedamos con la frescura de algunos de los chistes —propios de décadas pasadas, qué lejos queda 'Ópera prima'— que el director pone en boca de Darín. Ahí puede haber terreno arado para sembrar en la próxima, Trueba.

Elevad todas las plegarias que queráis, pero en el año de 'Un profeta' (Francia), 'La cinta blanca' (Austria) o 'El secreto de sus ojos' (Argentina), lo nuevo de Fernando, esa rarísima candidatable española al Óscar acabará recordándose como 'La danza de la derrota'.




Valoración: 3/10

Estreno: 27 de noviembre de 2009

24 nov 2009

Kristen Stewart, ese mito romántico incomprensible

'Adventureland' (Greg Mottola, 2009)

No entiendo por qué tanta vaina con Kristen Stewart; que si estuviera muy buena, pues aún, pero que, aunque promete, a sus 19 años parece un marimacho patito feo que necesita dar el estirón. Sé que me pueden llover hostias por machista, por no dar un voto de confianza romántico a todo ese colectivo de tías que no son físicamente propotentes, pero es que me parece sangrante que, con su intelecto de emo intensa, no sólo haga que el fucking bello Pattinson —con su piel llena de pedrería— se pirre por ella, sino que también es capaz de hacer que pierda la chinutra el garrulo hombre lobo del torso al viento y bermudas estilo forest fashion Taylor Lautner, un Rafa Nadal alelado y con sobredosis de muesli.

Eso en lo que corresponde a 'Crepúsculo', una franquicia que, no lo dudo, seguro que cumple una labor social de meter en vereda a las adolescentes díscolas e hipersexuadas del mundo capaces de anteponer su pasión por la literatura (que no suele extenderse a los clásicos en la mayoría de los casos) a sus bajos instintos. Lo que pasa, lo que me sorprende y me llena de hiriente vergüenza es que, por si lo del ménage à trois con el hombre perro y el hombre murciélago, esta semana la Stewart se convierte en objeto de disputa entre otros dos machitos: Jesse Eisenberg y Ryan Reynolds.

Razón: 'Adventureland', nueva comedia de Greg Mottola con un guión menos saleroso que el de su referencial 'Supersalidos' (que fue escrita a cuatro manos por Seth Rogen y Evan Goldberg). La nostalgia presente en su blockbuster de hace dos temporadas perdura, lo que, para una cinta ambientada en 1987 con John Cusack adolescente con pinta de aparecer en cualquier plano, es un punto a favor. Echamos en falta, eso sí, parte del sentido del humor del que no hace gala el director cuando trabaja con material propio ('The daytrippers'), el cual queda reemplazado por ración doble de patetismo.

Poco tiene de cuestionable el planteamiento de su apuesta, que cumple rigurosamente lo que promete: una revisión de una adolescencia igual de jodida que la nuestra pero sin teléfonos móviles, lo que lejos de ser higiénico, lo enguarrina todo. Antes era más sencillo cortar las relaciones por lo sano. No había que andar con tanto detectivismo de andar por casa, revisando a escondidas las cuentas de mail del amado o los sms mientras se ducha. Directamente te apostabas con tu Cadillac en la puerta de su casa con un bigote falso y, si se percibía coito a través de la ventana semitransparente, se montaba el pollo y a otra cosa.

Con un espíritu deudor de la linklateriana 'Movida del 76' —y de las temáticas cintas del primer Cusack, ya mencionado—, y un look muy cuidado, nos encontramos ante una comedia romántica agridulce y más elaborada que la media del género que con frecuencia nos sacude.

No es brillante, pero tampoco es coja. No te salva la semana ni se te queda adherida a la memoria, pero tampoco te dan ganas de prenderle fuego al cine por culpa de su pastoso final. Tiene algo de ángel, y por ello le perdonamos su total falta de huevos... Eso y que nos tomen por tontos con lo de Kristen, claro.



Valoración: 6/10

Estreno: 27 de noviembre de 2009

Lo de Ammann tampoco es normal

'Celda 211' (Daniel Monzon, 2009)

Me quedé fuera de 'Celda 211' hace dos domingos (segundo fin de semana tras su estreno). Una hora antes del pase todas las entradas estaban agotadas. El cine tenía casi mil butacas y la imagen del póster con Tosar de medio lado no les había echado para atrás. Al contrario, y superando las expectativas del cauto Brunet, había sido capaz de arrebatar el primer puesto del boxoffice a 'Ágora' durante su primera semana.

Las críticas habían sido excelentes; su paso por Sitges, triunfal. Todo el mundo hablaba de su ritmo sin freno. Todo el mundo daba por hecho un tercer Goya para Tosar. Y nada de eso me sorprendió ayer. Bueno, sí, asentí. Pero no eran noticias nuevas, que iba avisado.

Yo, que siempre me había negado a ver 'El corazón del guerrero' porque me producía rechazo tragarme a Neus Asensi con bikini metálico, a Joel Joan como Conan castizo y a Fernando Ramallo como protagonistas si más; que había descartado 'El robo más grande jamás contado' por su supuesta evocación al pajarestesismo; y que sospechaba de 'La caja Kovak' por su mezcla de intérpretes de distintas nacionalidades, cosa que siempre canta y más en estos pagos; me rendí ayer a pagar peaje por Daniel Monzón. Y me alegré.

Porque no sólo es cierto que es una de las mejores películas españolas del año, como la han etiquetado, sino que también es una de las mejores películas sin más. Porque su dirección es primorosa, y no a causa de grandes golpes de efecto o porque existan enigmas dosificados: no hay nada de eso. Monzón juega con las cartas marcadas sin margen para sorprender demasiado y aún así te deja pegado como un cabrón a la butaca.

Le reprocho un par de defectos como la escena de Resines en la enfermería, una modernez estilística chirriante, o los testimonios de la investigación judicial que convierten a la trama en un flashback. Tampoco me gusta todo lo que sucede con el personaje de Etura, ni ella haciendo de sí misma de nuevo. Creo que ya ni me convencería en una revisión de 'Azuloscurocasinegro'. Es encantadora y muy guapa, pero no me sirve para casi ninguno de los papeles que le suelen dar. A veces las cualidades mencionadas no son sinónimo de "ser buena actriz". Y ahí acaban las pegas.

El debutante Ammann, a la altura.

Sin embargo, hay una cosa que quiero destacar/denunciar/comprender si alguien me lo explica mejor. No entiendo por qué le han caído palos a Alberto Ammann, el verdadero protagonista del film por minutos en pantalla, un funcionario de prisiones que se ve envuelto en todo el motín y tiene que hacerse pasar por un preso más. De una dificultad compositiva infinitamente superior al Malamadre de Tosar, que es descomunal pero bastante más plano en cuanto a crecimiento psicológico, el papel de este argentino se mueve en un registro ambiguo de buen hombre arrastrado a hacer cosas contra su voluntad al que no se le tiene que notar que está muerto de miedo. Valen dos pinceladas de sus compañeros al principio de la cinta para hacerse cargo de que no tiene que pestañear frente a los internos.

Aprende rápido, piensa más rápido aún y no pierde la cara al enemigo pese a que su situación de vulnerabilidad la conoce el público, único sujeto omnisciente de la función. Su cara de pánfilo, que casa perfectamente con el diseño de su rol no debe entenderse como una tara, del mismo modo que Brad Pitt en '¿Conoces a Joe Black?' era frío como la muerte... porque era la muerte.

Sospecho el orden de rodaje de las escenas porque hay momentos salteados dentro de la narración en los que habla con un acento argentino más marcado, posiblemente a causa de que todavía no se había hecho con el timbre definitivo que sí vemos a ratos. Poca pega para un actor a tener en cuenta que saca adelante con brillo uno de los personajes más ambiguos de la temporada.



Valoración: 8,5/10

Estreno: 6 de noviembre de 2009

23 nov 2009

Joseph Gordon Levitt para rato

Antes de pasar un malísimo verano.

Cuando ya se empiezan a deslizar listas de lo mejor del año en los corrillos de críticos eruditos, me viene a la cabeza '(500) días juntos' la comedia romántica descreída que más me ha reconciliado con el género desde 'Alta fidelidad'. No en vano, el compañero Pedro Vallín estableció una acertada analogía entre ellas el otro día a raíz de la mojigatísima y tristemente célebre 'Luna nueva' (tercera apertura más taquillera de todos los tiempos este fin de semana y récord para un sólo día).

A lo que voy, que me disperso. Voy a explicar en cuatro vídeos por qué creo que la ópera prima de Marc Webb desprende talento por todos los costados. Porque aparte de ser casi rotunda (si sus 97 minutos se convirtieran en 89, cortando un poquito en algunos de los reiteraciones del medio, estaríamos ante una cumbre sin pegas), cuenta con un protagonista como la copa de un pino. Zooey Deschanel es un amor, pero lo de Joseph Gordon-Levitt trasciende el oficio exigible a un actor.


El tráiler (I love "The Smiths").


Después de mojar en la peli.


Un poco de 'Bonnie & Clyde'.


La locura que se marcó este finde en 'SNL'.

22 nov 2009

Medem + Lynch + ¿Tarkovsky? = Lars Von Trier

'Anticristo' (Lars Von Trier, 2009)

Un bebé atontado se muere, sus padres se pegan 100 minutos follando y llorando. Ella le propina un ladrillazo a su marido en las pelotas y luego se corta el clítoris herself. Fin. Arte y ensayo premiado en Cannes.

19 nov 2009

Un lugar donde quedarse (Sam Mendes, 2009)


Fue a la salida de un pase el otro día que me dijeron: "Y la última de Mendes, ¿la has visto ya?". "Sí", respondí, todo interesante. "¿Y bien?", repreguntaron ellos, todo interesados. "Es floja", sentencié (yo soy muy sentencioso). "Es quizá su peli conceptualmente más ambiciosa y, a la vez, la menos redonda", seguí. "Pues los que la han visto dicen que, por lo menos en ésta, Mendes ha abandonado su habitual pose", siguieron; a lo que yo respondí indignado: "Es que a mí me mola la pose de Mendes".

Sí, porque, vamos a ver, está al alcance de muy pocos haber parido cuatro pelis que son casi maestras en sus respectivos géneros ('American Beauty', 'Camino a la perdición', 'Jarhead' y 'Revolutionary Road'). Si os digo la verdad, haciendo rapidísimo resumen mental de esta exquisita selección, diré que no había pensado nunca que hubiera una pose Mendes al margen de su gusto por intrapolar los problemas de toda la sociedad a sus cerrados, opresivos, microecosistemas. Mientras la grandilocuente contestación que cierra el primer párrafo salía de mis labios, sabía que lo único que cabe achacarle al novio de la Winslet es la cierta frialdad que desprenden sus personajes y su hermética perfección academicista, pero he de admitir que en cuanto degusté su debut insuperado, casi me pongo a hacer cola en la siguiente sesión para degustar de nuevo en primera persona su potencial arrasador. Al final esperé dos días: seguía intacto.

Porque Mendes consigue desde la distancia lo que otros no consiguen desde las trincheras, que es apelar a lo más profundo de ciertos sentimientos desde un púlpito demiúrgico. En mi opinión, su mano maestra se percibe más que en ningún otro sitio en la elección de sus proyectos, en su talento paradójico para extraer sentimientos en teoría alejados de los marcados estereotipos que gestiona.

Siendo cierto que con esta comedia de poco pretencioso aspecto, vendida al estilo indie, con cartel de sleeper y reparto garrafónix (sólo salvo a Maggie Gylenhaal) intentaba ser más humano desde el very beginning, para empezar porque la comedia ya rebaja el nivel de exigencia achacable a un autor. Lo mejor que te pueden decir es que eres poco pretencioso, si bien es difícil, en la otra cara de la moneda, que cataloguen de brillante a tu criatura. Reírse nunca ha sido cosa seria.

El principal problema de 'Un lugar donde quedarse' es el marcado acento que pone en cada uno de sus capítulos por hacer sentir a la audiencia que los dos protagonistas principales (pareja de padres futuros en busca del destino ideal donde criar a su feto) son mejores que todos los demás secundarios por el mero hecho de no hacer limonada con los limones que les han dado. Como si la gravedad fuera sinónomo de ser buenas personas.

Trata de gilipollas Mendes a las buenas gentes de los distintos hábitats norteamericanos. Los trata de gilipollas porque efectivamente lo son. El problema no es su mirada prepotente a la hora de filmarlos, sino haber escogido una muestra deliberadamente tan poco realista que acaba por convertir la búsqueda en un clasista vodevil. Curioso que cuanto más ha querido bajar de su pedestal Mendes, de su pose, más insolente se ha vuelto.

Hay quienes han nacido para ser grandes, aunque sea a su pesar.

PD: John Krasinski hace de John Krasinski y Maya Rudolph, su parteneire, no ofrece absolutamente nada que no pudiera hacer cualquier otra actriz. No tiene mucho talento el director a la hora de descubrir nuevos talentos (y si no, ¿alguien se acuerda alguna vez de Mena Suvari, Thora Birch, Wes Bentley o del hijo de Hanks en Camino a la perdición?).



Valoración: 6/10

Estreno: 20 de noviembre de 2009

Los condenados (Isaki Lacuesta, 2009)


Isaki Lacuesta es un director que juega en la categoría de Jaime Rosales o José Luis Guerín. No en vano, la Cahiers de este mes le dedica portadón al hilo del estreno de su primera obra de ficción, esta 'Los condenados' de la que ahora toca hablar. El nombre del realizador, auténtica estrella de la función, que para eso es autor, va en letras más grandes que cualquier otro reclamo del collage que la compone (la portada, digo). Más anticomercial imposible. Como él, como su cine.

Dejando un poco de lado la vena documental iniciada en sus muy valoradas 'La leyenda del tiempo' y 'Cravan vs. Cravan', Lacuesta no termina de plegarse, sin embargo, y en absoluto, a las convencionalidades del género dramático pese a que asume ciertos códigos.

Su arriesgado y plumbeo ritmo, que enfadó a gran parte de la audiencia en el pasado Festival de San Sebastián, tampoco es óbice para que nos encontremos, quizá, ante la película más cargada de ideas de lo que llevamos de curso.

La sinopsis nos dice que dos guerrilleros se reencuentran, tras 30 años, en la excavación de los restos mortales de un tercero. Frente a los secretos del pasado se presentan dos posturas: la de poner todas las cartas sobre la mesa de Martín (Daniel Fanego) y la intención de Raúl (Arturo Goetz) de enterrar de una vez por todas a los fantasmas.

"La justificación de la lucha armada; las motivaciones, legítimas o no, que pueden llevar a matar a alguien; y el remover el pasado desde el presente para poder reestructurarlo" son, en palabras del propio Lacuesta, los temas que quiso tocar, y, pese a que se desliza de puntillas sobre ellos —hay más interrogantes que respuestas en una película que en la que la palabra Fin aparece con la fuerza inesperada de un machetazo—, la decisión de no tomar decisiones se antoja de una elegancia inusual en tiempos en que los partidos procuran seguir sacando provecho electoral de históricas contiendas en el hemiciclo.

Al margen de su metalenguaje, de su complejidad socrática y del rico debate que abre con la justa pretenciosidad de quien no sabe explicar las cosas de manera sencilla (lo que no quita para que el resultado transpire toneladas de honestidad), tenemos a Bárbara Lennie, una secundaria con ángel que aparece de la nada en el último segmento para echarse a la espaldas la despedida y cierre.

El director la carga con un plano fijo de seis minutos y medio exactos, situándola en un púlpito virtual ubicado en una sorda cafetería en lugar de en el Congreso de los Diputados, y es entonces cuando todo el silencio precedente cobra sentido. El tedio narrativo de los primeros minutos, la confusión de acentos y el tono de murmullo que, inquietos, habíamos presenciado hasta ahora, deviene en claridad de manos de la serena ponente en el momento en que procede a explicar sin pausa, derante 390 segundos exactos, por qué su padre, sepultado hace tres décadas, no debe ser desenterrado.

Lennie, veloz en su ideario y templada en la pronunciación del mismo, tira de sus grandes ojos marrones para subrayar, para inundar con melancólica y dolida calma, la tesis de Lacuesta. No encara frontalmente al espectador, sino un poco ladeada, porque Martín es su rival invisible, porque Martín en ese momento baja a la platea y se sienta como uno más de nosotros.

Valoración: 8/10

Estreno: 20 de noviembre de 2009

18 nov 2009

Luna nueva (Chris Weitz, 2010)


La única razón que se me ocurre para que las adolescentes papanatas del ancho globo vayan a ver la segunda parte de 'Crepúsculo', irreverencialmente bautizada 'Luna nueva' como el clásico de Hawks, es que Robert Pattinson enseñe cacho. Y Robert apenas sale.

Después de un preámbulo en el que no pasa nada (no sucede NADA hasta que no transcurren 70 minutos de metraje), de mucho diálogo enfático y autorreferencial ya visto en la primera entrega, Edward Cullen (ese intenso chupasangre) decide unilateralmente alejarse para que Bella no se exponga a los peligros derivados de su compañía. Pero la joven grunge con cara de hombre y poco pecho se enamora de su espectral ausencia y persigue su recuerdo a base de chutes de adrenalina. Lo que sea por mi Eddie.

Stephenie Meyer, mojigata y peligrosa escritora, se escora de manera cerril en la defensa de la castidad pero propone constantemente ideales de suicidio romántico, de puja amorosa violenta y de menages a troi moralmente admisibles. A raíz de su estática postura en cuanto a las bragas metálicas de Bella asistimos a media docena de escenas donde los protagonistas se hacen la cobra los unos a los otros sin tiempo a que el más entregado de los dos miembros de la ecuación pueda meter siquiera un poquico de lengua.

No tengo claro que la saga 'Crepúsculo' sea literatura de la misma manera que que la adaptación cinematográfica de 'Luna nueva' no es cine; sólo una sucesión de posturitas, de poses, de réplicas y contrarréplicas teatralizadas, cuyo contenido aspira a ser heredero de Shakespeare (si ya sonrojaba la descarada alusión a 'Crimen y castigo' en 'Match Point', aquí 'Romeo y Julieta' son fusilados sin piedad) y se queda en un sota-caballo-rey repetido constantemente en modo random con los factores desordenados pero el mismo resultado: "Nuestro amor es demasiado ardiente, así que vamos a volvernos tarumba como medio de exorcismo romántico". Y todos caen en la patochada. Así es como sienten y padecen los adolescentes de la generación iPod independientemente de su condición de vampiros, hombre lobo o simples niñitas repelentes con sobredosis de Danielle Steel.

Dado que no se puede analizar la estructura de la obra porque sencillamente no tiene una, alabamos la banda sonora y la interpretación de Michael Sheen, maquillado pero en su línea; de Dakota Fanning, que sale cinco minutos pero se come interpretativamente a quien le pongan por delante; y de Ashley Greene (la hermana vidente de Edward), más por su encanto que por sus líneas. Poco rédito para una obra que pretende ser 'El imperio contraataca' de esta década. Será la crisis.

P.D: De la que te has librado, Bayona.



Valoración: 2/10

Estreno: 18 de noviembre de 2009

16 nov 2009

The Box (Richard Kelly, 2009)


Richard Kelly confunde, como tantas veces le ha ocurrido a David Lynch, inquietud con sinsentido. Lo que en 'Donnie Darko' parecía una revelación notable, el uso de fenómenos extrasensoriales para apelar a lo más acojonadizo de nuestra sensibilidad funcionó debido a lo inesperado de su propuesta, aquí se revela impostura histórica. Los personajes que allí creó tenían la entidad de un guión labrado con esmero y cariño, bebiendo de fuentes referenciales, aglutinando una serie de líneas memorables para crear el mito instantáneo. Dentro de su excentricidad, su potencia visual incuestionable ligada, como en 'Terciopelo azul', al pueblito de provincias hizo que la experiencia fuera aplaudida. Y luego, el apagón.

Sospecho que aquello fue un sonar de flauta o la condensación ultraanabolizada y enmorcillada de todo el talento que alguna vez ha poseído porque, pasando de puntillas sobre la radicalmente vacía 'Southland Tales', de verdad tan mala como dicen los que sí la han podido ver (esta segunda cinta suya no llegó a los cines españoles), 'The Box' es una constante apelación disléxica a la paleta emocional que sirvieron para dar forma a 'Twin Peaks' y 'Carretera perdida'. Prevenido por la querencia de Kelly de despegar de la comprensibilidad global en el momento más imprevisto, el espectador informado sabe que a partir del minuto 25, que es cuando se produce el salto al abismo de la autoindulgencia, el viaje ya no tiene marcha atrás.

Esta vuelta a los 70, más por homenaje al capítulo de 'Twilight Zone' del que parte 'The Box' que por necesidad real de llenar todo de pelucas imposibles y estilismos floridos que lo único que hacen es recargar la atmósfera de surrealismo, es otra muestra de que Kelly quería redimirse después de su inapelable fracaso anterior intentando demostrar muchas cosas en cada plano. No le ha salido.

Ni Cameron Diaz ni James Marsden, sositos de por sí y con cara de haberse chutado un orfidal como única herramienta interpretativa para preparar cada escena, logran hacer que el espectador entre de nuevo una vez ha perdido la paciencia. Únicamente Frank Langella, tan efectivo como acostumbra, y con un maquillaje muy logrado, eso sí, parece darse cuenta de que lo que tiene entre manos es una gilipollez extrema y que cuanto antes y mejor salgan las tomas, antes puede irse a su casa a acariciar la coronilla de su gato Charles.

Ah, no lo había contado, la peli va de un dilema moral. Ese aspecto lo despacharé diciendo que tiene la complejidad de un móvil sin cámara de fotos.


Valoración: 3/10

Estreno: 6 de noviembre de 2009

Los Goya los presentará el Johnny Carson español

De la Iglesia presenta a Buenafuente, su conductor para los Goya.

Después de una campaña de viral más destinada a crear simpatías entre la audiencia que a fomentar una participación real, el director de la academia, Álex de la Iglesia ha hecho hoy pública la elección de Andreu Buenafuente como maestro de ceremonias de los Goya 2010, que se celebrará el próximo 14 de febrero. Su designación, según ha afirmado el showman catalán, (ver el vídeo adjunto abajo del todo) estaba tomada desde verano. Lo de la web era un chiste.



Después de su decepcionante conducción de los Ondas 2006, esto parece más favor al presidente de la Academia que ambición personal porque "llega un momento que sólo te quieres dedicar a tu programa", ha explicado Buenafuente a los medios. La intención De la Iglesia es "huir de la falsa complicidad con el público, haciendo de los Goya lo que deben ser, unos premios de prestigio internacional", y la contratación la contratación del humorista más tiene que ver con el intento de producir un programa de televisión sobrio basado en el Hollywood clásico que con "un afán de suplir con humor la falta de ganas o de presupuesto".

Rememorando los años dorados de los "Goya americanos", cuando todavía los actores no se habían hecho con el monopolio de la conducción de la gala, el presentador de los Oscar solía ser el televisivo Johnny Carson, y "Buenafuente es el Johnny Carson español", según palabras del director de 'El día de la bestia'.

El equipo de El Terrat, que ya ha participado en otras galas estará involucrado, así como varios de los colaboradores del late night de Buenafuente, que no quiso ahondar en detalles "para preservar el misterio". "Tengo una concepción muy coral de la construcción de los espectáculos, lo que no quiere decir que me vaya a esconder o arrugar, en una cosa así hay que dar la cara", explicó.

Para justificar lo adecuado de su elección, Buenafuente explicó que se cree idóneo por "haber entrevistado a todos los actores que se verán involucrados" y por aportar "la mirada neutra de alguien que conoce pero que no pertenece a la industria". "Por ejemplo, yo puedo decir que Elsa Pataky es una magnífica intérprete sin asomo de ironía", bromeo.

En la misma línea, y al ser cuestionado por la posible asistencia de Almodóvar (y Garci) a los premios, De la Iglesia se arrellanó en su butaca y dijo: "A mí me encantó 'Los abrazos rotos'. Por supuesto ésta es la opinión del Álex de la Iglesia director de cine no del Álex de la Iglesia presidente de la Academia, ése nunca se pronunciaría sobre tal particular".

Suena a campaña de promoción de la fallida película de Almodóvar como desesperado intento de que los académicos la nominen mucho y la premien mucho también. De no ser así, la vuelta de Almodóvar al redil sí que se antoja imposible. Un efecto 'Los girasoles ciegos', con mucha nominación y poca pesca final haría que el endiosado manchego renegara para siempre del cine español, ese mismo que le maltrata a la mínima oportunidad. De cualquier manera, qué desafortunado intentar traerle de vuelta el año de una de sus peores películas.

Una de las novedades de esta Academia cada vez más cibernauta será un sorteo llevado a cabo a través de web y sms por el cual un miembro del público entregará una estatuilla, "un bombazo", según De la Iglesia.


13 nov 2009

Cusack, un héroe muy discreto que no me supo resolver el epitafio de Hughes



John Cusack es un tío alto de 1,91 que en la pantalla parece menos y a un metro de distancia parece más. Hay gente a los que la cámara les engorda cinco kilos; a él le resta diez centímetros.

Nos avisan de que está de mala hostia, de que el grupo que se ha entrevistado antes con él le ha visto desganado y molesto por algunas de las preguntas. Este actor/autor ha llegado a San Sebastián con la misión de promocionar '2012', una de las más alimenticias películas de su carrera, una en la que el mundo se desmorona por la radiación de neutrinos alborotados en el interior de la corteza terrestre debido a emisiones solares incontroladas. Todo pseudotécnico y bañado en explosión. Si me pedís mi opinión, Cusack cree que lo que ha rodado es peor de lo que los periodistas y críticos pensamos, por eso hay un constante hilo de disculpa colgando de la comisura de sus labios. Y una especie de pesar similar al del pianista virtuoso que ha clavado 'El vuelo del moscardón', pero sin embargo se aporrea la cabeza contra la pared al llegar a casa porque el fallo imperceptible del segundo movimiento es para él peor que la amputación de varios de sus dedos.

Tenía esta grabación escondida entre muchos documentos que en soitu no se pudieron llegar a publicar. Y creo que es adecuado rescatarla el día del estreno mundial de la película, para empezar porque Cusack es uno de mis grandes y para seguir porque habla de un par de cosas que me interesan.

No sé si sabéis de qué va esto de los encuentros con las celebridades mundiales. Pues bien, lo habitual es que alguien de su talla se reúna consecutivamente con un par o tres de grupos de unos cinco periodistas, en los que cada uno, de modo respetuoso, hace uso de su audacia para formular una pregunta que sea a la vez algo nuevo, un juguete y un chocolate. Si toca compartir la mini rueda de prensa con alguna radio, la traducción se hace necesaria, con lo que, si ésta no es simultánea, como fue este caso, a duras penas tenemos tiempo de hacer una cada uno.

Yo, que en soitu debía hacer enfoques diferentes para poder diferenciarnos del resto de prensa generalista, que afortunadamente debía darle vueltas a la cocorota, cosa vivificante y espabiladora, pensé que todo lo relacionado con la película ya se lo preguntarían los compañeros. Cosas como "Señor Cusack, parece que los actores de su prestigio tengan que pedir perdón cuando rueda una película de este tipo… ". Y John respondiendo que "en épocas diferentes toca hacer diferentes cosas, que a veces quieres trabajar sin más y no puedes elegir, y que participar en un blockbuster de vez en cuando no está mal, sobre todo si es a las órdenes de alguien como Roland Emmerich, gran director a nivel técnico y de actores que puede tener a cualquier actor (Spader, Gibson, Quaid) que se proponga.

Y prosigue: “Esta mañana me encontrado a Ian McKellen en el hall del hotel (María Cristina) y le he dado la mano porque soy un gran fan. Es el tío que hizo 'Ricardo III' pero casi todo el mundo le conoce porque fue Gandalf en 'El señor de los anillos', peli que se ha convertido en un clásico porque Peter Jackson es un genio”. Entendemos la idea. Equipara a Jackson con Emmerich, pero me da la sensación de que nosotros nos lo creemos más que él.

Roland Emmerich, John Cusack y Chiwetel Ejiofor.

Habla también de Robert Downey Jr. y de lo difusa que es a veces la barrera entre los proyectos netamente artísticos y la comercialidad salvaje, pero de lo que está bien seguro, y en esto ahonda, es de que “trabajar en '2012' no es como hacerlo en 'Transformers', que es como un videojuego para niños pequeños”. Si tenías alguna gana de trabajar con Michael Bay, estas declaraciones no te lo van a poner fácil, John.

Nos relata también contenidos de tinte filosófico, reflexiones sobre la naturaleza humana en situaciones desesperadas. A la pregunta de si necesitamos más catástrofes para que surjan más héroes en el mundo, él insiste en la familia (de la que por cierto, al margen de su hermana Joan, se conoce poco. No da titulares amarillos habitualmente y, que se sepa, sigue soltero a sus 43). "Todos sabemos que hay problemas con las guerras y con el calentamiento global. La película pretende despertar a la gente y hacer que se cuestionen: 'Si a mi me quedase poco tiempo de vida, ¿con quién querría pasarlo?, ¿cuáles serían mis prioridades?'".

Pero ése no es mi turno, mi turno es caprichoso, guardo mi cohete para el final porque no tiene que ver con la actualidad, al menos no totalmente, pero tampoco tengo idea de cuándo veré a Cusack de nuevo o de si le volveré a ver. John Hughes, el icónico director de comedia de los 80, falleció hace exactamente un mes y medio (en el momento de la entrevista, 24 de septiembre) y yo, de vacaciones, no pude escribir la necrológica que se merecía. Arteche me echó un capote. Él, que le catapultó a la fama con 'Dieciséis velas' al comienzo de su carrera requería un homenaje en primera persona por parte de una de las mayores estrellas con las que trató, el gran tiburón blanco de los actores hughesianos, ídolo de adolescentes pijameras de pelo cardado hace ya casi tres décadas.

Así eran los enfoques soitu. A veces salían y a veces, como ésta, no demasiado: “No le conocí demasiado. Me dio mi primer trabajo a los 1 años y me dirigió durante tres semanas. Puedo decirte que era listo y que me gustan muchas de sus películas, sobre todo una en la que aparecen John Candy y Steve Martin ('Mejor solo que mal acompañado'). Sus cintas estaban enmarcadas en una especie de posmodernismo socarrón destinado a gente muy joven y yo aún no estoy seguro de si mi personaje no hablaba de una manera demasiado guay (tara que en el pasado inmediato también se achacó a 'Juno')".

La icónica Dieciséis velas cumple sus bodas de plata este año (Cusack, a la izquierda).

Le pregunto si hemos perdido la inocencia, si ese espíritu blandito que encerraban las películas de entonces se ha marchitado, y es entonces cuando Cusack me muerde la mano, el brazo y hasta el hombro. Saca a pasear al político que lleva dentro, carga su fusil y escupe parte del discurso que acostumbra a cultivar en su blog marcadamente demócrata del Huffington Post: "En los 80 tuvimos a Ronald Reagan y la Guerra Fría. No tengo una conciencia de aquellos años como años inocentes", dice antes de levantarse y marchar al encuentro siguiente grupúsculo. "Thank you guys", se despide el Rob de 'Alta fidelidad' mientras los compañeros murmuran "pues ha estado majo" en un español que no entiende porque no le hace falta y porque ya anda lejos.

12 nov 2009

2012 (Roland Emmerich, 2009)


No se debe confundir todo el cine de catástrofes. Hay que establecer límites nítidos entre lo que es el ansia por romper cosas con el único fin de demostrar al resto de la industria que quien lleva el timón escupe más lejos que nadie —esto es, meter la mayor cantidad de croma y fuegos artificiales posibles por minuto—; y la vocación de que los incendios, colisiones de meteoritos y demás contrariedades cósmicas salpimenten un drama (o comedia) humano para alzar al conjunto como un espectáculo palomitero no vergonzante. No es pecado. Se puede. Incluso, a veces, cuando la densidad de Bergman y del cine sudamericano de fronteras nos ponen al filo del abismo, se debe.

El primer párrafo es una analogía velada a la diferencia existente entre las filmografías y aspiraciones contrapuestas del los dos capos del género. A la primera clase pertenece Michael Bay, que encuadra casi siempre en contexto cómico interminables y confusas explosiones. El ruido es patente en todo lo que firma y produce dolor de cabeza. No confía en sí mismo para escribir y últimamente se ha encomendado a los amiguetes de J.J. Abrams, Orci y Kurtzman. Pese a ello 'Transformers 2' ha sido uno de los mayores bluffs artísticos del año (y de pasta en nuestro imprevisible país). Lo único que en ella funciona son las parodias que llevan a cabo los padres de LeBeouf al comienzo de la cinta, humanismo que acaba por importarle tres puñetas a Bay, más empeñado en pintar a Megan Fox como una subnormal integral que en empatizar con la pobre audiencia.

Y luego está Roland Emmerich, alemán de Stuttgart instalado en el ecuador de la cincuentena, guionista a veces, y adoptado por los estadounidenses para insuflar músculo intelectual a los descacharramientos masivos que nos asolan en verano. Debo aclarar que no soy fan de 'Independence Day' ni de 'Godzilla'. Su intento de hacer verosímil la invasión de los marcianos o de un reptil enorme en la ciudad de Nueva York no me parecen tentativas plausibles, no son catástrofes con las que empatizar porque nos pillan muy lejos. La fantasía no se deja adoptar porque se antoja demasiado fantasmagórica. En ellas usaba cierta comedia, si bien, como en el caso de Bay, tampoco la suficiente.

Pero lleva cambiando de registro de un tiempo a esta parte. Su gravedad se ha visto incrementada en la misma proporción geométrica que su interés por las crisis ambientales, calentamientos globales y demás tragedias ecológicas definitivas que sí tienen su apoyo en los periódicos y debates televisivos apocalípticos llevados a cabo por científicos de coronilla despejada. No las padeceremos quizá nosotros, pero, con gran probabilidad, les tocará a nuestros nietos, firmes candidatos a desarrollar branquias. Como muchos sostienen desde hace tiempo, el mundo se va a putoacabar.

Atendiendo a lo estrictamente cinematográfico quiero dejar bien sentado que la nueva entrega armaggedoniana de Emmerich es una película sólida, bien dirigida y perfectamente apoyada en su capital humano, el cual es capaz de dibujar por sí mismo una historia plenamente funcional aunque prescindiera del confeti explosivo. John Cusack, incluso más desganado de lo habitual, es todo un lujo en cualquier blockbuster, y Amanda Peet, pese a mostrar la complejidad emocional de un brick de leche desnatada, lloriquea con la inmensa y blanca dulzura que cien plañideras primadas. Por ahí la cosa no hace aguas. Además, las alusiones bíblicas al Arca de Noé, la inoperancia y egoísmo de (casi toda) la clase política, la entendible preservación de la historia cultural viva y la solidadaridad interracial hacen que el encefalograma plano de partida surfee las olas de la erudición relativa.

Cabe una duda razonable, y es la de que Emmerich esté contando toda la verdad, que tenga información privilegiada y sepa que efectivamente el planeta va implosionar dentro de un par de años como ya predijeran los mayas hace centurias. Puede que su cachivache dirigido a las grandes audiencias no sea sino una descomunal pantalla de humo destinada a hacernos creer: "Si le han dejado emitirlo, seguro que no puede ser". Cabrones de productores y políticos, han jugado con nuestra psicología inversa.



Valoración: 7/10

Estreno: 13 de noviembre de 2009

10 nov 2009

The Girlfriend Experience (Steven Soderbergh, 2009)


La actriz porno Sasha Grey da el salto al cine comercial para erigirse en improbable protagonista de 'The Girlfriend Experience', el nuevo capricho off Hollywood de Steven Soderbergh. La película, ingrávida, deforme e inconsistente, recoge sin principio ni fin varios días en la vida una prostituta llamada Chelsea y está rodada de manera distante, poco implicada, casi como si fuera un voyeur el que sostiene la cámara. Rara, diferente, fascinante y definitiva, siempre se acerca más a la orilla del videoarte que de la narrativa convencional, algo nada ajeno al director de 'Traffic'.

No obstante, lo que en 'Full Frontal', 'Schizopolis' y, en menor medida, 'Bubble' y 'El halcón inglés', computaban como expermientos absolutamente metalingüisticos e incluso onanistas, sirven en este enésimo reseteo autoral para que Soderbergh se emparente una vez más, y más que nunca anteriormente, con esa cuota de directores europeos a la que pertenece por inquietud más que por ADN.

No fue casual su participación junto a Antonioni y Wong Kar-Wai en la coral 'Eros' como no tiene nada de extraño que se desmarque en la actualidad con declaraciones como "Ahora soy indie cuando ruedo este tipo de cosas, pero en los 80 era europeo".

'The Girlfriend Experience' es el testamente definitivo y maduro de un sexólogo con clase y no la incursión de un torpe marrano en las alcantarillas de la sordidez. El oscarizado director, en otra de sus tentativas por crecer más como fotógrafo que como contador de historias, se sirve del pretexto para crecer en su ansia por contar todo lo más con todo lo menos.

Lo dicho: ni inicio ni fin, sólo una espiral enredada en un torbellino pausado, un instante de vida, un agujerito desde donde divisar la cotidianeidad dormida de unos otros que nada tienen que ver con nosotros. El experimento más logrado dentro de la carrera de un esquizofrénico inquieto y radical.



Valoración: 8,5/10

Estreno: Sin fecha en España (vista en Valladolid 2009)

7 nov 2009

Bienvenidos a Zombieland (Ruben Fleischer, 2009)


El rumboso debutante Ruben Fleischer resulta ser el reverso luminoso de George A. Romero y los nacionales Balagueró y Plaza en un año infestado de muertos vivientes. Más heredero del humor de Edgar Wright que de la gravedad de quienes buscan hacer western infeccioso de la carnicería, plantea el remake descafeinado y popi de 'Zombies Party' introduciendo una historia de amor adolescente sazonada con el cinismo cascarrabias de Woody Harrelson y un cameo maestro de Bill Murray haciendo de himself. Todo muy on system, pero parodiando siempre los referentes que contiene y trasciende. Lo que 'Scream' fue para el cine de asesinos en serie, 'Zombieland' lo es para el que versa sobre perseguidores no vivos con coco de serrín.

Esta road movie de ritmo frenético (80 ajustados minutos) y concesiones a todos los targets destaca por lo minúsculo de sus objetivos, por su escasa búsqueda de trascendencia y por lo carismático de su elenco (donde destaca el muy pardillo Jesse Eisenberg, que ofrece, como ya es costumbre, todo lo que requieren sus pusilánimes líneas, lo que le convierte en el candidato ideal para cazar cualquier papel que deje escapar Michael Cera).

Volviendo a la analogía con la obra maestra de Wright, decir que el humor de la presente propuesta no puede optar a disputar su cetro de la misma manera que la oficina de Steve Carell es capaz de toser a la de Gervais, pero se acerca. Ha faltado algo de mala leche, la misma que se difumina cada vez que Simon Pegg hace las Américas ('Nueva York para principiantes', 'Corredor de fondo'); exactamente igual, por otra parte, a la que se perdió por el camino cuando el cerebro de 'Extras' se metió a cómico romántico en 'Me ha caído el muerto'. Hay ocasiones en las que el reblandecimiento transicional hace que el resultado final sea infumable. No es el caso de esta casi redonda obra de culto que criticamos aquí. Esta la guardamos como oro en paño gafapasta.



Valoración: 8/10

Estreno: 25 de diciembre de 2009

6 nov 2009

Julie & Julia (Nora Ephron, 2009)


Meryl Streep (Julia Child) es una ex espía reconvertida en ama de casa que acompaña a su maridito, ex espía también y actual funcionario estadounidense, a la Francia de los 50. Grandota y oronda como es, le encanta deglutir alimentos mantecosos, cosa nada difícil en el país vecino a mediados de la pasada centuria, cuna de la cocina moderna antes de que Adriá y demás chefs modernos de nuestro pais se inventaran la nueva nouvelle cuisine hace 15 años. Cocina francesa para americanas desirvientadas, eso es lo que se propuso crear (y escribir). El libro de recetas total. El tiempo le ha dado la razón. En USA es hoy un mito con parodias del SNL incluidas.

Pero si algo tiene de anticonvencional esta comedia de la convencional Nora Ephron ('Algo para recordar') es que está basada no sólo en ese libro, sino también en otro autobiográfico escrito por una tocaya, Julie Powell (Amy Adams), antigua operaria telefónica dedicada a prestar ayuda a las víctimas del 11-S que, buscando realizarse, abrió un blog en el que comentar cómo cocinaba las 524 recetas del libro de Child en un año de plazo casi cuatro décadas después de que ésta lo escribiera. Julie: pelirroja, secretaria frustrada, bloguera y amorosa esposa de Chris Messina.

Así que dos libros distanciados por medio siglo son los siameses puntos de partida de esta comedia que no es romántica porque no hay cortejo, sino dos matrimonios consolidados y robustos. Que es comedia sin más porque los personajes experimentan, aprenden, crecen y comen perdices. Larga y enclenque por tramos (123 minutos se antojan excesivos siempre en el género), logra, no obstante, sin demasiadas complicaciones, remontar cada valle con destellos geniales de las dos cabezas visibles del reparto, las mismas que de manera inconmensurable se embarcaron en una cinta imposiblemente más alejada en tonalidad como fue 'La duda' a comienzos de año.

La Streep no sorprende y, ahora que ya no llora, se ha convertido en taquillerísima dama de la industria. Tan buena actriz como rentable en sus apuestas, nos encontramos ante el fenómeno total sin necesidad de enseñar chicha. En tiempos de neumáticas pin-ups, que sus películas hagan buen dinero habla de una extraña y cósmica justicia que hace tener algo de fe en la humanidad. Pero la estrella verdadera es Amy Adams, una versátil treintañera felizmente descubierta en 'Junebug' y habitual de las quinielas de los Oscars desde hace tres temporadas.

De mirada serena y empañada, pelirroja cabellera, ojos azules como un mar embravecido (que diría Buttercup) y silueta discreta, no hay un ángel más virtuoso en todo el panorama hollywoodiense. Puede que no sea la más guapa de las actrices románticas —desde luego su nombre no suena mucho todavía, al menos no tanto como su prestigio en los corrillos especializados— y es realmente difícil recordar con quien anda de pareja. Quizá el secreto para convertirse en la heredera natural de la Streep sea no haberse enrollado con Brad Pitt. Tanto me da su vida privada, sólo sé que mientras siga haciendo dos películas por año, como si todas las demás actrices del mundo se toman una excedencia eterna.

Imperfecta como es la cinta de Ephron, sorprende, y/o conmueve, por una cualidad concreta. No por hablar en términos palpables de la superación personal y de la búsqueda del talento que seguro muchos poseemos y en venturosas ocasions hallamos, sino por mostrar relaciones amorosas normales entre gente normal, dos matrimonios armónicos que nunca tienen que luchar para salir adelante. Acostumbrados como espectadores a tanto tormento y a la torpe expresión de los sentimientos, refresca ver en la pantalla un abrazo, una caricia, ninguna mala palabra y sí mucho amor que no tiene que saltar barreras. La normal demostración del cariño que debería ser habitual y que por desgracia se nos antoja marciana, y paradisíaca.



Valoración: 7/10

Estreno: 6 de noviembre de 2009