31 dic 2009

Seguid desaprovechando a Aniston, guionistas tarados, algún día os encontraré en el Toni 2

'Love happens' (Brandon Camp, 2009)

'Love happens' es una comedia romántica típica en la que Aaron Eckhart —un actor enorme (de tamaño) que siempre sale peinado a raya y tiene la boca groseramente grande (fue Dos caras pero vale para Joker)— y Jennifer Aniston —que es mil veces mejor que Angelina (Brad Pitt, eres un imbécil)— se caen mal para luego ir limando asperezas.

Tan típica que ni merece la pena mencionar lo típica que es. Él hace de dinamizador emocional, de autor de libros de autoayuda; ella de florista buenorra dispuesta a redimirle porque se quiere poco y, pese a lo buena que está, y lo maravillosa que es escuchando, lamentablemente siempre ha optado por los cinturones de clavos antes que por la caricia amable en el moflete y por el ramito de violetas, que a ella le sobran en el curro. Y ahora quiere que la quieran.

Se caen mal, se enamoran, regañan, catarsis, lágrimas y sonrisas, lo arreglan, fin. Será porque funciona siempre que los guionistas hastiados repiten el sota-caballo-rey de toa, toíta la vida. El valor añadido es que Jennie sale muy chula, como es ella, y te devuelve un golazo a cada melón que le pasan. Lo malo es que pese a que Eckahrt es un intérprete solvente te lo imaginas con ella en las escenas de cama todo peludo y grande y con su sonrisa de culturista sobrado aunque ya algo fondón y dices eso típico de No tienen química en pantalla, lo que pasa es que quieres ser tú el que se mira en el espejo del techo en medio del trajín con la ex de Brad y te da envidia y por eso le pones un 4.

PD. No traducir el título le ha restado 50.000 espectadores, me juego el blog.


Tráiler de 'Love happens'.

Valoración: 5/10

Estreno: 31 de diciembre de 2009

30 dic 2009

Las mejores 50 películas de la década según Pastel de Mazana


Tráiler de 'Lost in translation'.

1. Lost in translation (de Sofia Coppola)
Porque todos los que la vimos creímos saber cómo era estar en Tokio.
2. Million dollar baby (de Clint Eastwood)
Porque Eastwood compone un 2x1 esencial con precisión de maestro y sin demagogias.
3. Punch-drunk love (de P.T. Anderson)
Porque el amor enloquece y porque Magnolia se quedó fuera por un mes.
4. Avatar (de James Cameron)
Porque es pronto para ponerla número uno.
5. Antes del atardecer (de Richard Linklater)
Porque es la secuela más digna que recuerdo.
6. Ciudad de Dios (de Fernando Meirelles)
Porque demostró que cine social y espectáculo pueden conjugarse.
7. Jóvenes prodigiosos (de Curtis Hanson)
Por la bata de guata rosa de Michael Douglas y porque resucitó a Robert Downey Jr.
8. Alta fidelidad (de Stephen Frears)
Porque dentro de poco tocará análisis de conciencia y ésta será la guía.
9. Memento (de Christopher Nolan)
Por reivindicar el montaje como herramienta fundamental cuando se pone al servicio de la historia.
10. La joven del agua (de M. Night Shyamalan)
Porque consigue eso tan difícil como es poner de acuerdo a toda una comunidad de vecinos.


Tráiler de 'La joven del agua'.

11. Kill Bill 2 (de Quentin Tarantino)
Porque Michael Madsen dice calándose su sombrero de vaquero: "Esa mujer (Uma) merece su venganza. Y nosotros merecemos morir".
12. The wrestler (de Darren Aronofsky)
Porque con Aronofsky pasa como con Lynch, que cuando tiran por lo clásico merecen ser John Ford.
13. Viaje a Darjeeling (de Wes Anderson)
Por inventarse un lenguaje propio y también una paleta de colores.
14. Un profeta (de Jacques Audiard)
Porque es heredera directa de El padrino.
15. Algo en común (de Zach Braff)
Por The Shins, que te cambian la vida.
16. Master and commander (de Peter Weir)
Porque es la única película sin mujeres que parece una declaración de amor... al mar.
17. Adaptation (El ladrón de orquídeas) (de Spike Jonze)
Porque es lo más virtuoso que se puede escribir sobre el metalenguaje.
18. El secreto de sus ojos (de Juan José Campanella)
Porque Darín no necesita hablar para explicarse.
19. Donnie Darko (de Richard Kelly)
Porque recoge el testigo inteligente de Twin Peaks y porque en la escena del cine aparece un tío disfrazado de conejo de Pascua satánico.
20. El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford (de Andrew Dominik)
Porque Brad Pitt sale fotografiado con aura en todas las escenas y porque Terrence Malick habría estado orgulloso de firmarla.


Tráiler de 'El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford'.

21. Buenas noches y buena suerte (de George Clooney)
Porque Clooney demostró que tiene cabeza y que se puede tocar los huevos a América y que te nominen a seis oscars.
22. La cinta blanca (de Michael Haneke)
Porque es perfecta. Y tiene 21 por delante porque es demasiado perfecta.
23. El ilusionista (de Neil Burger)
Porque es como si Houdini protagonizara Sospechosos habituales.
24. Infiltrados (de Martin Scorsese)
Porque los títulos de crédito no salen hasta el minuto 16 dando lugar a un prólogo arrollador.
25. (500) días juntos (de Marc Webb)
Por ser la comedia de desamor definitiva.
26. In the loop (de Armando Ianucci)
Porque si Sorkin hiciera tele en la BBC sería así.
27. Escondidos en Brujas (de Martin Mc Donagh)
Porque es como Pulp Fiction en una ciudad de juguete.
28. El caballero oscuro (de Christopher Nolan)
Porque no le sobra ni un plano. Y por Ledger, claro.
29. Juno (de Jason Reitman)
Porque Michael Cera se esfuerza un montón aunque parezca que no.
30. La bella persona (de Christophe Honoré)
Porque las mayores guerras se han desatado por el corazón de una mujer hermosa.


Tráiler de 'La bella persona'.

31. Revolutionary Road (de Sam Mendes)
Porque Jack se toma la revancha.
32. District 9 (de Neil Blomkamp)
Porque es 33% documental, 33% videojuego, 33% Sharlto Copley, que será grande.
33. Tigerland (de Joel Schumacher)
Porque no se veía la guerra de manera tan cruda desde La chaqueta metálica y no sale un solo plano de batalla.
34. Adiós pequeña, adiós (de Ben Affleck)
Porque Ben Affleck se desmarcó como acojonante director y a su hermano Casey como estrella a la sombra de nadie.
35. Ponyo en el acantilado (de Hayao Miyazaki)
Porque Miyazaki se dejó de pajas mentales y volvió a la esencia, a Totoro.
36. Olvídate de mí (de Michel Gondry)
Porque "Nos vemos en Montauk".
37. Zombie's party (de Edgar Wright)
Porque Pegg y Frost seleccionan los discos con los que pueden atacar a los zombies a modo de frisbies.
38. Paranoid Park (de Gus Van Sant)
Porque radiografía la poesía de la culpa.
39. Las reglas del juego (de Roger Avary)
Porque el peludo Avary demostró que sabía caminar lejos de Tarantino.
40. Once (de John Carney)
Porque te da ganas de hacerte músico callejero y pasar frío abrazados los dos.


Tráiler de 'Once'.

41. Mil años de oración (de Wayne Wang)
Porque a veces no sabemos hablar con nuestros padres.
42. Star Trek (de J.J. Abrams)
Porque Abrams tenía a todos apuntándole con el dedo y no decepcionó a ninguno.
43. Donde viven los monstruos (de Spike Jonze)
Porque la escena en la que Max Records se inventa un cuento mientras juguetea con las medias de su madre es la más lírica en años.
44. Zodiac (de David Fincher)
Porque Fincher compone una ópera monumental a partir de su investigación policial con sordina.
45. Il divo (de Paolo Sorrentino)
Porque hizo caer en la cuenta de que Berlusconi en realidad es un niño de teta comparado con Andreotti.
46. El intercambio (de Clint Eastwood)
Porque algunos la tachan de ser una película de encargo y a mí me da por pensar: "Vaya, pues se la encargaron al adecuado".
47. Love actually (de Richard Curtis)
Porque es felicidad embotellada.
48. La cosa más dulce (de Roger Kumble)
Porque reto a cualquier erudito a que no se ría con ella como si lo fueran a prohibir. Y porque "Me cago en Godard".
49. The Matrix reloaded (de Larry y Andy Wachowski)
Porque su persecución en la autopista es la mejor desde Bullit.
50. El desafío: Frost contra Nixon (de Ron Howard)
Porque plantea una entrevista política como un duelo en O.K. Corral.


Tráiler de 'El desafío: Frost contra Nixon'.

28 dic 2009

Juan Diego (Actor del Año GQ)


Directores de la talla de Berlanga, Fernán Gómez, Saura, Garci, Uribe o Bigas Luna han requerido sus servicios durante cuatro décadas sembradas de papeles memorables. Ahora vive acomodado en la televisión dando vida al malhumorado comisario Lorenzo, el jefe de Paco.

Acudo algo asustado a mi encuentro con Juan Diego (Bormujos, Sevilla, 1942), más por la aprensión que me causa el airado comisario Lorenzo —el último alter ego que lleva interpretando desde hace casi cinco años en ‘Los hombres de Paco’— que por una sensación objetiva. Llega acompañado del escritor Juan José Millás y fabulo, mientras se despiden, sobre lo ‘glamourosa’ y repleta que debe de andar su agenda. Rodaje de la serie tempranito por la mañana, comida con el Premio Planeta 2007 y café a las 16.00 para cumplimentar la entrevista que le acredita como Mejor Actor del Año para la revista GQ. Me lo imagino haciendo puenting después de que nos separemos. Pero de momento, seguimos en un rinconcito del centro.

El actor pide agua con gas mientras una señora algo tímida solicita estrechar su mano a dos mesas de distancia. Le agasaja con piropos. Le habla de los tiempos de ‘Estudio 1’ y él sonríe complacido. Se cogen las manos y ella le pide cumplir un deseo: recitarle el Don Juan. Los roles se intercambian y, por un momento, el intérprete se convierte en espectador cazatalentos. Antes de escribir un solo entrecomillado de la entrevista, Juan Diego ya ha hecho un regalo de Navidad anticipado a ‘una fan de toda la vida’.

¿Es normalmente éste el trato que recibes de la gente?

Pues la verdad es que no suelen ser tan efusivos. Además a mí no me abordan de la misma manera que a los otros compañeros de la serie (Paco Tous, Hugo Silva y Pepón Nieto). Conmigo la gente tiene un trato distinto. Quizá porque ya me conocen hace mucho tiempo y ya traigo más trayectoria. La gente que se me acerca lo suele hacer para hablar de películas ‘raras’ que se vieron poco pero que fueron a festivales. Cosas de Saura antiguas y cosas así.

¿Y cómo afecta a la vida normal que te observen todo el rato?

Me influye en cuanto a que soy yo el que no puede observar tranquilo a los demás. A mí ahora me gustaría estar haciendo como que leo el periódico y mirar qué hacen todos alrededor. Pero no puedo, como no puedo ir en transporte público. De cualquier modo, mi ego no está en el reconocimiento. Mi ego va en que gane el Betis, y estamos en Segunda.

Entre alguno de esos trabajos ‘raros’ de los que antes has hablado, ¿se encuentra tu mejor interpretación?

El que venga siempre es el mejor trabajo. No, en serio, yo no puedo decir cuál es mi mejor interpretación porque no dependen sólo de mí, sino también del compañero, de la réplica, de cómo te monten, etc. Por lo tanto, no tengo ningún trabajo rotundo. Siempre estoy esperando ese trabajo rotundo que se puede dar en teatro un día concreto. Creo que soy infinitamente mejor actor de teatro. Soy un genio… porque no me veo.

Entonces, ¿no ves tus películas?

Sí, sí, tengo que hacerlo… aunque si viera dos o tres veces seguidas una película mía, dejaría de trabajar. Todos mis papeles han sido muy angustiosos, no se dejan ver tranquilos. En la proyección me siento con las piernas cruzadas y de perfil pensando “Puta mierda”.

¿Es Juan Diego entonces un actor de teatro que a veces hace cine y tele?

Soy un actor que conoce los tres medios y que aplica la técnica necesaria en función de aquel en el que me encuentro. Cada personaje requiere una técnica de búsqueda que hay que acompañar de lo orgánico, del realismo que está pidiendo. Además es muy importante encontrar cada vez la manera de seguir divirtiéndote, de jugar.

Crítico como te muestras con el proceso global que a veces no cristaliza como quisieras, ¿no te has sentido tentado a dirigir?

No tengo nada que contar, soy un ser bastante. Sólo una vez me encargué de una obra de teatro en Mérida porque el director se metió a opositar. Los compañeros eran buenísimos actores, así que decidí buscar un mutis para cada uno; y tanto me centré en ellos, que una semana antes del estreno caí en la cuenta de que aún no me sabía mi papel. Acabamos haciendo 21 mutis y en el mío me aplaudieron porque me equivoqué.

¿Algún papel que hayas rechazado y luego te arrepintieras de hacerlo?

Cuando rechazas una cosa, ya no hay más. La rechazas casi siempre por motivos ideológicos.

La ideología ha marcado en ocasiones tu vida pública. ¿Tienen las figuras de la cultura una responsabilidad social?

Creo que la responsabilidad es personal. No quiero hablar de colectivo de artistas, que ya se encargan de demonizarlo bastante; yo te hablo de ciudadanos, y creo que como ciudadano esta muy bien poner tu voz a los que no la tienen.

¿Alguna vez has querido dar el salto a la política?

No, nunca. Sólo me he metido alguna vez porque estoy en medio de una sociedad muy injusta que me duele, aunque hago lo posible para que me siga doliendo con la misma intensidad. Se ha establecido un orden perverso enmarcado por la crisis, por los señores de las finanzas y por un mercado lo regula todo.

¿Es la comedia buena medicina contra la crisis?

Está bien que haya cosas divertidas como ‘Los hombres de Paco’, pero eso no debe tapar las comedias mínimas que nos hacen vernos reflejados. La tele es siniestra y no cumple la función de educar a las personas que debería. Es una continua sobredosis de información y nada más.

¿Satisfecho de tu posición de ‘peso pesado’ de la industria?

La ‘posición’ es algo coyuntural porque hace cinco años estuve parado un año y medio, así que no soy ningún peso pesado. Luego vino la serie y desde entonces he hecho 13 películas. Ahora estoy preparado para que dentro de dos o tres años haya otro parón. No sabes cuándo te van a llamar ni cuándo te van a despedir.

Pero con ‘posición’ me refiero a que no te harán castings. Todo el mundo sabe lo que puedes dar…

Es que si me hicieran castings no me cogerían, me pondría muy nervioso (risas). Conozco a compañeros que van a uno y a otro y se encuentran en la rutina de que para trabajar hay que pasar por ellos. Antes, sin embargo, decían: “Tú, trabajas”. Y trabajabas, como cuando se cogía a la gente en la plaza del pueblo.

¿Era más romántico ser actor antes?

Bueno, antes teníamos esa cosa de la bohemia, había tiempo para todo. Tuve una época hace ya bastantes años en que me juntaba con (Juan) Echanove e Imanol (Arias) (casi nunca había chicas porque eran altas horas de la mañana), y que cuando llegábamos a una casa, le dábamos a uno un libro abierto por cualquier página y le decíamos: “Toma, lee”. Así nos dedicábamos a buscar el ritmo del verso, si era o lírico o épico, a estudiar la personalidad del autor y a reflejarla en la tonalidad... pero ya no hay tiempo de eso.

(GQ España, diciembre 2009)

26 dic 2009

Jesús Olmedo (Actor Revelación del Año GQ)


Su carrera empezó hace casi dos décadas, pero los focos le han alumbrado definitivamente ahora, después de ser protagonista de ‘90-60-90’, el bombazo televisivo de la pasada temporada, en la que hacía de fotógrafo cuarentón que seducía a una modelo con edad para ser su hija. Puro morbo.

Treinta y siete primaveras tiene Jesús Olmedo (Sevilla, 1972) y por fin se ha revelado. Hay quienes todavía le confunden con Ernesto Alterio (con quien compartió cartel en ‘Semen. Una historia de amor’ interpretando a su padre de joven) pero las decenas de fotos y autógrafos que concede diariamente por las calles de Madrid hacen que estos dos clones se distancien cada vez más. Bruno, su fotógrafo en la serie ‘maldita’ ‘90-60-90’ —inexplicablemente no renovada por su canal de emisión tras una primera temporada que se despidió en lo más alto de su audiencia— es el heredero catódico natural del Duque por repercusión mediática y nivel de decibelios de los gritos de las adolescentes a su paso.

Él lo lleva con naturalidad y por el momento no se resigna a dejar de hacer su vida de siempre. Es por eso que, pese a que podríamos habernos citado para la entrevista en cualquier otro sitio alejado del mundanal ruido, me cita en una cafetería cercana a su casa de ésas en las que no se puede fumar. Llega puntual ataviado con cazadora, pantalones de pinzas a cuadros y botines; el cabello, abundante y con un volumen que le hace crecer varios centímetros hace de él un sex symbol leonado, y, cuando le hago señas desde el sillón de la esquina en la que me encuentro, entorna un poco los ojos y se acerca previo paso por la barra, donde pide un expreso humeante. Aparte de lo mencionado, le otorga un aire de distinción extra el fular rojo al cuello, del que no se desprenderá en ningún momento “Puedo tener 50.000 fulares. La gente sabe que me gustan mucho y siempre me regalan”.

¿Entonces, te interesa la moda?

Creo que soy de los pocos hombres cuya acompañante se suele cansar de mirar tiendas antes que yo. Es mi único vicio confesable. Suelo ir de sport y en lo que más gasto es en vaqueros: puedo tener de todos los colores. Voy muy a gusto con ellos, pero también me gusta la elegancia y la variedad. De repente un día me pongo una chupa y una bota y al día siguiente chalequito y americana o un pantalón de pitillo desgastado. Podría comprar ropa y estrenar cada día, pero tampoco gasto demasiado. Si creo que comprar algo me va a dar remordimiento, no lo hago, a no ser que sea para regalar.

Eres nuestro hombre revelación a una edad algo avanzada. ¿Qué ventajas tiene alcanzar la fama maduro?

Cuando te conceden un premio de este tipo a los 20 años, te da mucha energía para salir adelante, pero si ya te pilla con los 30 cumplidos, con muchas batallas vividas, el efecto es el de recarga. Yo, que todavía no me lo creo y lo vivo como si lo viese desde fuera, me acuerdo, por mi situación, de Saturnino García, al que le dieron el Goya Revelación a los 60 (por ‘Justino, un asesino de la tercera edad’ en el 95), que fue la bomba del año. Nunca es tarde si la he dicho es buena.

Lo de este año ha sido brutal, pero la fama, tras ‘Hospital Central’, no te es ajena…

Es cierto que la gente empezó a conocerme más gracias a ‘Hospital Central’, aunque sólo fuera por el hecho de haber estado cuatro años y medio interpretando al psicólogo de ‘la serie de médicos de los españoles’, pero antes que llamar ‘boom’ a aquello, diría que fue ‘la estabilidad’. Después de haber participado en casi una veintena de series y en diez películas, por fin sabía lo que iba a hacer al mes siguiente, y al siguiente…

Quién te ha visto y quién te ve. Repasando vídeos tuyos de series pasadas se te veía más acelerado.

El aplomo tiene que ver con la edad. Con 20 años me quería comer el mundo, pero la vida me ha ido cambiando. Ahora no me gusta mucho el jaleo y eso se lo das al personaje. Los distintos proyectos te van conformando como persona y actor y te van dando un cierto peso.

¿Fueron duros los inicios?

Yo sabía que quería dedicarme a esto desde enano y tengo la suerte de ser de los pocos actores que no ha puesto nunca una copa. Cuando estaba en 5º de E.G.B. (10 años) convencí a una profesora para hacer teatro la última media hora del viernes, y fue una costumbre que mantuvimos hasta 8º y que desembocó en una obrita con la que nos pagamos el viaje de fin de curso. Después vino la escuela de Arte Dramático, en la que me especialicé en danza, y a partir del 96 empecé a alternar temporadas en Sevilla y Madrid, para acabar estableciéndome aquí (en la capital) en 2001.

¿Cómo se pierde ese acento tuyo que veíamos en ‘Fugitivas’ (Miguel Hermoso, 2000)?

Depende de con quién este hablando y con quién trabaje. Cuando llegué a Madrid me preguntaron en la agencia si tenía problema en quitármelo profesionalmente y les dije que para nada. A veces mis amigos de aquí alucinan porque si me llaman mi hermano o mi padre por teléfono, me transformo. Y cuando bajo del AVE y pongo un pie en mi tierra, aparece también.

¿Cuánto tiene una carrera de trabajo puro y duro y cuánto de autopromoción?

Lo de las fiestas no lo llevo muy bien, pero es un código que entra dentro del contrato: tienes que promocionar y dejarte ver. Sé que a veces funciona y por eso hay que acudir, pero yo voy a cosas contadas con las que me siento identificado. La clave esta en la medida para no dejar de ser yo.

‘Googleas’ Jesús Olmedo y no cuesta nada enterarnos de quién es tu pareja, algo raro en la profesión en este país.

A mí me da igual que se sepa. No tengo ningún problema con ello, básicamente porque es la verdad. Ella también es actriz y no entiendo por qué habríamos de separarnos si vamos a una fiesta o a un photocall. Si me preguntan algo que no quiero contestar, no lo hago y ya está. Es mi novia, se llama Nerea Garmendia y estamos juntos. No hay más que eso.

Guapos televisivos oficiales como Hugo Silva y Miguel Ángel silvestre acabaron echando pestes de sus personajes. ¿Cómo era tu relación con Bruno?

Es cierto que eso que dices pasa, pero no sé el porqué. El otro día Zac Effron se quejaba también. Yo habría seguido con Bruno, pero es verdad que coincidí con Silvestre en el festival de Málaga y que le acabaron arrancando una camisa por día cada vez que salió. Imagínate no poder vivir. Se empeñan en comparar nuestras series, pero creo que la relación que mantenía él con Catalina (Amaia Salamanca) en ‘Sin tetas no hay paraíso’ no se parece en nada a la que yo mantenía con Mel (Esmeralda Moya) en ‘90-60-90’. Lo nuestro era una historia de amor.

(GQ España, diciembre 2009)

21 dic 2009

Ojalá Malkovich te acepte la cafetera, Brit


La noticia la cuelgan Twitter, Facebook y los diarios de internet. Es la era de las redes sociales y Brittany ha muerto. Tenía 32 años hasta ayer. Tendrá 32 años para siempre a partir de hoy. Ella las previó en su debut ceniciento en 'Fuera de onda'. El zapatófono que llevaba esa suerte de Emma posmoderna que era Alicia Silverstone (ahora el casting iría al revés) en su primera película avanzaba chisme, comedia y adolescencia. Britanny, en realidad se desvirgó artísticamente en términos absolutos en 'Murphy Brown', precisamente Murphy como su apellido Murphy. Brittany Murphy. Te mando un beso rápido que te alcance antes de intentar sobornar a San Pedro con una cafetera.


"No me lo puedo creer...", "Estoy en shock", "Con lo joven que era...", "¿Serían las drogas?", comentan hoy los mismos fans temporeros que consultan los paneles de prensa para saber cuántas t's duplica su nombre, porque hasta ayer casi nadie sabía nada de ella aparte de que era una chica mona: "¿Dónde dices que salía?". Y eso es porque tuvo una carrera atípica. Porque era una estrella anónima, dueña de un chasis suficientemente bello para que la colaran de cabeza de cartel en las américas en pelis que aquí nos llegaban para pastar en nuestros videoclubes y de una sonrisa tan hipnótica como para copar muchas páginas del Just Jared.

Pero lo bonito era su voz de cazalla que la convertía en la alternativa macarra de Kate Hudson o la Johansson. También la sonrisa líquida y los ojos gatunos de la que es mala pero se hace la buena. Todo ello le daba la versatilidad para ser una intrusa golden card en el sistema al lado de Ashton Kutcher ('Recién casados') o de Eminem ('8 millas') cuando ella en realidad era una chica indie de vaqueros rotos a la altura del tacón de tanto pisarlos.


Es lo que leyó en su alma vieja el cada vez menos silvestre Edward Burns, que últimamente se la estaba llevando de la manito a reinar con Rosario Dawson su troupe de neoyorquinos hiperverborreicos. Experimentos radicalmente indies como 'Spun' o 'The dead girl' ponían la mancha de rimmel en sus ojos nacidos para llorar. Incomprendidamente preciosa como pocas, esta aristada chica del suburbio parecía gestionar su carrera en los términos de una biblia multicapitular que explicara con minucioso detalle el mito de Pigmalión.

Llevo recomendando desde hace varios meses a todos los que me importan una peli ñoña de 2007 llamada 'The Ramen Girl', no estrenada en nuestro país hasta la fecha, y quizá ahora apresuradamente necesaria. En ella, Brit en Tokio es abandonada por un novio imbécil que prefiere los ojos rasgados de un tiempo a esta parte. Y la rubia eterna, rubia de todos ahora, entona entonces una melodía de llanto que la lleva hasta un restaurante de ramen en la que los fideos absorben su pena. A partir de ahí, ella sólo puede pensar en aprender a cocinarlos como los oriundos milenarios. Y se empapa de Tokio, de Japón y de vida. Conocerá a un paisano, claro, y se enamorará, desde luego, pero ésa es otra historia.

La verdadera metáfora de este corolario es que desde su ñoñez, y amparada sólo en la potencia de unos gestos pequeños y un encanto con nombre y apellido que ayer adquirieron categoría de mito en una ducha maldita, pone de vuelta y media lo que Scarlett hizo a manos de Coppola y convierte en dignísimo un proyecto exótico y hasta ahora inestrenable en medio mundo, el de la chica ramen, la que no se contentó con taconear los mármoles de Rodeo Drive y pateó el mundo de arriba a abajo dejando tras de sí una selecta aunque incondicional estela de dorada admiración.


Brittany en 'The ramen girl' (2007), una pequeñísima maravilla a su servicio.

18 dic 2009

Amy Adams, aléjate del porno

'Moonlight Serenade' (Giancarlo Tallarico, 2009)

Hay una película absurda que puede que nunca se estrene en nuestro país. Se llama 'Moonlight Serenade' y trata de un broker que toca el piano para relajarse cuando llega a casa. También trata de una empleada de guardarropía en un club nocturno de actuaciones en directo que le da al bel canto cuando nadie la ve.

Un día ella oye un piano mientras pasea por la calle y se anima a cantar la canción en cuestión. Primera metáfora de coito. Después ambos se buscan, se encuentran y se enamoran tormentosamente.

Acudimos al menos a media docena de números musicales, verdaderas estrellas de la función, únicos mimbres no dramatizados que parecen importar al renacentista debutante Giancarlo Tallarico (director, productor, guionista y músico) del engendro. Cada canción, un polvo. Al modo de "Hola, soy el fontanero, venía a desatascar tus cañerías".

Nunca jamás había visto una película tan absolutamente Z. Lo gordo del asunto es que su total falta de sentido del humor así como la presencia en los créditos de la reputada diosa Amy Adams (que ya reveló que canta de maravilla en 'Encantada') sugieren que su vocación no es para nada humilde.

Supongo que Amy será amiga del spaghetti. Si no, no entiendo que sea capaz de elegir tan bien casi todos sus papeles y de repente se desmarque con esta basura de proporciones épicas que espero que nadie vea nunca y de la que ella seguro que acaba quemando todas las copias cuando vea el final cut.

Eso sí, es justo decir que aunque está dirigida como si un mono con una caja de analgésicos se hubiera hecho con el dominio de la cámara, todo muy picado y contrapicado, como queriendo demostrar algo, ella brilla. Amy siempre brilla.


Aquí se puede ver la película en streaming en V.O.S.S.


Valoración: 0/10

Estreno: Sin fecha prevista para España

17 dic 2009

'Avatar', el pollo más dotado de la granja

'Avatar' (James Cameron, 2009)

Ahora que empiezan a salir a la luz todas esas arbitrarias y fascinantes listas en las que se reporta lo mejor del año, maná para gente meticulosa con TOC como el servidor, que se tiene que lavar y ensuciar las manos siete veces antes de comer y ha de presionar el interruptor de la luz otras 12 antes de abandonar cualquier estancia de su casa (o si no el vecino del quinto morirá), echo de menos que 'Avatar' no corone todas. Porque mientras no se diga lo contrario, esas listas encumbran a lo mejor del año, y, que yo sepa, lo mejor de la década, o, al menos, lo más importante, debería estar incluido entre lo mejor del año.

Habrá quienes sonstengan que hay que poner el ojo en filmografías pequeñas, que hay cosas que se venden solas sin necesidad de promoción, que no hace falta dirigir más lupas ni guiar más miradas hacia el foco caliente. Entonces, listeros del mundo, dedíquense a otra cosa, o anuncien en el prospecto de sus gilipolleces de listas que este año les ha dado por decir que los dibujos animados a la antigua usanza vuelven a ser cool como las Adidas retro hace un lustro.

Gente azul tirando con arco. ¿Qué más se le puede pedir a una cinta?

El año pasado los de Time también coronaron a 'WALL•E'. Éste, se desmarcan con 'La princesa y el sapo', 'Up' y 'El fantástico Mr. Fox' (del putoamo Wes Anderson metido a animador) en su top3. Es toda una declaración de intenciones que puede ser muy trendy pero que no atiende a ninguna realidad, porque 'Avatar' es una maravilla y se la han dejado fuera.

Para mí, el planeta Tierra, o específicamente Hollywood, si no estáis dispuestos a soportar mi malhumorada megalomanía, es una granja de pollos. Y lo que produce son pollos. Quiero decir, son su elemento, su piedra de toque, aquello por lo que se les juzga. Si los pollos le salen buenos un año, la gente se congratula y la industria puede sacar pecho. Analicemos la cosecha pues como si de pollos fuera.

'Avatar', el pollo más cualificado del corral.

Puede que 'La princesa y el sapo' sea ese pequeño pollo con seis dedos que cuenta chistes y sabe balbucear el 'I'm yours' desde recién nacido, pero desde luego no es el pollo destinado a gobernarlos a todos. Es un pollito bonito, quizá sea artista cuando crezca, quizá le salgan novias polluelas antes que a otros, pero desde luego no es el que alimentará a grandes regimientos en tiempos de hambruna ni sabrá a otra cosa que no sea a pollo cuando le llegue la hora y lo trinche una familia de Arkansas (pronúnciese Árkansa).

Zoe Saldana es todo píxels, la mayor pena de la película.

'Avatar' (dejando otros pollos olvidados por el camino como 'Malditos bastardos', 'Un profeta' o '(500) días juntos'), por contra, es un pollo genéticamente superior, un pollo con ciruelas regado por sirope de arce y toda la mandanga. Te lo sirven con pan de sésamo de ese que tiene las semillas tan grandes que las comes una por una hasta que llega el plato en cuestión y viene acompañado de un Ribera del Duero Crianza del 94. Es un pollo que sabe a cordero asado. Es el pollo que a Dios le gustaría comer caso de que adoptara figura antropomorfa y se sentara a cenar a nuestra mesa de Nochebuena con aspecto de mendigo.

En un mundo donde sólo se producen pollos, el pollo es todo lo más y el mejor pollo es el que se lleva la palma. Pero sería injusto no decir que 'Avatar', como el Barça, es más que un pollo, lo que pasa es que me ceñiré a la metáfora primigenia por aquello de no dar mucho bombo a este prescindible divertimento que son las películas. Hay cosas más importantes de las que preocuparse como la nueva cara de Belén Esteban o la gran cantidad de días que lleva esa mujer saharaui sin poder echarse un mordisco de pollo al coleto, pero, vamos, que si nos metemos en harina, quiero decir que como pollo no puede haber otro mejor. Te ofrece todo lo bueno de la especie, y además un poco más.

Las naves espaciales tienen dos hélices laterales y horizontales, muy fashion todo.

Espero que se haya valorado el esfuerzo durante los siete párrafos anteriores para no enguarrinar esta reseña con grandilocuentes frases del tipo: "Lo más relevante desde 'Star Wars'", "Una nueva esperanza", "La primera película de una nueva era", "La única que amortiza como es debido las 3D hasta la fecha", porque eso lo pensamos todos sin ayuda. Se ha dicho y se dirá por siempre. Es la verdad y es justo decirla, pero es lo que se te queda en los labios nada más verla. Nada nuevo en el horizonte.

Soy un ferviente defensor de las bondades de 'Avatar' como desprejuiciado instrumento de entretenimiento definitivo. Se me saltaron las lágrimas (como a ese hombre que no se le da muy bien poner las cadenas) al menos tres veces durante sus cerca de 160 minutos y experimenté un viaje con mi propia adrenalina como combustible que me había cambiado tras la proyección. No porque su historia se diferenciara de un maniqueo mejunje entre 'Pocahontas', 'Bailando con lobos' o cualquier proceso de aprendizaje emocionadamente llevado al cine ('Matrix', 'La chaqueta metálica', 'El club de la lucha' me vienen a la cabeza), sino porque el espectador neófito, en una experiencia de tal calado (las 3D que habíamos visto hasta ahora jugaban en infantiles), aprende desde su posición de observador que todavía debe acostumbrarse a ciertas cosas. El entrenamiento (un humano debe acostumbrarse a un traje biotecnológico para asemejarse a los invadidos marcianos) a ambos lados de la pantalla corre paralelo. No se trata de alumbrar la historia definitiva sino de poner un guión correcto, aunque convencional, al servicio de un envoltorio maravilloso, al contrario de lo que exigen los cánones de la erudición.

También hay dragones voladores. ¿O serán pterodáctilos futuristas?

Da la sensación de que lo que quería James Cameron después de convertirse en el más grande de todos los tiempos con 'Titanic' era luchar no ya contra sí mismo, sino contra el propio elemento. Traspasar barreras imposibles y cambiar la manera de considerar el espectáculo cinematográfico. Hace 12 años demostró que lo más grande que se podía hacer en 2D era hundir contra un iceberg el barco más señorial que podemos recordar, el único al que llamamos por su nombre aparte del Alakrana, el pollo de los barcos. Para mí, que poco después habría podido atreverse con algo en 3D más que muy digno, pero ha preferido esperar todo este tiempo para empezar la casa por el tejado, para desvirgarse en la nueva tecnología siendo la referencia a seguir, la pauta que dirima quién lo hace bien y quién no. El rey del mundo por segunda vez.

Tráiler de 'Avatar'.

Valoración: 10/10

Estreno: 18 de diciembre de 2009

16 dic 2009

Jonze se sumerge en los demonios de la infancia 'sendakiana'... sin Kaufman

'Donde viven los monstruos' (Spike Jonze, 2009)

Los monstruos de Max son sus demonios internos. Cada una de sus emociones más censurables tiene forma de Don Pimpón gigante y le quieren comer. Le quieren comer de verdad, digo. Arrancarle sus brazos y piernas y después ingerirle como el jugoso muchachito que es.


Max Records, el mejor niño actor desde Joselito.

Ésa es la libre y oscura y sórdida y anticomercial interpretación de Spike Jonze, callado desde hacía siete años, si es que es mentira el bulo de que codirigió 'Lost in translation' al alimón con su entonces esposa Soffia Coppola.

Una vez digerida la muy esperada cinta de Jonze, cuyas expectativas credas se encontraban en la estratosfera gracias al potentísimo tráiler aireado en abril con los Arcade Fire entonando 'Wake Up' a todo meter, deviene el vacío estomacal por no haber podido condescender a otrogar el crédito de lo que pretendías encontrar: una obra maestra sobre la difícil psicología de la infancia.


Si bien es cierto que la parte humana y familiar encuadrada en el mundo real alberga una belleza formal (deudora del cine noreuropeo y preciosista como en ninguna obra fílmica del director antes vista) y una capacidad descriptiva absolutamente sobrecogedoras, todo eso se acaba difuminando en cierto modo cuando Max se evade en su torbellino onírico.


Precisamente la parte que debía mostrar todo su imaginario como creador es la que se ve coja de sentimiento y lastrada por la esclavitud de ceñirse a la elongada duración estándar de una pieza comercial on Hollywood. Interesa horrores el calvario que vive Max al hervirle la sangre. Cómo verbaliza con espontaneidad los cuentos que alborotan su portentosa imaginación y el drama de una madre que ve que no puede gestionar a su fierecilla indomable, claro reflejo de todos esos solteros no cualificados que empiezan por hacerse cargo de una planta, después de un gato y, quizá, un poquito más tarde, de un hijo imprevisible y sin manual de instrucciones.


No había leído el relato de Sendak antes de enfrentarme a Jonze. Quería ir desacomplejado, pero he de decir que una vez analizado el punto de partida inicial soy un tanto más admirador del trabajo del director videoclipero. Con ayuda del guionista Dave Eggers ('Un lugar donde quedarse'), sustituto del muy loado Kaufman, se saca de la manga un virtuoso mundo real y viste de relativa emoción un cuentito enormemente rico más por sugerente que por explícito. No llega a un folio lo que ambos scripters han convertido en hora y media.

Se ha asalvajado todo, se ha pasado por el filtro de oscurecer en el Photoshop y nace una película con personalidad propia que no defrauda, pero que, lástima, por su falta de ritmo en el nudo, se queda a un paso de la excelencia.

Lo que no significa que no sea casi de lo mejor que hemos visto este año, aparte de una referencia fundamental del género.

Tráiler de 'Donde viven los monstruos'.


Valoración: 8/10


Estreno: 18 de diciembre de 2009

14 dic 2009

Omar Little

"Debes de haberme confundido con el tío que repite las cosas".

Omar Little, con esa gran cicatriz atravesándole la cara, es el tío más duro del mundo. Es una especie de proscrito que vive entre las dos tierras que dibuja 'The Wire' (David Simon, 2002-2008). Armado con un supertrabuco y un chaleco antibalas les roba a los narcos su mercancia y el dinero de sus trapicheos con la consigna de que "alguien lo tiene que hacer". "El dinero no es de nadie, es de quien lo coge", suele repetir.



A mitad de la primera temporada, el novio de Omar es asesinado de manera brutal por los sicarios de Stringer, lo que le convierte en un perro rabioso de ponderados gestos y suaves conductas, como si en cualquier momento fuera a estallar. Casi nunca se expone demasiado y cuando va a comprar cereales en bata al colmado de la esquina lo hace con toda calma porque, aunque no sea así, todos presuponen que si le tosen sacará su pistolón y empezará a repartir estopa.



Su voz, deliberadamente tranqui y apagada casi nunca se altera, ni siquiera cuando está a punto de perder la partida. Ha decidido jugar a esto y sabe que todo puede terminar en cualquier momento. Lo que pasa es que los que tienden a pagar el pato son los otros. Ah, se me olvidaba: Siempre dice "Indeed" cuando contesta a quien sea en plan puedes apostar a que sí.


Esto es lo mejor que he visto en televisión en mi vida:



Prólogo del capítulo 3x11, donde se enfrenta al Hermano Mouzone.

11 dic 2009

La enésima película irrelevante de Bobby

'Algo pasa en Hollywood' (Barry Levinson, 2008)

Si los 90 parecía la década en la que De Niro se abarató por empezar a hacer parodia de sí mismo, la década de los 10 ha sido con mucho la que le ha enmarcado en la categoría de actor mercenario, alejado de cualquier riesgo artístico de sus inicios (De Palma, Scorsese) y vendido a la comedia más mainstream.

Los románticos de la industria hacen de putas con regularidad. John Cusack es un ejemplo de ello: el actor que cobra grandes cheques por blockbusters para sobrevivir un tiempo durante el rodaje de sus proyectos necesarios. Bobby ya no juega a eso, por lo que, apartando tan sólo la soporífera aunque supuestamente muy maestra 'El buen pastor', estos diez años que a punto están de acabar serán representados en su epitafio por 'Los padres de ella' como título más icónico de su moribunda filmografía.

'Algo pasa en Hollywood' —grotesco, gastado (tras 'Mary' o 'Las Vegas') y carente de significado— título adoptado aquí para 'What just happened?' pretende ser una actualización en tono de parodia de los entresijos de la industria hollywoodiense, empresa acometida con más fortuna por Altman en 1991, precisamente por no hacer tan patentes sus tics, por contenerse y no optar por el desmadre tan de partida. Sutileza que nunca le ha sobrado a Barry Levinson, un director absolutamente sobrevalorado desde su encumbramiento hace dos décadas con 'Rain Man', película que hoy en día no soporta la revisión.

Esta opereta, centrada en la vida de un supuesto gran productor, al que da vida De Niro y sazonada con un par de estrellas (Bruce Willis y Sean Penn como theirselves; Stanley Tucci, como el guionista; John Turturro, como el manager; o Robin Wright, ¡Oh, Robin!, como la ex mujer despechada) será tan poco recordada dentro de tres meses como lo fueron en su día 'Asesinato justo', 'El enviado', 'El puente de San Luis rey', 'Condenado' o 'Showtime', o, lo que es lo mismo, casi todo lo que ha hecho De Niro desde que se mimetizó con la industria en la que ahora se caga.


Tráiler de 'Algo pasa en Hollywood'.

Valoración: 6/10

Estreno: 11 de diciembre de 2009

10 dic 2009

2009, un año de lo más animado

Pasará 2009 y muchos echaremos la vista atrás y diremos: "Hubo buena cosecha de animación aquel año". "Y muy variada", añadirán los más observadores. Porque lo cierto es que hemos tenido muestras de todos los tipos, y, pese a que actualidad manda y este post va dedicaco a 'Lluvia de albóndigas', estrenada esta misma semana por parte de la habitualmente ajena al género Sony, a nadie molestará, supongo que hagamos un poco de background, que de lo que se trata es de darle unas vuelticas al coco. La crítica, ese género masturbatorio no será protagonista aquí.

MIYAZAKI (AL CUADRADO)


Y empezamos por Miyazaki, que ha visto con más pena que gloria (poco público para sus pocas copias pese a sus magnífica valoración) cómo 'Mi vecino Totoro' (estrenada aquí 22 años después de en Japón, por lo que cualquiera con un mínimo de interés la había visto ya en DVD) y 'Ponyo en en acantilado' llegaban a España. Obviando el extraño y delirante vuelo que dio su cine hacia el gafapastismo más elitista (gafas de pasta de nácar por lo menos), hacia las esferas más adultas, casi dejando fuera a la muchachada con 'La princesa Mononoke' o 'El viaje de Chihiro', volvía al minimalismo, a la animación más artesana y tradicional, a la idea pequeña tratada de manera pequeña.

Dos hermanas que se mudan a una nueva casa con su padre mientras su madre se marchita en un hospital cercano y se ponen en espiritual contacto con el nuevo ecosistema ('Totoro') tienen su homólogo y heredero reflejo en otro infante que se hace amigo de una sirena ('Ponyo'). Niñez relacionada con naturaleza para dibujar mapa humano de emociones reconocibles. Miyazaki, maestro, se sucede a sí mismo y firma la más maestra de sus obras desde la referencial 'Totoro'. Así que un punto para el Japón sensible dedicado a los más pequeños, público potencial originario de la animación, así como a los adultos con sensibilidad romántica.

FOX, ESA SORPRENDENTE MÁQUINA DE HACER DINERO


'Ice Age' quería abarcar, ésta sí, a todos los públicos del mercado. A los niños con las cucamonas de la rata prehistórica en busca de su bellota saltarina y a los padres de las criaturas con los mamuts asentados, que, más que maduros, eran coñazos.

La segunda parte fue haciendo a los grandes probóscidos cada vez más insustanciales e insoportables de ver, indolencia de la que se volvió a beneficiar Scratch, cada vez más a gusto con su papel de superstar, lo que le valió algún que otro spin off y toneladas de expectación en para su tercera gran aparición, que, pese a lo blandito del guión, este año ha sido un bombazo taquillero en nuestro país. La explicación está en su genial amortización del 3D. Si no cuentas con buen material, por lo menos que parezca que te va a reventar la cabeza de un bellotazo. Golpe de efecto deficiente, languideciente y lucrativísimo.

LO DE PIXAR, INACCESIBLE PARA TODOS LOS DEMÁS


'Toy Story' y su secuela, canónicos gérmenes de todo el cine de animación vieron como Dremworks intentaba seguirles la estela, pero ellos, lejos de ponerse a competir, mantuvieron intactas sus señas de identidad sin llegar a optar por el humor menos blanco de la factoría que alumbró 'Shrek'. Los mejores técnicos los tiene Lasseter a su mando, pero también los mejores guionistas. Ahí podía estar tranquilo.

Si 'Ratatouille' o 'WallE' fueron consideradas en sus respectivas temporadas para ocupar el trono de mejor cinta del año, 'Up' no debe ser menos. No es homogéneamente genial como la culinaria tentativa de Brad Bird o el doble debut del patriarca, pero alberga un nivel de interés muy al nivel de 'Los increíbles', con un solo bajón pasajero de ritmo a la altura de su tercer cuarto. Con esta obra, arriesgada por la avanzada edad del protagonista, conflictiva a la hora del merchandising a priori, la filial de Disney ha demostrado que donde pone el ojo pone la bala. No en vano ha sido la película que más dinero ha hecho en España este año.

MÁS STOP MOTION


Henry Selick llevaba más de tres lustros deprimido por la alargada sombra de Tim Burton (desde el 93, concretamente), pues la exigencia del gótico, o del resto de productores, de poner su propio nombre en letras tan grandes como el título 'Pesadilla antes de Navidad', le condenó a un casi eterno ostracismo, a él que era el real y genuino director.

Ya esta misma década, Burton lo intentó solo y la fallida 'La novia cadáver', tremendo e inagotable foro de discusión gafapasta también, demostró que algo de mérito debía tener el pobrecito Henry. La reválida aprobó pero no pasó con nota. Por ello, había gran expectación por ver el siguiente paso del hijo ninguneado, ya sin Burton emborronándole el ego, adaptando la novela de Neil Gaiman 'Coraline'. Pues bien, el resultado, a ojos de este espectador, cínico con los colorines y demás moderneces contra su voluntad, no pudo ser más deslumbrante.

No bebe en esta ocasión Selick del musical pese a que la banda sonora es excepcional y nos presenta una fábula tan oscura en parte como las dos propuestas mencionadas anteriormente pero un tanto más optimista en la medida que sus protagonistas no están muertos (ya es un paso). La tetricidad hace acto de presencia en el tramo final, acaso el menos interesante, pero no podemos dejar de felicitarnos por una maravilla que sabe conjugar la alegría extrema de las plastilinas de 'Wallace & Gromit' con la vocacional grisura del depresivo e irregular autor de 'Eduardo Manostijeras'.

'Coraline' no es la alegría de la huerta y muchos niños seguramente salieron algo escaldados, pero puede que sea una de las que mejor envejezca y mayor tropa de seguidores aglutine con el paso de los años de todo este reporte.

ZEMECKIS ENFRASCADO


Robert Zemeckis metió por primera vez la mano en el cuenco hace dos décadas e instauró su marca de la casa con 'Roger Rabbit'. Lo suyo era el terror animado con toque de comedia amarga, estrategia a la que siguió fiel, sustituyendo dibus por efectos especiales en 'La muerte os siente tan bien'. Más tarde los grandes estudios le dijeron que se dejara de experimentos y le teledirigeron hacia su ortodoxia. 'Forrest Gump', 'Náufrago' o 'Lo que la verdad esconde' hablaban de un director de culto / Rey Midas (no olvidemos que suyos fueron los 'Regresos al futuro') capaz de hacer sombra a los más taquilleros y creativos.

Pero su fin no era ése. Su máxima, como la de Cameron (mañana veremos qué se ha sacado de la manga con 'Avatar' después de 12 años en busca de nuevos horizontes), y en su caso ligada también a la animación, es la de revolucionar las 3D. Como un Linklater industrial, coloreando y propulsando hacia el patio de butacas a sus creaciones.

Me decía mi padre el otro día:
-¿Qué película vas a ver?
-'Planet 51' o 'Cuento de Navidad', dos de animación, fue mi apresurada respuesta.
-Bueno, una es de dibujos animados y la otra de animación, querrás decir, me respondió en un acceso de audacia.
-Tienes toda la razón, le respondí.

'Cuento de Navidad', como 'Coraline', también tiene un público confuso. Su colorido y venta como una más de las animadas de este año ocultan una oscuridad inusitada en las escenas oníricas en las que Scrooge (Jim Carrey maqueado) se enfrenta a sus yo presente, pasado y futuro, todos muy tétricos. Hablan de lo ambiguo de su tono las escenas de caída libre hacia espirales de perdición y su transmutación en rata. Las antípodas de Miyazaki (consultar punto 1).

VOLVER A LO NAIF, VOLVER A DISNEY


También son antípodas del rebelde Robert dos de las propuestas más descafeinadas de la muestra: la española 'Planet 51', ya nombrada, la más cara de la historia del cine español, y la piedra angular de todo esto, el motivo del reportaje: la blanditísima 'Lluvia de albóndigas'. La primera, según relata con acierto Pedro Vallín en La Vanguardia, planea un poco por encima de Dreamworks y se bate el cobre con lo peor de Pixar. Es naif e ingenua, pero es que a veces los dibujos animados deben ser eso. Hasta los 90, de hecho, saliéndonos de algunas tiras cómicas de Warner Bros. y de los recién nacidos Simpsons, la tónica era la felicidad como motor de la felicidad. La de Sony es más de lo mismo. Su crítica soterrada a la ambición y la corrupción de las clases políticas es mero marco que adorna a una buena idea (te cambio agua por comida en forma de delirante lluvia) que acaba por hacerse larga, pesada y embarullada.

El tonto social del pueblo, aunque muy listo académicamente, quiere quitarse de una vez por todas la vitola de nerd, ganarse el respeto de familia y amigos y llevarse a la tía buena (todo lo buena que pueda estar un dibu), por lo que se deja agasajar y se emborracha de popularidad tras una feliz hazaña, quemado discurso aunque muy al alcance de los más pequeños de la camada. Sin dobleces filosóficas y apostando por un gran vitalismo estético que prácticamente había caído en desuso, supone una alternativa en apariencia vacua a la ruda carga de intensidad barajada por Zemeckis, Selick o Miyazaki (aunque éste desde el punto de partida más sutil de la muestra). Quizá lo más cercano a una peli de dibujos animados tradicional que se encontraría el criogenizado Walt Disney si por ventura de la ciencia pudiéramos resucitarle hoy de la nevera en la que todos sabemos que hiberna.


Tráiler de 'Lluvia de albóndigas'.

Valoración: 5/10

Estreno: 11 de diciembre de 2009

6 dic 2009

Como nominen a 'Sugar' al mejor guión me hago el hara-kiri

'Sugar' no es otra de baseball, pero sí es otra de inmigrantes.

Me entero el viernes en Rope of Silicon de las películas que están promocionando los principales estudios norteamericanos de cara a las nominaciones al mejor guión en los próximos Óscares (en el enlace de la web podéis bajaros todos los libretos en cuestión). Asiento cuando leo que los Weinstein apuestan por los bastardos de Tarantino; por 'Nine', con Pe de pereza incluida; por 'The road'; o por 'A single man', el debut superclase, por lo visto en Venecia, del modisto Tom Ford.

'Coraline' y 'A serious man', de Focus, me agradan pese a que sólo he visto la primera. 'The man who stare at goats', la parodia militar de Clooney a cargo de Grant Heslov con reminiscencias a los Coen, me la esperaba por parte de Overture, quien también gasta publicidad para impulsar 'Sunshine cleaning', correcto melodrama social/familiar en el que participa Amy Adams, la mejor actriz del mundo, que este año parece tenerlo chungo por primera vez para que consideren su angelical participación en 'Julie & Julia' por overbooking de secundarias a cargo de 'Up in the air'.

A lo que iba es a los cabreos. Me enfada una barbaridad que Sony intente colar 'Los abrazos rotos' de Almodóvar porque no quiero que pase el corte, porque si pasa el corte en la categoría más floja de todo su engranaje (la principal falla que hace que la cinta sea un bluff es que está escrita de manera que no puede ser tomada en serio), me acojonaré sobremanera, porque ya lo pienso, pero me ratificaré más aún en la idea de que la nación que dicta el ritmo a seguir no tiene criterio intelectual. Y eso, con armamento nuclear en sus arsenales, es descorazonador.


Tráiler de 'Sugar'.

Pero no cargo más tintas sobre Almodóvar, al que suficiente estopa le he repartido este año. El motivo de este post es que Universal apueste por 'Sin nombre' y Sony, de nuevo, por 'Sugar'. Me
esperaba a 'Precious' en las quinielas, cine social de ghettos con vitola de prestigio para arropar al ganador previsiblemente salido de una major, atrezzo concienciado, pero es que lo otro me suena a demagogia. 'Sin nombre', la historia de fronteras de siempre pero contada por un gringo mestizo y poniendo el punto de vista del viaje un poco más al sur, telegrafía lo que pretende de principio a fin y no consigue emocionar, pero al menos no encierra panfleto encubierto. Juega con cartas reglamentarias.


Más tramposa es 'Sugar', rodada en 2008 por el dire de 'Half Nelson' y Anna Boden y catalogada a priori como cinta deportiva. En ella, un joven dominicano es fichado por las ligas menores de baseball norteamericanas en las que pretende destacar como plataforma para un buen contrato en las mayores. Pero escamaos si pagáis por una peli de baseball en la que no salga Kevin Costner, porque puede metamorfosear como ésta en gastado cine social de ése que nos cuelan por cualquier flanco. Lo que se intuía como historia de superación personal y alumbramiento de un talento humilde y precioso, deviene en otra de inmigrantes que malviven fregando cacharros en la Gran Manzana, una realidad que no cuestiono ni niego, pero que, a golpe de verla repetida, produce más tolerancia que mentalización.

'Sugar' no es otra de deportes como 'Entre el amor y el juego', sino otra de inmigrantes al estilo de 'Paraíso Travel'.

Valoración: 4/10

Estreno: Sin fecha en España

Prácticas sexuales desviadas y su enmascaramiento como vía hacia el cine de autor, por el cadete Zed


Bobcat Goldthwait, actor chiflado que va para director de culto.

Muchos os acordaréis del cadete Zed de la 'Loca Academia de Policía'. Era un tipo que estaba loco con una cabra y que pegaba gritos y daba botes y causaba caos y algarabía a su paso. Bobcat Goldthwait, que así se llamaba en la realidad, no ganó ningún óscar por tales esfuerzos sobreactuados, pero tampoco lo esperaba. Como curiosidad, apuntaré que posteriormente interpretó al señor Floppy en esa 'Matrimonio con hijos' 2.0 que fue 'Infelices para siempre'.

Hay veces que te puede el prejuicio, que la primera vista de alguien te hacer juzgarle sin posibilidad de redención, por eso, cuando me enteré de que se pasaba a la dirección, prometí no tomármelo en serio. Y a la vista de lo que vi en San Sebastián hace tres años no parecía que me fuera a tener que arrepentir mucho. 'Sleeping dogs lie' (a.k.a. 'Stay'), filmada con dos duros, trataba de una chica que escondía un oscuro secreto que nunca había sido capaz de contarle a ninguno de sus novios y que la atormentaba desde los tiempos de la universidad. En aquel entonces, un día de intenso aburrimiento, se metió el rabo de su perro en la boca y le practicó una felación completa. Goldthwait, con guión propio, hablaba de la culpa, de la confianza y del perdón.


Tráiler de 'Sleeping dogs lie'.

Absurdamente, el público asistente a la proyección se rió e incluso loó en las críticas del día siguiente (Boyero a la cabeza) aquella chorradica a concurso. Yo pensé que era una anécdota de botellón alargada fatuamente hasta la hora y media que acababa durando. Y que a Goldthwait no le iban a permitir rodar nada nunca más.


Pero me equivoqué, y por todo lo alto además, porque no sólo contraataca, sino que Robin Williams (uno en horas muy bajas, eso sí) encabeza el reparto de su nuevo trabajo: 'World's greatest dad', una comedia pretendidamente mordaz, muy alineada con su precedente, en la que un profesor de instituto, escritor frustrado en sus ratos libres, enmascara el suicidio involuntario de su hijo mientras se cortaba el gas con un cinturón al cuello para multiplicar su orgasmo onanista.

'World's greatest dad' no tiene fecha de estreno en España.

Más secretos y mentiras en la filmografía de un tipo extrañamemte inquietante que una y otra vez acude a la misma fuente en un intento de convertir en constante artística prácticas sexuales desviadas. Puede que proximamente veamos en Cannes un previsible nuevo ensayo suyo sobre la coprofagia. Seguiremos informando.