27 may 2010

El inquietante tío sin cejas o David Lynch volviéndome loker

Robert Blake, qué miedo, pordiós ('Carretera perdida'; David Lynch, 1997)

Buceando por youtube se puede encontrar casi siempre el fragmento deseado de la película deseada, porque, llámenlo caprichos del destino, infinidad de la red de redes o sensibilidad universal, las escenas que nos marcan a todos suelen ser similares.


En mi caso, 'Carretera perdida', que es la obra onírica de David Lynch que rescato de entre todas las demás, tiene cuatro cumbres. Cuatro son muchas, pero es que desde los 15 años que la vi en el cine no ha dejado de atormentarme. Creo que tan sólo la he visto completa en dos ocasiones, el día de su estreno en España (17 de marzo de 1997) en el extinto cine Tívoli y una vez más cuando la pasaron en Canal Plus. 


Gracias a ella descubrí la narración no lineal, a Patricia Arquette y a un grupo musical lisérgico y maravilloso llamado This Mortal Coil. Tardé en hacerme con 'Song to the siren' (en los tiempos en que no había internet, la labor era de chinos, y más cuando no estaba incluida en la BSO). Sin más les dejo con las escenas prometidas y les sugieron que la vean cuanto antes si no han tenido el placer. No es tan buena como 'Una historia verdadera', pero es que casi ninguna película lo es.

Patricia con cara de mapache.

El tío inquietante sin cejas y el truco telefónico.

El tío inquietante pierde la compostura.

Cantando a la sirena al ritmo de un casquete iluminado.

100.000


En algún momento de esta tarde, un internauta de exquisito buen gusto ha pinchado su barra de favoritos o acaso ha encontrado un link perdido en Google para ir a parar a este humilde blog. Su visita ha sumado la número 100.000 y eso es motivo de alegría inmensa para mí.

Después de casi dos años de trabajo, excita comprobar que hay gente al otro lado. Quizá no muy ruidosa, pero sé que ahí andan. Desde que en la primavera de 2008 este blog se escindiera de otro primigenio de carácter más personal, he ido realizando una tediosa pero siempre reconfortante labor de volcado y almacenaje de todos los materiales cinematográficos redactados desde mis tiempos de universidad de forma amateur hasta la nueva y excitante papel de freelance que en la actualidad desempeño, pasando, no lo puedo olvidar, por la etapa soitu, la más prolífica y extenuante (aunque siempre muy agradecida) etapa laboral de mi vida. 

Hay contenidos previos a 2007, que es cuando nació el blog nodrizo, pero se trata simplemente de una escaramuza para que las fechas de publicación coincidan con las de escritura de los textos.

Han existido varias etapas en este blog, empezando por el cambio de cabecera (al principio se tituló 'Círculos Concéntricos') y siguiendo por varios rediseños. Ahora me sirve, como decía Casciari, de CV online. Lo que ven es lo que hay. 

Y gracias por seguir pinchándolo a ritmo lento pero incesante. Procuro mejorar a diario por ustedes

26 may 2010

Si está John Cusack, será buena

'Jacuzzi al pasado' (Steve Pink, 2010)

La letra de Los Piratas, esa de "aquella canción de los años 80" estaba mal. O al menos era inexacta, porque hablaba de plastilina con color, ropa interior y Bloody Mary's en el bar, pero se olvidaba de lo más importante que ocurrió aquella década. 'Años 80' era un timo porque no hacía ninguna alusión a John Cusack. Nunca los picores adolescentes tuvieron una cara tan representativa como la del actor de Illinois en 'Un gran amor' intentado seducir a Ione Skye. Todo un Romeo de saldo para la eternidad.

Después, su participación en '16 velas', 'Cuenta conmigo' o 'Class' hacen que muchos suelten (soltemos) la lagrimilla porque aquellos tiempos no volverán y porque Cusack se volvió serio a base de trabajar con prestigiosos directores de la talla de Woody Allen, Stephen Frears, Terrence Malick o Clint Eastwood. Sin embargo, tras 10 años alejado de la comedia ('Y que le gusten los perros' y 'La pareja del año' no cuentan; son cine de terror), Cusack ha decidido autohomenajearse en 'Jacuzzi al pasado', un tremendo disparate que se estrena el 28 de mayo y que, como su propio nombre indica, mezcla bañeras de lujo, máquinas del tiempo y un destino temporal: los 80. Y nos planteamos: ¿Fue un bodrio de década? ¿O el mejor momento de la historia?

La respuesta ofical, ya sabemos, dice que un bodrio. Y sin embargo...

Motivos para criticarla no faltan

Podríamos hacer recuento de horrores: Cindy Lauper, New Kids On the Block, Duran Duran, Lionel Richie y La Movida más indigesta. Los mocasines con calcetines blancos, los cardados, las hombreras, los calentadores... Cargos muy menores si los comparamos con "el VIH, Ronald Reagan y la Guerra Fría", según palabras del propio Cusack en su visita a España el pasado septiembre. Contra los que sostienen que fue una década naíf, él lo duda: "No creo que hayamos perdido la inocencia con respecto a aquellos tiempos porque creo que realmente nunca la tuvimos".

Y es cierto que todo ello empapaba de alguna manera cada estreno; lo que no quita para que un puñado de irreductibles obras maestras se sobrepusiera a la angustia vital y a la ordinariez extrema llevando la balanza hacia el centro, hacia el equilibrio posible. Ahora, con la perspectiva que da la distancia, podemos recopilar cine ochentero de lo más robusto.

1) Sagas de las que ya no hay

'Regreso al futuro I' tenía un guión perfecto; 'Indiana Jones' nació, creció y se deshizo de sus traumas paterno filiales; 'La guerra de las galaxias' alumbró su capítulo más oscuro y redondo; 'Alien' regresó de la mano de James Cameron; 'Terminator' todavía era malo; 'Cazafantasmas' descubrió la vena versátil de Bill Murray; 'La jungla de cristal' demostró que el cine de acción podía reportar buenas críticas; y 'Karate Kid' nos animó a no ponerle la otra mejilla al bruto de la clase.

2) Los iconos adolescentes

Entre ellos, tenemos 'La historia interminable', que no era buena pero contaba con un dragón volador; 'La princesa prometida', en la que salía André el Gigante; 'Los Goonies', que es infinita; o 'Cuenta conmigo', que enseñaba a hacer amigos. Pero tranquilos, que no todo fueron cuentos infantiles: 'Blade Runner' y 'Tron' (con secuela preparada para este año) también tuvieron hueco.

3) Los reyes Midas incipientes

Los 'moteros tranquilos y toros salvajes' de finales de los 60, nos regalaron, a principios de los 80, nos regalaron grandes obras en las fechas estudiadas: Asistimos al Spielberg más lúdico; al Woody Allen más centrado; quizá no al mejor Coppola, pero sí al más prolífico. Y Scorsese es bueno siempre

4) Las rescatables teleseries

Las series no tenían la calidad de las actuales ni podías verlas del tirón, que tenían horario fijo, el que marcaba TVE, pero su regusto resulta tan vivificante que no paran de ser repescadas: 'El equipo A' tendrá su adaptación al cine este año, 'El coche fantástico' vivió su 'remake' televisivo el pasado y 'McGyver'... 'McGyver' nunca se fue del todo, que nos quedan sus chistes.

5) Acné juvenil

Por fin llegamos al cine 'teenager', al vacío existencial combatido con batidos de chocolate enormes, a John Cusack, a su padrino, el desaparecido John Hughes, y a 'El club de los cinco', el reverso luminoso de 'Porky's'. 'Jacuzzi al pasado' se encuentra a medio camino entre ambas, con la suficiente ternura como para tildarla de 'amable' y la suficiente dosis de despelotes como para que no termine de ser ingenua. Dicotómica, como los 80.

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Ver el artículo original publicado en El Mundo.

25 may 2010

Arnie cantarín


Otra parodia que merece la pena no perderse. Arnie subyugado por los marcianos a golpe de balalaica en la epopeya intergaláctica de Verhoeven. O lo que es lo mismo, 'Desafío total, el musical'.

Vía: Youtube.

Si '(500) días juntos' fuera un thriller


Siguiendo la línea de anteriores capítulos, éste es, quizá, el mejor de todos.

Vía: Facebook de Las Horas Perdidas.

De Gómez de la Serna a Muchachada Nui en cinco pasos


'La hora chanante’ (2002) pasó a llamarse ‘Muchachada Nui’ en 2007 para evolucionar, a partir del próximo otoño, a ‘Museo Coconut’, una 'sitcom' a la americana para Neox: continuidad de tramas, el desarrollo de los personajes, adiós a los 'sketches'. Triple salto mortal de una agrupación cómica acostumbrada al alboroto y a salirse de todo corsé. Quizá sea para bien, quizá sea para normal.

"Nos hemos obligado a escribir de otra forma, porque en una 'sitcom' tienes que renunciar al absurdo y al surrealismo", declaró ayer Joaquín Reyes a EL MUNDO.es. Habrá que creer en él y confiar en que su pandilla siga abanderando el estandarte de la vanguardia humorística de nuestro país.

¿Vanguardia humorística de nuestro país? "Comedia española" suena a demasiadas: a destape, humor verde y sal gorda. La parte zafia de nuestro ADN. Cosas de la represión franquista. Nada muy 'inteligente'.

"No sé muy bien lo que es el humor inteligente aunque nos lo han llamado a veces", cuenta Julián López, otro de los integrantes de la tropa. "A veces unimos un tartazo en la cara o un pedo con cosas más elaboradas que contienen guiños cinéfilos o culturales. No sé si la mezcla genera esa definición, pero es lo que nos sale".

Los referentes de Reyes y compañía pasan por los Monty Python, Woody Allen, 'Little Britain' y, desde luego, André Breton. pero la tradición española de vanguardia es rica y también vertebra de algún modo el carácter de los ‘chanantes’. Intentemos llegar a ellos en cinco pasos apócrifos e interdisciplinares:
Ramón Gómez de la Serna y los hijos putativos del 27

Encuadrado la mayoría de ocasiones en la Generación del 14, Gómez de la Serna, inventor de las ‘greguerías’, fue especialmente reconocido por su teatro extravagante e incomprendido en el Madrid de la época, hecho que no frenó su filiación con la 'crème de la crème' europea. Llegó a pertenecer como invitado extranjero a la Academia Francesa del Humor junto a Charles Chaplin. Discípulos de Ramón fueron los llamados 'humoristas de la Generación del 27', según denominación del escritor José López Rubio. En ese saco también cabían Miguel Mihura, Edgar Neville o Jardiel Poncela.

El teatro absurdo de Jardiel Poncela

Reconocido por Raúl Cimas como "una de las mayores influencias de 'Muchachada Nui'", Enrique Jardiel Poncela es, quizá, uno de los más radicales exponentes de la comedia del absurdo. Recuerden si no al Edgardo de 'Eloísa está debajo de un almendro', encamado durante más de dos décadas por un mal de amores y dispuesto a viajar a través de España sin apearse del mueble.

Edgar Neville y el cine

También se circunscribieron al 27 Salvador Dalí, bastante más sofisticado en la pintura que Enjuto Mojamuto, pero también dotado de un magnífico sentido del humor. Lorca y Buñuel pululaban en torno a él y entre los tres se sacaron de la manga 'Un perro andaluz', cumbre del surrealismo, aunque no del todo jocoso... A no ser que llegue Antonio Orejudo y cuente en clave 'trash' esa historia ('Fabulosas Narraciones por historias', editorial Tusquets). Más accesible resultaba el cine de Edgar Neville, amigo de todos ellos. Su tendencia al disparate y la agilidad de los diálogos cultivada junto a Mihura y Mingote en el semanario La Codorniz, los vertió en títulos como 'La vida en un hilo' o 'El baile'.

Azcona-Ferreri-Berlanga-Cuerda-Trueba

Si obviamos al citado Buñuel, el cine español más reputado de todos los tiempos lleva la firma de Berlanga y Azcona. Desde 'Plácido' hasta la otoñal 'La vaquilla', pasando por la canónica 'El verdugo', su asociación fue perfecta. 'Bienvenido Mr. Marshall' fue escrita por el propio Berlanga ayudado de Miguel Mihura y Juan Antonio Bardem, pero Azcona también navegó por su cuenta guionizando 'El pisito', 'El cochecito' o 'La gran comilona', del italiano adoptado Marco Ferreri, y mucha de la mejor producción de Fernando Trueba o José Luis Cuerda, otro albaceteño que, a los mandos de 'Amanece que no es poco', 'El bosque animado', 'Así en el cielo como en la tierra' o 'Total' es también un continuo referente del grupo, según explica Cimas.

Los 'stand up comedians'

Quien más y quien menos conoce de los orígenes como monologuistas de los ‘chanantes’, faceta que, sin ser su favorita, dice López, siguen cultivando en la actualidad. El conquense suele compartir escenario con Raúl Cimas y Joaquín Reyes hace lo propio con Ernesto Sevilla, lo que los emparenta con Faemino y Cansado (que siguen dando guerra después de 30 años). Pero antes estuvo Martes y 13, los Martes y 13 del principio, cuya empanadilla del 85 estaba a la altura de lo mejor de Tip y Coll. Más tarde vendría el costumbrismo y los chistes de sarasas, pero eso ya es otra historia.

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Ver el artículo original publicado en El Mundo.

24 may 2010

No apuesten fuerte por los actores de 'Perdidos'


'Perdidos' es historia. Después de 114 episodios, 'chimpún'. Tras seis adrenalínicas temporadas, 'kaputt'. Superados 5.520 minutos de paradisiacos planos en la isla de Oahu, 'sayonara, baby'. El humo negro ya no reviste secretos. Tres planos espaciales, llamadas al destino, vidas cruzadas, pamplinas espaciotemporales de complicada -cuanto menos- digestión, han sido sustento de serieadictos desde el 22 de septiembre de 2004. Pero ya.

Y ahora: el vacío. Que 'Flash forward', su relevo natural, no ha contentado ni fidelizado ni al apuntador. La serie que ha cambiado la forma de narrar y de ver ficción capitular vive desde hoy en las estanterías de las 'deuvedetecas' dispuesta a tomar el relevo de ‘Twin Peaks’ y ‘Expediente X’ -sus dos predecesoras naturales- en la memoria colectiva. Tan icónicas como ambiciosas; tan revolucionarias como eternas. Mitos las tres.

"¿Y ahora qué?", cabe preguntarse responsablemente. ¿Ahora qué ocurre con los artífices de tan buenos ratos? A J.J. Abrams, Damon Lindelof y Jeffrey Lieber, creadores del cotarro, no les va a faltar sustento. Abrams tiene ‘Fringe’ en marcha desde hace un par de temporadas, prepara peli con Spielberg (‘Super 8’) y esboza simultáneamente la secuela de ‘Star Trek’, en la que también está involucardo Lindelof. Y Lieber ha alternado la escritura de los últimos capítulos de ‘Lost’ con la enésima serie de doctores, ‘Miami Medical’, de estreno este año. No se preocupen por ellos.

Otro cantar es el de los intérpretes de la serie. Con un reparto coral de al menos una docena de protagonistas destacados (depende de dónde pongamos el corte), ¿cómo integrar a tanto gallo en la industria? ¿Pasará con ellos como con Bruce Willis, George Clooney o Will Smith o aquejarán más bien la maldición ‘Friends’, ‘Seinfeld’ o ‘Prison Break’, series casi gafes en cuanto a encasillamiento de sus integrantes?

Si nos ceñimos a la trayectoria de los tres actores principales —Matthew Fox (Jack), Josh Holloway ( Sawyer) y Evangeline Lilly (Kate)— y a la actividad extraescolar que han cultivado en sus ratos libres hasta la fecha, podemos pronosticar tres perfiles robot de lo que puede ser su carrera de aquí en adelante. Comenzamos.

Síndrome Michael Landon

Jack Sheperd, el doctor redentor, amante de los retos imposibles, líder natural, converso en ocasiones y rebelde al momento siguiente, es, ante todo, un tipo recto, perfecto padre de familia, gentilhombre espigado y peinado a raya. Es la opción responsable. El interés bajo a plazo fijo. Como Michael Landon. El protagonista de ‘Bonanza’, ‘La casa de la pradera’ o ‘Autopista hacia el cielo’ fue un santón condenadamente guapo que nunca llegó a cortar orejas en las grandes plazas. De serie en serie tirando porque le tocaba como Matthew Fox (‘Cinco en familia’ y ‘Haunted’, sus experiencias catódicas ‘pre-Lost’). 

Apuntaba nuestro sujeto en la primera temporada a galán tardiamente descubierto, al síndrome del doctor-madurito-que-envejece-como-el-buen-vino acuñado por George Clooney o Patrick Dempsey, pero los citados alternaron sus rodajes de ‘Urgencias’ y ‘Anatomía de Grey’ con 'blockbusters' hollywoodienses, etiqueta que no se puede aplicar a ninguna de las canas al aire de Fox (‘Equipo Marshall’, ‘Speed Racer’ o ‘En el punto de mira’ no le sirvieron de plataforma).

Síndrome Don Johnson

Rubio como el ex marido de Melanie Griffith, Josh Holloway ha conocido la popularidad televisiva mediada la treintena. Son carreras paralelas las de Sonny Crockett y Sawyer, pues 'Corrupción en Miami' acabó tras cinco temporadas con Johnson instalado en los 40, idéntica edad que marca el permiso de conducir de Holloway. Pocos ignoran que, después de ser icono hortera de los 80, Johnson cayó en desgracia y no consiguió encadenar nunca dos buenos proyectos seguidos, por lo que quedó relegado a actor con solera, eso sí, de segunda clase (‘Tin Cup’, ‘Dos duros sobre ruedas), hasta su parcial redención con la serie ‘Nash’ (1996-2000). 

La intención de Holloway, visto lo que ha vivido su espejo futuro, es quedarse a vivir en Oahu con su familia, tal y como declaró a ELMUNDO.es en diciembre y su licencia ejerciendo acaso de administrador de bienes raíces.

Síndrome J.D. Salinger

Lo de Evangeline Lilly es casi impronosticable porque no ha dado oportunidad a que se la valore como es debido. Sus escuetas incursiones en la gran pantalla han sido apenas testimoniales por su brevísima presencia (hizo un cameo en 'En tierra hostil') o por su nula repercusión (‘Afterwards’, junto a John Malkovich, no fue estrenada ni en EE.UU. ni aquí). Las últimas actrices salidas de la cantera televisiva yanqui con buenos réditos taquilleros y categoría de estrella han sido Jennifer Aniston (‘Friends’), Katherine Heighl (‘Anatomía de Grey’) y Tina Fey (‘30 Rock’), las tres dotadas de una gran vis cómica, todo lo contrario a Evangeline Lilly, último gran exponente de la escuela del mohín de afectación, aunque, es absurdo negarlo, dotada de uno de los atractivos más 'googleados' del cine. 

Quién sabe si, ‘Real Steel’, su experimento con el habitualmente payaso director Shawn Levy ('Noche en el museo') hace de ella algo más que una eterna promesa cuando llegue a las pantallas en noviembre. Por si acaso ella avisa: "Lo de actuar es un trabajo de un día. Soy escritora y escribo relatos cortos, guiones, cuentos para niños...". Quizá se nos encierre en una caseta como Salinger y ya no la podamos ver nunca más. ¿Pose o simple vértigo? Decidan ustedes.

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Ver el artículo original publicado en El Mundo.

A Hitler tampoco le ha gustado el último capítulo de 'Perdidos'


Al que sí le ha gustado ha sido al benevolente Casciari, que ha disfrutado con pasión cada una de las temporadas. Seguramente la aparición la serie en 2004 tiene mucho que ver para que exista Espóiler, el mejor blog de TV que he visto en mi vida.

-Leer las conclusiones de Casciari (defensor) sobre el final de la serie.
-Leer las de Alberto Rey (fiscal).
-Lost gazapos del final de la serie (Todo Series).

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Además:
La quinta de 'Lost' (H. Casciari)
Los justos (sobre los subtituladores de 'Lost') (H. Casciari)

Vía: Youtube.

19 may 2010

¿Qué diablos es un 'mockbuster'?

Un fotograma de 'Airplane disaster', de la factoría The Asylum.

"Como las películas porno pero sin las partes buenas". Así es como Paul Bales define las contribuciones al séptimo arte que desde la productora The Asylum financia junto a sus socios David Rimawi y David Michael Latt. Su empresa, pionera en la actividad del 'mockbuster' (un juego de palabras con blockbuster -taquillazo- de y 'mock' -burla-) lleva 70 producciones desde 1997, todas ellas pasto de videoclub, todas con un pie puesto en el delirio y otro en las pantanosas arenas movedizas del plagio, u homenaje no autorizado, si se quiere.

Pero no se crean que por ser gurús de la caspa y el descalabro visten trajes zarrapastrosos y conducen ciclomotores de 50; ellos se toman muy en serio su labor. De hecho, estos días Rimawi y Bales andan de relaciones públicas en ese gran mercado de la carne fílmica que es Cannes, buscando clientes a la caza de ideas futuras.

"Si tu negocio es el del cine independiente, acudir a esta cita es esencial", explicó Rinawi a la BBC. El objetivo es estar al tanto de lo que se va a lanzar en las grandes salas comerciales, preparar un espécimen de similares características, pero con la hipérbole como leit motiv, y situarlo en el mercado del DVD un par de días antes de que se estrene en salas comerciales su hermano mayor.

O sea que Michel Gondry no inventó nada.

Seguro que muchos recuerdan el argumento de ‘Rebobine por favor’, según el cual los videocluberos Jack Black y Mos Def debían re-rodar de manera casera todas las cintas del establecimiento donde trabajaban después de haberlas borrado por error. La película data del año 2008, 11 años después de la fundación de The Asylum. "Lanzamos una película llamada ‘Sherlock Holmes’ a finales del año pasado a la vez que la Warner [en referencia al 'Sherlock Holmes' de Jude Law y Robert Downey Jr.] y un montón de gente dijo que la nuestra era mejor porque se mantenía más fiel al espíritu original aunque tuviera dinosaurios, dragones y robots», explica Bales en la BBC.

Pelis para gente casera

Sorprende que aún no haya caído sobre ellos todo el peso de la ley, pero su astucia a la hora de encontrar triquiñuelas legales, "hacer tratos y llegar a acuerdos a puerta cerrada" les ha permitido eludir las amenazas que reciben de las 'majors'. En el fondo ¿para qué enfadarse? La suya no puede calificarse ni de competencia desleal porque, merced a los 500.000 dólares que cuesta su producción media frente a los 100 millones que puede costar una gran producción.

La filosofía del asunto es presentarse como una alternativa a todas aquellas películas que se estrenan en los cines pero que no van a ser degustadas por cierto sector de la población que nunca pisa las salas y que algo tiene que echarse al coleto. De todos modos, "los 'fans' del género (y aquí, ojo, lo único que se vende es género) que opten por la opción B querrán ver todas las versiones posibles del producto", dice Bales. De modo que la película oficialista no tiene por qué ver resentida su recaudación.

El material de partida

Lo normal a la hora de emprender una de las producciones de The Asylum es ojear los estrenos de la temporada entrante, elegir a un 'cast' de saldo, unas localizaciones de risa, un guión de urgencia y elaborar una cinta de marcado regusto B (o 'requetebé', pues si 'underground' era ‘Snakes on a plane’, imaginen ‘Snake son a train’). Para que la cantinela no sea muy distinta a la película homenajeada, lo bueno es poner el ojo en obras con respaldo literario como ‘La guerra de los mundos’, ‘Soy leyenda’, ‘El Código Da Vinci’ o la citada ‘Sherlock Holmes’.

Los actores que contrata la empresa para protagonizar sus producciones nunca son estrellas de renombre. Así, su plantilla interpretativa viene a ser un cruce entre un cementerio de elefantes y una quimérica cantera hollywoodiense atestada de camareros con ínfulas. Entre los más destacados miembros de la troupe se encuentran C. Thomas Howell (protagonista de ‘E.T.’ y uno de los más prometedores ‘Rebeldes’ de Coppola), Lance Henriksen (‘Millenium’ y piedra angular de la saga de ‘Alien’), Dedee Pfeiffer (hermana de Michelle) o la mismísima musa porno Traci Lords.

Nada que ver con los telefilmes de toda la vida, que tienen las mismas aspiraciones oportunistas pero cuidan más el reparto. Por ejemplo, ‘Alicia en el país de las maravillas’ de Tim Burton ha visto como el canal SyFy produjo una TV movie con Kathy Bates, Colm Meaney o Harry Dean Stanton en 2009; la ‘Juana de Arco’ de Luc Besson y Milla Jovovich vivió similar competencia a manos de Leelee Sobieski en 1999, y la muy actual ‘Robin Hood’ vio como su antecesora, con Kevin Costner a la cabeza, se batía el cobre en 1991 con ‘Robin Hood el Magnífico’, la cual, contando con Uma Thurman como Lady Marian, en EE.UU. fue directita al videoclub.

En cualquier caso, son ejemplos demasiado estilosos para los que acostumbra The Asylum, que no ve en los actores el reclamo de sus productos.

Honrad a James Cameron

Es improbable que el Rey del Mundo llegue a meterse en lodazales judiciales con Latt, Rimawi y Bales, pero lo cierto es que dinero llama a dinero y el que más hace hoy por hoy es el director de ‘Titanic’. Es por ello que The Asylum se fijó el año pasado en la ambientación tribal ‘Avatar’, la remezcló con ‘John Carter of Mars’ (prevista para 2012) y se sacó de la manga ‘Princess of Mars’. Debió de resultarles satisfactoria la experiencia, pues, con la vista puesta en el reestreno 3D que vivirá la epopeya marítima de Kate y Jack en 2012, pretenden presentar este año ‘Titanic 2’, en la que un barco de lujo tendrá que vérselas con un peñasco helado en el centenario del desdichado encontronazo.

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Ver el artículo original publicado en El Mundo.

Amenaza terrorista a J.J. Abrams


Otros que se temen lo peor con respecto al final de 'Lost'. Toda la maldita razón. Muy difícil ser optimista con el churro jacobino del penúltimo capítulo.

18 may 2010

Quién fuera Cameron


Después de Pe, Cruise sigue siendo fan de nuestro país y filmó en España 'Knight and day' (que absurdamente traduciremos como noche y día) provocando gran alboroto mediático y alterando una vez más nuestras costumbres (en 'M:I 2' el mix era Semana Santa + Fallas). navega que te navega he encontrado un vídeo promocional de la película en Youtube en el que Cameron Diaz, su partenaire en la cinta, le pega un patadón en toda la tripa, convirtiéndose en la envidia de todos los que aún recordamos aquellos saltos de orangután desmadejado que pegó en el programa de Oprah cuando quiso explicar lo encaprichado que andaba con Katie Holmes.

Vía: Youtube.

16 may 2010

Tilda Swinton: "Los actores somos como animales"


A menos de 20 metros del Berlinale Palast se encuentra el lujoso hotel Hyatt, donde la prensa internacional se da codazos al menos tres veces al día para entrar en la absurdamente insuficiente sala de conferencias. Es en la primera planta del edificio donde la crème de la crème hollywoodiense, la vanguardia asiática y la nobleza europea (sobre todo) presenta alternativamente sus productos por primera vez. Escasos metros cuadrados que se abarrotan los febreros de cada año más que el metro de Tokio. Ajena al trajín, o no tanto, espera en el lounge aledaño la escocesa Tilda Swinton, quien ha establecido una miniaturizada y bastante clandestina agenda para presentar lejos de fastos Yo soy el amor (I am love), seleccionada para participar en la cuarta muestra de Cine Culinario, encuadrada en la pasada edición del Festival de cine de Berlín.

Flanqueada por su agente y por el director siciliano Luca Guadagnino, miss Swinton espera sentada vestida de riguroso blanco. No es hasta que se pone de pie para entonar la recepción que se perciben su descomunal 1’79 de estatura, las aristadas líneas que conforman su rostro y un extravagante peinado marca de la casa. Rapada a la altura de las sienes y con un mechón flamígero y antinaturalmente anaranjado que corona su cabeza al estilo Tintín, evoca de inmediato a un espárrago bañado en salsa de zanahoria. La tez, casi exenta de cualquier coloración, hace que su imagen de la Reina Blanca, que tan popular la hizo para las grandes audiencias en Las Crónicas de Narnia (Andrew Adamson, 2005) reste mérito a los estilistas de aquella película. Tilda es pura nieve en la capital del frío.

Andrógina como se muestra, hace oposiciones para ser el reflejo noreuropeo de nuestra nacional Bimba Bosé y, desde luego, se antoja tan de mal gusto como irreal adivinar los 49 años que chiva su carnet de identidad. Pocas horas antes se ha podido presenciar la proyección del filme que viene a promocionar y que la ha unido por segunda vez al autor de la convulsa Melissa P. (2005), con quien ya trabajara en The protagonists (1999). En este reencuentro, en el que la actriz ha hecho también las veces de productora, asistimos a una operística estructura de cuatro actos en la que se observa cómo una acomodada familia de la burguesía milanesa de finales del siglo XX se deja llevar por los bajos instintos de la economía y el amor más inmediato e instintivo. 

Emma, la matriarca, ella, interpreta en los primeros compases a la modélica y abnegada esposa de empresario. Solícita con las obligaciones de anfitriona constante dentro de su viscontiana mansión, su papel es el de una asilvestrada rusa que se ha hecho a los modos y maneras de la ortodoxia transalpina. Una auténtica mamma, pero con mucho acento. “Trabajé con un speaker ruso para hacerme con mi personaje. Tenía que hablar italiano, pero afortunadamente no como una hablante nativa, sino como una inmigrante, lo que no dejaba de representar un desafío, porque, además de todo, tenía que ser lo más rusa que pudiera”.
Atendiendo a los orígenes geográficos de Emma, la actriz quiso preparar la sensibilidad de la historia “leyendo novelas rusas, y más en concreto a Tolstoi, con cuyos personajes tiene más que ver Emma que con la naturaleza soviética propiamente dicha. Fue muy difícil para mí pero era importante demostrar que era un alien en Italia”.

Ese punto marciano con que cuenta Swinton como valor específico, y que Guadagnino no ha sido el primer director en explotar, era necesario para explicar la fragilidad de cimientos emocionales que unen a Emma con el empalago social en el que vive, pero a la vez emplazando sus raíces reales en un lugar lo suficientemente inhóspito y poco apetecible como la antigua U.R.S.S. al que no querer regresar de ningún modo. En palabras de su director: “Teníamos que encontrar una manera en la que la mujer no fuera a volver a su país si las cosas se torcían, cosa que, si hubiera sido norteamericana, habría sido más difícil de creer. Hicimos varios estudios sobre la U.R.S.S. y la adaptación de la gente de allí a la sociedad occidental y vimos que funcionaba”.
El personaje, su Emma Recchi [basado en la biografía del propio Guadagnino, de madre también inmigrante (argelina) y con idéntico e indeleble apego a la sociedad italiana debido su naturaleza islámica], se halla inmerso es un camino de no retorno, una de las circunstancias que más sedujo a Swinton para embarcarse en el proyecto cuando hace 10 años, tras la agradable experiencia conjunta de The protagonists, se empezó a gestar el guión. 

Sin embargo, para Swinton, éste no es el modo óptimo de trabajar, pues puede llevar a desengaños como el que experimentó a comienzos de los 90 tras su colaboración con Sally Potter en la traslación a la gran pantalla de Orlando (1992), película basada en la novela homónima de Virginia Woolf que tardó cinco años en rodarse: “Recuerdo que cuando vi aquella película por primera vez me pareció un tráiler en comparación con la epopeya de 48 horas que había imaginado". No sería, pues, quizá, una experiencia del todo satisfactoria, aunque sí la puerta de entrada a la entronizada y flemática élite actoral Brittish hace casi dos décadas. 

Los prestigiosos comienzos sumados a la noble dotación genética que impregna su ADN (su padre, Sir John Swinton de Kimmerghame es representante de trigésimo quinta generación de una estirpe cuyo origen se puede rastrear hasta el siglo IX) a haber sido compañera de pupitre de Lady Di en West Heath en sus años de escuela y a dos doctorados obtenidos tras su licenciatura en Ciencias Sociales y Políticas en Cambridge, podían hacer prever una trayectoria algo más conservadora y alejada de las sexualidad abierta y ambigua [además de en Orlando interpretó a un hombre, el arcángel san Gabriel en Constantine (Francis Lawrence, 2005), la relectura del cómic Hellblazer a mayor gloria de Keanu Reeves] que ha salpimentado todo su currículo. Nada más lejos. 

Porque si la crítica ortodoxa continental la saludó como una nueva dama isabelina, amparada sobre todo por sus colaboraciones con el intelectual Derek Jarman, Swinton decidió que no tenía por qué hacer lo que se esperaba de ella, y optó por dar un giro totalmente comercial a su carrera con múltiples colaboraciones mercenarias al otro lado del Atlántico, incluida la de líder de la tribu de acogida de Leonardo di Caprio en La playa (Danny Boyle, 2000), donde ejercía de hostigadora sexual del joven efebo saludando por primera vez a audiencias decididamente planetarias.

Hace un par de años, Swinton, habitual del festivaleo europeo, llegó a declarar en la presentación de Quemar después de leer (Joel & Ethan Coen, 2008) en Venecia que no sentía ningún interés por el teatro (que le parecía del todo aburrido) ni por los guiones, sino únicamente por los directores. Dicho lo cual, y habida cuenta de que no habla nunca para la galería, tampoco extraña que no se comporte de cara a la misma. Incendiaria fue su aparición en la gala de los Oscar aquel mismo año cuando se presentó a recoger la estatuilla que la acreditaba como mejor secundaria del año por Michael Clayton (Tony Gilroy, 2007) acompañada del artista neozelandés Sandro Kopp, 18 años menor que ella; detalle insignificante de no ser porque quien se quedó cuidando a los niños en Londres fue su pareja oficial, el también artista, aunque algo más talludo, John Byrne, quien, según diversas publicaciones, bendice la relación a tres bandas en un trasunto acaso más intrincado que el protagonizado por Mikael Blomkvist con su editora y el marido de ésta en la muy vendida trilogía literaria Millennium.

Así que el sexo como motor de vida no es algo ajeno a Swinton, lo que nos lleva de nuevo a Yo soy el amor y al lounge del Hyatt, en el que explica cómo los sentimientos que la llevan en la ficción a sentirse atraída por Antonio, el chef amigo íntimo de su hijo Edoardo, “no pueden ser interpretados nunca como los de una mujer aburrida en busca de su sexualidad perdida, sino como parte integrante de su identidad y de una interioridad que así los anhela. El objetivo era sumergirnos en la idea de la revolución del amor, cuyo impacto es directamente proporcional al medio en que se produce. Como actores, somos animales, nuestra tarea es presentar un comportamiento animal, y los animales que se encuentran en una encrucijada, se comportan de una manera particular". 

El punto de giro en el que Emma decide poner su estática y mortecina existencia en tela de juicio es aquel en el que Antonio, un apuesto treintañero, le prepara un plato de langostinos con los que establece una desaforada conexión: "Estoy orgullosa de protagonizar, quizás, la primera escena en la historia del cine donde el amor a primera vista se establece entre una mujer y la comida, en lugar de entre una mujer y un hombre", y es que el orgasmo de Meg Ryan en la escena de la cafetería de Cuando Harry encontró a Sally (Rob Reiner, 1989) estaba claro que fue fingido. Bromas aparte, comida y sexo, desde El último tango en París (Bernardo Bertolucci, 1972), siempre han mezclado bien. “La comida es peligrosa, es un motor de energía. Recuerdo haber oído que el dinero es el motor de casi todas las cosas y, aun concordando con ello, creo que la comida también lo es”, remata.

Llega entonces el momento de la despedida, de apagar la grabadora y de volver a fijarse en la actriz, no ya como enunciadora de un discurso, sino como mujer extravagantemente distinguida y de nuevo resplandeciente. No se ocurren mejores palabras para abrochar la entrevista que las que utilizó para definirla en una ocasión Jim Jarmusch (director suyo en Flores rotas y también en la reciente Los límites del control): Tilda es la luz.

14 may 2010

En el psiquiatra con Oliver


Oliver Stone, hagiógrafo de caudillos, tiene la cabeza alborotada. Muchos demonios, seguro. No es mercenario a sueldo, sino un creador. Pocos lo cuestionan. Pese a no escribir todas sus cintas, tiene un discurso propio y no trabaja de encargo. Así, lo que sale de su cámara es una prolongación cristalina de su psique. Roguemos al señor. O no tanto, que se lo ha montado bien. Mientras el común de los mortales se gasta una media de 60 euros en sesiones de psicoanálisis, él recauda pasta por hacernos partícipes a todos de sus obsesiones. Este viernes presenta en Cannes la segunda parte de ‘Wall Street’ de la mano de su fetiche Gordon Gecko, el personaje de ficción más citado en reportajes económicos desde la quiebra de Lehman Brothers. 

La crisis es un trending topic y, a tenor de los buenos resultados de la precuela, puede que nos encontremos ante el renacer de Oliver, que lleva más o menos atascado desde que ‘Un domingo cualquiera’ (1999) se contara su último gran éxito. En caso contrario, va a necesitar una terapia larga, porque traumas, se le nota, le sobran. Nosotros nos adelantamos y le sentamos en el diván. Desconcierto, no sabemos por dónde empezar, pues Stone aqueja muchas patologías, así que comencemos por el principio cronológico del historial.

El paciente comienza a dibujar un cuadro disociativo importante casi al inicio de su carrera con ‘Platoon’ (1986). La que quería ser contrapunto realista a la más naif ‘Boinas verdes’ (1968), de John Wayne, acaba teñido de alboroto mental insoslayable para el soldado Charlie Sheen. No sólo duda de si odia más a los charlies o a su propio mando. También se debate entre papá Tom Berenger y mamá Willem Dafoe. Esquizofrenia con dos grados de complejidad, mal empezamos. No es la última vez que el sujeto de estudio padece un episodio semejante. En ‘Giro al infierno’ (1997), Sean Penn sufre similares alteraciones esquizoides agravadas con fuerte adicción al sexo focalizada en J.Lo.

Tres años más tardes encontramos una clara recaída. Si su alter ego Gordon Gecko (Michael Douglas), fue (es) un exitoso y megalómano tiburón de las finanzas en ‘Wall Street’ (mejoría moderada), el Tom Cruise de ‘Nacido el 4 de julio’ se convierte en todo lo contrario. También traumas de guerra y profunda depresión. Cuánto daño le hizo Vietnam al soldado Stone. Bipolaridad por contraste en corto espacio de tiempo.

No podemos dejar sin analizar sus biografías de presidentes, tan trufadas de disfunciones. ‘JFK’ hablaba de paranoia colectiva tras el asesinato de Kennedy en 1991. Y de ahí, salto mortal sin red para pasar a analizar a su rival electoral Richard Nixon. Resulta hasta absurdo pararnos a pensar en las patologías que asolaban al paciente durante aquel rodaje de mediados de los 90, pues el más impopular de todos los presidentes sencillamente aglutinaba todos los problemas posibles. Un interno tan complicado que haría perder la paciencia del galeno más curtido. A partir de ahí sólo se podía ir a por el más difícil todavía: ‘W.’ (2008) "Si fuera George Bush, me pegaría un tiro”, llegó a decir. Se aprecian instintos suicidas.

Pero mejor matarse que matar a los demás, como hacían Mickey y Mallory en ‘Asesinos natos’(1994), una cinta absolutamente lisérgica y alucinógena tan desagradable de ver que hasta el propio Tarantino (guionista del esbozo y príncipe de los psicópatas) renegó de ella por deslavazada y violenta. 

Aunque si hay que hablar de drogas y del estropicio mental que ocasionan, volvamos a 1991. ‘The Doors’, donde el autor bucea en la vida de Jim Morrison, es un biopic slow show marcado por la cadencia de un párpado que se rinde. El líder de le mítica banda se acercaba con tanta pachorra al perfil de border line que hasta que no vino Kevin Costner al rescate ese mismo ajetreado año a insuflar un poco de estrés, muchos pensaron lo peor.

Pero sigamos, que quedan páginas de historial. Tras la manía volcada en el histriónico entrenador de fútbol americano Al Pacino en 1999, el paciente experimenta una leve mejoría hasta 2003, en la que sugiere un síndrome de Estocolmo debido a su prolongada estancia cubana para rodar un documental con Fidel Castro, pandemia que más tarde afectaría al nacional Guillermo Toledo.

Pero obviando tendencias filopolíticas que no revisten mayor interés médico, vayamos, ahora sí, a Macedonia, siglo IV antes de Cristo. ‘Alejandro Magno’, aparte de no saber depilarse las cejas, llegaba a encapricharse sexualmente de su madre, quien, por mucho que estuviera interpretada por Angelina Jolie, no dejaba una madre y la suya una desviación edípica. La experiencia no fue positiva. Todos le dieron la espalda. 

Por ello, en un arranque de populismo, el paciente patriota se disfrazó de bombero para homenajear a los caídos del 11-S en ‘Worl Trade Center’ (2007). ¿El resultado? Depresión post trauma aunque leve mejoría taquillera y crítica, buena senda a seguir en pos de la recuperación definitiva. Gecko reloaded tiene el testigo y el público de Cannes, la palabra.

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Ver el artículo original publicado en El Mundo.

13 may 2010

Lost, ese descalabrado serial que ya muere por fin


Inmerso (por motivos académicos) como estaba en el mundillo televisivo cuando eclosionó hace seis años, fui uno de los primeros en fijarme en 'Lost'. No había todavía tradición de descarga en nuestro país, o al menos no muy arraigada, me tragaba 'Alias' y lo nuevo de Abrams de forma convencional. Y con bastante fruición, he de decir. Luego vino el maltrato televisivo y la multiplicación de posibilidades, y dejé de consumir según la tradición ortodoxa. Tanto daba, el caso era verlo. 

Con el superfluo circunloquio preambular quiero decir que no me subí al carro porque nadie me convenciera. No tuve que tragarme tres temporadas de golpe para ponerme al día. No hubo trauma por esa parte. Ni siquiera, como hizo mi amiga Andrea, hube de coger una silla y un vaso de agua para capear el maratón de 24 episodios que Digital Plus programó de manera consecutiva un día. Todavía no sé cómo pudo hacerlo.

Llegados a un punto, cuando me di cuenta de que nunca iban a solucionar los problemas de la isla porque, sencillamente, es una isla sin remedio, seguía descargando y visionando las sucesivas temporadas por el mero hecho de no quedarme fuera de juego. No fue esa puta manía de bajarme del carro cuando todos están arriba a modo de protesta reivindicativa de lo minoritario, es que daba una pereza insoportable. Pero era un trending topic y no se podía estar al margen. Por la fuerza de la inercia llegaba a trompicones al final de cada temporada enchufando cada capítulo como un cáliz. 


Cierto que muchos de ellos tenían elementos inquietantemente adictivos, pero como conjunto no funcionaba, se les iba de las manos. (Hubo momentos de genio como el giro del final de la tercera temporada, que reseteaba todo y ponía el contador a cero, pero eso, a la larga, era sólo humo negro). Una cosa es ser capaz de crear una atmósfera lynchiana (prueba superada) y la otra interesar por motivos legítimos. 

'Lost' no es una serie que vaya de nada. No creo que explique nada (y si explica algo, no lo hace bien). Dudo que albergue un plan maestro. Como decía el profesor de Will Hunting, cuando murió su amor, su corazón siguió latiendo porque podía. Lost sobrevive porque la gente quiere acabar lo que empieza (Me consta que si no fuera por una cuestión de prestigio de marca, en España, y puede que el resto del mundo, habría dejado de emitirse hace tiempo).

Ahora ya no queda ná. Tan sólo dos capítulos para que la cara de gilipollas mundialmente extendida sea una pandemia. Enfadado como estaba en febrero por el devenir de los acontecimientos y el suceder de las tramas, en la que un capítulo tras otro me parecían calcos indistinguibles (mortalmente insufribles sobre todo cuando los monográficos trataban de los dos chinos cudeiros, del iraquí terrorista -bastante políticamente incorrecto su diseño de personaje, por cierto- o de la embarazada tarada) me borré durante un par de meses, pero grupos de Facebook acosadores que hablaban del acento canario y de los delineadores oculares de Matusalén Alpert me hicieron retomar la marcha con el único aliciente de ver con cuál de los dos coñazos de antihéroes acababa quedándose la zorra.

Preveo un final rollo Resines, o,  mejor dicho, tres, que con eso vienen amenzando desde hace un par de semanas. Una manera (si se confirma) disléxica, tosca y destalentada de abrochar una historia que prometía un montón y acababa siendo un disparate. Como las tías que te entran en un bar con la clarísima intención de encamarse y acaban yéndose escopetadas cuando se dan cuenta de lo anormal que eres. Y te quedas con cara de tonto diciendo: "Pero si ha empezado ella".

PD. Yo voy con Desmond por la forma en que dice Brotha.
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Los habrá que no comulguen con una sola de las líneas que acabo de esputar. Para los fans, propongo esta increíble página aglutinadora de Wired.

Para los que la vean a trompicones o no sepan de qué va la vaina y quieran ahorrarse las cinco primeras temporadas, linko el siguiente vídeo chistoso de 8 minutos que convalida los 99 primeros episodios:

En ocho minutos, toíto.

12 may 2010

Sherwood 'all stars'

   
Aquí, el reportaje del elmundo.es sobre el cast ideal de un Robin Hood 2.0 que aglutine lo mejor de cada una de las adaptaciones hasta la fecha incluida la de Crowe & Scott que mañana se estrena.

Y a continuación un apéndice complementario descalabrado y especulativo...

[...] No podemos olvidar a la tropa de bandoleros y tunantes que ayudaban al carismático proscrito a hacer redistribuición de las riquezas en una especie de comunismo forestal y medieval. Si, por carisma, no ha habido otro fray Tuck como el de Curtiz y Keighley (1938), tampoco otro Little John como el Nicol Williamson de 'Robin y Marian' (1976), germen, no cabe duda, del hermanamiento filogay entre Frodo y Sam en 'El señor de los anillos'. Ha pasado toda una vida de penurias en Palestina y Francia junto a Sean Connery y los dos vuelven a disfrutar del reposo del guerrero en la Inglaterra que les vio crecer cazando venados y brindando al atardecer, pero, de repente, aparece en escena Lady Marian para cambiar de hoja de ruta.

Cuando vemos que, a la altura del clímax, Robin va a cruzar espadas con el preboste abusador, Marian, que es cuca y sabe de los peligros que conlleva levantar tan pesados mandobles con la cadera de un señor de 60 le dice al John de turno:
Marian (Audrey Hepburn): Tú eres el único al que hace caso. John, haré todo lo que digas. Me iré de aquí, pero impídele que lo haga. No le acompañes a luchar contra el sheriff. Díselo, tú eres el único al que hace caso.

Little John (Nicol Williamson): ¿Me pides que niegue algo a Robin? Siempre hemos estado juntos. Yo no soy nada sin él.
Marian: Yo quiero que viva. He dicho que me iré. ¿Qué más quieres de mí?

Un sacrificio romántico en el que Hepburn oferta su inmolación sentimental a cambio de que su amado viva. Y si tiene que encontrar la felicidad con un tosco rufián en vez de con ella, sea. Robin Hood como mito versátil para satisfacer a todos los paladares, sólo hay que elegir en la estantería de deuvedés para obtener el que más se adapta a nuestro estado anímico.

11 may 2010

Franco, el beatnik

(GQ España, mayo 2010)

Iván Ferreiro: "Soy el que ve la tele del pop"


Cinco años después de empezar a andar en solitario tras la disolución de Piratas en el punto más alto de popularidad y prestigio del grupo, el vigués Iván Ferreiro (nombre comercial que le engloba a él mismo y a su hermano Amaro, genio en la sombra) es uno de los pocos fenómenos musicales de nuestro panorama que puede jactarse de hacer lo que le da la real gana.

Tanto es así que, si con su anterior LP (Mentiroso mentiroso, 2008) dinamitó muchas de las normas de la ortodoxia mercantil de nuestro país regalándolo en su página web -con el beneplácito de Warner-, en esta ocasión ha querido presentar su cuarto trabajo, Picnic extraterrestre,  de manera insólita: tres conciertos consecutivos en Madrid un mes antes del lanzamiento (18 de mayo) para que el público atendiera a sus nuevas letras como si de una ópera se tratara.

Sus 12 nuevos himnos, carentes de estribillos, destilan la violencia y hermetismo acostumbrados y, sin embargo, este rey del pop, que dice haberse desnudado casi por completo partiendo del plano de la ciencia ficción, se siente más optimista que nunca en la frontera de la cuarentena.

Desconcertante táctica comercial la de presentar Picnic extraterrestre en directo sin que hubiera llegado a las tiendas...
Realmente no tengo un plan de marketing muy pesado. Habíamos terminado el disco, teníamos ganas de tocarlo y necesitábamos probar si funcionaba delante de la gente. La idea era dar un solo concierto, pero al final descontrolé y acabaron siendo tres (en la madrileña sala Joy Eslava los días 15, 16 y 17 de abril). Había puesto la fecha y no me daba cuenta de que el disco tardaba en fabricarse.  Son cosas absurdas que me siguen pasando.

En una ocasión llegó a declarar que algunas personas iban a ver a Piratas por razones que no eran las adecuadas. Con lo hermético que sigue escribiendo, el hecho de que el público coree canciones cuyas letras muchas veces no entiende, ¿no significa que lo está haciendo por razones inadecuadas?
Nunca sabremos si nos iban a ver por las razones adecuadas o no, pero quizá fue una chorrada por mi parte decir una cosa así. Ser músico no es sólo que uno comience a hacer canciones, las construya y las termine, sino también aprender a hacer un oficio, y tienes que darte cuenta de cómo los demás perciben esa historia.
¿Y en qué ha cambiado desde entonces?
Lo que intento ahora es escribir canciones que valgan para todos. Sigo procurando construir varios planos de profundidad, pero sin dejar de ser asequible para quien es adolescente y está aprendiendo las palabras. Mientras que en un momento determinado mi mala hostia me hacia desarrollar una fórmula que volviera todo muy oscuro, ahora me apetece que me entiendan.

Menos referencias que en el pasado al cine en las letras pero sí en casi todos los títulos. ¿En qué medida le influyen las películas?
En casi todo. Mi hermano Amaro y yo nos pasamos el día viendo cine y TV. Sin embargo, no nos interesa tanto el concepto de ir a la sala como lo que ponen en la TV, que nos afecta muchísimo.

En Farenheit 451 no para de hablar de los “hijos de puta”. No me va a decir quiénes son, ¿verdad?
Te lo explico encantado. La idea era hacer una canción hermosa que sublimara la mala hostia y el momento ese en que te cagas en todo, legitimar la pérdida de toda razón. Tenía que ser una verdadera falta de educación y, si no, no nos valía.

Pero, entonces, ¿hay algún “hijo de puta” en particular?
Hay miles y ninguno en concreto. Sin embargo, la canción creo que lo explica muy bien, que yo soy el que va metiendo el dedo en el culo a los demás y que hay momentos en los que uno está que no y se encuentra a punto de explotar. El título homenajea a Truffaut porque pensamos que la temperatura a la que arden los libros es un buen momento para llamarle hijo de puta a todo el mundo.

¿Es muy purificador gritar tacos en un escenario?
Claro, ésa es la idea. La gente viene al concierto y cantan como perros sus historias, y así como muchas veces decimos lo mucho que queremos a nuestra mujer, hay otro día que nos mola gritar lo mucho que nos gustaría follarnos a la vecina. El pop sirve para coger todas las emociones y sublimarlas. Llevarlas a un límite que sería intolerable en la vida real.

Parece huir vocacionalmente de los estribillos optando así por un trabajo de muy difíciles singles. ¿Cómo se cocina un disco así?
Generalmente trabajamos Amaro y yo, pero esta vez le pedí a Pablo Novoa que se uniera al equipo. Él se encargo de quitarnos las ferreiradas y armonizó todo mucho. Lo habitual es que Amaro tenga una idea, una pequeña estructura y algo de melodía para, a partir de ahí, trabajar los dos. Después aparecía Pablo, se llevaba la canción y nos la cambiaba de arriba a abajo. Nos decía: “La letra y la melodía están muy bien, pero a veces estáis con el mismo acorde una hora. Sois unos engañifes”. Él empezó a meter notas que creíamos que no existían. Pensábamos que sólo podíamos darle a las teclas blancas y él, de repente, metía algunas negras.

¿Y en cuanto a contenido?
Los tres discos anteriores hablaban mucho de nosotros dos en un plano aparentemente autobiográfico que a veces resultaba ser un poco mentira. Sin embargo, en éste nos apetecía llegar a nosotros a través de la ficción.

El primer LP lo promocionaron con videoclips amateurs; el segundo, con un cómic; y este tercero, con un teletexto cibernético (www.ivanferreiro.es). ¿Deja de ser músico y se convierte en artista multimedia?
No, no. Soy músico. Y ni siquiera sé si soy músico: soy cantante. Es muy triste la situación del negocio, que trata bien casi exclusivamente a los cantantes. Si eres bajista,  aunque seas el más capo no te dan mucha oportunidad…  Y yo, en concreto, juego un poco al pop y utilizo sus ingredientes habituales, que son los que forman parte de la memoria colectiva de los demás. No hay que ser un artista multimedia para controlar de cómic. Es comprar un número de Spiderman y leerlo.

¿Es el intelectual del pop?
No, qué va, hay gente mucho más intelectual que yo por ahí. Yo soy el que ve la tele del pop. Toda la cultura que yo tengo es cultura de la tele.

El aplauso a Relax (Piratas; Warner, 2003) fue unánime. Y entonces decide marcharse. Según se publicó, fue una decisión “para tocar los huevos”.
Ni fue una decisión mía ni fue tan así. En el presente las cosas parecen más míticas o estructuradas de lo que en su día fueron. En su momento el grupo se acabó porque ya no había motor. Creo que no fue culpa de nadie, que los grupos tienen una duración y que cuando la mitad de los componentes tienen hijos y familia, surgen una serie de circunstancias que hacen que, de repente, cinco tíos ya no anden tan sincronizados.

La sintonía con Amaro, por los lazos que les unen, ¿prevé que va a ser duradera y sólida?
La relación con mi hermano empieza en un sitio muy distinto. Los Piratas no éramos cinco colegas que montan un grupo, sino cinco tíos que encuentran a alguien que está dispuesto a ensayar los sábados en lugar de tomar una copa. Éramos gente muy diferente de ambientes muy diferentes que estuvimos  juntos mucho rato y que lo pasamos muy bien. En el caso de mi hermano, cuento una confianza plena que hace que nunca existan suspicacias.

El primer verso de Paraisos perdidos  dice: “Tengo la sospecha de que todo lo que empieza acaba mal”. ¿Los frontera de los 40 años (los cumple en agosto) trae pesimismo?
Creo que es al revés, que éste es un disco muy optimista. Lo que trato de decir es que muchas veces la gente está triste porque busca lo que no tuvo. Hay una idealización del amor a cualquier tiempo pasado cuando es cierto que el mundo está hecho una mierda, pero seguro que se vivía peor en 1623.

Al principio de Piratas le comparaban con Coque Malla, más tarde con Radiohead; ahora, ¿qué?
Creo que está Radiohead todo el rato, pero también Calamaro, Sabina, Josele Santiago, The Smiths  y The Beatles. Aún así, ninguno de los tres discos anteriores tuvo referencias y precisamente porque no buscaban nada eran demasiado Iván. Estaba descubriendo quién soy después de 13 años con Piratas, qué tipo de canciones hacía. Y en Picnic ya lo sé.

10 may 2010

Orgullo negro, piel canela


Ayer murió en Nueva York la actriz nonagenaria Lena Horne, lo que sirve de excusa para recorrer Hollywood desde los años 40 hasta la actualidad parando en todas las actrices de color que han marcado época.

Para leer el artículo en elmundo.es, pincha aquí.

¿Qué hacemos con Julio?


Comienzo colaboración con elmundo.es. El primero de los artículos del que me he encargado es referido a Julio Medem, que el pasado viernes estrenó 'Room in Rome', un paso adelante con respecto a Caótica Ana, pero aún muy lejos de sus bonitos poemas filmados en los 90. La estructura es un juicio sumarísimo. ¿Le salvamos o le condenamos?

Para leer el artículo en elmundo.es, pincha aquí.

8 may 2010

Anna Simón: "Tengo una vena un poco payasa"


Fue hace dos años que esta periodista rubia de ojos verdes saltó a la palestra junto a Quequé con el programa Éstas no son las noticias después de ser una de las más destacadas presentadoras de Call TV vistas hasta la fecha. Después vendrían 'Telecinco, dígame', 'Tú sí que vales' o 'La jaula', estos dos últimos ya en Cuatro, cadena que apuesta fuerte por ella desde el pasado lunes para copresentar junto a Florentino Fernández 'Tonterías las justas', un producto que muchos han apuntado ya como alternativa a 'Sé lo que hicisteis'.

"'Tonterías las justas' no es otro 'Sé lo que hicisteis'. Son dos programas distintos con dos equipos que tienen diferente sentido del humor. Y creemos que hay pastel para todos. Aparte, piensa que Florentino empezó en 'El Informal', en el que tuvo muchos años de éxito”, argumenta la presentadora. Precisamente para Flo, con el que comparte plató durante la hora y media que dura el programa sólo tiene palabras de admiración: “Estoy aprendiendo muchísimo de él. Lleva 15 años en televisión y cada día me enseña algo nuevo. Además, es igual de divertido fuera del plató. En las comidas lo pasamos fenomenal”. 

Pero no están solos, el programa diario, que comenzó a emitirse el pasado lunes con toda la expectación del mundo al tener a Pepe Navarro de invitado estrella, cuenta también con la colaboración de Romina Belluscio y Paula Garber, que “saldrán todos los días a la calle en busca de sketches y reportajes”. Pero si con alguien se encuentra “hipnotizada” Anna es con David Martínez, quien “entrará y saldrá del plató todo el rato con libertad”: “Tiene una lista de más de 200 imitaciones. Yo también hago alguna, pero soy bastante mala”, confiesa. “Mi función será dar las noticias de actualidad conteniéndoles tanto a él como a Flo para que no descontrolen demasiado”, ríe.

Según asegura, su programa “busca un trocito del pastel de la audiencia de la franja post telediario” en la que su cadena busca el éxito que no ha encontrado desde 'Fama'. Y la mejor manera que se les ha ocurrido para contrarrestar todo lo malo que sale en las noticias es “mirar la actualidad con sentido del humor”.

(Supertele nº947)

7 may 2010

El experimento nada experimental de Wes Anderson, altamente sofisticado

 'Fantástico Mr. Fox' (Wes Anderson, 2009)

Si tengo que definir a 'Fantástico Mr. Fox' sería como sofisticado. Sofisticado él, sofisticada la película. De arriba a abajo, de delante a atrás, hasta en acróstico sofisticado.

Owen Wilson interpreta al entrenador Skip. En realidad casi toda la troupe repite. Tenemos a Bill Murray Jason Schwartzman, Willem Dafoe y a Michael Gambon. Se echan tan sólo de menos en la cuadrilla a Gene Hackman y a Anjelica Huston (curiosos y atinados cabezas de familia pretéritos), sustituidos por los algo más comerciales pero igual de solventes George Clooney y Meryl Streep.

Fíjense si es una película personal dentro de la impersonalidad que puede entrañar el adaptar un texto ajeno, que parece que fuera Roald Dahl (muerto en 1990) quien atendiera en el diván a Wes Anderson  durante mucho rato, puesto que 'Fantástico Mr. Fox'' (el relato), que en el año presente cumple medio siglo, no es más que una animada puesta al día de los temas en que siempre ha buceado el director tejano. El padre, ese bicho raro.

Iba a convertirse en la 'Pesadilla antes de Navidad' de Anderson debido a los múltiples reproches y acusaciones de haber dirigido la cinta por mail vertidos sobre él. Henry Selick, presente durante toda la producción de aquel gótico musical acabó atribuyéndose la autoría del mismo. Da igual, del mismo modo que aquélla era puro Burton, ésta podría estar firmada por Perico el de los Palotes y aún así no dejaría de ser la piedra angular de un maestro consolidado. Si Anderson era autor desde su segunda cinta ('Academia Rushmore') ahora se ha convertido en AUTOR, significando dicho apelativo: "Director que es capaz de crear un cierto aroma".
Siempre es duro competir con Pixar en la puja por el Óscar a la mejor cinta de animación. Este año, con 'Up' en la pelea, no había mucho que hacer. Tampoco demasiado que reprochar, si bien la crítica (sobre todo la desprendida de los usuarios de redes sociales) la ha puesto a la misma altura.

Tiene el handicap de ser una película animada no versátil. No es, ni mucho menos, un producto para niños con doble lectura incorporada, sino una película para adultos que quieren convalidar dos sesiones de psicoterapia referida a traumas infantiles con el precio de una entrada. En ese aspecto es barata.

Incluso varios meses después de verla (a España ha llegado con medio año de retraso) muchas de las escenas quedarán tatuadas en la retina. Impagable ver cómo los protagonistas se ponen a bailar de manera inopinada en una crítica feroz a todo el género musical y a las obras de Disney más concretamente.

Cada una de las escenas en que se divide el metraje es una obra maestra de concisión con su presentación nudo y desenlace. Una sucesión de cortos realmente prodigiosa.

Atención a la voz de Clooney. Él ES Mr. Fox. Prohibido verla en versión doblada.

Da gusto comprobar cómo no era un capricho de chico raro meterse con los dibujitos. Parecía una boutade made in Cameron, pero es que el texto se adaptaba. Da horror pensar la patata que habría salido si se hubiera intentado la adaptación a carne y hueso.

Amigos, esto es todo. Los que no la hayan visto, corran a los cines, y los que sí hayan tenido la suerte, repitan: Aguanta el revisionado.

Tráiler de 'Fantástico Mr. Fox'.

Valoración: 9/10

Estreno: 23 de abril de 2010

3 may 2010

Zooey necesita subordinadas para comerte la moral

'All the real girls' (David Gordon Green, 2003)

David Gordon Green (director de la divertida aunque irregular 'Superfumados' y proyecto de Terrence Malick de la comedia romántica en sus inicios) se sacó de la chistera en 2003 una obra maestra de la alcantarillez relacional titulada 'All the real girls', germen inconfeso de '(500) días juntos', su referente desconocido, todo un milagro, más teniendo en cuenta que todos los pajilleros del país corrieron a bajarse la filmografía de Zooey una vez entonado su canto de cisne pop el pasado otoño. No obstante, no restaré méritos a Summer; la de Marc Webb me sigue pareciendo una película preciosa aún con la perspectiva que otorga el tiempo.

Pero volvamos a 'All the real girls' (SPOILER COMO UNA CASA QUE DURA TODO UN PÁRRAFO), en la que el protagonista, el peripatético Paul Schneider, un camaleón al que lo mismo le da hacer de tipo corriente y algo calzonazos que directamente de retrasado mental (Will Ferrell y él parecen primos hermanos), interpreta al galán pueblerino que enamora a Deschanel, todo un soplo de aire fresco (como cada vez, vez tras vez) en la región. Le compra algodón dulce, la lleva al cine del pueblo, la lleva al bar de carretera a tomar chucrut, la lleva a dar paseos descalzos por el parque, coño, si hasta la lleva a los columpios a ver si dándole impulso desde atrás le puede tocar el culo sin que se revuelva. Pero nada, el proyecto de Summer es casta, pura e impenetrable. (En la cinta en que compartía protagonismo con J.G.L. era bastante penetrada pero la idea es la misma: "Me tienes ahora, pero no me tendrás mañana"). Lo peor del percal es cuando la gachupina se emborracha un día, se deja bajar las bragas por el primer capitán de fútbol americano que se encuentra en un guateque y todos sus altos ideales de castidad se van a la mierda sin haber valido de nada. Para ese momento ha recibido tantas presiones por parte del santurrón de Paul que por mera so pibez decide darle la flor a otro sólo para demostrar que es suya.

Tráiler de 'All the real girls'.

Quiere al panoli, de eso no hay duda, sólo que no está enamorada de él. Y no es que la podamos acusar de calientabraguetas en ninguna de las dos ocasiones, sólo de no renunciar a lo que le apetece en ningún momento sin atender a los daños colaterales. Noel/Summer (Zooey) es lista  (ésa es la razón, entre otras, pero la principal, por la que enamora a Paul y a Joseph) y se da cuenta de todo. Ése es su pecado. Lo que cabe reprocharle, por lo que merece ser quemada en una hoguera en la plaza del pueblo es por ejercer su influjo irrenunciable sobre los tontos y los desheredados, que la buscan en un comienzo, pero poco, conscientes de sus nulas oportunidades de éxito y luego se ven cargados de autoestima sin atender a que el cortejo efectivo no ha sido más que una inyección de ego para ella y un salto con triple pirueta y sin red para ellos. Consecuentemente, se parten su cuello de gilipollas tras la caída.

Tráiler de 'Live free or die' (Gregg Kavet & Andy Robin, 2006)

Todo este preámbulo exorcizante para presentar 'Live free or die', un subproducto indie de nulos avales al margen de la nueva coincidencia en el cast de Schneider y Deschanel. Él hace de autista con flequillo romano y ella de hermana dominante. Ni una sola vez atisbamos el potencial perturbador y sexualmente dañino que atesora la actriz puesto que no tiene más que un papel de relleno seguro debido a amistad o a un favor. Ni siquiera está un poco chalada ni muestra síntomas de excentricidad. Zooey es un puto mueble.

Con vaqueros oscuros subidos hasta las tetas, muy al estilo que vende en su grupo musicovocal She and Him, pero sin decir ni una sola de las frases subordinadas que hacen que todos los adolescentes de este planeta, y de otros aledaños, hayan querido empeñar las joyas de la familia para presentarse en su apartamento del Soho (ni idea, pero le pega tener uno) y decirle: "Summer, lo que quieras. Úsame, quiéreme o mátame, pero lo que quieras, prenda". Es entonces cuando ella sonríe maliciosa y te deja pasar. Y los dos sabéis cómo acaba el asunto: Tú con una piedra atada al pie en lo alto de un puente y ella limándose las uñas y cantando 'Why do you let me stay here' con voz de gato.