30 sept 2010

Adriana Ugarte: "Soy bastante descerebradilla"


'La señora' ya no es 'La señora'. Pero de lo que no cabe duda es de que Adriana Ugarte sigue siendo una auténtica señora. Joven y luminosa como prueban los 25 añitos que marca su DNI y reina de la noche subida a unos inmensos tacones y ataviada con una impresionante túnica de raso negro y escotada en pico hasta la cintura donde un dorado cinturón envuelve a la diva. 

 Cuesta, León, Ugarte y Goenaga.

Acaba de proclamarse ganadora del Premio L’Oreal al mejor talento joven del cine español por delante de las también guapísimas María León, Bárbara Goenaga e Inma Cuesta, a lo que ella, con modestia sincera, quita toda importancia: “El premio en sí mismo es una tontería, lo importante ha sido haber pasado el día al lado de estas tres mujeres como ellas”.

Premio de belleza, ¿cómo lo valoras?
Lo bueno de este premio es que, a diferencia de otros años, ha cambiado un poquito y, aparte de belleza, ahora valora también el talento y el esfuerzo y entiendo que es un reconocimiento a nivel global, por lo que resulta muy bonito.

Heredas el premio de Blanca Suárez, que ahora trabaja con Almodóvar, ¿esperas repetir su suerte?
Pues lo cierto es que no lo pienso. Yo quiero tener mi vida y mi camino e intento no programar nada en mi carrera porque ya soy muy cuadriculada en mi vida real. Eso sí, prefiero llegar a los sitios con buen pie que llegar pronto.

Fue mucha responsabilidad ser la cabeza visible de un proyecto de tanto calado como ‘La señora’?
La verdad es que al final fue una serie bastante coral. A aunque yo interpretara a ‘La señora’, todos los personajes eran muy importantes.

¿Has sufrido fenómeno de despresurización tras dejar el rodaje o más bien nostalgia?
Necesitaba hacer trabajos más cortos y más pequeños antes de meterme a la carga que me meto ahora. Lo próximo son cinco capítulos de ‘Hospital Central’ que se emitirán supongo que para el mes que viene.

¿Cómo es tu personaje?
Soy una cooperante que va a Perú con una ONG que se llama Global Humanitaria, que es precisamente a la que dono el premio de L’Oreal. Es un personaje que se embarca en la búsqueda de Laura (Diana Palazón), que se hallaba secuestrada. Casi todo el rodaje fue tipo road movie conduciendo Jeeps. Muy divertido.

¿Compartes el arrojo de esa mujer que conduce jeeps?
Bueno… (risas)… soy bastante descerebradilla. Si algo me da la intuición de que me tengo que lanzar, me lanzo.

Alguna locura que no habrías hecho si lo hubieras pensado mejor…
Ah, no. Las que he hecho, las habría hecho todas.

No es la primera vez que sales en la serie…
Con 17 años hice un capítulo, tres capítulos con 23 años y ahora con 25, cinco. Tres veces y tres personajes distintos. ¡Ele!

¿Más proyectos a la vista?
Empiezo el 4 de octubre a rodar ‘Lo mejor de Eva’, dirigida con Mariano Barroso y coprotagonizada por Miguel Ángel Silvestre y Leonor Watling.

¿Podemos decir entonces que ‘La señora’ se pasa al cine?
No, qué va, qué va. No pongas eso. Me encanta la tele. Además en enero me voy seis meses a la India a rodar una miniserie de 8 episodios que se llamará ‘La princesa de Khapurtala’ y que dirigirá Manuel Astudillo (‘Un burka por amor’). 

Supertele nº968 (02 - 08 octubre 2010, pág. 15)

29 sept 2010

Los 96 segundos más conmovedores de la historia del cine

'Beautiful Girls' (Ted Demme, 1996)

Kazan para los que trabajen; 'Novecento' para los que no

 Arriba, Brando en 'La Ley del silencio'. Abajo, Depardieu y De Niro en 'Novecento'.

Hay temas como el fútbol que el cine ha tratado casi siempre con torpeza. Debido a sus cortos resultados y a la épica casi inverosímil que se le habría de exigir al equipo de los buenos para empatar y anotar además el gol definitivo, todo en el último minuto, directores solventes, a excepción de John Huston, no han solido pringarse en semejante lodazal. Algo parecido pasa con la política española, acerca de la cual confesaba hace pocos días Fernando León que "no es tan interesante como la de fuera". Ambos, como botones de muestra, son terrenos yermos.

No ocurre así lo mismo con la esfera sindical, el asunto del día hoy, debido a la huelga general, que ha tenido al menos dos películas históricamente relevantes y de unánime y reconocido prestigio. A favor de las asociaciones de trabajadores, el italiano Bernardo Bertolucci firmó la odiseica 'Novecento' en 1976, 22 años después de que Elia Kazan intentara purgar su rajada anticomunista con la magnífica 'La ley del silencio'. Sí, la que ponía en tela de juicio la honestidad de los sindicatos.

Una prosindicalista, la otra antisindicalista. ¿Cuál es mejor? Decidirlo es tan sencillo o tan complicado como decidir si hoy se va a trabajar o no. Esta vez, el partido es a cinco sets.

Interpretaciones

En un lado de la balanza tenemos, posiblemente, al mejor actor de todos los tiempos, Marlon Brando, en su cénit, ejerciendo de ex boxeador sonado pero de buen corazón, metido a estibador delator. Hay quien afirma que la bestia humana jamás lució más guapo. Y tampoco estuvo más solvente, pues esta interpretación le valió un Oscar como actor principal.

Enfrente, dos talentos igualmente salvajes como Robert de Niro (casualidades de la vida, el joven Vito Corleone) y Gerard Depardieu, en asombrosa buena forma física, en la piel de los nietos del terrateniente (Burt Lancaster) y del asalariado (Sterling Hayden) originales, respectivamente.

¿Condenados al 'tie break'? Sí, pero, si tenemos en cuenta los satélites que planean alrededor de los protagonistas, Eve Marie Saint como novieta de Brando, debutante y merecedora del Oscar a la mejor actriz secundaria, además del párroco Karl Malden, también candidato, habrá que dar el último punto a 'La ley del silencio'. Set antisindicalista.

Estética

En cuanto a la dirección artística, las armas son las mismas: cantidades de muchedumbres enfervorecidas a ambos lados de la contienda y decorados y localizaciones irreprochables; lo que nos deja otra vez en empate. Como en el apartado musical tampoco sabemos si tirar por la opción de Ennio Morricone ('Novecento') o por la de Leonard Bernstein ('La ley del silencio'), pedimos atención al juez de silla en una controvertida bola final referida a la fotografía. Así, el tecnicolor setentero de Vittorio Storaro (que retrató la finca y población vecina -microcosmos metáfora de todo el país transalpino- donde se desarrollan 45 años de lucha social), fue visualmente satisfactorio durante un tiempo, pero no ha envejecido justamente a ojos del espectador moderno.

Todo lo contrario que el elegantísimo y eterno blanco y negro de Boris Kaufman, que le valió el Óscar. Ganan los antisindicalistas de nuevo por un pelo.

Política

El hecho de que, en 1999, media platea del Shrine Auditorium no se levantara para aplaudir el Oscar honorífico concedido a Elia Kazan habla del escozor que sigue provocando la delación que hizo de varios de sus compañeros más o menos comunistas al Comité de Actividades Antiamericanas a mitad del siglo pasado, hecho del cual quiso redimirse con 'La ley del silencio', lo que no la convierte en menos brillante, pero sí en sospechosa de autoindulgente y panfletaria.

¿Y 'Novecento'? Está clara la vocación filosindical por parte de Bertollucci debido al juicio sumarísimo que hace de los camisas negras personificados en el repugnante Donald Sutherland. También hay un molesto nosequé demagógico y maniqueo cuando acaba por poner en boca de los terratenientes frases como: "La huelga es una arbitrariedad intolerable y va contra los principios cívicos"; y en la de los agricultores, otras como: "Los esquiroles son cerdos que van a trabajar en la huelga porque son más pobres e ignorantes que nosotros"; o, ya consumada la huelga: "Nunca pensé que vería esto: ricos trabajando y sudando y nosotros sentados en un árbol con la panza al aire".

El peor set para los dos contendientes. Al final, gana Bertolucci por universalidad.

Épica

La épica de ambos relatos se aprecia sobre todo en sus respectivos tramos finales. Nos ponemos en manos de Brando, cuando finalmente es aceptado por sus compañeros estibadores, que ya le perdonan su desliz, en una puesta en escena que recuerda en mucho al "Todos somos Espartaco"; y en las de Depardieu, cuando perdona la vida a De Niro al grito de "El patrón ha muerto pero Alfredo Berlinghieri vive. No tenemos que matarlo porque él es la prueba viviente de que el patrón ha muerto".

Son minutos de gran juego en las dos películas, pero la mezcla de música y calor humano que pone a trabajar Kazan, apelan a un mapa de emociones más amplio. Otro set para él.

Relevancia

Mientras que 'La ley del silencio' sigue considerándose una de las películas capitales de la historia del cine y un digestivo clásico que recomendarle a cualquiera con la misma garantía de éxito que 'El apartamento' o 'El buscavidas', tragarse los 320 minutos de 'Novecento' de una sentada computa más como penitencia que como placer. No en vano, el propio Bertolucci reconoció que su cinta "no fue concebida como entretenimiento". Es como elegir entre 'El guardián entre el centeno' y 'Ulises', depende de la capacidad de sufrimiento y de lo que se quiera fardar.

--
Lee el artículo original en El Mundo.

28 sept 2010

Van sin cuidao

 Foto vía @mimapamundi.

La gente en México conduce como gilipollas. Esta foto me ha recordado a una bonita peli que vi la semana pasada en Donosti y que ya pueden degustar en salas comerciales. Titulada 'Carancho', es un thriller dirigido por el habitualmente más pausado Pablo Trapero y viene a ser una mezcla entre 'Crash', la buena; 'Crash', la mala y 'Amores perros'.


Protagoniza, como ya es costumbre, su mujer, la diva argentina Martina Gusman, a la que entrevisté el pasado miércoles. Pronto, en el Pastel de Manzana.

Martina Gusman en la terraza del María Cristina (22-09-10).

27 sept 2010

Mi momento favorito hasta el momento

 
Tori Amos canta 'I don't like Mondays' en el minuto 39 del capítulo 4x02 de 'El Ala Oeste'. Monstrua.

El minuto 39 de 'El Ala Oeste de la Casa Blanca' es un cabrón hijoputa porque siempre me hace llorar. Así llevo cerca de cinco temporadas porque un recelo estúpido que hizo que me la figurara como la competencia antipática de 'Urgencias' me alejó de ella demasiado tiempo. 

Hace poco contaba que Donna era uno de mis personajes favoritos de la serie, pero ni punto de comparación con la suficiencia inteligente y humilde de Sam (Rob Lowe). Le da la réplica al final del vídeo el estratega Bruno Gianelli (Ron Silver), también mi episódico predilecto de largo.

Pte. Joshia Bartlet: Más que cualquier momento de la historia reciente, el destino de América no es de nuestra elección. No buscamos, no provocamos una agresión sobre nuestra libertad y nuestro estilo de vida. No esperamos ni alentamos una confrontación con el mal. La medida de la fuerza de las personas se juzga en estos momentos cuando llegan.

Cuarenta y cuatro personas han sido asesinadas hace un par de horas en la Universidad del Estado de Kennison. Tres nadadores del equipo masculino han muerto, dos están en estado crítico. Oyeron la explosión de sus instalaciones corrieron hacia el fuego para ayudar a sacar personas. Corrieron hacia el fuego.

Las calles de cielo están llenas de ángeles esta noche. Son nuestros estudiantes y nuestros profesores, nuestros padres y nuestros amigos.

Las calles de cielo están demasiado llenas de ángeles pero cuando pensamos que medimos nuestra capacidad ante los desafíos miramos hacia arriba, y recordamos que esa capacidad debe ser ilimitada. Es tiempo para héroes estadounidenses. Haremos lo que hay que hacer. Conseguiremos algo fenomenal. Es tiempo para héroes estadounidenses y alcanzaremos las estrella.

Dios los guarde en su memoria. Dios os bendiga. Que Dios bendiga a los Estados Unidos de América. Gracias.

Bruno Gianelli: ¿Cuándo escribiste la última parte?
Sam Seaborne: En el coche.
Bruno Gianelli: Monstruo.

25 sept 2010

Peter Mullan eleva San Sebastián

El director Peter Mullan.

La historia del palmarés de San Sebastián casi nunca se escribe con palabras amables de un tiempo a esta parte. La unanimidad de juicio entre jurado y acreditados computa como entelequia con ejemplos tan sangrantes como el vacío que protagonizó el año pasado a 'El secreto de sus ojos', a la postre Oscar a la mejor película extranjera de 2009.

Hace 365 días pues, el delicioso thriller romántico de Campanella planeaba con suficiencia por encima de un resto de contendientes entre las que se encontraba la china 'City of Life and Death', ¿merecedora? de la Concha de Oro y desapercibida en su posterior estreno comercial.


1) No obstante, y a pesar de los pitos a la hora de recitar a algunas de las premiadas este sábado, es justo decir que no ha habido desaguisado total este año. Se lleva a Escocia el premio gordo el lozano Peter Mullan, quien, con su drama social adolescente 'Neds' partía como favorito en las apuestas iniciales de GQ (una medalla que podemos colgarnos aunque opináramos casi a ciegas). El tipo es un puñal festivalero. Ya su debut 'Orphans' mojó en la pedrea de Venecia 98, éxito que se vería multiplicado cuatro años después con el León de Oro en la misma plaza, como dorada es esta Concha donostiarra. 

No duden en apostar sobre seguro cada vez que contienda en un certamen. El tipo conoce la fórmula. Es una decisión inteligente el haber premiado a alguien de su talla y repercusión. Cada vez que se comparaban a finales de año los palmarés de los distintos festivales de serie A, San Sebastián palidecía con respecto a Cannes, Venecia o Berlín, cosa que no ocurrirá en 2010, al menos por entidad apriorística. El Zinemaldia gana más premiando a Mullan que Mullan condecorándose.

Los niños de 'Pan negro'.

2) El cine español ha sido muy bien reconocido en esta edición. De las controvertidas cuatro propuestas nacionales que competían en la cita ('Elisa K', por su caprichosidad narrativa; 'Aita', por su epidérmica nadería; 'Pan negro', por recordar por enésima vez la Guerra Civil, y 'El gran Vázquez', por su perfil absolutamente antifestivalero), las tres primeras se han llevado un gato al agua por cabeza. 'Elisa K', el premio especial del Jurado en virtud a "su retrato de la violencia a la que se ven expuestos los inocentes en la vida cotidiana"; 'Aita', por su irreprochable fotografía digital y 'Pan negro', por contar entre sus filas con la mejor actriz de todas, la catalana Nora Novas

Algunos bromeaban en la fiesta del viernes por la noche haciéndose eco de un rumor falso que situaba a Santiago Segura como mejor actor por interpretar al vividor Manolo Vázquez. Pues bien, ese chiste tenía más gracia que la película entera y la justicia cósmica decidió que fuera el joven Connor McCarron ('Neds' de nuevo) el justo ganador de la Concha de Plata.

Consultar aquí el resto de ganadores.

Paul Giamatti y Dustin Hoffman.

3) De las películas que pronto degustaremos a escala nacional destaca el premio TCM del Público concedido a la americana 'Barney's Version', una especie de biopic agridulce e irregular (y largo), que, sin embargo, volteó las tablas clasificatorias con su proyección el último día. Sus valores: Paul Giamatti interpretando a una especie de 'House' arrastrado por románticas pulsiones y Dustin Hoffman rayando a una altura cómica digna de actor secundario oscarizable. Si bien su guión es errático en la estructura, es innegable que atesora muchas líneas de diálogo brillantes. Cuenten con ella para la cosecha de premios de la próxima primavera.

A rebufo de ésta, también entre las Perlas Zabaltegui repescadas de otros festivales, destacamos especialmente 'Exit through the gift shop' (nuestra favorita), el 'mockumental' dirigido por el artista urbano Banksy y 'Happythankyoumoreplease', bienintencionada, naif e inteligente propuesta de Ted Mosby desempeñando labores de director. Si sumamos 'Buried (Enterrado)' a la terna y recomendamos cualquiera de ellas a nuestros amigos, tendréis unas cañas de vuelta aseguradas.

José María Yazpik y el niño marisabidillo de 'Abel'.

4) Y para acabar, otro de los fenómenos de la cita: 'Abel', debut en la dirección (de ficción) del actor mexicano Diego Luna, una bonita fábula acerca del rol que cada uno de nosotros desempeña en la familia. El joven protagonista que da título a la cinta padece una especie de autismo silencioso que supera cuando, de vuelta del psiquiátrico, asume el papel de su padre ausente. Tener nueve años y echarse a las espaldas a una familia desfavorecida al completo es todo un tour de force del que Luna ha salido airoso con el premio Horizontes Latinos y el de la Juventud. Se estrena el día 1 de octubre en toda España, así que, los que quieran estar a la última, que vayan sacando sus boletos.

--
Lee el artículo original en GQ.com.

24 sept 2010

En todos los países sabemos hacer cine iraní


Hay un Celebrity de 'Muchachada Nui' dedicado a Lars Von Trier en el que Joaquín Reyes critica el modelo creativo del director danés inventándose un argumento para una posible película futura suya. A saber: “Es la historia de una niña huérfana que vive con su yayo, el cual es devorado por uno oso panda. Después hay un fundido a negro y el resto de la cinta consiste en tres horas de un chorro de agua cayendo gota a gota hasta formar un charco a ritmo: Chop-chop-chop… chop”. O casi.

Lars Von Trier es un director festivalero y, como tal, si bien prefiere que sus películas sean vistas por la mayor cantidad de gente posible, de no seducir finalmente a las grandes audiencias, su trabajo ya está hecho cuando los 1.500 críticos acreditados en un festival como el de San Sebastián opinan a la salida de su proyección, sin despojarse aún de sus gafas de pasta, que la gota serena es todo un hallazgo dinamitador de la sintaxis cinematográfica imperante hasta la fecha y que 'Yayo Panda' es la película más importante de los últimos 17 años y medio.

No ha habido planteamientos tan desquiciados durante la celebración del festival donostiarra que pronto tocará a su fin, pero si cuatro cintas a concurso que han conseguido que los paladares menos selectos se hayan revuelto en su butaca desesperados al darse cuenta de que ciertos planteamientos de 85 minutos de reloj pueden convertirse en horripilantes experiencias cercanas a una eternidad en el infierno. No sólo algunos han roncado. Juro que he visto a críticos noveles intentando cortarse la yugular con la acreditación.


'Aita', del director José María Orbe, proyectada ayer al gran y sufrido público, es la historia de una casa en ruinas a la que se desplaza su restaurador, un anciano vasco de discurso roñoso que de vez en cuando se toma un txakolí con el cura local. Durante la hora y media de proyección, los arbitrarios planos descriptivos (casi siempre consistentes en fijar la cámara en un trípode en cualquier esquina del inmueble para atender atónitos al trepidante ascenso de una araña de campo por una pared de ladrillo visto) se ven salpicados por las conversaciones que mantiene el cura del pueblo con el anciano señor. En ocasiones uno pela una patata a tiempo real; en las restantes, el otro pela un corcho ayudado de una navaja pequeña, también a tiempo real. Y cuando ambos comparten plano durante 10 minutos sin decir nada, hay ocasiones en las que casi se pueden adivinar sus pensamientos. Esperas impaciente a que uno de los dos tome la sartén por el mango y se desmarque con un “Pues sí, pues sí”. 

Según Orbe, “la película no tiene dirección artística puesto que nadie alteró la casa ni un ápice”. Además los guiones no fueron escritos, sino cedidos a la creatividad de los protagonistas. “Yo les decía cosas del tipo: ‘Va a llover, hablad del tiempo’”, confesó Orbe sin pudor. Autor. De cualquier modo le falta una pizca de valentía a la propuesta. Hay una escena en la que el señor mayor es enfocado de lado buscando sin éxito una llave inglesa en un armario empotrado. Son seis minutos de frustración que podrían haber dado para una película por sí mismos. Eso sí sería Dogma.


'Amigo' es el título de la cinta del director indie neoyorquino John Sayles y, además, el apodo de un lugareño filipino erigido en cabecilla de una aldea invadida por los estadounidenses durante la guerra que ambos países mantuvieron a finales del siglo XIX. Él es el nexo negociador entre los paisanos y los soldados invasores. Para que se hagan una idea del problema de esta cinta, su naturaleza iraní proviene de la incompatibilidad lingüística que se establece entre agresores y agredidos. Unos se expresan en portugués y los otros en inglés sin enterarse ni papa de lo que dice el otro y, aunque hablan y se responden, la conversación es doblemente unidireccional. "You say potato, I say tomato". 


Y así durante 128 minutos.


'Elisa K' no es la segunda parte de 'Melissa P' ni de 'John Q', sino una de las nacionales a llevarse la Concha de Oro. Rodada en blanco y negro durante 45 minutos y en color durante los 30 últimos para subrayar la fractura entre el pasado y el presente, habla de una violación sufrida por la niña Elisa a los 11 años y olvidada inmediatamente por culpa de una hipnosis traumática. Por si fuera poca la radicalidad de la propuesta, una machacona voz en off explica paso por paso, como si de un libro leído a tiempo real se tratara, cada una de las acciones que llevan a cabo los personajes. Por supuesto, es una película sin final. Ray Loriga explica en su último libro 'Sombrero y Missisissippi' que durante un tiempo los editores del New Yorker publicaron los cuentos que les enviaban pero cercenando el último párrafo para acabar siempre en vértice dramático. Es exactamente el mismo planteamiento que el de cualquier película festivalera. Ni de coña esperen que una sola acabe en beso de amor.


Y, para acabar, tenemos 'La mezquita' (de Daoud Aoulad-Syad), imprescindible dosis de cine marroquí para aportar aroma especiado a cualquier festival de serie A que se precie. La odisea de su protagonista Moha surge cuando intenta derribar una mezquita de pega construida con fines comerciales en su propiedad pero que se ha convertido en objeto de culto para la comunidad vecina. Nada de 'American Pie' o demás chorradas frívolas de ésas en la que la gente se esfuerza por perder la virginidad antes del baile de graduación, sino “una pequeña historia cotidiana narrada con simplicidad y en la que busca provocar emociones a través de los pequeños detalles”, según explicó en la reseñó una compañera en su crónica. Tan pequeña como una pompa de jabón pequeña, que es la materia prima de la que se componen casi todas las películas de San Sebastián 2010.

--
Lee el artículo original en GQ.com.

23 sept 2010

Mickey Rooney, 90 años como una cabra


La leyenda dice que Walt Disney preguntó a un jovencísimo Mickey Rooney cuál era su nombre y qué opinaba de los bocetos de un roedor que se traía entre manos y que acabaría llamándose como él. La historia tiene toda la pinta de ser falsa pero enmarca perfectamente al personaje en su época de influencia y da una idea aproximada del calado que tuvo en sus años mozos.

En efecto, a Rooney, nacido en el neoyorquino barrio de Brooklyn hace hoy 90 años, le casa más la etiqueta de icono intergeneracional que la de estrella de la interpretación. A pesar de atesorar un Oscar (honorífico), un Emmy y dos Globos de Oro (televisivos), cuesta destacar de entre su descomunal filmografía un clásico imperecedero de verdad -él se decanta por 'El corcel negro' (Carroll Ballard, 1979)-. Pero, si decimos que comenzó a actuar en cine a los seis años; y que, por tanto, lleva 84 años en activo; y que es el único actor de la historia que ha sido capaz de estrenar al menos una película por década durante diez décadas consecutivas, nos damos cuenta de que la onomástica que hoy se cumple es la de un hombre récord.

Rooney, metido en la actualidad en un par de rodajes, tiene, debido a su próspera longevidad, un calado expansivo incalculable. Sin ir más lejos, en la retrospectiva que durante esta semana dedica el Festival de Cine de San Sebastián al desaparecido director Don Siegel, el actor aporta 'Baby face Nelson' (1957), en la que interpreta al malhumorado mafioso que da título a la cinta, lejos de los papeles amables de infancia y juventud que le valieron el favor del público.

Por otra parte, el director Isaki Lacuesta, en el mismo marco del festival, ha presentado también el documental 'La noche que no acaba', pieza dedicada a Ava Gardner, la primera de las ocho esposas que Rooney coleccionó. Si tenemos en cuenta sus más de 100 películas y la cantidad de veces que pasó por la vicaría hasta asentarse definitivamente con Jan Chamberlin en 1978, seguramente encontraríamos un logaritmo que le uniera a cualquier figura de Hollywood en menos pasos que los que apelan a Kevin Bacon.
Famosa es una de sus citas al respecto del santo sacramento de la unión: "Siempre me caso temprano por las mañanas. De esa manera, si no funciona, no he perdido un día entero".


De cualquier modo, si obviamos su mediático (y breve) enlace con la Gardner, si hay una pareja a la que pueda asociarse indivisiblemente, ésa es Judy Garland, otra niña prodigio con la que compartió títulos de crédito hasta en nueve comedias musicales mientras se encontraba en plena efervescencia previa a su marcha a la II Guerra Mundial. De la contienda, Rooney regresaría con varios reconocimientos militares cosechados en Europa, pero con la carrera artística extraviada. Dos años lejos de las pantalllas dilapidaron parcialmente su fama, basada en su genio bisoño.


Desde entonces, la carrera de Rooney se movió del homenaje a la autoparodia, limitado casi siempre por un rostro y una estatura poco agraciadas (1,57 metros). "Nunca pedí ser bajo, nunca quise ser bajo pese a que he pasado mi vida fingiendo que no me importa", llegó a declarar.

Ahora, con nueve décadas a sus espaldas, el Matusalén de la cinematografía estadounidense se encuentra en su dorado otoño venerado como una suerte de gloria nacional aunque algo estigmatizado por los sectores más progresistas de su país. La verdad, se lo ha ganado un poco. Rooney ha 'rajado' contra los homosexuales y demás 'ovejas descarriadas'. Su robusto conservadurismo, abrazado en los años 70 tras aparecérsele Dios en una cafetería, le ayudaron a sobreponerse de la drogadicción y bancarrota que arrastraba por aquella época.

Una anécdota (o leyenda) más que sumar a tantas otras dentro de una biografía en la que, indepedientemente de la calidad, primó (prima) sobre todo la cantidad. Mickey siempre cuanto más, mejor. Felicidades.

--
Lee el artículo original en El Mundo.

21 sept 2010

Glamour donostiarra


Las cafeterías de la zona de Gros, enfrente del majestuoso Kursaal, tienen las paredes llenas de fotografías de famosos. Su cercanía a la zona caliente de proyecciones hace que los actores se reencuentren casual u organizadamente unos con otros para ponerse al día de tal rodaje o tal otro. Los ciudadanos de a pie, periodistas acreditados o cronistas de GQ asisten cómplices al fenómeno de apareamiento social. No es infrecuente que un actor de ‘El internado’ sujete un zurito con la mano izquierda, un boli hiperactivo (harto de dibujar el mismo autógrafo), con la derecha y un pintxo en la boca (se conoce como la “postura Bruce Springsteen” cuando a éste le dio por tocar tres o cuatro instrumentos a la vez). Es lo que tiene la semana del cine de San Sebastián, que durante ocho días las estrellas descienden a la Tierra y los camareros fotografían a sus reputados clientes.


De lo visto hasta la fecha hay una indiscutida figura que ha acaparado el mayor número de portadas de periódicos, aperturas de informativos, entradas de internet y peticiones de matrimonio a voz en grito. 2010 será el año en que Julia Roberts vino a recoger el premio Donostia a toda una carrera que se entregó ayer por la noche. 'La novia de América', de negro inmaculado y cabello recogido a lo Audrey Hepburn emanaba un brillo especial. 


No es de esas actrices que ves de cerca en la Castellana y parecen más bajas o más gordas o más series que en la gran pantalla. Julia gana de cerca y además alborota todo lo que está en su radio de alcance. El aura que viste en algunas de sus películas no es un acierto de los directores de fotografía. Habría que rebozarla en harina para que se atenuara (un poco) su resplandor.

La flanqueó en la rueda de prensa nuestro Bardem, coprotagonista de ‘Come, reza, ama’, película que ambos venían a presentar. Se regalaron los oídos en una rueda de prensa en la que el director Ryan Murphy (‘Glee’) y el secundario Richard Jenkins (‘The visitor’), protagonistas en cualquier otro contexto, se sabían comparsas. 


Si nos bajamos del carro de oscarizados y nos fijamos en jet set apenas un par de escalones por debajo, han destacado también estos días los británicos Olivia Williams y Peter Mullan. Londinense ella, él de Glasgow, como bella y bestia acapararon respectivamente el interés del gremio periodístico. Williams venía a recoger el premio Fipresci de la Crítica concedido a ‘El escritor’ como mejor película del año en representación del eternamente ausente Roman Polanski. 


Mullan, cara destacada del cine social más celebrado de Ken Loach y director de ‘Neds’ (cinta a concurso), apareció en modo barba mendigo y demostró gran sentido del humor al contestar a los gritos de la masa enfervorecida apostada en las puertas del Hotel María Cristina con un “Ya bajo, dadme dos minutos”, mientras se entrevistaba con GQ. Los gritos, claro, eran para la Roberts, recién llegada. John Malkovich, Léa Seydoux, Josh Radnor, del que ya hablamos ayer largo y tendido, completaron el repóquer.


Tienes suerte si coincides con una de esas estrellas fugaces. Nunca sabes cuándo van a volver ni si tendrás oportunidad de verlas de nuevo. Son actores que por lejanía geográfica e idioma no compartido adquieren carácter de deidades. Más cercana pero también muy perseguida resulta la cosecha nacional. Las fiestas de celebración de cada película a concurso pueden aglutinar en escasos metros cuadrados a Santiago Segura, Borja Cobeaga, José Coronado, Verónica Sánchez, Quim Gutiérrez, Adriana Ugarte o el reparto al completo de ‘Blog’ (seis adolescentes correteando con el móvil echando humo de tanto sms). Heterogénea muestra de glamour patrio. No levantan tanta polvareda como Julia Roberts, pero si les sueltas un piropo a cambio de una foto, no se te echan 20 guardaespaldas encima.

--
Lee el artículo original en GQ.com.

20 sept 2010

Un San Sebastián pasado por sol


No había optimismo con respecto al primer fin de semana en San Sebastián. El cartel low profile sumando a una insultante presencia de sol impedía augurar nada bueno. Los actores que vienen a Donosti son tentados en gran medida por la preciosidad de un tiempo de lo más desapacible. Es glamour al modo 'Blade Runner', para que se hagan una idea. Nada hay más magnífico que contemplar la playa de la Concha con agua salpicando todos los planos posibles. Las olas rompiendo en el puerto y el chirimiri del que no te cubre el paraguas porque aquí llueve de lado. Todo anunciaba derrota, pero un sorprendente nivel fílmico (si conseguías meterte en la sesión adecuada) no amparado en grandes nombres ocasionó el milagro.

El protagonista de 'Chicogrande'.

Este año la alfombra negra ha esquivado por el momento a las estrellas planetarias de antaño merced a un cartel ajustado a las medidas de la crisis, pero, si la sección a concurso no hizo demasiados fans ('Chicogrande', del mexicano Felipe Cazals dio por inaugurado el festival presentando la oda épica de un lugarteniente de Pancho Villa inflada de grandilocuencia sonora, pero exenta de emoción real -de verdad, cuánto daño han hecho al cine los efectistas scores de Iñárritu-; Santiago Segura aburrió a la mayoría en la piel de 'El gran Vázquez'; y la coreana 'I Saw The Devil' se podría catalogar como gore industrial más propio de Sitges), la sección paralela Zabaltegui, vocacionalmente diseñada para mostrar perlas de otros festivales así como el talento de jóvenes promesas de la dirección, hizo que los no futboleros (el Real Sociedad-Real Madrid de Anoeta inundó de hinchas donostiarras las calles del casco antiguo en su peregrinación a Anoeta) tuvieran una oferta a la altura de las circunstancias.

Ryan Reynolds atiende al español rodrigo Cortés.

No vino Ryan Reynolds a presentar 'Buried (Enterrado)' pero sí su verborreico director, Eduardo Cortés, quien, con su visionaria fe en poder rodar un frenético thriller con una caja de pino como único escenario, convenció a la masa enfervorecida de que el ingenio puede primar en ocasiones por encima de la pirotecnia. Hollywood le espera ahora con los brazos abiertos para cualquier cosa que se le ocurra.

Elena Trapé, directora de 'Blog'.

Elena Trapé, directora novel de 'Blog' también sorprendió a propios y extraños con una historia en la que seis quinceañeras hacen un extraño pacto de instituto en el que ponen a toda la APA patas arriba. Las muy jóvenes lolitas del cast abundaron por terrazas y discotecas como si de una manada de suecas en tiempos de Alfredo Landa se tratara. Pero no sólo son guapas; sus convincentes actuaciones enfrente de la webcam que da sentido a la trama dejan patente que tenemos buena cosecha para rato y que los que esperaran una traslación fílmica de 'Física o química' se pueden envainar el pesimismo. 'Blog' destila verdad, inteligencia emocional, humor y buen tino a la hora de retratar a la generación Skype. Seguid a Trapé, no lo lamentarán.

Josh Radnor.

De cualquier manera, si alguien fascinó en los corrillos de periodistas y público convirtiéndose en estrella contra pronóstico, éste fue Josh Radnor. Su nombre no nada a la mayoría de ustedes, pero si les cuento que su alter ego es Ted Mosby, protagonista de ‘Cómo conocí a vuestra madre’, y que ha parido la mejor obra sobre la transición a la treintena desde ‘Algo en común’, quizá se les vayan afilando un poco más los colmillos. Presentó la cinta el sábado en el teatro Victoria Eugenia apenas desembarcado del avión y demostró que si en la serie va de sosainas es para hacer de contrapunto de Barney y que este luzca aún más. Ataviado con americana y zapatillas agradeció la cálida acogida diciendo: “Hace dos años Woody Allen se tropezó en esas mismas escaleras y yo he intentado imitarle lo mejor que he podido. Espero que apreciéis el esfuerzo”. La gente, claro, rompió a aplaudir.


‘Happythankyoumoreplease’, Premio del Público 2010 en Sundance, que pide más felicidad en el mundo a través de la gratitud, es de largo lo más rescatable de lo que hemos visto hasta ahora. Ted ha traído un enorme chute de buen rollo a este Donosti de circunstancias. Lástima que la ciudad no le haya devuelto el favor con su preciosa lluvia. Pero aguarden, que queda mucho festival y no perdemos la esperanza.

--
Lee el artículo original en GQ.com.

ContentoGraciasMásPorFavor


Este vídeo corresponde a la segunda presentación en Donosti (K2) de la maravillosa comedia revelación de la temporada, 'Happy-Thank-You-More-Please', que se escribe todo seguido, pero me destroza las sangrías.

Ya había acudido a verla anteayer, pero no quería que Pedro y Elena, con quienes cené anoche, se la perdieran, por lo que me metí de nuevo al pase golfo de las 00:00 de nuevo. Y mereció la pena. 

Ted Mosby va a dar de qué hablar en su faceta de director. Su ópera prima es la '(500) días juntos' de 2010 y, como comprobaréis si pincháis el vídeo, el tipo es bastante más divertido en la vida de lo que le permite Barney.

19 sept 2010

How I met Ted Mosby?


...pues en Sanse. Entre mi primer y segundo visionado de 'Happy thank you more please', la '(500) días juntos' de 2010.

Como si se fueran a acabar los kiwis


Me pregunto por qué Peter Mullan, reputado actor social escocés y más reputado aún director social escocés sigue yendo a la mina a picar después de desempeñar su actividad artísica. Sólo así se explica la roña de debajo de las uñas de los dedos con los que no deja de comer rodajas de kiwi. Da cosica. Enla entrevista me dice: "Do you want some?" con un perfecto acento de Glasgow, a lo que yo respondo "Gacoño" con un perfecto acento de Madrid. Hasta ahí podíamos llegar.

18 sept 2010

Olivia


A Olivia Williams me la perdí en Berlín por un pelo porque presentaba 'El escritor' en primicia mundial y el tema del arresto de Polanski sumado a mi misión de cubrir secciones paralelas la hizo del todo inaccesible. Hoy, orgullosa recogedora del Fipresci a la mejor película de la temporada en nombre del director francés sí me ha dado el material que quería entornando los ojos en cada respuesta. So british y so cute. Próximamente en su quiosco más cercano.

15 sept 2010

Pooh


Descubro la web de Jack Chessum vía @micaelam y alucino con casi todas sus fotografías, pero especialmente con la de Natalie Portman, cuyo fondo no contrasta en absoluto con el de mi blog, pero no por ello dan menos ganas de decirle: "Allí donde marches, llévame contigo" #porquénoledieron15oscarsabeautifulgirls.

14 sept 2010

¿Eres la persona favorita de alguien?


"Si Michael Cera no fuera tan lastimosamente emohetero, podría pasar tranquilamente por el niño repelente de Aída".

'Youth in revolt', proyectada el pasado Berlín y sin planes de ser estrenada aquí a corto plazo (lo cual es una injusticia cósmica a la altura de lo que pasó con 'Paper Heart'), tiene los cinco primeros mejores minutos que soy capaz de recordar sin mirar mi libreta mágica. Me vienen a la cabeza '(500) días juntos', 'Up 'y 'Distrito 9' como dignas contendientes, lo cual es bastante decir.

El director de la cinta es el puertorriqueño Miguel Arteta, revelado en una lista elaborada por 'Días de Cine'  en 2002 que se hacía eco de la vanguardia hollywoodiense a seguir, y en la que figuraban a su lado:

-Sofia Coppola
-Wes Anderson
-P.T. Anderson
-Alexander Payne
-Richard Kelly
-Spike Jonze

La memoricé entonces, pero creo que se me escapan tres. Soderbergh es demasiado viejo y Gondry demasiado nuevo. Si alguien me quiere ayudar...

La inclusión de Arteta respondía al estreno de 'The good girl', que casi nadie recordará, pero que incluía a Jennifer Aniston haciendo de cajera enamorada de un muy holdeniano Jack Gyllenhaal (cuyo papel enfáticamente atendía al nombre de Holden) y a una absolutamente siniestra y aún desconocida Zooey Deschanel. Cuánto Salinger de supermercado, madremía.

El caso es que, recordando 'Youth in revolt', he fisgado un poco a ver a qué se dedica Arteta y he comprobado que, al margen de algunos episodios de series de televisión ('The Office', 'A dos metros bajo tierra'), hace poquísimo cine. Sí se puede encontrar en youtube '¿Eres la persona favorita de alguien?', un corto tan geek como tierno protagonizado por John C. Reilly, Mike White y la rarita Miranda July. 

Pasádselo a la novia por correo. Pensará que sois sensibles y ronroneará en vuestro hombro.

13 sept 2010

En la muerte de Chabrol, adiós muchachos


Sostienen algunos libros de historia que Claude Chabrol fue el patriarca de la Nouvelle Vague porque 'El bello Sergio' (1958) fue rodada antes incluso que las más icónicas 'Los 400 golpes' (1959), de François Truffaut, o 'Al final de la escapada' (1960), de Jean Luc Godard. De cualquier manera, exageración o realidad, lo cierto es que el director francés, desaparecido ayer, fue parte importantísima de un movimiento revolucionario con denominación de origen.

Inevitable resulta la identidad entre Nouvelle Vague y la revista cinematográfica especializada 'Cahiers du Cinéma', en la que Chabrol desempeñó labores de crítico. En sus páginas cohabitó con los mencionados Truffaut y Godard, pero también con Jacques Rivette, Éric Rohmer y Luc Moullet, todos posteriormente revelados (a excepción, quizá, del último) como directores de gran influencia. Cierto es que fuera de 'Cahiers' pivotaron también los satélites Alain Resnais, Agnes Vardá, Roger Vadim o Louis Malle, pero no es ninguna 'boutade' (palabra que les encantaba) decir, que, con la marcha de Chabrol, el espíritu de la Nouvelle Vague prácticamente desaparece justo el año en que 'À bout de souffle' cumple medio siglo.

Nos explicamos. De la alineación titular, perdimos a Truffaut en el año 84 a causa de un tumor cerebral; a Éric Rohmer el pasado 11 de enero, víctima de múltiples achaques y retirado ya de la actividad profesional; y Godard, aún activo pero en ligas frontalmente anticinematográficas y asociales, ni está ni se le espera ('Film socialisme' fue presentada en Cannes en mayo –sin su comparecencia- mostrando un rupturismo radical y contracorriente, mientras su pareja ha anunciado que es improbable que viaje a Los Ángeles a recoger el premio honorífico que le ha concedido la Academia Norteamericana de cara a los próximos Oscar). Tan sólo nos queda Rivette, quien, a sus 82 años, lleva sin generar verdadero eco desde hace tiempo.

Chabrol, comercial hasta su muerte y capaz de estrenar cintas de gran calado en el circuito de versión original de nuestro país cada año y pico, pasaba por una suerte de tercera juventud con los actores Isabelle Huppert y Bennoit Magimel como fetiches casi permanentes desde que 'No va más' (1997) recibiera aplauso de crítica y público, Concha de Oro en San Sebastián incluida.

Aquella enésima reivindicación del género le reveló como el auténtico pulmón de la cuadrilla restante de dicho tiempo a esta parte. Ayer, tristemente, dejó de insuflar de manera definitiva su vitalidad y su cine dando una estocada casi mortal a una corriente que, allá por los 60, pegó un puñetazo en la mesa para dinamitar la ortodoxia establecida contando 'todo' con apariencia de 'nada', que reivindicó a Hitchcock sobre todas las cosas y que dejó bien claro que la profesión de crítico cinematográfico no era un "quiero y no puedo dirigir".

--
Lee el artículo original en El Mundo.

11 sept 2010

El largo paso de corto al largo


Rodar un largometraje es un proceso que dura varias semanas y su elaboración implica a tantos individuos que es muy difícil que pase desapercibido. No ocurre lo mismo con los cortos, que, por su carácter amateur en ocasiones, proliferan como hongos después de la lluvia. La multiplicación de las redes sociales y el abaratamiento de los equipos digitales ha contribuido a que el panorama se democratice y a que la cantera crezca exponencialmente. Pero no es fácil llegar a la cumbre: la sala comercial.

Montserrat Jurado, periodista profesora del Centro de Enseñanza Superior de Estudios Ciudad de la Luz (Alicante), con tesis doctoral centrada en los festivales de cine españoles, defiende la labor social de tales eventos como plataforma de lanzamiento para nuevos realizadores. En dicho ambiente, explica, "los talentos incipientes son capaces de relacionarse con sus colegas mostrando sus cortometrajes, la mejor de las cartas de presentación de cara a las productoras de cine".

'Flat Love', recién elegido mejor corto en el New York City International Film Festival

Es lo que pretende, por ejemplo el inminente Festival de Cine de San Sebastián (17-25 de septiembre), que, dentro de su sección paralela Kimuak, congregará a nueve directores vascos con sus respectivas piezas el próximo día 18.

Por encima de todos los cineastas que se darán cita en Donosti sobresale Borja Cobeaga (autor de 'Pagafantas' y de 'No controles'), revelado con el corto nominado al Óscar 'Éramos pocos' y de vuelta sus orígenes con la pieza que presentará en Kimuak, 'Un novio de mierda’.

Tal y como explicó a ELMUNDO.ES, volver al corto no es ningún demérito sino un campo abierto al relax: "Cuando empiezas a rodar cortos, emulas lo que sería el rodaje de un largo, con un equipo de lo más numeroso y profesional posible, pero, como para preocuparme por problemas de calendario, presupuesto y demás ya tango los largos, ahora procuro hacer cortos lo más caseros posible que nada tienen que ver con los de antes. Y me gusta que así sea".

Cobeaga defiende, como la profesora Jurado, el brearse en el corto como útil campo de pruebas, ya que "ayuda en temas coma la escritura de guión (para los directores-guionistas) y también a la hora de poner en imágenes una idea".


Lo de las condiciones inmundas a la hora de rodar a un corto casi parece una leyenda urbana, puesto que gran parte de los entrevistados por este diario disiente al respecto. Mientras Daniel Sánchez Arévalo defiende que "se ruedan más largos en condiciones inmundas que cortos" y que su experiencia en el mundo del cine en miniatura "siempre ha sido desahogada", Nacho Vigalondo (nominado al Oscar por el corto '7:35 de la mañana') se erige en su némesis chistosa para explicar que "en realidad los rodajes de los cortos son tan indignos como los de los largos".

Acerca del mismo particular, Bárbara Santa Cruz, actriz protagonista de 'Un novio de mierda', cuenta como anécdota: "El mejor catering del que jamás disfruté fue el que cocinó la madre de un cortometrajista con el que trabajé hace tiempo".

Buena o mala pitanza, lo cierto es que si hay algo que no dan los cortos es dinero. O, al menos, mucho dinero. En palabras de Santa Cruz "los cortos no dan para vivir y hay que aprender que hay vida detrás de ellos. Se hacen sin un clavo y por ello, en ocasiones, para pagar el alquiler, hay que tirar de otras labores más alimenticias como la publicidad o trabajos como 'clown' [payaso] o similares".


Pese a todo, estar en la primera división del corto, si bien ayuda, no es garantía de nada. Lo saben dos de los más condecorados miembros de la camada cortometrajista reciente: Ione Hernández y Ciro Altabás, campeona y subcampeón respectivamente de la disciplina en el FIB 2009. Sus piezas 'El palacio de la luna' y 'Manual práctico del amigo imaginario', aplaudidas en múltiples plazas, no les han dado aún el impulso para poder mudarse al formato de larga duración.

Nada extraño. Jurado explica que "si echamos un vistazo a la historia de los cortometrajes españoles, nos encontramos a grandes figuras del ámbito que en su día lograron acumular diversos premios y que luego no se pasaron al largo o que simplemente desaparecieron, bien para dedicarse a televisión o publicidad, bien para conseguir dinero de una manera más regular y fiable". El estatus, pues, es casi lotería.

De cualquier modo, pese a los muchos inconvenientes, el cortometraje tiene un encanto especial que resiste a cualquier canto de sirena de las grandes ligas. Leticia Dolera, actriz de largo currículum y autora de las piezas 'Lo siento, te quiero' y 'A o B' reivindica el cortometraje como campo abierto para que mane la creatividad "por no ser esclavo de los resultados en taquilla o de los grandes presupuestos".

Es una idea con la que se muestra totalmente de acuerdo Eduardo Chapero Jackson, reverenciado por piezas de culto como 'Contracuerpo' o 'Alumbramiento' que prepara su salto al largo en diciembre a manos de 'Verbo'. En su opinión, "temas como la estructura o la distribución, que pueden constreñir la visión del autor del largo son casi inexistentes en el corto". Y, al contrario que para la gestación de un largo, donde "puede llevar varios años escribir, dirigir, producir, montar y distribuir, el corto resulta más inmediato, íntimo, orgánico y variable. Da una satisfacción especial".


Cierto que todos los entrevistados gozan de un relativo (o gran) prestigio, pero la proliferación de la red 2.0 donde casi cualquiera puede filmar lo que se le venga en gana sin contar apenas con guión y tirando apenas de un móvil bien dotado (en youtube, por ejemplo, en la mayoría de ocasiones prima el ingenio antes que el genio), no se muestran temerosos del panorama abierto.

Cobeaga lo ve incluso positivo: "La situación que vivimos sobre todo calla las voces de los quejicas, de aquellos que no hacen cortos ni escriben guiones porque prefieren estar sentados lamentándose de que las subvenciones se las siempre a los mismos, de que todo funciona por amiguismo y demás excusas para no menear el culo". "El talento es el mismo de siempre, pero el tendrá más herramientas para encontrar a su público, que es el que tiene la responsabilidad de no perderse en el ruido", matiza Vigalondo.

Así pues, el consumidor, como siempre, tiene la última palabra. Es el responsable, muchas veces, con su aplauso o mueca, con el boca-oreja, de que lleguen los unos y se pierdan los demás. Aunque el corto todavía tiene por delante otra tarea: reclamar su sitio.

Hace menos de un año, actores, directores y demás profesionales del cine se reunían en Madrid al grito de "el corto existe". Se podría tomar ejemplo de Pixar, que acompaña el pase de sus películas un corto animado. Y meter de esa forma cortos que acompañen la proyección de películas, como ya ocurre con los tráilers de próximos estrenos. Una práctica que, de momento, se da en escasas salas.

--
Lee el artículo original en El Mundo.

6 sept 2010

Los hombres del 23-F


Quedan poco menos de seis meses para que se cumpla el 30º aniversario del golpe de estado que puso a España en vilo en los albores de su democracia. Así, alentados por tan redonda onomástica, los productores Ignacio y Gonzalo Salazar Simpson tomaron la decisión hace tres años de relatar aquel capítulo de nuestra historia en formato cinematográfico, como (inexplicablemente) nunca se había hecho antes. Su homenaje particular consistirá en estrenar en salas ‘23-F’ el próximo 23-F. Muy oportuno.

Recientes tenemos en la retina las TV movies ‘23-F: Historia de una traición’ (Antena 3) y ’23-F: El día más difícil del rey’ (TVE), ambas emitidas con éxito durante el invierno de 2009, sobre todo la segunda, que, poniendo especial énfasis en la figura de Don Juan Carlos I, se convirtió en la miniserie más vista de la historia de nuestro país con casi siete millones de espectadores.

El elegido para pintar con imágenes lo que recogen los libros de historia ha sido Chema de la Peña, director de la gamberra ‘Isi/Disi’, pero también de ‘De Salamanca a ninguna parte’, en la que ya experimentó con un aire documental que presumiblemente desprenderá su nueva obra.

A sus órdenes desfilarán los televisivos Pepe Tous (en la piel de Antonio Tejero), Juan Diego (como Alfonso Armada) y Fernando Cayo (de nuevo encarnando a Don Juan Carlos I como ya hiciera en ‘20-N: Los últimos días de Franco’), entre otros. SUPERTELE pudo asistir a la filmación del pasado 27 de agosto, día en que el set de rodaje se hallaba situado en las dependencias del Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional (CESEDEN), en Madrid.

Durante las entrevistas mantenidas con los dos integrantes del cast de ‘Los hombres de Paco’, resultaba curioso ver a ambos en unos registros mucho más constreñidos y serios (el uniforme castrense ayuda) que en la teleserie que multiplicó su popularidad, pero, tal y como cuenta Juan Diego, “para nosotros es muy bueno tocar todo tipo de roles, es de las cosas más bonitas que nos ofrece la profesión”. Quien diera vida al comisario Lorenzo durante más de 100 capítulos dice acordarse perfectamente del día en el que tuvo lugar el golpe de estado: “Me encontraba en Zaragoza con Rosa León haciendo una obra de teatro titulada ‘Homenaje a Ángel Guinda. 23-F. Gran bomba’”, toda una premonición.

La película, a diferencia de la miniserie de TVE, no tendrá al rey como protagonista absoluto, sino que dosificará los minutos entre todo su elenco. “Es cierto que los más protagonistas son Tejero y el rey, pero será una cinta muy coral y acrisolada”, explica el director Chema de la Peña.

En lo que concuerdan tanto él como Juan Diego y el productor Ignacio Salazar es en que la narración minuto a minuto de los hechos acaecidos será más minuciosa que la recogida por ‘El día más difícil del rey’, la cual “contaba con algunas incongruencias y personajes estereotipados”, según palabras de Salazar. En esta ocasión, ampararse en un holgadísimo presupuesto de 4,5 millones de euros, entrevistarse con casi todos los periodistas que narraron el evento original y haber podido rodar en escenarios reales como El Goloso, el Palacio de Buenavista o el propio Congreso de los Diputados harán (eso esperan) que “este documento se convierta en algo muy valioso que sirva para recordar en colegios y universidades uno de los momentos más dramáticos y definitorios de nuestra historia reciente”, apunta el director.

Eso sí, que nadie espere ver a Tejero recitar el torticeramente célebre “Se sienten, coño”. “Esas palabras nunca salieron de su boca”, confiesa Pepe Tous bigote en cara y pistola en mano. Como para no creerle.

Supertele nº964 (04 - 10 septiembre 2010, pág. 20)

3 sept 2010

Thomas Vinterberg: “El Dogma ha muerto y no volverá”


El autor de la justamente encumbrada 'Celebración' presentó en la pasada edición del Festival de Berlín Submarino, la historia de dos hermanos de vidas quebradas que se reencuentran tras muchos años en una Copenhague hostil como pocas veces se la ha retratado.

El danés Thomas Vinterberg contaba con sólo 26 años cuando coescribió junto a Lars Von Trier el manifiesto de castidad fílmica Dogma’95. En él se establecían diez mandamientos con los que forzar una vanguardia cinematográfica escandinava toda vez que la avanzada y democratizante tecnología de mercado permitía rodar una película a cualquiera que tuviera algo de ganas y una cámara digital.

Tres lustros después y sentados frente al enfant terrible, y ojito derecho del iconoclasta Von Trier, cuesta creer que que no hayamos viajado en una máquina del tiempo, pues el sujeto resplandeciente que contestará a nuestras preguntas con la cuarentena ya cumplida luce exactamente igual que cuando saltó a la palestra por vez primera.

Viste de sport y su cabello es escandalosamente abundante, rubio e ingobernable. Piensen en Klaus Kinski; o mejor, en el Dorian Gray de Oscar Wilde, y después amueblen su cabeza con toda una serie de supuestos traumas familiares nunca confirmados. Sólo así se explicarían 'Celebración' (1998), primera obra catalogada del proyecto 'Dogma', o 'Submarino', estreno que nos ocupa y con motivo del cual entrevistamos a este dios nórdico en la pasada Berlinale.

Si obviamos su carrera norteamericana, compuesta por 'It’s All About Love' (2002) (una historia de amor nevado de rareza colosal) y 'Querida Wendy' (2005) (alegato ¿pacifista? con guión del patriarca Lars), dos incatalogables artilugios en tierra de nadie que no satisficieron ni al público yanqui ni a los festivaleros europeos, hemos de ceñirnos a su cine de habla no inglesa para explicar al personaje.

Llegados a tal consenso, el hilo conductor del recorrido muy bien podría ser el personaje de Michael Klingenfeldt, desencadenante del drama hostelero acaecido en Celebración y directo referente del hermano pequeño del protagonista de 'Submarino'.“Ya me han preguntado varias sobre ello y lo cierto es que no son el mismo personaje… pero podrían serlo”, contesta Vinterberg bendiciendo el paralelismo.

La columna vertebral de 'Submarino' la forman dos hermanos herederos de una tragedia adolescente, separados por la vida y reunidos por la muerte de su madre. Nick, el mayor y más fuerte, acaba de salir de la cárcel y remoja sus problemas en alcohol. El menor, cuyo nombre nunca conoceremos, es un padre desastroso adicto a la heroína. Pero la alegría de la huerta no es enteramente culpa de Vinterberg, quien por primera vez se atreve con la adaptación de un libro: “Trabajar sobre una novela no fue ningún problema porque el material en que nos fijamos era muy sólido, pues se hacía eco de hechos reales. En general procuré ser bastante fiel, aunque suavicé ligeramente el final para ofrecer algo más de optimismo. Y creo que ahí mejoré el original”, explica sin modestia.

Acostumbrados como estamos a la imagen de progreso y desarrollo que parece sugerir Copenhague, el director opta por situar su punto de vista bajo la alfombra donde los medios de comunicación esconden la basura: “Una cosa son las estadísticas y otra la vida real. Pero incluso si nos ceñimos a las estadísticas, hay que decir que la gente que vive por debajo del umbral de pobreza está creciendo drásticamente en Dinamarca y que su número no es minoritario, sino sustancial”, denuncia. “Hay que explicar que Escandinavia es algo más aparte de campos de maíz y mujeres bellas”.

Por ello, para atender (sin traicionar) a la realidad de los desheredados de la vida, Vinterberg se encomendó a los sólidos actores Jakob Cedergren y Peter Plaugborg (los hermanos protagonistas), pero les rodeó de extras amateurs: “Una vez elegida la zona de rodaje, cuando los yonquis e indigentes se enteraron de lo que estábamos haciendo, quisieron formar parte del proyecto para ganar algún dinero”.

“Sin embargo, Submarino no es una película basada en la indignación social, sino que cuenta la historia de un bonito reencuentro. Cuando leí el libro, en medio de tanta oscuridad vi la belleza que desprendía la delicada construcción de la relaciones que ambos adultos establecen con el niño”, explica orgulloso el danés.

El nivel de truculencia manejado sitúa a 'Submarino' en el cajón del cine social, una catalogación que desafía frontalmente la adscripción al movimiento Dogma, de la que, de cualquier modo, Vinterberg ya se evadió tras Celebración al introducir en sus creaciones elementos no estrictamente naturalistas: “Está claro que el Dogma ya es historia. Cuando nació, supuso una revuelta que tenía como fin crear una imagen marca y dio lugar a un periodo muy fuerte de nuestro cine, lleno de autoconfianza. Pero ya se ha ido”.

No son palabras pesimistas sino que sugieren reto e inminente autosuperación. Además, el director matiza: “Para que sea especial, el éxito no puede continuar ni repetirse, por lo que hay que seguir buscando siempre, lo cual es muy excitante”. En una época en la que el cine escandinavo es más conocido por la vertiente noruega, con sus adaptaciones y readaptaciones de la bibliografía de Stieg Larsson y por los conmovedores vampiros adolescentes de 'Déjame entrar' (Tomas Alfredson, 2008), la vecina Dinamarca se halla poco menos que en un pozo creativo. “Nos encontramos en un punto más vulnerable que hace diez años, pero también muy interesante. Creo que no hay nada que se esté moviendo ahora, pero espero que pronto haya algo que posibilite el que la gente vuelva a unir las manos”, afirma.

Vinterberg cuenta hoy con apenas la misma edad que tenía su mentor Von Trier cuando decidió apostar por él. Desde entonces ha dado tiempo a que se creara y muriera una vanguardia. Que algo semejante se repita en el tiempo sólo depende del azar, porque la materia prima está ahí y tiene el cabello rubio, alborotado e ingobernable. Como Dorian Gray.

2 sept 2010

Cuando disparan las cabezas saltan de cuajo. Eso mola


'Los mercenarios' no es tan mala como debería. Su único problema de verosimilitud es que las columnas vertebrales no se quiebran cuando corresponde sino un par de hostias después. Bueno, eso y que es un tanto reaccionaria en cuanto a que los americanos muestran una injustificada hegemonia hostiadora sobre los latinos.

 

Donnnnnna la de El Ala Oeste


¿No es Donna (en el doblaje se empeñan en pronunciar su nombre con "triple n". Así: "Donnna") el mejor personaje del Ala Oeste? 

Algo así como el Omar de 'El Ala Oeste', el Roland Emmerich de las secretarias de gabinetes presidenciales. Tan chalada que parece un personaje sacado de 'Doctor en Alaska'. Sorkin, el David Chase de los Roland Emmerichs. 

Y mientras tanto, Donnna walking and talking, walking and talking.

1 sept 2010

Juliette Binoche, ¿no es nada?


El dueño del siguiente entrecomillado es el actor francés Gerard Depardieu: "Por favor, ¿pueden explicarme cuál es el secreto de Juliette Binoche? De verdad que me gustaría saber por qué ha sido tan apreciada durante tantos años".

La metáfora que viene a la cabeza sería un oso pardo peleando con una cervatilla. Los más de 150 kilos de Depardieu contra la fragilidad de Juliette Binoche, una de las grandes damas del cine francés. Si estuvieran federados en el Consejo Mundial de Boxeo, el principal impedimento para batirse en puños no vendría de su diferencia de sexo, sino de que Obélix casi triplica en peso a la protagonista de 'Azul'.

Pero Depardieu ha abierto las hostilidades. Ha sido en unas declaraciones a concedidas a la revista austriaca 'Profil' la semana pasada, en las que, sin que mediara provocación o pique previo, descalificó a la Binoche: "No es nada". Sobrevalorada, injustamente enaltecida o absurdamente premiada. Elijan. "Es peor que la Adjani, que aunque esté loca es grande, y mucho peor que Fanny Ardant [la pareja de Gerard], que en la comparación con Juliette resulta magnífica". Como un bofetón en la cara con la mano abierta cuando vas paseando por la calle pensando en tus cosas.

En descargo de Depardieu, hay que decir que, en la misma entrevista apedrea su propio tejado y reconoce que, aunque él haya participado en más de 200 películas, su objetivo es "vivir una larga vida" (cuidado con el peso, Gerard): "El cine sólo supone una parte". Y, sin embargo, ¿a qué ha venido el vapuleo? ¿Envidia por el Oscar a la mejor actriz secundaria que la Binoche se llevó en 1997 por 'El paciente inglés' (contra todo pronóstico, ya que todos daban como favorita a Lauren Bacall) cuando él se quedó a las puertas con 'Cyrano de Bergerac' en el 91? Además, Binoche ha sido merecedora de la triple corona europea (Cannes, Berlín y Venecia; es la única actriz que lo ha conseguido) mientras que a Gerard se le ha resistido el Oso de Plata.

Pero, ¿y si lleva al menos una parte de razón? ¿Y si Binoche es más humo que fuego? ¿Y si su estatus de 'star' transoceánica se ha construido sobre un montón de vehículos eruditos e indigeribles pero difícilmente atacables por haber sido firmados por vacas sagradas como Kieslowski, Carax, Malle o Godard? ¿Y si lo único con verdadero valor en lo que ha participado es 'Caché' de Haneke?

Cercano en la retina nos queda la frase lapidaria pronunciada por un anciano Jared Leto (recordando su juventud) en 'Las vidas posibles de Mr. Nobody' ("La mayoría de las veces nada pasaba. Como en una película francesa") para sospechar de la señorita Binoche, de sus mohines y de su método, basado en la exasperación interpretativa. "Actuar es como pelar una cebolla. Tienes que pelar cada capa para revelar la siguiente", ha dicho la Binoche. ¿Suena un poco ñoño?

Pero no la condenen todavía, porque defensores de Binoche los hay a montones. El mexicano Gael García Bernal y el ex presidente sudafricano Nelson Mandela la nombran como su actriz favorita. Filia compartida con el escandaloso Bill Clinton, quien, cogiendo el toro por los cuernos y tirando de galantería, la invitó al Despacho Oval durante la promoción de 'Chocolat' (2000). Ella, que conocía su leyenda negra en la Casa Blanca, declinó amablemente la invitación poniendo como excusa un bolo en Broadway.

También es partidario suyo Roger Ebert, prestigioso crítico del 'Chicago Sun Times': "Juliette tiene mucho que ver con el encanto que desprenden sus cintas y llena el hueco que Ingrid Bergman solía ocupar en el cine. Es capaz de ser seria pero a la vez resulta muy dulce, muy bella y con la gravedad necesaria para hacer que una historia se vuelva más importante que el mero intercambio de frases entre los actores".
 
¿Será cosa del encanto que atribuimos todos a cualquier película que venga de Francia con una chica delicada en el cartel? ¿O es que la Binoche se ha ganado su buena fama película a película? 'Azul' de Kieslowski, 'Los amantes del Pont Neuf', de Leos Carax y 'Alice y Martin' de André Téchiné (protagonizadas todas por Juliette Binoche) podrían ser tanto una cosa como la otra: películas inolvidables o bluffs afrancesados. Depende de para que quién.

Ella lo resume así: "Si una estrella es alguien que da luz, entonces puedo ser una estrella. Pero si una estrella es alguien que va detrás del dinero y las portadas, me parece algo enfermizo. No lo quiero".

--
Lee el artículo original en El Mundo.