16 jul 2010

¿No deberían dirigir los críticos películas perfectas?

El crítico Ángel Fernández Santos escribió el guión de 'El espíritu de la colmana'

¿Qué es un crítico de cine? ¿Un periodista especializado?, ¿un literato que observa y apunta?, ¿acaso un juez? Su labor social como prescriptor fílmico de cabecera en ocasiones se ve empañada por la revuelta del público disconforme con el veredicto emitido o incluso por el ego herido de algunos cineastas. Crítico, difícil profesión.

El tema a debate no es arbitrario, pues Vicente Molina Foix, escritor, crítico y director ocasional, estrena este fin de semana su segunda cinta, ‘El dios de madera’, un drama “luminosamente rohmeriano” (“sus amigos” dixit) que a primera vista puede parecer una oda pro-inmigración pero que en el fondo es un estudio psicológico acerca de los anhelos. Protagonizan Marisa Paredes y el debutante senegalés Madi Diocou.

El de Elche homenajea más o menos explícitamente a Hitchcock y a Wilder en esta reválida, y surge la pregunta: ¿Es que el que ha visto (y criticado) mucho cine no puede evadirse de su carga? “En el momento en que ruedo e incorporo esos ‘homenajes’ de los que me habla la gente, no soy consciente de estarlo haciendo, me salen solos, es la manera en que veo las cosas, lo que tengo interiorizado”, apunta.

Antonio Trashorras, guionista de cine y televisión, ocasional director de cortos y compañero de páginas críticas de Molina en Fotogramas durante muchos años ahonda en el particular: “Yo soy hipercrítico conmigo mismo porque no puedo olvidarme de todo lo que he visto, lo que hace que quite mucho valor a lo que hago. Va en contra de avanzar, pero no puedo quitarme medio cerebro y olvidarme de la cantidad de cine que llevo dentro”.

Vistos desde la calle como tótems del pensamiento se les adivina infalibles. Si tienen la verdad del cine en su cabeza, si conocen al dedillo los defectos y virtudes de los demás, ¿no debería esperar uno la perfección de sus trabajos al otro lado de la cámara? “Si echo la vista atrás hacia ‘Sagitario’ (su debut) veo algunas cosas que no son perfectas, le faltan y le sobran ingredientes. Ahora que sé más y me siento más cómodo como realizador, puedo decir como crítico que ‘El dios de madera’ responde a lo que yo quería hacer”, explica Molina Foix.

Esteve Riambau, actual director de la Filmoteca de Cataluña y también ex Fotogramas sabe de su propia falibilidad como director en los documentales ‘La doble vida del faquir’ y ‘Máscaras’, que aún así fueron muy bien recibidos por los espectadores de nicho: “La formación que da el ver muchas películas es relativa porque el cine es un arte pluridisciplinar en el que necesitas de un equipo. El crítico puede saber valorar, analizar o comparar una peli en función de una serie de conocimientos, pero no es hasta que te pones al otro lado que descubres todo el potencial del medio. Ahora mismo, con lo que he aprendido, una buena película lo es mucho más y a las otras les veo más fácilmente los defectos”, apunta.

Dice el tópico que los críticos de cine son directores frustrados, sentencia desafiada por los listillos de la Cahiers de los 50 que engendraron la Nouvelle Vague una década después. En ese saco caben Godard, Truffaut, Rohmer, Chabrol y Rivette. Y ellos sí que no estaban frustrados, como tampoco lo está Daniel Monzón, antes periodista y ahora director de la celebradísima ‘Celda 211’: “Yo siempre me sentí como un director en ciernes. El periodismo y la crítica cinematográfica fueron una escuela excelente que me permitió ver una ingente cantidad de cine, la mejor manera de aprender. Tanto al que escribe sobre cine como al que hace cine le mueve el mismo tipo de pulsión, y lo sé porque yo escribí primero”.

Molina Foix recoge el guante y va más allá con una “boutade” que siempre recuerda “aunque no por ello deja de esconder cierta verdad”: “Siempre he dicho que en realidad esa sentencia debería pronunciarse a la inversa, pues, en mi opinión, tanto el escritor como el cineasta son críticos de literatura y de cine frustrados respectivamente. Su trauma es que no están capacitados para juzgar la realidad”.

Bromas aparte, lo que no se puede discutir es que, al margen de unos pocos escogidos, nadie es infalible, ni siquiera los gurús franceses. Siguiendo el rasero de Molina Foix, que se atreve a catalogarlos, “el mejor crítico de la Cahiers original era Eric Rohmer (aunque no era el mejor dirigiendo); Truffaut era interesante, pero me gustan más sus pelis; y Godard, como escritor era un agitador, pero ha sido el que más ha marcado en cine”. De Truffaut también se atrevió a opinar Hitchcock en el libro de entrevistas que ambos compusieron: “[…] Me ha molestado un poco en su film ‘Jules y Jim’ que la curva no se eleve automática y necesariamente […]”. El director que critica al crítico metido a director. Nadie está a salvo del incendio opinativo.

Bueno, puede que uno. Quizá el desaparecido Ángel Fernández Santos, casi unánimemente reconocido como mejor crítico nacido en nuestras tierras y autor del memorable guión de ‘El espíritu de la colmena’. Habla Molina: “Seguramente ese guión sea perfecto porque la película es perfecta en sí misma. La lástima es que no hiciera más porque estaba claro que había creado algo”. 

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Lee el artículo original en El Mundo.

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