4 jun 2008

Death proof (Quentin Tarantino, 2007)



No tengo palabras suficientes para agradecer a los hermanos Weinstein o a los avaros exhibidores, productores o socios capitalistas -podridos de dinero y sin ninguna ambición artística- que corresponda, que decidieran intentar sacar un poco más de jugo a su inversión separando la película Grindhouse en dos pequeñas obras maestras. De haberlas degustado juntas, en la misma proyección, una detrás de otra, al gusto de Tarantino y Rodríguez (que quisieron emular las sesiones de cine de barrio caspa con las que crecieron), no habría tenido dos noches de glorioso júbilo cinematográfico a lo largo de este mes sino sólo una. Ya sabéis que me apasionó Planet Terror, con su perfecta imperfección, su autoindulgencia y su sentido del humor. Pues bien, no puedo hablar peor de Death Proof, la nueva joya del tarado Tarantino.

Todavía no he decidido si me gusta más la una o la otra. Es una reflexión que tengo que dejar reposar en la cabeza. Con el tiempo, a la que más referenciemos los muchachos y yo en las conversaciones de bar será la que se convierta en mi favorita. Planet… es una comedia brutal y la mitad de Tarantino tiene unos diálogos de genio que, aún siendo más superficiales que los de su anterior filmografía, me parecen igual de brillantes. Pienso que tenían una vocación epidérmica sin afán de demasiada trascendencia. Además, creo que no me equivoco si digo que el diálogo de la cafetería de Planet… entre Freddy Rodríguez y Rose McGowan (el de Palomita) lo escribió Q. Me parece lo mejor de entre las dos pelis. (Spoiler: Bueno ese fragmento y en el que Kurt Russell recita el poema, en Death proof, que me recuerda mucho al que tiene Samuel Jackson con Pumpkin en la cafetería de Pulp fiction –"Dile a Honey Bunny que todo va a salir bien"-).

Este doble programa es un producto farruco, de una ligereza mayor al proyecto que se suponía que iba a dirigir Tarantino después de la sólida Kill Bill –Inglorious bastards, sobre la II G.M. con Madsen y Roth a la cabeza). Parece que el genio de Tennessee no quiere rebanarse mucho la cabeza por el momento y prefiere divertirse soltando pequeñas píldoras de poco en poco.

Yendo a lo concreto, la historia, como es habitual en la filmografía del director, es un pretexto. Es mucho más importante el cómo se dice que el qué, el continente estilizado que el contenido pretextual. El protagonista es Kurt Russell ('Actor de reparto Mike', en la ficción), quien interpreta a una suerte de Leatherface o Freddy Krueger que en vez de sierra mecánica o manostijeras tiene "un coche que da miedo". (Spoiler: Lo que más le pone es asesinar a jovencitas con su máquina infernal y en el primer hemisferio de la cinta hace de las suyas, con lo que demuestra la supuesta hegemonía física de los hombres sobre las mujeres, el mayor poder para canalizar la violencia que el sexo débil. Su presa es un grupo de cuatro chicas JASP y deslenguadas que se reencarnan en el segundo segmento).

Esta segunda parte, que tiene un menor nivel en los diálogos y menos reminiscencias tarantinianas a pesar de la alusión a las películas malas de género de los años 70, es más física e inmediata. Todo lo que sucede es arbitrario. El deseo del grupo de 3 de las nuevas protagonistas de conducir un coche que está a la venta en la localidad donde se hallan sólo atiende a la necesidad de que posean un vehículo que pueda competir con el de Russell. Casualidad forzada que acaba por dar igual. Al final acudimos a una lucha de poderes entre el macho supuestamente dominante y unas damas no tan indefensas como las del primer tramo. El clímax se dilata e interesa. Las alternativas del desenlace sólo pueden ser tres: ganan las buenas, gana el malo o mueren todos, y tratándose de Quentin todo es posible. La justicia poética y cósmica acaba por desencadenarse, pero de una manera parcial, hiperbólicamente guarrera, inesperada… que recuerda al Burt Reynolds más B.

Queda materializado el tributo a una manera de hacer cine en la que la gente se esforzaba lo más posible por hacer películas buenas y le salían ladrillos. Tarantino y Rodríguez, por el contrario, han intentado hacer sendas películas malas, y les han salido dos pedazos de peliculones.


1 comentario:

Anónimo dijo...

No te gustó más Planet Terror? ;-)
Pásate por mi blog si quieres.
Un placer topar con el tuyo.

5 de septiembre de 2007 11:53