
A veces los niños, a quienes se les presupone la mayor dulzura y candidez, son los más cabrones de la manada. Si me proponen a Solo en casa o a Este chico es un demonio, digo que no computan, porque debajo de tanta travesura había un corazón. Hablo de los niños raros, los taciturnos, de esos que no solemos ver más que en los programas de Iker Jiménez. El enviado, el de Reencarnación, la de El exorcista, esos son los que juegan en la misma liga que el David de esta Hellion (que se llamó Whisper en USA). Sería injusto decir que el miniprotagonista no es un poco aterrador, o mucho. No seré yo el que destripe la trama, porque para eso ya están los que se encargan de traducir los títulos a nuestra lengua madre (a esos sí que les mandaría yo a David), pero no molesto a nadie si digo que hay un secuestro. Esta película la han visto ya, se lo aseguro. Unas mil veces la han visto. Salen el Sawyer de Perdidos y la Sara de Prison break. Insuficiente recompensa friki.
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