Los canadienses son constante objeto de burla en 'South Park'. Son mostrados en 'Bowling for Columbine' como gente profundamente civilizada, sufridores de muy bajas tasas de delincuencia y confiados en el vecino. Se puede decir que los canadienses nadan contra corriente, que son el reverso manso de su gran vecino del sur, que su mentalidad híbrida anglo-francesa ha devenido en unos rasgos conductuales que nos chocan a los grandes comedores de hamburguesas. O a lo mejor eso es lo que los grandes fabricantes de hamburguesas quieren que pensemos. Lo cierto es que poco cine canadiense llega a nuestras pantallas, y el que llega, como esta 'buddy movie', se antoja ligero y escurridizo. Intentas entender su humor, sabes que bromean porque sonríen, y se escapa, porque es sutil o ininteligible. Propongo resetear cualquier prejuicio existente e intentar entrar puro a la experiencia. Si no, toda la trama de delitos salpicada de chascarrillos de desfase cultural les harán menos gracia que ese tío Julio que todos tienen y que hace que cada cena familiar sea un suplicio insoportable.
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