30 nov 2008

Forasteros (Ventura Pons, 2008)


¿Tiene sentido el masoquismo? ¿Que te escupan en el ojo o te pisen el cuello? ¿Y que además tengas que pagar por ello? (Aprecien la rima, por favor). ¿Cabe en alguna cabeza no desviada de los cánones de la cordura que te vendan dolor injustificado, gratuito y vacuo sin atisbo de catarsis? ¿Es la muestra de lo feo, lo grotesco y lo deforme una expresión de arte en algún caso? ¿Recrearse en los vómitos no encuadrados en parodia extrema? ¿Insultar o pegar a un hijo? ¿Despreciar, gritar u odiar a un padre? Cuando lo transgresor se adhiere a la tendencia de lo gratuito no es incomprendido porque las miras de los espectadores estén cerradas, es que es objetivamente insoportable. Gaspar Noé jugueteó con estos límites y, pese a que en su pecho late el corazón de un creador de raza, se salvó por poco cuando firmó ese ofensivo manifiesto que fue 'Irreversible'. Ventura Pons no puede decir lo mismo.

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