30 ene 2009

Valkiria (Bryan Singer, 2008)


Tom tuerto y manco es más apuesto y galante que casi todos los terráqueos. No por su gran altura (sólo 1,70 metros separan su cabello más rebelde del suelo) ni por su nariz de piñón que —no lo oculta— se ha roto dos veces haciendo el saltimbanqui. Fue la mayor estrella del firmamento y ahora mendiga un poco de caso afeándose y trabajando con el contrastado autor Singer. Al principio, 'Valkiria' —vilipendiada comercialmente por la serie B que ofreció Antena 3 esta misma semana—, parecía maldita. Iba a ser pequeña hasta que llegó Tom con una saca repleta de millones. Ahora es grande, hinchada de presupuesto, hipercalórica en cuanto a planificación artística, ambientación y extras, pero fría en su última expresión, como una partida de ajedrez planteada con precisión pero sin alma.

Y no es que Cruise no dé lo mejor de sí mismo. Es la idea de desarrollar un festín conspirador milimetrado pero apoyado en gente a la que en realidad nos da igual lo que le pase. Por sus defectos pasados no les exoneramos pese a su cierto mérito (quieren acabar con Hitler). En la cuenta del 'haber' sería injusto no subrayar cierto suspense: se sabe lo que ocurrirá y, sin embargo, a veces se nos olvida. Hay estructura y fundamentos. Pero también una sensación reumática similar a cuando tienes los huesos algo revenidos y se acerca la tormenta.

Valoración: 6/10

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