En 2003, tres directores de videoclips tomaron la iniciativa de inaugurar una colección de deuvedés bajo la marca 'The Directors Label' dedicados a compilar sus mejores trabajos. Dos de ellos, Spike Jonze ('Cómo ser John Malkovich') y Michel Gondry ('Human Nature'), habían dado ya el salto al cine con éxito. El tercero Chris Cunningham, todavía no se ha atrevido.
El director Anton Corbijn durante la presentación del DVD de 'Control'
Pero no hemos venido a hablar de ellos, sino de uno que publicó su volumen tres años después —en la segunda promoción de la colección acompañando a Mark Romanek ('Retratos de una obsesión'), Jonathan Glazer ('Reencarnación') y Stephane Sednaoui—: el holandés Anton Corbijn. Fotógrafo de 53 años, era el único de los siete que, hasta esta semana, habiendo dirigido un largo, no había conseguido estrenar en España.
Fueran buenas o malas las películas de Jonze, Gondry, Glazer o Romanek, lo que era indudable y común a todas ellas era su gusto estético y su arriesgada óptica. Jonze es el de los ángulos imposibles, Gondry el del colorín, Glazer el de la opresividad y Romanek el de la fisicidad del miedo... y ahora Corbijn, el del clasicismo. Su blanco y negro atemporal en 'Control' nos llevan a los 70 o a anteayer.
Tráiler de 'Control' biografía de Ian Curtis rodada por Anton Corbijn
No sería descabellado pensar que el hecho de no haberse estrenado en cine hasta cumplir el doble de edad que todos los realizadores barbilampiños surgidos en la era de internet podía arrastrar cierta frustración, pero la suya no es la historia del director sin oportunidades sino la del melómano que busca diversificarse en pos de nuevas formas de expresar su torrente creativo, lo que nos lleva a pensar que la experiencia de Corbijn con el cine convencional puede haber sido un hecho anecdótico derivado de su pasión por Joy Division y por su controvertido cantante Ian Curtis.
Tanto es así que este holandés se mudó en el año 79 a Inglaterra impresionado por su propuesta de post punk radical para trabajar cerca de ellos como fotógrafo habitual en la revista New Musical Express, donde desarrolló un personalísimo estilo de fotografía en blanco y negro naturalista que después ha sido imitada por multitud de profesionales.
'Disorder' de Joy Division (montaje hecho a base de fotos del grupo)
Sólo después de poner delante de su objetivo a grupos como U2, Depeche Mode, Metallica o Nirvana (tanto en vídeos como en portadas o instantáneas) hizo el retruécano definitivo y se atrevió a captar en imágenes la trágica vida y muerte (a los 23 añitos) de Ian Curtis adaptando la novela de su viuda, interpretada en el film por Samantha Morton. Fue precisamente ella quien convenció a Corbijn para que hiciera lo necesario para sacar el proyecto adelante... y a él no se le ocurrió otra cosa que hipotecar su casa.
Estrenada en Cannes 2007, y vista en San Sebastián el mismo año, nos llega —más tarde que a casi cualquier otro país— este maravilloso, melancólico y sobrio retrato de un monstruo enfermo de egocentrismo y epilepsia. Quienes fueran fans de los legendarios Joy Division, seguramente habrán tomado medidas para ver la radiografía descarnada del más espasmódico —y uno de los más geniales— cantante de siempre. Los que no, pueden ver al Curtis de Corbijn a partir de este miércoles.
El suicidio de Ian Curtis narrado por Los Planetas en 'Desorden', cuyo título homenajea al tema del vídeo de arriba (Las imágenes son de 'La coleccionista' de Eric Rohmer)
2 comentarios:
Ian Curtis era un hombre de expresión monocorde. Ian Curtis nunca necesitó más de una cuerda.
Genial la peli.
Es como un álbum de buenas fotos en blanco y negro. Da igual que hayas visto 24 Hour Party People, ésta es otra historia: la de Deborah.
Bravo por Samantha Morton metiéndose en el incómodo pellejo de Deborah Curtis: viuda prematura desde la aparición de la carismática Annik Honoré, a la que da vida una Alexandra Maria Lara mucho más sugerente como morena de ceñido pantalón que de sumisa secretaria de Hitler).
Resumen de la peli: Love will tear us apart
Guiño simpático: Herbert Grönemeyer -merecedor de película propia- haciendo de su hermano Dietrich (de profesión médico).
Ole, ole, ole
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