Lo primero que hizo Álex de la Iglesia el 21 de junio al ser investido presidente de la Academia de Cine fue anunciar que invocaba un artículo transitorio por el que tenía derecho a nombrar a un vicepresidente tercero (Icíar Bollaín y Emilio A. Pina son primero y segundo respectivamente) "con el fin de promover la representación de la Academia en las Comunidades Autónomas donde exista delegación de la misma" (Cataluña es la única que cumple este requisito). Quien ostentará esta tercera vicepresidencia, se anunció la semana pasada, es Teresa Enrich, directora de producción (para Villaronga o Piedrahita & Sopeña) y guionista (en la próxima de María Ripoll) que empezó en el negocio del cine hace más de 30 años como regidora. Todocampista.
Desde la semana pasada ya está completa la cúpula directiva de la Academia. De izquierda a derecha, Álex de la Iglesia, Icíar Bollaín. Emilio A. Pina y la recién nombrda Teresa Enrich.
"Todavía no te puedo contar mucho —dice al descolgar el teléfono Enrich—. En septiembre haremos mi presentación en Barcelona, pero, de momento, lo único que ha hecho Álex es hacer efectiva la cláusula que le permitía tener a un representante en Cataluña. La razón de esta decisión es que en Barcelona hay 238 académicos (casi la tercera parte del total) y no queremos que se sientan aislados". Tal como avanzó Icíar Bollaín el mes pasado: "La medida quiere que esa presencia quede reflejada". De modo que Enrich será "una persona que coordine a la gente de allí sin desatender lo que ocurra en su zona".
Anuncia Enrich que su equipo directivo zonal estará compuesto también por la actriz Vicky Peña y por el guionista Albert Espinosa, y sorprende al declarar que "los catalanes antes no se sentían representados". ¿Pero entonces el problema no era sólo con Garci y Almodóvar? De la Iglesia no dijo nada de arreglar rivalidades autonómicas en su declaración de intenciones... "No, lo que sucede es que, de los 32 miembros de la Junta Directiva, sólo Peña, Espinosa y yo somos catalanes. Para nada estamos enemistados", matiza. Parece una cuestión de equilibrio.
El maltrecho cine español
Sorprende su pesimismo a la hora de hablar del momento del cine español. Y ni Almodóvar, ni los cerebros fugados, ni las mentiras gordas le consuelan. "Han ido muy bien las cinco que ha visto todo el mundo, pero hay que ser autocríticos. Estamos en un momento malo porque se producen muchísimas películas que no llegan ni a estrenarse. Ello es debido a que la vía de la producción y la de la distribución parecen no encontrarse. Sin embargo, creo que la nueva Ley del Cine, para la que han contado por primera vez con nosotros, es muy inteligente en este aspecto, ya que está abierta a la subvención de TV movies. De ese modo, la gente que está empezando, en vez de filmar un debut que no verá nadie, tendrán al menos 600.000 espectadores".
Un desembarco plácido
Reconoce esta barcelonesa que no hizo falta mucho para convencerla, si bien el ofrecimiento la cogió desprevenida: "Yo le dije que tenía mucho trabajo, pero él me contestó que había que coger al toro por los cuernos y que la gente del cine no podemos esperar que la Administración nos solucione todo, que tenemos que ser nosotros los que cojamos al toro por los cuernos y hagamos las cosas en vez de quejarnos. Ahora estoy muy contenta de la decisión que tomé".
Promete más información, opiniones y titulares en septiembre. De momento cuenta poco más porque sólo ha acudido a una junta con los honores propios de su nuevo cargo, pero sí promete dos cosas desde ya: Más movimiento en Barcelona y todos los esfuerzos posibles porque el cine español comience a considerarse (y verse) como se merece.
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