La chica sordomuda y exhibicionista de 'Babel' se llevó una nominación al Óscar que todo el mundo esperaba para el más publicitado Brad Pitt, que se quedó con un palmo de narices. Y a partir de ahí empezó la fiebre Kikuchi. De repente todos los directores internacionales se la rifaban para que fuera la particular carta de presentación de Japón al resto del mundo. Rinko ya es un icono en su país y, gracias a Coixet ahora, con 'Mapa de los sonidos de Tokio', y al personaje de Naoko que interpretará en la esperada adaptación del best seller de Haruki Murakami 'Norwegian Wood (Tokyo Blues)' el año que viene, el cielo se convertirá en su único límite.
La actriz oriental más cool desde Gong Li viste estrafalariamente, asiente educadamente mientras le preguntan y nunca sonríe. A la hora de transcribir sus respuestas reparas en que lo que ella cuenta durante medio minuto es apenas una frase de cinco palabras en boca del traductor. Ya le pasaba algo así a Bill Murray cuando Sofia Coppola se lo llevó al Imperio del Sol Naciente para resucitar su carrera. Lástima que Rinko no maneje el inglés; se nos ha perdido casi todo el tiempo de la entrevista en la traducción.
Los directores occidentales acuden a ti cada vez que necesitan a una chica japonesa. ¿Qué les das?
Me gustaría saberlo (sin reír). Te lo pregunta a ti —me dice el intérprete—. ¿Por qué crees tú que es?
Hombre, está claro, nominación al Óscar incluida (por 'Babel'), que es un gran talento como actriz y una belleza exótica que quizá nos atraiga aquí.
(Asiente) La verdad es que me siento muy afortunada porque desde que hice 'Babel' sólo he rodado una película en Japón. Eso me ayuda a visitar distintos países y a conocer todo tipo de culturas.
Lo oriental está de moda, y en especial Japón. Conocemos la particular sensibilidad para retratar atmósferas de Isabel Coixet, pero hasta esta 'Mapa de los sonidos de Tokio' se había limitado a paisajes estadounidenses. ¿Qué tal ha sido su acercamiento a tu cultura?, ¿la ha sabido reflejar?
No sabría decirte si somos por dentro como Isabel nos ha retratado con su mirada, pero de lo que sí estoy segura es de que Isabel ha expresado muy bien los sentimientos que encierra la historia.
Tanto en 'Babel' como aquí interpretas a personajes con grandes dificultades para exteriorizar lo que piensan. ¿Suponen tus roles el reflejo de una sociedad concreta? ¿Eres tú también de ese modo?
Hay que vivir en la sociedad japonesa para comprenderla. Para desenvolverse en ella tienes que callarte a veces tus opiniones, pero yo no me siento identificada con los papeles que interpreto porque ahora estoy trabajando a nivel internacional y para que eso salga bien debo comunicarme mucho con la gente con la que comparto el set.
¿Y es duro cambiar el chip?
No, me gusta más este estilo de poder decir lo que pienso para poder entablar amistades. Es la mejor base para que éstas duren.
El carácter de tu coprotagonista, Sergi López, es el de un latino de tomo y lomo, precisamente todo lo contrario a lo que sois vosotros. Él es el culpable de que tu personaje se relaje. ¿Crees que los latinos tenemos más facilidad a la hora de accionar los mecanismos necesarios para que los orientales os abráis?
Yo te puedo hablar por mi experiencia profesional. Hasta 'Babel' había trabajado siempre en mi país y fue a partir de conocer a (Alejandro González) Iñárritu que aprendí un poco a vivir y a expresarme como una occidental. Ahora ya estoy bastante acostumbrada a interrelacionarme, así que sí, ahora que lo dices, el carácter latino puede ayudar a que los japoneses aprendamos a exteriorizar.
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