Desde luego, la premisa de vivir rápido y dejar un bonito cadáver que seguía Belmondo en 'Al final de la escapada' no fue adoptada (profesionalmente, se entiende) por su director.
Este año se cumple medio siglo del debut de Jean Luc Godard, uno de los más influyentes de la historia del cine, y, al margen de los indudables méritos que incluyó aquella obra visionaria, los daños colaterales que ocasionó no han sido menos permanentes.
Por ejemplo, el hecho de que cada estreno suyo esté libre de pecado y que nadie tenga la libertad para decir vaya plomazo de película, que es lo que suele ocurrir. Godard es un autor de culto y contra eso no se puede hacer nada. Según la definición que hacía Truffaut de 'grandes films malades' (grandes obras maestras frustradas que, a menudo, se convierten en eso, cine de culto), Godard es Dios y los que se atreven a cuestionarlo, terroristas culturales. Pues vaya.
Sin miedo a equivocarnos demasiado, podemos decir que el buque insignia de la Nouvelle Vague lleva sin hacer una película del todo satisfactoria desde hace al menos 45 años, cuando se estrenó 'Alphaville'. Desde entonces, ha habido destellos como 'La china' (1967), 'Todo va bien' (1972), 'La pasión' (1982) o 'Yo te saludo, María' (1985) pero no han sido más que oasis en una filmografía que tuvo sus devaneos propagandísticos maoísta, sesentayochista, marxista o antimaoísta y que después se deslizó (para quedarse) al género documental o pseudodocumental.
No se trata de emborronar el legado de un genio casi incuestionable en sus comienzos, pero sí nos permitiremos lamentar en este contracumpleaños algunas de las pesadas e incómodas herencias que nos ha dejado:
La esquizofrenia
Godard ha cultivado como pocos el término de 'perfecto cine pop' por su infinito torrente creador de iconos gracias a 'Al final de la escapada', 'Vivir su vida' o 'Banda aparte'. Lo malo es que eso ha creado la típica e irritante espiral de mitomanías y contramitomanías.
A veces, un poco impostoras. El hecho de ser uno de los 50.000 fans del club oficialista de Jean Luc Godard en Facebook no implica necesariamente haber visto más de una o dos de sus obras. Basta destacar las cifras de audiencias de sus filmes en nuestro país desde 1990: 240.000 euros y 50.000 espectadores repartidos en 10 estrenos, incluido un reestreno de 'Al final de la escapada'.
Y no sólo eso: asociada muchas veces al cine de gafas, la vanguardia francesa no es homogénea y mucho menos homogéneamente buena. "Me encanta el cine francés", se oye en algunos corrillos, como si 'Bienvenidos al norte' y 'Los 400 golpes' entraran en el mismo saco. La culpa, en parte, es de Godard y de sus irresistibles iconos de 'perfecto cine pop'.
El desprecio al cine comercial
Citando de nuevo a Truffaut (guionista de 'Al final de la escapada'): "Los críticos no tienen imaginación y es normal. Un crítico demasiado imaginativo ya no podría ser objetivo. [...] Esta falta de imaginación les hace preferir obras muy desnudas, las que les dan la sensación de que podrían ser casi sus autores. Por ejemplo, un crítico puede verse capaz de escribir el guión de 'Ladrón de bicicletas' pero no el de 'Con la muerte en los talones' y forzosamente llega a la conclusión de que 'Ladrón de bicicletas' tiene todos los méritos y 'Con la muerte en los talones' no tiene ninguno". Godard, crítico antes que director y fiel colaborador de Truffaut en sus comienzos, supone las antípodas del cine ligero de evasión. No hay nada malo en ello. El problema es que si uno se sube a su carro, parece que ha de negarse por principio a disfrutar de Roland Emmerich o Michael Bay.
Ese mareo
Una de las audacias más destacables de 'Al final de la escapada' fue su montaje sincopado y su cámara al hombro, reñidas con la ortodoxia imperante hasta la fecha. Así pues, aunque sea casualidad y alguien tuviera que levantar la liebre, podemos echarle todas las culpas de los náuseas y desmayos que ocasionan de tanto en tanto filmes como 'El proyecto de la Bruja de Blair' o las casi naturalistas cintas bélicas nueva ola. ¿Cuánto puede costar un trípode, por el amor de Dios?
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Lee el artículo original en El Mundo.
1 comentario:
¿Entonces qué crees, que es para tanto o que no?
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