4 jun 2008

Antes del atardecer (Richard Linklater, 2004)


Hubo quien dijo en 1995 que Antes del amanecer era la más original historia de amor jamás filmada. Quien suscribe no puede estar más de acuerdo con esa afirmación, porque por aquel entonces nadie conocía a Charlie Kaufman y menos aún su marciana obra magna ¡Olvídate de mí! Si ésta puede pujar con aquel romance vienés en originalidad y lucidez, desde luego no aguantar el envite en preciosismo, naturalidad y maravillosa cotidianeidad.

Antes del atardecer es una de las secuelas más dignas, integras y no prescindibles que vienen a la memoria a cualquier enamorado del amor, y del cine. Todos los que utilizamos la pantalla como espejo donde ver reflejadas nuestras inseguridades, primeros amores e inocencia juvenil, queríamos saber qué pasaba con esos dos románticos idealistas que eran Jesse y Céline. Necesitábamos saberlo.

El tiempo no ha pasado en balde y les ha puesto en su sitio. La ingenuidad se ha convertido en perplejidad, cinismo y ganas de dar pasitos cortos para no tropezar, para no equivocarse. Julie Delpy, haciendo de mujer inquieta de hoy, sublevada y de fuerte carácter, se desmorona al ver pasar la vida ante sus ojos cuando se reaparece Jesse para ponerle patas arriba todo aquello en lo que creía. Y él lo hará con la mejor de sus intenciones, porque es su musa, la losa que le ha impedido avanzar en su vida para alcanzar la felicidad.

Ambos se quedaron estancados con su relación truncada y puesta en standby 9 años atrás y el reencuentro ocasiona un torrente de sentimientos, de confidencias y de silenciosos te quiero. Todo ello filmado con el pulso - sin pulso firme de Richard Linklater, que por unos momentos es capaz de dejarse llevar y abandonar piezas blockbusteras y absurdas, que eso sí, llenan el estómago. Su dirección, como la de Rohmer, no se nota, y eso lo agradecemos quienes queríamos que la distancia entre el par de jóvenes se redujera a la mínima expresión.

Así, nos gusta participar de su fiesta, de la felicidad que les acaricia durante menos de hora y media. Queremos conocerles, que nos saluden y así poder pasear con ellos por París mientras solucionan sus problemas existenciales. Suerte locos.

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