Trey Parker dijo una vez que Ron Howard era un actor adolescente que se dio cuenta de que era demasiado feo para seguir actuando y por eso se hizo director. Así comenzó una prolífica carrera apadrinada por papá George Lucas en la que siempre ha sido una máxima dar forma a un fondo no demasiado consistente.
Una mente maravillosa no es una excepción y es uno de esos biopics donde las emocionantes hazañas de un superdotado pretenden enternecer por mostrarnos en la pantalla cosas que escapan de nuestro cotidiano alcance.
Llámalo jugar al baseball, llámalo utilizar la katana como un gran campeón o llámalo en este caso resolver integrales como quien oye llover. De alguna manera queremos que el guapo se case con la guapa y tengan hijos.
Vamos al cine a ver cosas extraordinarias y eso Howard es capaz de retratarlo muy bien. En esta ocasión el héroe nos demuestra como con un toque de genio, un poquito de amor incondicional, un pelín de intriga, una vetusta y añeja fotografía y un ecléctico director, tenemos una peli como las de antes y un premio Nobel.
Hablamos de John Forbes Nash Jr, un desequilibrado matemático que escribiendo teorías muy sofisticadas sobre macroeconomía en las ventanas de su facultad, al más puro estilo Will Hunting, revolucionó la economía mundial en los años 40. Si cogemos esto y lo aliñamos con el fantasma comunista y con uno de esos chico conoce a chica, chico y chica se enamoran de manera vertiginosa, chico tiene movidas con chica y chico se reconcilia con chica porque su amor es más grande que la vida, tenemos un caballo ganador.
El cerebro en cuestión es interpretado por el antipático Russell Crowe, yéndole las similitudes con el carácter egocéntrico y altivo ("Quiero hacer algo que nadie haya hecho antes") del personaje como anillo al dedo. Es uno de esos papeles de torturado que tanto gustan a la Academia y que suelen servir para enmascarar un argumento un tanto endeble, deslabazado… aunque no importa demasiado, es una película de actor.
La sensación que se queda al salir de la sala es haber absorbido una fragancia muy cara y bien acabada pero muy insípida, muy impersonal…muy vacía.
Es un drama filmado al más puro estilo clásico, pero resulta algo falso y encorsetado. Quizá no sea suficiente el oficio de Howard (ni de nadie a excepción de Darabont) para describir la inocencia de antes, quizá vivir en el siglo XXI nos ha dotado de un cinismo en el que ya no existe James Stewart.
Jennifer Connelly abandona su habitual papel de florero pin-up para reivindicarse como una de las presencias más magnéticas (inconmensurable mirada la suya en Requiem for a dream) de los últimos años. Digamos que aparte de estar buena, sabe poner caras cucas y llorar como la mejor, y no le va a la zaga en ningún momento al histriónico y mastodóntico Crowe.
Da la impresión de que Howard no quería ser acribillado por la crítica por utilizar estética videoclipera, flashbacks o cámara inquieta y por eso se ha comedido más que de costumbre, pero es posible que con un par o tres de esos artificios hubiera conseguido forzar algún que otro clímax en los que a veces se queda a medio camino y que son tan necesarios en este género.
Una mente maravillosa no es una excepción y es uno de esos biopics donde las emocionantes hazañas de un superdotado pretenden enternecer por mostrarnos en la pantalla cosas que escapan de nuestro cotidiano alcance.
Llámalo jugar al baseball, llámalo utilizar la katana como un gran campeón o llámalo en este caso resolver integrales como quien oye llover. De alguna manera queremos que el guapo se case con la guapa y tengan hijos.
Vamos al cine a ver cosas extraordinarias y eso Howard es capaz de retratarlo muy bien. En esta ocasión el héroe nos demuestra como con un toque de genio, un poquito de amor incondicional, un pelín de intriga, una vetusta y añeja fotografía y un ecléctico director, tenemos una peli como las de antes y un premio Nobel.
Hablamos de John Forbes Nash Jr, un desequilibrado matemático que escribiendo teorías muy sofisticadas sobre macroeconomía en las ventanas de su facultad, al más puro estilo Will Hunting, revolucionó la economía mundial en los años 40. Si cogemos esto y lo aliñamos con el fantasma comunista y con uno de esos chico conoce a chica, chico y chica se enamoran de manera vertiginosa, chico tiene movidas con chica y chico se reconcilia con chica porque su amor es más grande que la vida, tenemos un caballo ganador.
El cerebro en cuestión es interpretado por el antipático Russell Crowe, yéndole las similitudes con el carácter egocéntrico y altivo ("Quiero hacer algo que nadie haya hecho antes") del personaje como anillo al dedo. Es uno de esos papeles de torturado que tanto gustan a la Academia y que suelen servir para enmascarar un argumento un tanto endeble, deslabazado… aunque no importa demasiado, es una película de actor.
La sensación que se queda al salir de la sala es haber absorbido una fragancia muy cara y bien acabada pero muy insípida, muy impersonal…muy vacía.
Es un drama filmado al más puro estilo clásico, pero resulta algo falso y encorsetado. Quizá no sea suficiente el oficio de Howard (ni de nadie a excepción de Darabont) para describir la inocencia de antes, quizá vivir en el siglo XXI nos ha dotado de un cinismo en el que ya no existe James Stewart.
Jennifer Connelly abandona su habitual papel de florero pin-up para reivindicarse como una de las presencias más magnéticas (inconmensurable mirada la suya en Requiem for a dream) de los últimos años. Digamos que aparte de estar buena, sabe poner caras cucas y llorar como la mejor, y no le va a la zaga en ningún momento al histriónico y mastodóntico Crowe.
Da la impresión de que Howard no quería ser acribillado por la crítica por utilizar estética videoclipera, flashbacks o cámara inquieta y por eso se ha comedido más que de costumbre, pero es posible que con un par o tres de esos artificios hubiera conseguido forzar algún que otro clímax en los que a veces se queda a medio camino y que son tan necesarios en este género.
1 comentario:
vaaaaaaaaa ni criticas ni hostias teneis que ver este video:
http://www.youtube.com/watch?v=raD_gOpiJeM
30 de agosto de 2007 11:44
Publicar un comentario