
Aprovecho el comentario que le he hecho a la amiga Lara para hacer mi propia entrada sobre Caótica Ana, que es la película que más odio desde 1995. No se merece que piense mucho más en ella, así que reciclo el material. Lara (aka Natsuki), perpleja, se pregunta si no se necesitará un segundo visionado para desentrañar la poesía feísta de la feísima película de Médem. En serio, no hace falta. Es mala. Mala, mala, mala. Mala cuando te levantas, mala después de comer y mala antes de acostarte. No hay un solo momento del día en que se pueda disfrutar. Es difícil defenestrar a los genios, pero Caótica Ana es infernal.
Todo es impostado, todo tiene un ampuloso afán de trascendencia que no cuaja en genio sino en impotencia narrativa. Aparte de las evidentes ingenuidades en la escritura, apunto un detalle prosaico: el cast foráneo, así como Bebe, es incapaz de pronunciar ni una sola frase como es debido. Juro que me hubiera encantado haber visto la película en castellano subtitulada al castellano como hacen con algunas mexicanas.
De todos modos, no creo que sea malo que Médem haya hecho una película que dé vergüenza ajena. Así aprenderemos a valorar las buenas que nos ha regalado y que nos regalará si se baja de su torre de marfil de "Hola soy Médem y hago películas que sólo los genios sobrevalorados sabemos hacer". Me encantó Manuela Vellés, me pareció una sobrenatural reencarnación de Najwa, Elena Anaya y Marián Aguilera (la mejor parte de cada una y todo mezclado en una coctelera). Lo que pasa es que tenía unas frases tan soberbiamente ridículas que pronunciar que acababan por mostrarla distante, o como drogada.
Todo es impostado, todo tiene un ampuloso afán de trascendencia que no cuaja en genio sino en impotencia narrativa. Aparte de las evidentes ingenuidades en la escritura, apunto un detalle prosaico: el cast foráneo, así como Bebe, es incapaz de pronunciar ni una sola frase como es debido. Juro que me hubiera encantado haber visto la película en castellano subtitulada al castellano como hacen con algunas mexicanas.
De todos modos, no creo que sea malo que Médem haya hecho una película que dé vergüenza ajena. Así aprenderemos a valorar las buenas que nos ha regalado y que nos regalará si se baja de su torre de marfil de "Hola soy Médem y hago películas que sólo los genios sobrevalorados sabemos hacer". Me encantó Manuela Vellés, me pareció una sobrenatural reencarnación de Najwa, Elena Anaya y Marián Aguilera (la mejor parte de cada una y todo mezclado en una coctelera). Lo que pasa es que tenía unas frases tan soberbiamente ridículas que pronunciar que acababan por mostrarla distante, o como drogada.
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