Buenas:
Esta semana no les voy a hacer una crítica al uso, les voy a contar una historia. Es la historia de un joven muchacho que el pasado viernes en vez de salir por ahí, de juerga con sus amigos, muchachos como él en edad de darlo todo, tomó la sensata y nada dañina determinación de acercarse al cine de su barrio para que pudiera ser posible que ahora mismo tengan su atención centrada no en la anterior página ni en la siguiente, sino en esta misma.
El joven y apuesto muchacho de quien les hablaba sufrió una crisis de ansiedad al ver la enorme cantidad de estrenos que ante sus ojos se agolpaban en la cartelera de la gran ciudad donde se encontraba, pero fue capaz de sobreponerse cuando se preguntó: ¿Cuál de todas las películas de entre la enorme cantidad de estrenos que ante mis ojos se agolpan en la cartelera de la gran ciudad donde me encuentro es más sugerente y/o apetecible a mi estado anímico hoy viernes, día que he decidido abandonar a mis amigos muchachos porque soy una persona con alto grado de responsabilidad y he de hacer mi habitual colaboración semanal con ese agradable y populoso periódico que es La Comarca?, y la rápida respuesta que salió desde sus entrañas fue: Puede que me equivoque, pero The ring tiene una pinta fabulosa.
En esto que se encaminó a la taquilla donde cívicamente respetó la cola hasta que pudo adquirir su entrada, de la que hizo uso al introducirse en la macrosala del macrocine en el que se hallaba inmerso. Cuál fue su sorpresa al darse cuenta de que la citada macrosala del citado macrocine estaba repleta de adolescentes con la boca llena de palomitas y cocacola de garrafón y los ojos inyectados en sangre a la espera de un film de terror donde las vísceras y descabezamientos estaban a la orden del día. ¡Ay, Dios!-pensó el joven y apuesto y encantador muchacho- son de los que comentan y dan grititos.
Hizo gestiones el protagonista de nuestra historia para poder canjear su entrada momentos antes de la proyección por la de otra macrosala donde los adolescentes sanguinarios fueran un tanto menos adolescentes y otro tanto más menos sanguinarios.
Para asombro del joven y apuesto y encantador y siempre peinado a raya muchacho, a aquellos discípulos de Atila se les congeló la sangre ya en la primera escena, y aunque de vez en cuando se oía un ¡Uy! ahogado, la verdad es que el murmullo no era demasiado pronunciado, al menos no tanto como para descentrarle de la hipnótica y paranormal historia ante la que se encontraba.
Por lo que había oído era una nueva versión de una película japonesa del 99 con el mismo título que en su día fue un gran éxito. Se dio cuenta de que Naomi Watts (revelación de Mulholland Drive), a su juicio una de las más firmes promesas del cine norteamericano actual, mezcla de Gwyneth Paltrow y Jennifer Anniston, pero dotada de una sonrisa más cínica y afectada, era la protagonista que, ayudada de otro desconocido actor neozelandés, se dedicaba a resolver el misterio que la película planteaba: "Quien ve una misteriosa cinta de vídeo, inmediatamente recibe una llamada telefónica que le comunica que morirá dentro de siete días". Pues bien, nuestra rubia amiga, como no puede ser de otra manera, empujada por esa fuerza sobrenatural que obliga a todos los protagonistas de las películas de terror a hacer cosas que no deben hacer la ve y se angustia cuanto no se pueden imaginar.
Pero es astuta, y ayudada por su satánico hijo pequeño, decide no quedarse con los brazos cruzados y lucha contra su aciago destino. Les diré que el joven y apuesto y encantador y siempre peinado a raya y pragmático muchacho se quedó sorprendido por el trepidante ritmo y por los derroteros nada convencionales por los que se desarrollaba el guión, tan alejados de los de la última hornada de cintas tipo Scream a las que estaba acostumbrado, y si bien echó en falta parte del sentido del humor que éstas desprendían, agradeció el haberse topado con una muy sobria, atractiva e interesante puesta en escena.
Me dijo también que lo mejor de todo era que el final es como es. No hay un malo explicando el por qué de su enajenada conducta, de lo enfurecido que está con la sociedad...mientras el bueno gana tiempo para deshacerse el nudo de las muñecas.
Es correcto cine de terror orientado hacia una audiencia adulta. Es fresca, nueva y está bien hecha. La historia de amor no canta y el niño es estremecedor. Así, satisfecho de su decisión, el joven y apuesto y encantador y siempre peinado a raya y pragmático y respetuoso con sus mayores muchacho se encontró con la sensación del deber bien hecho y me dijo que se la compraría en DVD.
Hasta otra.
Esta semana no les voy a hacer una crítica al uso, les voy a contar una historia. Es la historia de un joven muchacho que el pasado viernes en vez de salir por ahí, de juerga con sus amigos, muchachos como él en edad de darlo todo, tomó la sensata y nada dañina determinación de acercarse al cine de su barrio para que pudiera ser posible que ahora mismo tengan su atención centrada no en la anterior página ni en la siguiente, sino en esta misma.
El joven y apuesto muchacho de quien les hablaba sufrió una crisis de ansiedad al ver la enorme cantidad de estrenos que ante sus ojos se agolpaban en la cartelera de la gran ciudad donde se encontraba, pero fue capaz de sobreponerse cuando se preguntó: ¿Cuál de todas las películas de entre la enorme cantidad de estrenos que ante mis ojos se agolpan en la cartelera de la gran ciudad donde me encuentro es más sugerente y/o apetecible a mi estado anímico hoy viernes, día que he decidido abandonar a mis amigos muchachos porque soy una persona con alto grado de responsabilidad y he de hacer mi habitual colaboración semanal con ese agradable y populoso periódico que es La Comarca?, y la rápida respuesta que salió desde sus entrañas fue: Puede que me equivoque, pero The ring tiene una pinta fabulosa.
En esto que se encaminó a la taquilla donde cívicamente respetó la cola hasta que pudo adquirir su entrada, de la que hizo uso al introducirse en la macrosala del macrocine en el que se hallaba inmerso. Cuál fue su sorpresa al darse cuenta de que la citada macrosala del citado macrocine estaba repleta de adolescentes con la boca llena de palomitas y cocacola de garrafón y los ojos inyectados en sangre a la espera de un film de terror donde las vísceras y descabezamientos estaban a la orden del día. ¡Ay, Dios!-pensó el joven y apuesto y encantador muchacho- son de los que comentan y dan grititos.
Hizo gestiones el protagonista de nuestra historia para poder canjear su entrada momentos antes de la proyección por la de otra macrosala donde los adolescentes sanguinarios fueran un tanto menos adolescentes y otro tanto más menos sanguinarios.
Para asombro del joven y apuesto y encantador y siempre peinado a raya muchacho, a aquellos discípulos de Atila se les congeló la sangre ya en la primera escena, y aunque de vez en cuando se oía un ¡Uy! ahogado, la verdad es que el murmullo no era demasiado pronunciado, al menos no tanto como para descentrarle de la hipnótica y paranormal historia ante la que se encontraba.
Por lo que había oído era una nueva versión de una película japonesa del 99 con el mismo título que en su día fue un gran éxito. Se dio cuenta de que Naomi Watts (revelación de Mulholland Drive), a su juicio una de las más firmes promesas del cine norteamericano actual, mezcla de Gwyneth Paltrow y Jennifer Anniston, pero dotada de una sonrisa más cínica y afectada, era la protagonista que, ayudada de otro desconocido actor neozelandés, se dedicaba a resolver el misterio que la película planteaba: "Quien ve una misteriosa cinta de vídeo, inmediatamente recibe una llamada telefónica que le comunica que morirá dentro de siete días". Pues bien, nuestra rubia amiga, como no puede ser de otra manera, empujada por esa fuerza sobrenatural que obliga a todos los protagonistas de las películas de terror a hacer cosas que no deben hacer la ve y se angustia cuanto no se pueden imaginar.
Pero es astuta, y ayudada por su satánico hijo pequeño, decide no quedarse con los brazos cruzados y lucha contra su aciago destino. Les diré que el joven y apuesto y encantador y siempre peinado a raya y pragmático muchacho se quedó sorprendido por el trepidante ritmo y por los derroteros nada convencionales por los que se desarrollaba el guión, tan alejados de los de la última hornada de cintas tipo Scream a las que estaba acostumbrado, y si bien echó en falta parte del sentido del humor que éstas desprendían, agradeció el haberse topado con una muy sobria, atractiva e interesante puesta en escena.
Me dijo también que lo mejor de todo era que el final es como es. No hay un malo explicando el por qué de su enajenada conducta, de lo enfurecido que está con la sociedad...mientras el bueno gana tiempo para deshacerse el nudo de las muñecas.
Es correcto cine de terror orientado hacia una audiencia adulta. Es fresca, nueva y está bien hecha. La historia de amor no canta y el niño es estremecedor. Así, satisfecho de su decisión, el joven y apuesto y encantador y siempre peinado a raya y pragmático y respetuoso con sus mayores muchacho se encontró con la sensación del deber bien hecho y me dijo que se la compraría en DVD.
Hasta otra.
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