Hacía falta poco para que Viaje a Darjeeling se convirtiera en una de las mejores películas del año. Simplemente que no fuera la peor de ese marciano que se llama Wes Anderson y que desde hace una década invade nuestras pantallas con comedias alucinadas. Ladrón que roba a un ladrón, Academia Rushmore, Los Tenenbaums y Life aquatic conformaban hasta ahora una trayectoria delirante sin reflejo ni repercusión ninguna en su entorno coetáneo. Por ello puede decirse que Anderson es un género en sí mismo. Según la definición de autor que suigenerismente extraje de mi clase de Crítica de Cine del curso universitario 2005-2006, éste es uno que aglutina una serie de constantes en su filmografía en cuanto a estilo, temáticas y vocación de discurso propio.
Paso a hacer un decálogo de las razones por las cuales el director de Viaje a Darjeeling es un actor tan mayúsculo como la A mayúscula que inicia el alfabeto:
1) Su estética colorista tiene un cromatismo particular que da un aspecto de irrealidad tanto a los films que rueda en Nueva York como a la que rueda en la India, de manera que, aún pudiendo reconocer los paisajes, parece que todos los ecosistemas fotografiados pertenecen a una aldea global regentada por el emperador Anderson.
2) Su puesta en escena teatral. Las entradas y salidas en plano de sus afectados protagonistas. El mayor exponente de todo ello es Jason Schwartzman, presente en Rushmore, Viaje a Darjeeling y el corto Hotel Chevalier. Los zooms y ángulos imposibles como recurso dramático que deja perplejo al espectador y centra su atención de manera rocambolesca.
3) Las tipografías de los rótulos son importantes por su orientación hacia el campo del cómic. Muy reiterativas en cada film pero siempre novedosas con respecto a la anterior entrega del director dejan un poso de irrealidad en el resultado final.
4) La presencia de freaks: los raros, los desheredados, deformes e inadaptados son decorado, no suelen ser nunca parte activa, para plasmar una estética feísta y extravagante. Se pone un ojo en ellos y el dedo en la llaga de su deformidad para denunciar la marginalización por lógica inversa.
5) La ausencia del padre y la carencia de una célula familiar saludable. El divorcio y la eterna búsqueda de del ídolo caído (casi siempre interpretado por Bill Murray).
6) La mediocridad, la bajeza, el egoísmo y la ruindad como ruedas de molino de la conducta de los protagonistas. Presunta vacuidad de contenido que, leída entre líneas, encierra una gran amargura. Ello da paso a una violencia explícita derivada de celos y rivalidades. La estupidez emocional de la fauna retratada sólo sabe resolver sus taras emocionales a golpes.
7) El surrealismo como opción humorística. Nada es fácil en el universo Andersoniano. Toda risa conlleva un poso de amargura basado en la estupidez del personaje. Nunca el portavoz del chiste es consciente de que dice algo chistoso.
8) La presencia de una troupe de actores reconocible. Bill Murray y Anjelica Huston, Owen Wilson, Jason Schwartzman y Seymour Cassell saben que tienen un papel asegurado en casi cualquier película del director.
9) El uso de los silencios. Cómodos o incómodos. Adecuados o inadecuados. Lógicos o ilógicos. Pero siempre silencios. Como los de Quintero. Los actores respiran y la audiencia analiza, procesa y asimila.
10) Restringido target. Se necesita tal grado de condescendencia por parte del espectador que recomendarle la filmografía de este autor a cualquier personaje querido se convierte en algo arriesgado. Te enamora o te repele. No hay punto medio, como con los grandes. Por ello, a pesar de contar con actores de talla internacional, y muy taquilleros, de momento sólo llega a audiencias restringidas.
Id a ver Viaje a Darjeeling. Es muy buena. Definitivamente no es la peor película de Anderson. Puede incluso que, con Rushmore, sea la más conseguida. Y desde luego la más accesible para los no iniciados. ¿Se estará universalizando Anderson?
Paso a hacer un decálogo de las razones por las cuales el director de Viaje a Darjeeling es un actor tan mayúsculo como la A mayúscula que inicia el alfabeto:
1) Su estética colorista tiene un cromatismo particular que da un aspecto de irrealidad tanto a los films que rueda en Nueva York como a la que rueda en la India, de manera que, aún pudiendo reconocer los paisajes, parece que todos los ecosistemas fotografiados pertenecen a una aldea global regentada por el emperador Anderson.
2) Su puesta en escena teatral. Las entradas y salidas en plano de sus afectados protagonistas. El mayor exponente de todo ello es Jason Schwartzman, presente en Rushmore, Viaje a Darjeeling y el corto Hotel Chevalier. Los zooms y ángulos imposibles como recurso dramático que deja perplejo al espectador y centra su atención de manera rocambolesca.
3) Las tipografías de los rótulos son importantes por su orientación hacia el campo del cómic. Muy reiterativas en cada film pero siempre novedosas con respecto a la anterior entrega del director dejan un poso de irrealidad en el resultado final.
4) La presencia de freaks: los raros, los desheredados, deformes e inadaptados son decorado, no suelen ser nunca parte activa, para plasmar una estética feísta y extravagante. Se pone un ojo en ellos y el dedo en la llaga de su deformidad para denunciar la marginalización por lógica inversa.
5) La ausencia del padre y la carencia de una célula familiar saludable. El divorcio y la eterna búsqueda de del ídolo caído (casi siempre interpretado por Bill Murray).
6) La mediocridad, la bajeza, el egoísmo y la ruindad como ruedas de molino de la conducta de los protagonistas. Presunta vacuidad de contenido que, leída entre líneas, encierra una gran amargura. Ello da paso a una violencia explícita derivada de celos y rivalidades. La estupidez emocional de la fauna retratada sólo sabe resolver sus taras emocionales a golpes.
7) El surrealismo como opción humorística. Nada es fácil en el universo Andersoniano. Toda risa conlleva un poso de amargura basado en la estupidez del personaje. Nunca el portavoz del chiste es consciente de que dice algo chistoso.
8) La presencia de una troupe de actores reconocible. Bill Murray y Anjelica Huston, Owen Wilson, Jason Schwartzman y Seymour Cassell saben que tienen un papel asegurado en casi cualquier película del director.
9) El uso de los silencios. Cómodos o incómodos. Adecuados o inadecuados. Lógicos o ilógicos. Pero siempre silencios. Como los de Quintero. Los actores respiran y la audiencia analiza, procesa y asimila.
10) Restringido target. Se necesita tal grado de condescendencia por parte del espectador que recomendarle la filmografía de este autor a cualquier personaje querido se convierte en algo arriesgado. Te enamora o te repele. No hay punto medio, como con los grandes. Por ello, a pesar de contar con actores de talla internacional, y muy taquilleros, de momento sólo llega a audiencias restringidas.
Id a ver Viaje a Darjeeling. Es muy buena. Definitivamente no es la peor película de Anderson. Puede incluso que, con Rushmore, sea la más conseguida. Y desde luego la más accesible para los no iniciados. ¿Se estará universalizando Anderson?
1 comentario:
Era mi peli para este finde que ha pasado. Pero deberes varios del máster y otro vídeo que tengo que montar, me lo han impedido.
Caerá, caerá ;-)
15 de enero de 2008 19:11
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