23 jul 2008

Zapping en tu cine


Puede darse la circunstancia este fin de semana de que, al visitar el macrocine del macrocentro comercial de tu barrio, te dé la sensación de que, en lugar de encontrarte ante la cartelera, te encuentras delante del teletexto.

No sería de extrañar que, entre los estrenos que se presenten ante tus narices, las adaptaciones de series televisivas sean amplia mayoría. La razón: a Hollywood se le ha secado el cerebro y pretende rentabilizar el éxito de los seriales catódicos en vez de intentar atraer a las masas con un producto nuevo, salido de la imaginación de alguien creativo, porque eso (pausa indignada) conlleva cierto riesgo.

Dos nuevas adaptaciones se suman a la propuesta de Sexo en Nueva York (la denostada y vilipendiada —por Volpini y el Dr. Etxea— traslación a la gran pantalla de ese anuncio de zapatos gigante que es la serie de Sarah Jessica Parker) este fin de semana: Superagente 86 de película y Expediente X 2: Creer es la clave. Ambas recrean dos series de gran tirón internacional, una de los 60, la otra de los 90. Las dos mitos.

Pero no son la misma cosa. Mulder y Scully vuelven a rodar un capítulo largo, secuela de Expediente X: La película (1998) con idéntico espíritu a la serie que estuvo en pantalla entre 1993 y 2002. Aquellos que se estremecieran con los acordes iniciales de Mark Snow y se turbaran con sus paranormales tramas, están de enhorabuena, pues el creador de la serie Chris Carter ha decidido no delegar como en la primera adaptación y se ha puesto el mono de obra. La duda está en saber la capacidad de reactivación que tiene un producto en apariencia enterrado.


Otra cosa distinta ocurre con el superagente. La película firmada por Peter Segal, autor de algunas de las mayores trastadas del gran Adam Sandler no es una continuación. No pone una mirada nostálgica en tiempos mejores. Eso ya se hizo hasta en dos ocasiones y no funcionó. 'Get Smart' (en el original) fue una serie nacida en el año 65 que contó con cinco temporadas, las primeras de las cuales fueron apadrinadas por el cómico Mel Brooks. Cuando el director de El jovencito Frankenstein se desvinculó de las tareas creativas en favor de Don Adams (protagonista de la serie), el globo fue dehinchándose poco a poco hasta su desaparición.

Pero sus siete Emmys enternecieron a los productores, quienes intentaron resucitar el éxito de miles de maneras diferentes, primero con un par de telefilms: The nude bomb (1980), con nadie a excepción de Don Adams repitiendo en los papeles principales; Get Smart, again! (1989), donde se recuperó al envejecido reparto, pero sin mucho que contar, y Get Smart 95, reanudación de la serie 25 años después con el disparatado Superagente 86 como jefe de CONTROL, la organización para la que siempre trabajó. Si penosos, por anacrónicos, habían sido los telefilmes, esta reedición sólo duró en la parrilla siete capítulos. Los tiempos habían cambiado.

Ahora coge la manija Steve Carell, el protagonista de Virgen a los 40 y, sobre todo, de la televisiva The office, coge algo viejo para fabricar algo actual. No revisa, reinterpreta. Los más de 110 millones de dólares de recaudación (y sigue sumando) hacen ver, en comparación con los tres que consiguió The nude bomb, que nos encontramos con un 'producto Carell' antes que con cualquier intento de homenajear el espíritu de Don Adams. A los puristas no les desagradará la elección del protagonista de Pequeña Miss Sunshine por su gran carisma y parecido con el agente original, y los neófitos podrán disfrutar de un juguete entretenido y carente de pretensión.

Hagamos un recorrido por la historia, parándonos en 10 de las adaptaciones (con cambio de protagonistas, no meras prolongaciones de la serie) más paradigmáticas que se han realizado:

  • La familia Adams (Barray Sonnenfeld, 1991): La serie de la melodía descacharrante, protagonizada entre 1964 y 1966 por John Astin y Carolyn Jones, fue adaptada dos veces (la segunda parte vio la luz en el 93) con notables resultados de taquilla.
  • Los Picapiedra (Brian Levant, 1994): Steven Spielberg estaba detrás de esta aburrida superproducción cuyo único mérito fue convertir, de manera bastante solvente, dibujos animados en cartón piedra. Salía una muy joven Halle Berry en un muy pequeño papel.
  • La tribu de los Brady (Betty Thomas, 1995): La ingenua película no conectó con un público que no echaba de menos la ingenua serie.
  • Mission: Impossible Brian de Palma, 1996): Ejercicio de virtuosismo narrativo por parte de Brian de Palma que ha conocido dos continuaciones (ambas muy entretenidas, aunque la primera bastante mal documentada). Se espera una cuarta en la que quizá Brad Pitt tome el relevo del ya no tan querido Tom Cruise.
  • El santo (Philip Noyce, 1997): Thriller solvente dirigido por el artesano Noyce a mayor gloria de la atractiva pareja protagonista formada por Val Kilmer y Elisabeth Shue. No te salva la tarde pero tampoco es una pérdida de tiempo.
  • Los vengadores (Jeremiah Chechik, 1998): La peor película jamás protagonizada por Sean Connery, Uma Thurman o Ralph Fiennes. La peor adaptación de una serie jamás hecha. Una de las más ridículas cintas de la historia.
  • Los ángeles de Charlie (McG, 2000): Saltitos y gadgets en una comedia que no se toma nunca en serio a sí misma. Le proporció montones de dinero a Drew Barrymore, protagonista —junto a Cameron Diaz y Lucy Liu— y a la vez productora. Conoció una secuela.
  • S.W.A.T. (Clark Johnson, 2003): Desfile de rostros hollywoodienses en una adaptación libérrima y sin alma de Los hombres de Harrelson.
  • Starsky y Hutch (Todd Phillips, 2004): El espíritu de los 70 pasado por el filtro humorístico de los capos Stiller y Wilson. No tenía absolutamente nada que ver con el original.
  • Miami Vice (Michael Mann, 2006): Solidísima revisión de Michael Mann por sí mismo. Incomprendida por parte de la crítica, incluye escenas realmente hipnóticas y una fotografía que quita el hipo. Farrell y Foxx visten con garbo los trajes de Don Johnson y Philip Michael Thomas.

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