10 ago 2008

LOS SUPERHÉROES: Capítulo VI: Iron Man Vs. Superman Returns (Diferencias entre dos superhéroes 'new wave')


Un par botones, a modo de ejemplos, para saber lo que debéis y no debéis hacer a la hora de rodar vuestra película de superhéroes: Iron Man y Superman returns. Son dos películas pertenecientes a la nueva hornada. Con todos los efectos especiales disponibles a su alcance y un buen porrón de millones en la recámara (el dinero no suele ser problema si has conseguido convencer a un gran estudio de que tu producto merece la pena, y la verdad es que las películas de superhéroes les suelen reblandecer el bolsillo). El mérito o el demérito está sólo en las cabezas pensantes que hay detrás de los proyectos.

Paso a desmenuzar las razones por las que un producto como la revisión del clásico Superman fue un fiasco mientras los primeros pasos del Hombre de Hierro (tan anticomercial a priori) han ido miel sobre hojuelas. Atentos todos, porque este pentálogo (que ocupa justo la mitad que un decálogo) os puede salvar la vida y daros la gloria eterna.

1) Apostad por un director nuevo en quien, a priori, no os habíais fijado. Puede tener la clave para reinventar las bases del género.
Cuando los ejecutivos de Warner apostaron por Bryan Singer, que dejó la franquicia de X-Men colgada para que el Hombre de Acero (qué lío, ¿verdad? Les estoy enfrentando al Hombre de Acero con el Hombre de Hierro. El primero es el de la capa y los calzoncillos por fuera) retornara, pensaban que tenían un caballo ganador. Con un esquema engañoso, hacían ver que nada había cambiado pese a que la historia se ubicaba temporalmente varios años más tarde que la cinta original de Donner. El retruécano que significaba empezar de cero pero sin olvidar los orígenes confundió al personal. Ni que decir tiene que Singer es bueno pero no es Dios, y el cambio de aires le sentó mal.

Por su parte, Jon Favreau era un tipo sin gran cartel, un actor solvente perteneciente a la tropa de Vince Vaughn pero sin nada demostrado como director en el universo cómic. Su currículum como realizador le mostraba como un buen brazo ejecutor en manos de los productores de las majors. Zathura y Elf fueron rentables y no dieron problemas. El orondo realizador se presentaba como una marioneta ideal.

2) El casting es fundamental. ¿En qué estaban pensando con Brandon Routh?
El invento del malogradísimo Christopher Reeve resultó más que satisfactorio y para el renacimiento de Súper volvieron a apostar por una cara amable. Músculos e integridad adivinada en un rostro armónico. Creían que si había salido bien una vez, saldría bien ciento. Creo no equivocarme si digo que muchos de los que estén leyendo este artículo no tendrían ni idea de quien es Brandon Routh si le descuadramos de este reportaje y se lo cruzaran por la calle. Le falta eso tan necesario llamado carisma.

Robert Downey Jr., ése sí que es un tío. El intérprete de Chaplin y Golpe al sueño americano mutó en actor de culto cuando se disparó su fama de enfant terrible, debida a sus juergas de alcohol y drogas, y al hacerse cargo del papel del matizado editor homosexual Terry Crabtree en la genial Jóvenes prodigiosos. Tenía ese punto macarra que requería el millonario, nihilista y mujeriego Tony Stark. Para su papel de Iron Man se barajó durante largo tiempo el nombre de Tom Cruise. Huelga decir que el mundo es un lugar mejor desde que ese rumor no se consumó.

Con respecto al reparto femenino, la Loise Lane interpretada por Kate Bosworth, prometedora en un principio, se convirtió en una doña nadie sosona comparada con la secretaria Pepper Potts de Gwyneth Paltrow en Iron Man. La elección de la ahijada de Spielberg para el papel daba toda la pereza del mundo a todo el mundo, pero la rubia 'ex ex' de Brad Pitt acabó torneando uno de los papeles más ajustados y llenos de encanto de su despreciable filmografía.

3) Hay que transgredir las normas. Desde South Park ya no se lleva lo políticamente correcto.
Tony Stark es comerciante de armas a escala mundial. Sus producciones nutren los arsenales de los radicales de Oriente Medio. Le gustan los chistes verdes y las mujeres de usar y tirar. La frivolidad es su pose favorita y prefiere un buen vaso de licor en vez de el gran vaso de leche que te imaginas siendo bebido por el sanote Superman al llegar a un bar. En el momento en que la Warner decidió dar volantazo en el año 99, apostando por Cartman, Stan, Kyle y Kenny en detrimento de los Looney Tunes, la sociedad global cambió para siempre. La era post Irak tiene un poso cínico en su ADN.

4) La duración de tu película debe ser ajustada.
No sé a ustedes, pero yo sólo aprecio una buena película de más de dos horas y media cuando tienen que contarme una catástofe de proporciones épicas con infinidad de personajes, la historia de una familia de la mafia italoamericana o una revisión detallada de la independencia de Escocia. En todos los demás casos, hagan el favor de abstenerse de metrajes milenarios. Los 126 minutos de Iron Man, aún siendo un poco excesivos, dan sopas con onda a los 154 de Superman 5.

5) La humanidad vende.
Si se fijan, Iron Man, por más que sea catalogado de superhéroe, en realidad no tiene ninguna cualidad especial aparte de una integridad conseguida a base de disgustos. Sólo tiene un traje biónico que le permite hacer virguerías espectaulares. Su actitud no es tan prepotente como la de un granjero venido arriba debido a sus miles de gadgets genéticos. La superprepotencia, aparte de que la historia sea un coñazo, hace que Superman se estampara contra las taquillas. La segunda parte de la segunda saga del hombre de la gran 'S' en el pecho esta cada vez más lejana (con su guión encerrado en el cajón de un despacho), mientras que quien más y quien menos se frota las manos esperando los futuros quehaceres del traficante de armas acorazado, deslenguado y majete.

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