13 ago 2008

LOS SUPERHÉROES: Capítulo XI: El caballero oscuro


El principal acierto de Batman Begins, a la hora de desenterrar una franquicia caducada, fue el de contar con la visión adulta de Christopher Nolan. Siguiendo rígidos patrones de construcción de personajes, rearmó poniendo un ojo en el pasado y reseteándolo para asentar un nuevo comienzo que prescindía de toda atmósfera fantasiosa. Su apuesta fue la de pisar fuerte en una tierra etérea, pero sumamente humana.

Al margen de la confusión coreográfica de las últimas escenas y de su esquema de salvación contrarreloj, el ejercicio del director de Memento se basaba más en thrillers puros que en cualquier obligación moral para con su material de partida. Cierto que bebía de los libretos más oscuros que se habían escrito sobre el héroe, pero eso no le resta mérito a un tipo que acometió una empresa complicada en la que le someterían a las más escrutadoras lupas.

Pero si sólido fue su desembarco, más lo es su consolidación. Por fin, después de la larga espera, llega a España, casi más tarde que a cualquier otro país europeo, la esperada nueva entrega del hombre murciélago, de ese Caballero Oscuro al que apela el título, cada vez más alejado de gadgets y más centrado en demonios. Kevin Smith, director requeteindependiente, guionista de los cómics que antes idolatraba y simpático entre los frikis, tuvo la suerte de ser de los primeros en acudir a los pases previos de la cinta. "Es El Padrino II de las adaptaciones de cómics", dijo, conmocionado cuando los títulos de crédito aún fluían en la pantalla de proyección. No les niego que hay que hacer poco caso a las hipérboles, que merecen distanciado crédito, que hay que dejar reposar en la cabeza lo que se ha visto, a veces muchos años, para emitir juicios certeros, pero eso no quita para que el frenesí narrativo del segundo Batman de la segunda era pueda deslumbrar al más descreído.

Hay quienes se echan las manos a la cabeza cuando se reclaman nominaciones al Oscar póstumas para Heath Ledger y su Joker. Los puristas han necesitado 19 años para acomodarse al de Nicholson y no van a claudicar fácilmente. Diré que su actuación es correcta sin más. O mejor, que es vulgarcilla, corrientucha, mejorable, a ratos cansina... Así el impacto será mayor. Pero no sólo del villano se nutre esta intriga. Hay buenos, malos, romance, ganancia y pérdida, promesas, motos alucinantes y secundarios oscarizados y encorsetados para no presumir. Todos, como en una función teatral, aportan su granito de arena y luego recogen los bártulos hasta el siguiente solo. Se deslizan entre las escenas como madres discretas que no preguntan para no molestar. Cada uno cumple su función en la perfecta sinfonía de Nolan.

Los paranoicos han percibido ecos del 11-S, otros se han indignado sin verla porque durante tres semanas superó en la valoración del iMDB a la obra maestra de Coppola. Yo, después de tanto parlamento, de tanto capítulo preparatorio y de tanta vaina, tengo que confesar que me he quedado sin palabras. Sólo se me ocurre una metáfora oportunista y facilona pero explícita. Si Batman Begins era Mark Spitz, El Caballero Oscuro es Michael Phelps.

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