2 sept 2008

Speed Racer (Larry y Andy Wachowsky, 2008)



Speed Racer es un puñetazo en la nariz de todos aquellos críticos que esperaran un nuevo puñetazo en la mesa de la ciencia ficción a la manera de Matrix.

La de las gabardinas de cuero y patadas voladoras superlentas, rodada, superada y a otra cosa. Lo siguiente fueron dos tentativas de ensobrasecer la gallina de los huevos de platino. Y fue divertido aunque irregular. El talento seguía presente pero un exceso de luminosidad y de ciberpunkismo en Reloaded y otro de oscuridad en Revolutions caldearon y cabrearon al personal. Eso no desmerece su segunda obra (la primera fue un thriller lésbiso), maestra por si a alguien le cabe alguna duda, si acaso la eleva. James McTeigue, ese pobre diablo firmó lo que no filmó con V de vendetta. Los libros de historia le registrarán como uno de los mejores adaptadores de cómics de todos los tiempos, o, mejor dicho, como alguien que realizó una de las mejores películas basadas en cómic, porque la obra de Alan Moore no tenía mucho que ver. Y como Larry ahora es Laureana, o algo así, y pasa de focos le dejan a un mondrilas pseudoanónimo que se lleve la fama mientras ellos, gloriosos raros, cardan la lana. Más tarde, comedia familiar. Una de carreras de coches al modo F-Zero. Basada en una serie manga nipona de nombre Meteoro. Y uno se espera aluvión de croma y fracaso seguro. Piiiii...error!!!!

Inquieta la elección de ese niño cabezudo que es Hirsch, que quien no se le adivinan trazas de héroe. Y de aquella niña precoz y mortecina, Miércoles Addams, ahora con busto andersoniano. Y sin embargo, no imaginas a nadie mejor, porque no se les pide que sean actores sino afectados acróbatas, pareja casi incestuosa, como todo el manga, vamos. Gente que bebe leche para festejar en lugar de champgane y que se besa con rubor y advertencia médica. Con sus caras adolescentes y sus cuerpos en proceso de maduración. Oscar para el maquillador de Ricci. Y Sarandon, y Goodman y Fox se meten en el barco porque saben que es uno que va contra la corriente pero que si esos locos magníficos están detrás, merece la pena aunque sólo sea el intentarlo. Y como el target es indefinido, confuso, disperso, los Wachowsky naufragan relativamente y se llevan un chasco. O a lo mejor no, a lo mejor lo que querían era hacer algo incomprendido, perdurable y reivindicable. Para que les dejaran en paz de una vez por todas.

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