Es como ir al cine de tu barrio. Pero no a un cine pequeño, sino a ese gran cine donde estrenan la película de moda. Y tu novia se maquilla porque el fin de semana quiere estar guapa por ti, pero sobre todo por ella, y pierde esos cinco minutos que tú no necesitas porque el 'after shave' es lo único que te hace falta para sentirte a 'gustico' y atractivo. Le señalas el reloj con el dedo índice amenazante y le dices: "No vamos a llegar. La has elegido tú y aún así no vamos a llegar", a lo que responde: "No crees que me quedaría mejor la blusa azul". "Pero bonita, si tú con cualquier cosa...". Y por fin, tirando un poco de su manga mientras ella se da un retoque en los labios con un pintalabios bermellón, que tú crees que es rojo porque para ti el único sinónimo de rojo que te sale es colorao, consigues meterla en el coche presionando ligeramente su cabeza hacia abajo para que no se dé con el marco de la puerta, pero no como a ganado, porque amas a las mujeres, y más a ella en concreto, y no quieres que este artículo se convierta en una denuncia sociológica de la parsimonia femenina cuando de maquearse se trata. Lo último que pretendes es que te tilden de machista. Lo único que haces es intentar relatar tu experiencia personal e intransferible.
Y llegáis al cine, y, cómo no, la cola está a rebosar. Fin de semana. A tope de coches. Le dices: "Saca tú las entradas, 'cari' (si es que eres de los que dicen 'cari' y cosas por el estilo), que mientras aparco yo". Como las plazas de la calle son una utopía, no te queda otra y entras al parking del cine, que te costará un mínimo de 2,50 euros que sumar a los casi 25 correspondientes a las dos entradas, palomitas y refresco de cola light, que hay que cuidarse, por más que la 'Operación Bikini' haya prescrito. Te peleas en el aparcamiento, un par de gritos con el prepotente dueño de un deportivo que se ha colado te soliviantan y llegas un poco sofocado a la cola donde 'cari' espera inquieta, ya en la segunda posición previa a la taquilla. Su nerviosismo se debe a que únicamente quedan tres entradas -lo pone en el luminoso- para la película que ha elegido. Y el señor con sombrero y gabardina, que en apariencia va solo, dice la frase más horrible del mundo: "Tres entradas para la sala 16". Y 'cari' y tú os emborracháis de chasco porque no os apetece meteros a nada más, porque lo único decente restante lo visteis la semana pasada.
Y 25 euros son demasiados en tiempos de crisis para ver un ladrillo a disgusto, por lo que os vais a casa o a tomar un helado de vainilla, aún está por decidir. No le guardas rencor, y ni se te ocurre decirle que si se hubiera dado más prisa..., porque quieres tener la fiesta en paz, pero, sobre todo, porque la quieres bastante. Lo del DVD no os ha parecido una buena opción desde el principio porque lo que de verdad os apetecía era tener una experiencia cinematográfica actual, carnaza para diseccionar el lunes con los compañeros de trabajo a la hora del café. "¿Has visto la última de Rosales?" "Sí, qué arriesgada, ¿verdad?". Esa onda.
En un mundo ideal, podrías haber alquilado la película en casa, en la web www.filmin.es, que este viernes ha puesto en marcha una propuesta sin precedentes por la cual el nuevo filme de Rosales, estrenado mundialmente la semana pasada en el Festival de San Sebastián, va a poder ser visto también a través de la red mediante el pago de 3,40 euros vía sms. El cine en casa, sin pirateos (no es P2P, no hay descarga, sólo proyección a tiempo real), por medio de una revolucionaria táctica comercial que quiere ser pluridisciplinar y contentar tanto a los consumidores de cine presenciales como a los que no gustan de las grandes superficies.
Lo de Rosales es cine de autor, de hecho, en la rueda de prensa que ofreció el pasado día 23 se denominó a sí mismo como un "artista", y, pese a lo vanidoso de esa autoetiqueta, algo de razón debe llevar si su fresco sobre el día a día del etarra no ha llegado más que a 17 salas (valga como botón que el amigo Vigalondo estrenó su macarrada espaciotemporal, de culto y marginal donde las haya, 'Los cronocrímenes' en 80 cines, casi el quíntuple de copias) y su lanzamiento se ha programado simultaneamente, además, en el Museo Reina Sofía por su valor como pieza de videoarte. No ha sido fácil conseguir la licencia para llegar al público por las tres vías citadas, pues esta iniciativa ha requerido del visto bueno del Ministerio de Cultura debido a que la Ley del Cine no permite estrenos de películas subvencionadas en recintos distintos de las salas comerciales. Pero los estamentos han claudicado para apoyar a una cinta que solo podrá verse en Madrid, Barcelona, Bilbao, Girona, Irun, Las Palmas, Pamplona, Rentería, San Sebastián, Sevilla, Valencia y Vitoria.
Y pasas del helado de vainilla y dices: "Vamos a ver 'Tiro en la cabeza' en casa, que seguro que se disfruta igual", porque lo que mola es crearte tu propio punto de vista, a tiempo, sobre una de las películas más polémicas de los últimos años. Enciendes el PC y 'clickas' w-w-w-.-f-i-l-m-i-n-.-e-s, pero la máquina te dice: "Lo siento, la sala está llena, las 100 plazas por sesión están ocupadas". (Con lo infinita que parecía la red de redes). "Inténtelo en la próxima sesión". Por segunda vez, la puerta en las narices. Es como ir al cine de tu barrio.
Y llegáis al cine, y, cómo no, la cola está a rebosar. Fin de semana. A tope de coches. Le dices: "Saca tú las entradas, 'cari' (si es que eres de los que dicen 'cari' y cosas por el estilo), que mientras aparco yo". Como las plazas de la calle son una utopía, no te queda otra y entras al parking del cine, que te costará un mínimo de 2,50 euros que sumar a los casi 25 correspondientes a las dos entradas, palomitas y refresco de cola light, que hay que cuidarse, por más que la 'Operación Bikini' haya prescrito. Te peleas en el aparcamiento, un par de gritos con el prepotente dueño de un deportivo que se ha colado te soliviantan y llegas un poco sofocado a la cola donde 'cari' espera inquieta, ya en la segunda posición previa a la taquilla. Su nerviosismo se debe a que únicamente quedan tres entradas -lo pone en el luminoso- para la película que ha elegido. Y el señor con sombrero y gabardina, que en apariencia va solo, dice la frase más horrible del mundo: "Tres entradas para la sala 16". Y 'cari' y tú os emborracháis de chasco porque no os apetece meteros a nada más, porque lo único decente restante lo visteis la semana pasada.
Y 25 euros son demasiados en tiempos de crisis para ver un ladrillo a disgusto, por lo que os vais a casa o a tomar un helado de vainilla, aún está por decidir. No le guardas rencor, y ni se te ocurre decirle que si se hubiera dado más prisa..., porque quieres tener la fiesta en paz, pero, sobre todo, porque la quieres bastante. Lo del DVD no os ha parecido una buena opción desde el principio porque lo que de verdad os apetecía era tener una experiencia cinematográfica actual, carnaza para diseccionar el lunes con los compañeros de trabajo a la hora del café. "¿Has visto la última de Rosales?" "Sí, qué arriesgada, ¿verdad?". Esa onda.
En un mundo ideal, podrías haber alquilado la película en casa, en la web www.filmin.es, que este viernes ha puesto en marcha una propuesta sin precedentes por la cual el nuevo filme de Rosales, estrenado mundialmente la semana pasada en el Festival de San Sebastián, va a poder ser visto también a través de la red mediante el pago de 3,40 euros vía sms. El cine en casa, sin pirateos (no es P2P, no hay descarga, sólo proyección a tiempo real), por medio de una revolucionaria táctica comercial que quiere ser pluridisciplinar y contentar tanto a los consumidores de cine presenciales como a los que no gustan de las grandes superficies.
Lo de Rosales es cine de autor, de hecho, en la rueda de prensa que ofreció el pasado día 23 se denominó a sí mismo como un "artista", y, pese a lo vanidoso de esa autoetiqueta, algo de razón debe llevar si su fresco sobre el día a día del etarra no ha llegado más que a 17 salas (valga como botón que el amigo Vigalondo estrenó su macarrada espaciotemporal, de culto y marginal donde las haya, 'Los cronocrímenes' en 80 cines, casi el quíntuple de copias) y su lanzamiento se ha programado simultaneamente, además, en el Museo Reina Sofía por su valor como pieza de videoarte. No ha sido fácil conseguir la licencia para llegar al público por las tres vías citadas, pues esta iniciativa ha requerido del visto bueno del Ministerio de Cultura debido a que la Ley del Cine no permite estrenos de películas subvencionadas en recintos distintos de las salas comerciales. Pero los estamentos han claudicado para apoyar a una cinta que solo podrá verse en Madrid, Barcelona, Bilbao, Girona, Irun, Las Palmas, Pamplona, Rentería, San Sebastián, Sevilla, Valencia y Vitoria.
Y pasas del helado de vainilla y dices: "Vamos a ver 'Tiro en la cabeza' en casa, que seguro que se disfruta igual", porque lo que mola es crearte tu propio punto de vista, a tiempo, sobre una de las películas más polémicas de los últimos años. Enciendes el PC y 'clickas' w-w-w-.-f-i-l-m-i-n-.-e-s, pero la máquina te dice: "Lo siento, la sala está llena, las 100 plazas por sesión están ocupadas". (Con lo infinita que parecía la red de redes). "Inténtelo en la próxima sesión". Por segunda vez, la puerta en las narices. Es como ir al cine de tu barrio.
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