Albert Serra es un dios en Francia después de que 'Honor de cavalleria' (2006), su reinterpretación de 'El Quijote', se convirtiera en un fenómeno de culto en el país vecino. Como Almodóvar, que durante un tiempo tuvo que buscar el aplauso, la caricia, más fuera que dentro. Su nueva gesta, porque estrenar arte y ensayo silencioso se asemeja a un milagro en tiempos de Michael Bay, narra en claroscuros la travesía de los Reyes Magos en busca del portal de Belén.
Rodada íntegramente con luz natural en blanco y negro, casi muda, 'El cant dels ocells' está despojada de cualquier alboroto estival. No es, por tanto, una cinta navideña, sino atemporal, pasto para la contemplación más exenta de premuras. Alejada de cualquier estructura precocinada, plantea el cine como campo de maniobras para dar lugar a sucesiones de planos inanimados que remiten al arte primitivo pero que hacen que el celuloide no se estanque creciendo solamente hacia las Américas.
Si abandonó la sala cuando fue a ver 'Gerry', se removió en la butaca al contemplar 'En construcción' o insultó a Rosales después de pagar por 'Tiro en la cabeza', esta no es su película. De verdad, métase en otra sala. Por favor, huya mientras pueda y nunca mire atrás.
Valoración: 6/10
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