Está nervioso. O lo parece. Como quien no sabe de dónde le va a venir la primera colleja. Es una estrella caducada. Se plantea si alguna vez volverá a brillar como antes. No sabe en qué momento dejó de ser el preferido de las audiencias. Pero Tom Cruise lo quiere remediar.
'Valkiria' es una película ambiciosa, pretendidamente comercial pero muy rigurosa. En ella Tom interpreta al coronel Claus von Stauffenberg, quien, el 20 de julio de 1944, acometió el último de los 15 intentos de asesinato que sufrió Hitler en su delirio. Curiosa elección para intentar reflotar una carrera que en 2006 pareció tocar a su fin. Política, nazis y nada de persecuciones de tejado a tejado, las que hicieron de él el actor más famoso de los 90.
Los brincos que pegó en mayo de 2005 en el programa de Oprah fueron el segundo clavo de un ataúd que había atravesado por primera vez su filiación a la Cienciología. El actor de aficionó a ejercer de pastor, a extender la fe y a captar adeptos, lo que no hizo gracia ni a sus fans. Su inesperado divorcio, su ridículo histrionismo, los morreos que se pegaba con Katie Holmes y sus llegadas en moto a los estrenos no hicieron más que rematarle.
Parece que Tom se ha dado cuenta y ya el año pasado se embarcó en una película seria bajo la dirección de Robert Redford. Sin embargo 'Leones por corderos' fue un gran fracaso como debut en United Artists después de que la Paramount le despidiera en 2006 por bajo rendimiento. Ahora, un clavito más se antoja casi insostenible. Porque nadie ha cuestionado su método interpretativo ni la elección de los prestigiosos directores con los que trabaja. Es él y el aura excéntrica que desprende los que provocan que ir a ver una de sus películas sea algo por lo que hay que pedir perdón. Como aplaudir a Elia Kazan, delator de rojos en el Hollywood 'mccarthysta', cuando recogió su Óscar honorífico. Algo olía a podrido.
Sabe que está en el ojo del huracán, que la industria a la que tanto dio se ha vuelto en su contra y se le ha quedado una cara perpetua de "¿Tú también, Bruto?". Y sin embargo...
Y sin embargo choca que el mejor relaciones públicas de la industria se vea en una de éstas. No tiene la gracia de Jim Carrey ni la indolencia grave de Keanu Reeves y por descontado que le faltan centímetros para jugar un partido de baloncesto contra Vince Vaughn con garantías, pero en el negocio de vender al Tom producto no hay otro que se le equipare.
Hoy estaba en Madrid, venía de Rusia y Alemania y quiere dar la vuelta al mundo (está "ansioso") para enseñarles el partido que el director de 'X-Men' ha sacado de él, manco y tuerto. Mutilado como en 'Nacido el 4 de julio' pero sin nominación al Óscar. ¿Tú también, Academia? ¿Será que ya no es suficiente con que los guapos se afeen? La cuestión ya no es si Cruise está decepcionado por no haber sido nominado este año por 'Valkiria' o, lo que más choca, por la paródica 'Tropic Thunder', en la que se ríe de sí mismo y por la que fue considerado para el Globos de Oro. La cuestión es que Tom ya no tiene el mojo y la cuestión es que ha sido él solito el que se ha metido en este berenjenal.
El productor Cruise vela por el Cruise actor. Le dice que se enrede firmando todos los autógrafos del mundo. Perdiendo minutos de su vida que no volverán. Recompensando a todo aficionado que se encuentra por el camino y que le ponía verde por su carrera errática antes de hacerse una foto con él. Metiendo en la saca de los fans a los que se espantaron con sus espasmos. Por ello ha alterado su orden de trabajo y promoción del día para apostarse a las puertas del Teatro Real varios minutos antes de la 'premiere' V.I.P española de su película en Madrid. No asistirá el Príncipe de Asturias, que amablemente ha declinado la invitación por carta. No descarten que vaya a la Zarzuela y se lo pida personalmente. Uno a uno, todos de vuelta a las taquillas. Así nos quiere.
No hay comentarios:
Publicar un comentario