Piensas que el fallo está en ti. Que debes dar una segunda oportunidad al producto, que seguramente es tu cabeza la que no se encontraba en perfecto estado de salud, que Guy Ritchie no puede ser tan peñazo, tan ombliguista, tan implosivo, cuando 'Lock and Stock' emanaba relaciones públicas, carta de presentación, ¡pum!, puñetazo en la mesa. Y otra pinta de cerveza. Espera, que mejor te sirvo 'Snatch', otro perdigonazo justo entre ceja y ceja. Y después esto. ¿Pero... esto que es?, que solía decir Pedro Reyes. Esto es vacuidad disfrazada de arte y ensayo. O, si me apuran (¿me apuran, por favor?), arte y ensayo tarado, defectuoso, boutadero.
Y como piensas que no puede ser tan malo como parece, la ves otra vez, con los ojos más abiertos. Prestando atención a los detalles que te dejaste en el tintero porque ibas con el piloto automático de otras veces. Porque Ritchie suele liarlo todo para explicarlo después con dos flashbacks. La primera vez los esperaba: Error. Ésta, sabía que no había tabla de salvación. Libreta de notas y boli gusiluz de crítico repelente. Y anotas. Acaba la película (por segunda vez), miras el bloc y lo que ves es un laberinto chino. Todas las palabras montadas unas encima de otras y te dices: "¡Recórcholis!, justo como la recordaba".
Te lamentas de que Jason Statham haya desperdiciado su talento revestido de peluquín en esta empresa, estrenada con tres años de retraso y gracias, no lo olvidemos, a lo altas que ha dejado las acciones 'RocknRolla'... Y que el petardazo que descubrió a Mark Strong fuera éste... Ah, va de gangsters.
Valoración: 2/10
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