"A mí no me digas que no se puede", reza el cartel promocional de 'El truco del manco'. Por ello, uno espera encontrarse con el retrato de superación de alguien con problemas. Si conoces previamente la minusvalía de El Langui, barruntas que sacará fuerzas de flaqueza porque en la caracterización de su personaje habrán hipertrofiado sus otras cualidades, como pasaba con 'Daredevil' y su agilidad ciega o con la torpeza sentimental de 'Superman' y 'Spiderman' y sus consabidas cualidades contrarrestadoras. Y no, Zannou, director novel y guionista, no le da ni eso. No parte de un Eminem cañí que lucha contra la adversidad; su héroe es un pillo, que no un listillo, que huye siempre hacia delante pisando a quien haga falta. No hay nobleza ni gota de amabilidad en su composición.
No es ésta reseña una lanza a favor de los personajes modélicos o moralmente irreprochables. Bandidos ha habido siempre y muchos, muy carismáticos. No tienen ni pizca de bondad Tony Soprano ni Lex Luthor, y sin embargo... Así, asistimos así a la repetida ilusión y desmoronamiento del protagonista sin interesarnos en absoluto por cómo van a quedar las cosas cuando enciendan las luces de la sala. Como jugar a par—impar en la ruleta, pero sólo 10 céntimos. No se puede negar sin embargo el buen pulso de Zannou a la hora de no aburrir durante todo el metraje ni la labor del actor para barajar tal cantidad de demonios, y sin embargo...
Valoración: 5/10
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