27 feb 2009

Che: Guerrilla (Steven Soderbergh, 2008)


Tenía algo de épica el acercamiento de apertura a la figura del Che que Soderbergh acometió en su primer fascículo de esta biografía distante. La derrota de Batista en pos de la revolución cubana albergaba, dentro de una cautela observadora, cierto componente energético: la construcción del mito, aunque fuera un mito de andar por casa con su asma y sus relativamente pocos talentos al margen de la retórica y de la ilusión. No había panfleto ni un Che de tres metros de alto que cagara oro y escupiera fuego. No era el homenaje a un dios divino: Soderbergh documentalista.

Consolidado Fidel en la isla, el Che decide que es ahora o nunca, que conviene que la mecha revolucionaria siga viva para así liberar a los hermanos bolivianos del yugo que les oprime. De incógnito, sorpresivamente y apelando más a su genio que a su fama se involucra en una batalla que no parece la suya. Una misión que parecía condenada al fracaso desde el principio acaba mostrando a un Che orgulloso pero derrotado, a un hombre que acaba siendo sólo un hombre y no, todavía, el icono que Korda se sacó de la manga. Visto el resultado final, cabe preguntarse si el director de 'Ocean's eleven' decidió posar su ojo aséptico en un hombre tan interesante como poco cinematográfico porque lo consideraba necesario o simplemente por ese ansia enfermiza que tiene de no repetirse y de intentar el más difícil aún. Dentro del buscado (y hallado) tedio narrativo, es curioso como nos mecemos en un estado de armónica somnolencia hasta el desastre final sin que nos aburramos todo lo que cabría esperar. Un mérito, sin duda, del guerrillero Soderbergh.

Valoración: 6/10

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