Y pensábamos los españoles que con Almodóvar estaba todo el pescado vendido, que íbamos a tener que rapiñar el ruido de fondo de lo que opinaba la virgen prensa extranjera para tener noticia. El relaciones públicas de la Mancha, hombre orquesta de profesión, necesitaba escupir un titular para reanimar las rotativas españolas en las ediciones de mañana una vez que la carrera comercial de 'Los abrazos rotos' anda casi extinta ya por estos lares. ¿Su joya? "Voy a dirigir una película sobre la guerra civil". Nuestro director más original se embarca en el género menos original.
El manchego se siente en su salsa entre los flashes de Cannes
Igual que se dice eso de que el western es el género por antonomasia y que no ha existido un baile más sexy que el de Rita Hayworth en 'Gilda', siempre se ha relatado que la nuestra Guerra Civil ha sido la contienda más revisada por el cine en toda su historia.
Muestras hay a patadas, muchas de ellas meritorias. Las dos últimas décadas han sido especialmente prósperas en cuanto a acercamientos serios y esforzados con algunas de las mayores figuras de nuestra cinematografía presentando su singular visión. Pero si singular hay alguien en nuestra industria, ése es Almodóvar, cineasta de cartera infinita con varias películas a medio escribir.
Todo parece indicar que lo siguiente a lo que hincará el diente será la comedia que tan abandonada tiene y que el público le demanda desde hace tanto ("Ahora mismo estoy dividido entre varias historias. Tengo también una comedia, que, como todo el mundo me la pide, me siento casi obligado a hacerla"), así que puede que el aviso de hoy no haya sido más que un golpe de efecto destinado a robarle los pocos flashes que le pudieran corresponder a su coprotagonista de la Sección Oficial, el italiano Marco Bellocchio, que presentaba hoy 'Vincere'.
Lo curioso con Almodóvar es que él, que nunca se ha circunscrito a ningún género —ahora empieza a darle al 'noir' pero con sus señas intactas—, se meta en una película de etiqueta tan clara a estas alturas. Aunque puede que, en una cinematografía tan personal, lo más personal sea volverse impersonal (se entiende, ¿verdad?). Eso sí, no nos esperemos tiros. "No va a haberlos y no va a haber contienda. Se va a hablar de otras cosas, de seres que ahora viven y que en ese momento eran muy jóvenes". Más concretamente del escritor Marcos Ana ('Decidme cómo es un árbol', novela cuyos derechos ya ha adquirido), "un superviviente de la cárcel franquista. Estuvo 25 años allí, desde muy joven. Salió con 42 y había entrado con 16, así que le tocó la guerra de adolescente".
Cuando se presentó en Madrid 'La mujer del anarquista' el pasado enero, un periodista preguntó "¿Otra sobre la Guerra Civil?", a lo que Enrique González Macho, distribuidor de la cinta, saltó, adjudicándose la respuesta que debía entonar la directora: "En España se estrenan al año 160 títulos y sólo uno o dos tratan este tema". Así que no, no son muchas, parece ser.
Gusto por la novela en cuestión o ganas de hacer mejores cosas partiendo de la misma base que reputados paisanos como Carlos Saura (¡Ay, Carmela!, 1990), Vicente Aranda ('Libertarias', 1996), Fernando Colomo ('Los años bárbaros', 1998), José Luis Cuerda ('La lengua de las mariposas', 1999 y 'Los girasoles ciegos', 2008), Montxo Armendáriz ('Silencio roto', 2001) y Emilio Martínez Lázaro ('Las 13 rosas', 2007) o genios importados como Ken Loach (Tierra y libertad, 1995) y Guillermo del Toro ('El laberinto del fauno', 2006), lo cierto es que habrá que esperar para ver si al final lo que ha parecido un golpe maestro tira para alante o se queda en agua de borrajas como tantos y tantos proyectos de nuestro director más universal, uno cuya cabeza va más rápido que su cámara.
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