Tiene 43 maravillosos años. Su cutis ya no es el que lucía en 'Santa Bárbara', de adolescente, pero aguanta. ¡Qué leches 'aguanta'! Robin Wright 'rulea' (como castellanizan los mexicanos). Fue proyecto de princesa de toda una generación —la de los 80— al ennoviarse (contra su voluntad) con el pérfido heredero Humperdinck cuando seguía enamorada de su Wesley en 'La princesa prometida'.
No se puede ser más guapa que Robin Wright
Desde entonces, uno de los debuts más asombrosos en años no ha hecho otra cosa que pulirse como ese vino bueno que aguanta en la barrica hasta que el sumiller descorcha. No ha desparramado su talento en superproducciones, sino que siempre ha buscado lo arriesgado, lo difícil, lo no inmediato. Buttercup, que está cerca de dejar de ser Robin Wright Penn después de que Sean la obviara en el discurso de agradecimiento en los pasados Óscar, pasea palmito estos días por Cannes. Y nadie —modelos, actrices o fans adolescentes— desprende tanto brillo como la 'princesa indie'.
Porque hay que ser muy indie para dejar correr 'Sabrina (y sus amores)' (1995), 'Batman Forever' (1995), 'Robin Hood, el príncipe de los ladrones' (1991) y 'La tapadera' (1993), si bien es cierto que las razones para estas dos últimas bajas tuvieron nombre propio: Dylan y Hopper, los hijos que comparte con Penn, con el que empezó a vivir en el 91. Aún así, los rumores dicen que entre 1995 y 1997 rechazó no menos de 14 papeles.
Una carrera que había comenzado como modelo se vio rápidamente respaldada por tres nominaciones a los Emmy por el culebrón que le sirvió de escaparate. Nunca renegó de él: "Fueron mis clases de actuación, un entrenamiento con sueldo. No esta mal, ¿verdad?". No sufrió una transición dramática como la de otras 'tops' que nunca fueron tomadas en serio (Claudia Schiffer, Eva Herzigova, Elle McPherson, cuerpo y ya). Quizá uno de sus espejos más claros sea Andie McDowell, que empezó dubitativa en 'Greystoke: La leyenda de Tarzán' y acabó por consagrarse. Lo que pasa es que Robin no se dedica a anunciar cosméticos. Lleva su madurez con dignidad y sentido del humor. "Elegir el tipo de papeles que hago se está convirtiendo en una especie de mal hábito. Cada vez que hay que interpretar el registro de maniaco-depresiva cercana a los 40 salto: 'Hey, aquí estoy yo'". Indie total.
Después de hacer 'Forrest Gump' (era la Jenny de "Jenny, puede que no sea muy listo pero sé lo que es el amor") se puso en el ojo del huracán. Una nominación al Globo de Oro por su torturada preciosidad fijó la atención de nuevo en ella tras haberse prodigado muy poco desde su debut. "¿Dejará los biberones y a su maridito y cogerá lo que es suyo?", se preguntaron al unísono todos los productores. La respuesta fue un gran no. Escudera de su marido, comenzó a aceptar (pocos) papeles pequeños en pelis grandes ('El protegido'), papeles grandes en pequeñas pelis ('Nueve vidas', 'Loved') y presencias en casi todas las dirigidas por Penn. A la sombra de su sombra. Haciendo menos dólares en taquilla que críticas positivas. Robin, esto es un axioma, nunca ha hecho una mala interpretación.
Robin Wright, Isabelle Huppert y Asia Argento, jurados las tres en Cannes 2009
Y nos plantamos en 2007, cuando la pareja empezó a flaquear. A partir de ahí la cuesta que dibuja su relación es pronunciada. Que si Penn es un 'vivalavida', que si me separo y aparezco en la fiesta post Óscar del brazo de Petra Nemcova, que si me voy con la primera que se pone a tiro, que si me vuelvo a juntar... Y Robin, estrella como él, en penumbra como siempre. Ella no daba titulares, simplemente se puso a trabajar: 'Hounddog', 'What Just Happened', 'The Private Lives of Pippa Lee'... Indie, indie, indie.
Los que preferimos a Jennifer Aniston antes que a Angelina nos pusimos contentos cuando la pareja Wright Penn se reconcilió, pero ha debido ser un reencuentro de lo más movidito, un cocktail que hace unos pocos días volvió a estallar. Dicen que es porque Sean se nos ha enamorado de Natalie Portman, con quien compartió plaza en el jurado —precisamente— de Cannes el año pasado. Qué mal gusto, ¿no, Sean? Osea, que la Portman no está mal, pero podrías ser su padre. Y por muy Amidala que fuera, nunca fue tan grande como 'la princesa prometida'.
A todo esto, Wright sonríe. La procesión, seguro, va por dentro, pero ella entreabre los labios y nos enseña su gesto perfecto posado tras posado. Cannes puede acabar siendo un fracaso rotundo en cuanto a calidad, pero no en cuanto a esplendor. No mientras ande por ahí Robin, la princesa indie.
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