García Lorca y Dali se amaron carnalmente en su época universitaria madrileña. Se sedujeron con sus respectivos artes y dieron lugar a un tira y afloja sentimental de proporciones desquiciadas. Al menos es lo que discierne el inglés Paul Morrison de las confesiones testamentales del pintor y de la abundante documentación que ilustra la vida de ambos genios. El interés de lo que ocurrió en aquellas aulas, en aquellas alcobas y en aquellos tiempos convulsos de guerra inminente merecía una película. Si es que hasta Buñuel andaba por ahí. Tres grandes que comenzaron a serlo juntos y simultáneamente. ¿Casualidad o potenciación mutua? Lo que no parece tan claro es que tuviera que venir un anglosajón a contárnoslo. No por un afán de autarquía o celo. Ni siquiera me mueve el amor a la patria. El problema de todo radica en tener que ver al pintor, al poeta y al cineasta hablando en inglés y doblados al español. Parecen los muñecos de José Luis Moreno.
No contaremos con copias en versión original en ninguna de las salas comerciales de España. Nos ahorramos la extrañeza de verles recitar (sobre todo a Lorca, el actor Javier Beltrán) sus líneas en la lengua de Shakespeare, pero a cambio nos llevamos un doblaje impostor que hace que nos salgamos a menudo de la historia. Los estragos de mamá coproducción se dejan notar también en la poco cuidada factura y en su algo rancio armatoste promocional. En ese aspecto, pecan de oportunistas los rótulos de la película (extrañamente titulada 'Sin límites' cuando el original 'Little Ashes' era superior en lirismo y concreción), que apelan descaradamente a la archifamosa 'Crepúsculo', protagonizada por Robert 'Dali' Pattinson, el principal reclamo de la función. Caspa. Nuestros 'capos' merecían más.
Valoración: 3/10
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