Tuvo su punto el gamberrismo de Spurlock cuando en 'Super Size Me' arremetió contra McDonald's demoliendo simultáneamente su propio organismo. Aquella denuncia filmada consiguió por sí misma que la multinacional hostelera retirara de su oferta el menú de tamaño extraexagerado en favor de otro compuesto por ingredientes verdosos y supuestamente saludables.
Más tarde, del mismo modo que su egomaníaco espejo espiritual decidió que Columbine se le había quedado pequeño y se marcó como objetivo la beligerante cabeza del ex presidente Bush II, Spurlock pensó que si algo era más grande que derruir a un gigante empresarial como McDonald's, eso era acabar con el terrorismo global.
En su paródica búsqueda del hombre más esquivo del planeta, viaja por gran cantidad de países medio orientales con un discurso menos elaborado que el de un 'Caiga quien caiga' de rebajas. La parafernalia montada por el director, que podría haber filmado su tesis sin tirar de pasaporte, se desmarca como el ejemplo más claro de un tipo que piensa que un título ingenioso es sinónimo de brillantez intelectual. Como quien escribe un chiste exitoso en Twitter y de repente le da por compararse con Quevedo.
Valoración: 3/10
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