7 ago 2009

Napoleón y yo (Paolo Virzi, 2006)


A veces me cuesta creer que Nanni Moretti sea italiano. Lo digo por eso de que, cuando se pone serio, ni mueve demasiado las manos ni pega berridos innecesarios. Imagino que habrá foráneos que, del mismo modo, tengan sus reservas a la hora de meter en el mismo saco a Jaime Rosales y a Santiago Segura. Nos encontramos, como podréis sospechar, ante una de grititos, de hipérboles enfatizadas con las extremidades superiores, y con un discurso que recuerda a una viñeta. Son de tebeo los transalpinos cuando se alejan de la contención.

Napoleón es desterrado a la isla de Elba, donde el idealista Martino, un profesor de escuela recién despedido y muy contrario a su figura, acepta ser su escriba y bibliotecario durante el tiempo que pase en la localidad italiana. El tener tan a su merced al antiguo emperador desata en su imaginación infinidad de planes homicidas. Dadas las circunstancias, considera una obligación moral acabar con el humillado estratega de la mano en el pecho.

Al margen del apelotonamiento temático que tenemos esta semana de líderes iluminados víctimas potenciales de asesinatos poéticos, decir que, en lo que pretende —que no es mucho—, esta comedieta cumple. No obstante, su humor es grueso y su desarrollo, previsible; sobran personajes que no aportan nada satelitalmente y tanto Daniel Auteil como Monica Bellucci están desaprovechados. Así que cumple pero se queda a las puertas del aprobado, éso los guardamos para cuando Moretti llora.

Valoración: 4/10

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