9 oct 2009

Agora (Alejandro Amenábar, 2009)


La Weisz dice que Amenábar es uno de sus directores de referencia, que se pirra por 'Mar adentro'; Max Minghella, que en su casa (la del difunto y oscarizado director Anthony Minghella) se le idolatra desde siempre; Oscar Isaac, otro de los actores, que 'Abre los ojos' es una de sus 10 películas favoritas. Cabe la duda de que toda esta gente busque nuevos contratos o que realmente sean fans de toda la vida. Desde luego el director español merece loa y homenaje y casi cuesta decir algo altisonante contra él. Tiene aura de infalible, de intentar lo que le da la gana, y salir airoso de la empresa. Pero esta vez algo rechina.

Asistir a la proyección de 'Agora' sirve para constatar que es un director con letras mayúsculas. Su concepción del arte y su manejo del medio hace que pensemos en él como en una computadora. Todo es pura academia en su planteamiento. Tanto que se echa en falta algo de humanidad. Su pulcritud cuadriculada (extrañamente desafiada en un plano gratuito de cámara lenta), su dosificación del discurso, como si de una obra de teatro clásica se tratara, y la profunda implicación de cada uno de los miembros del reparto en algo más grande que ellos —se advierte en la constante afectación de Weisz—, contrasta con la frialdad que desprende el resultado.

Todo demasiado adecuado. La temática, elevada. La filosofía, la astronomía, la esclavitud y el fanatismo religioso. Pero también el feminismo, la triangulación amorosa y el arribismo. Son demasiados "-ismos" para una historia que quería ser aún más ambiciosa (la de Hipatia era sólo una de las cinco vidas de astrónomos que pensaba incluir). El español ha querido en su quinta película el más difícil todavía: superar el Óscar y el puñado de Goyas que cosechó con el biopic de Ramón Sampedro. Por ello se ha lanzado a filmar una historia más grande que la vida, un espectáculo colosal. Y le ha salido. Lo que pasa es que, de tan perfecto, no transpira. No deja que lo quieras.

Valoración: 6/10

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1 comentario:

Natsuki dijo...

Mi vocación frustada siempre fue estudiar filología clásica. No sé si te lo había explicado alguna vez. De ahí que, de entrada, la historia de Hipatia me sedujera. Pero como todas las pelis de Amenábar (y no es la rabia que le profesa media España, no se trata de eso...), me da una pereza tremenda ir a verla. Supongo que la acabaré viendo, aunque no sepa el cuándo. Pero soy consciente que voy a salir del cine siendo puntillosa y repelente. Y eso, también me cansa... ;)