24 nov 2009

Lo de Ammann tampoco es normal

'Celda 211' (Daniel Monzon, 2009)

Me quedé fuera de 'Celda 211' hace dos domingos (segundo fin de semana tras su estreno). Una hora antes del pase todas las entradas estaban agotadas. El cine tenía casi mil butacas y la imagen del póster con Tosar de medio lado no les había echado para atrás. Al contrario, y superando las expectativas del cauto Brunet, había sido capaz de arrebatar el primer puesto del boxoffice a 'Ágora' durante su primera semana.

Las críticas habían sido excelentes; su paso por Sitges, triunfal. Todo el mundo hablaba de su ritmo sin freno. Todo el mundo daba por hecho un tercer Goya para Tosar. Y nada de eso me sorprendió ayer. Bueno, sí, asentí. Pero no eran noticias nuevas, que iba avisado.

Yo, que siempre me había negado a ver 'El corazón del guerrero' porque me producía rechazo tragarme a Neus Asensi con bikini metálico, a Joel Joan como Conan castizo y a Fernando Ramallo como protagonistas si más; que había descartado 'El robo más grande jamás contado' por su supuesta evocación al pajarestesismo; y que sospechaba de 'La caja Kovak' por su mezcla de intérpretes de distintas nacionalidades, cosa que siempre canta y más en estos pagos; me rendí ayer a pagar peaje por Daniel Monzón. Y me alegré.

Porque no sólo es cierto que es una de las mejores películas españolas del año, como la han etiquetado, sino que también es una de las mejores películas sin más. Porque su dirección es primorosa, y no a causa de grandes golpes de efecto o porque existan enigmas dosificados: no hay nada de eso. Monzón juega con las cartas marcadas sin margen para sorprender demasiado y aún así te deja pegado como un cabrón a la butaca.

Le reprocho un par de defectos como la escena de Resines en la enfermería, una modernez estilística chirriante, o los testimonios de la investigación judicial que convierten a la trama en un flashback. Tampoco me gusta todo lo que sucede con el personaje de Etura, ni ella haciendo de sí misma de nuevo. Creo que ya ni me convencería en una revisión de 'Azuloscurocasinegro'. Es encantadora y muy guapa, pero no me sirve para casi ninguno de los papeles que le suelen dar. A veces las cualidades mencionadas no son sinónimo de "ser buena actriz". Y ahí acaban las pegas.

El debutante Ammann, a la altura.

Sin embargo, hay una cosa que quiero destacar/denunciar/comprender si alguien me lo explica mejor. No entiendo por qué le han caído palos a Alberto Ammann, el verdadero protagonista del film por minutos en pantalla, un funcionario de prisiones que se ve envuelto en todo el motín y tiene que hacerse pasar por un preso más. De una dificultad compositiva infinitamente superior al Malamadre de Tosar, que es descomunal pero bastante más plano en cuanto a crecimiento psicológico, el papel de este argentino se mueve en un registro ambiguo de buen hombre arrastrado a hacer cosas contra su voluntad al que no se le tiene que notar que está muerto de miedo. Valen dos pinceladas de sus compañeros al principio de la cinta para hacerse cargo de que no tiene que pestañear frente a los internos.

Aprende rápido, piensa más rápido aún y no pierde la cara al enemigo pese a que su situación de vulnerabilidad la conoce el público, único sujeto omnisciente de la función. Su cara de pánfilo, que casa perfectamente con el diseño de su rol no debe entenderse como una tara, del mismo modo que Brad Pitt en '¿Conoces a Joe Black?' era frío como la muerte... porque era la muerte.

Sospecho el orden de rodaje de las escenas porque hay momentos salteados dentro de la narración en los que habla con un acento argentino más marcado, posiblemente a causa de que todavía no se había hecho con el timbre definitivo que sí vemos a ratos. Poca pega para un actor a tener en cuenta que saca adelante con brillo uno de los personajes más ambiguos de la temporada.



Valoración: 8,5/10

Estreno: 6 de noviembre de 2009

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