20 feb 2010

Wintebottom se lía con el thriller psicótico

 Michael Winterbottom en Berlín.

BERLÍN.— El británico Michael Winterbottom trajo a concurso ayer la película más esperada de la semana tras el vacío de estrellas que dejó Scorsese al marchar el domingo. El nombre del director suena a cuatro participaciones (y dos premios gordos) en la Berlinale, a experimento continuo, a tocar un género distinto cada vez y a compromiso político. Poco de lo último contiene, sin embargo, 'The killer inside me', adaptación de una novela Jim Thompson fechada en 1952, que, según él, hurga en el "origen, desarrollo y producto de destrucción interna que conlleva la violencia".

"La violencia existe y no es un tema exclusivo para filmes de corte documental o relacionados con el mundo actual. Se encuentra en nuestro entorno cotidiano, en el doméstico o en nuestras lecturas, como las novelas de Thompson", respondió a quien tildó de superficial o de "ya vista" a la cinta.

Pero no sólo parte de la legión de periodistas cuestionó la incursión en el thriller de época por parte del ecléctico realizador, sino también muchos espectadores de pago, que abandonaron la sala espantados por la extrema crudeza de las escenas en las que Casey Affleck, un policía tejano inundado por un sádico espíritu asesino, pinta muchas paredes de sangre.

"No he querido revisitar a personajes como los de 'American Psycho' o 'Malas tierras'", confesó Winterbottom. "Toda la inspiración proviene de las páginas de Thompson y he intentado ceñirme a ellas", se excusó al ser reprochado por "no haber creado nada nuevo". Parece ser que si siempre eres social y un día te da por el género, debes dar más explicaciones que los demás.

Nos encontramos seguramente ante un film fallido por toda la cantidad de subtramas que pivotan alrededor de las alteradas y aleatorias motivaciones que llevan al protagonista a ejercer de encantador de serpientes en un momento y de descarnado ejecutor al siguiente. La vorágine creada por multitud de secundarios que entran y salen de la trama, por mujeres reales que se confunden con sueños de la infancia y por un acento tejano cerrado como un pistacho malo, hizo que el desconcierto post-proyección reinara sobre cualquier otro sentimiento.

A favor del británico computa una inquietud fuera de todo baremo que le lleva a moverse del docudrama a la comedia ligera y del pseudoporno a rodajes casi improvisados sin solución de continuidad. "Cada vez que decido enfrentarme a un proyecto me pregunto a qué es a lo que quiero dedicar los próximos dos o tres años de mi vida, y esta novela me atrapó".

En cuanto a su solitaria comparecencia, Winterbottom fue duro. "Casey (Affleck) no se prodiga en cine, y menos aún en las promociones. Es una lástima, porque los festivales son un entorno ideal para dar a conocer las películas a todo el mundo", dijo visiblemente decepcionado. Será cosa del frío o de que Berlín tiene seria alergia al glamour este año, porque tampoco Pe, duda hasta el último momento para la gala de presentación de 'Nine' (que anoche se estrenó en las salas comerciales del lugar), se animó a pasear por la alfombra roja.

Y si el gran director festivalero por excelencia no rayó tan alto como se esperaba, Gerard Depardiéu, que iba de tapado de la jornada, sorprendió positivamente con su interpretación en 'Mammuth', de Benoit Delépine y Gustave de Kevern, una comedia experimental con una preciosa fotografía de grano gordo y tres chistes colosales. Esto se acabó. Mañana, el palmarés.

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