24 may 2010

No apuesten fuerte por los actores de 'Perdidos'


'Perdidos' es historia. Después de 114 episodios, 'chimpún'. Tras seis adrenalínicas temporadas, 'kaputt'. Superados 5.520 minutos de paradisiacos planos en la isla de Oahu, 'sayonara, baby'. El humo negro ya no reviste secretos. Tres planos espaciales, llamadas al destino, vidas cruzadas, pamplinas espaciotemporales de complicada -cuanto menos- digestión, han sido sustento de serieadictos desde el 22 de septiembre de 2004. Pero ya.

Y ahora: el vacío. Que 'Flash forward', su relevo natural, no ha contentado ni fidelizado ni al apuntador. La serie que ha cambiado la forma de narrar y de ver ficción capitular vive desde hoy en las estanterías de las 'deuvedetecas' dispuesta a tomar el relevo de ‘Twin Peaks’ y ‘Expediente X’ -sus dos predecesoras naturales- en la memoria colectiva. Tan icónicas como ambiciosas; tan revolucionarias como eternas. Mitos las tres.

"¿Y ahora qué?", cabe preguntarse responsablemente. ¿Ahora qué ocurre con los artífices de tan buenos ratos? A J.J. Abrams, Damon Lindelof y Jeffrey Lieber, creadores del cotarro, no les va a faltar sustento. Abrams tiene ‘Fringe’ en marcha desde hace un par de temporadas, prepara peli con Spielberg (‘Super 8’) y esboza simultáneamente la secuela de ‘Star Trek’, en la que también está involucardo Lindelof. Y Lieber ha alternado la escritura de los últimos capítulos de ‘Lost’ con la enésima serie de doctores, ‘Miami Medical’, de estreno este año. No se preocupen por ellos.

Otro cantar es el de los intérpretes de la serie. Con un reparto coral de al menos una docena de protagonistas destacados (depende de dónde pongamos el corte), ¿cómo integrar a tanto gallo en la industria? ¿Pasará con ellos como con Bruce Willis, George Clooney o Will Smith o aquejarán más bien la maldición ‘Friends’, ‘Seinfeld’ o ‘Prison Break’, series casi gafes en cuanto a encasillamiento de sus integrantes?

Si nos ceñimos a la trayectoria de los tres actores principales —Matthew Fox (Jack), Josh Holloway ( Sawyer) y Evangeline Lilly (Kate)— y a la actividad extraescolar que han cultivado en sus ratos libres hasta la fecha, podemos pronosticar tres perfiles robot de lo que puede ser su carrera de aquí en adelante. Comenzamos.

Síndrome Michael Landon

Jack Sheperd, el doctor redentor, amante de los retos imposibles, líder natural, converso en ocasiones y rebelde al momento siguiente, es, ante todo, un tipo recto, perfecto padre de familia, gentilhombre espigado y peinado a raya. Es la opción responsable. El interés bajo a plazo fijo. Como Michael Landon. El protagonista de ‘Bonanza’, ‘La casa de la pradera’ o ‘Autopista hacia el cielo’ fue un santón condenadamente guapo que nunca llegó a cortar orejas en las grandes plazas. De serie en serie tirando porque le tocaba como Matthew Fox (‘Cinco en familia’ y ‘Haunted’, sus experiencias catódicas ‘pre-Lost’). 

Apuntaba nuestro sujeto en la primera temporada a galán tardiamente descubierto, al síndrome del doctor-madurito-que-envejece-como-el-buen-vino acuñado por George Clooney o Patrick Dempsey, pero los citados alternaron sus rodajes de ‘Urgencias’ y ‘Anatomía de Grey’ con 'blockbusters' hollywoodienses, etiqueta que no se puede aplicar a ninguna de las canas al aire de Fox (‘Equipo Marshall’, ‘Speed Racer’ o ‘En el punto de mira’ no le sirvieron de plataforma).

Síndrome Don Johnson

Rubio como el ex marido de Melanie Griffith, Josh Holloway ha conocido la popularidad televisiva mediada la treintena. Son carreras paralelas las de Sonny Crockett y Sawyer, pues 'Corrupción en Miami' acabó tras cinco temporadas con Johnson instalado en los 40, idéntica edad que marca el permiso de conducir de Holloway. Pocos ignoran que, después de ser icono hortera de los 80, Johnson cayó en desgracia y no consiguió encadenar nunca dos buenos proyectos seguidos, por lo que quedó relegado a actor con solera, eso sí, de segunda clase (‘Tin Cup’, ‘Dos duros sobre ruedas), hasta su parcial redención con la serie ‘Nash’ (1996-2000). 

La intención de Holloway, visto lo que ha vivido su espejo futuro, es quedarse a vivir en Oahu con su familia, tal y como declaró a ELMUNDO.es en diciembre y su licencia ejerciendo acaso de administrador de bienes raíces.

Síndrome J.D. Salinger

Lo de Evangeline Lilly es casi impronosticable porque no ha dado oportunidad a que se la valore como es debido. Sus escuetas incursiones en la gran pantalla han sido apenas testimoniales por su brevísima presencia (hizo un cameo en 'En tierra hostil') o por su nula repercusión (‘Afterwards’, junto a John Malkovich, no fue estrenada ni en EE.UU. ni aquí). Las últimas actrices salidas de la cantera televisiva yanqui con buenos réditos taquilleros y categoría de estrella han sido Jennifer Aniston (‘Friends’), Katherine Heighl (‘Anatomía de Grey’) y Tina Fey (‘30 Rock’), las tres dotadas de una gran vis cómica, todo lo contrario a Evangeline Lilly, último gran exponente de la escuela del mohín de afectación, aunque, es absurdo negarlo, dotada de uno de los atractivos más 'googleados' del cine. 

Quién sabe si, ‘Real Steel’, su experimento con el habitualmente payaso director Shawn Levy ('Noche en el museo') hace de ella algo más que una eterna promesa cuando llegue a las pantallas en noviembre. Por si acaso ella avisa: "Lo de actuar es un trabajo de un día. Soy escritora y escribo relatos cortos, guiones, cuentos para niños...". Quizá se nos encierre en una caseta como Salinger y ya no la podamos ver nunca más. ¿Pose o simple vértigo? Decidan ustedes.

--
Ver el artículo original publicado en El Mundo.

No hay comentarios: