El 23 de enero de 1996 hacía frío aún. Cosas del invierno. Sin embargo, ese viernes se localizaron calentones masivos en todas y cada una de las salas españolas en las que se estrenó 'Showgirls', la nueva provocación de Paul Verhoeven después de que 'Instinto básico' catapultara a la fama a Sharon Stone a ritmo de picahielos.
Su desembarco fue por todo lo alto en España, ya que Sogepaq no escatimó en anuncios de prensa ni en vallas publicitarias. Una sugerente pierna desnuda de Elizabeth Berkley que llegaba hasta el cuello mediante un 'elegante' montaje fotográfico prometía alto voltaje. Así que no fue extraño comprobar cómo miríadas de adolescentes españoles formaban colas interminables en los cines ataviados de bufanda y pasamontañas como quien va a cometer un crimen. Porque es innegable que el hecho de pagar por ver despelotarse a la marisabidilla de 'Salvados por la campana' encerraba no pocas dosis de placer morboso (y culpable).
La crítica no la aplaudió ni en Estados Unidos ni aquí. De hecho, aún ostenta el lamentable honor (empatada con 'Sé quién me mató') de ser la cinta que más razzies (antióscares) ha ganado desde que se fundaran estos premios hace tres décadas (incluido el de peor cinta de los 90).
Tampoco le fue bien en su taquilla local. De los 40 millones del presupuesto, buena parte de los cuales se los embolsó el guionista estrella Joe Eszterhas, a duras penas se recuperó la mitad. La razón: su calificación para mayores de 17 años fue estrictamente controlada por la distribuidora para evitar problemas legales. Da igual, reventó las ventas de DVD y actualmente figura en la lista de los 20 títulos más alquilados de la Metro Goldwin Mayer.
De cualquier modo, ahora que el 15º aniversario de su estreno da la perspectiva suficiente, no es demasiado arriesgado reivindicarla como la obra de culto incomprendida que siempre ha sido. Razones para defenderla no faltan.
Su toque kitsch entendido como algo bueno
Películas como 'Flashdance', 'Fama' o 'Dirty Dancing' han sido recientemente saludadas como simpáticos exponentes de la caspa 'bailonga' saludable. Pero para ello han hecho falta varias décadas de reflexión condescendiente. Sin embargo, Verhoeven se adelantó a su tiempo. Entendió aquellos mitos y los sublimó antes que nadie.
Su total explosión de tabúes
Del mismo modo que nos hacen gracia las parodias de películas porno en las que el del butano cruza dos palabras y entra a matar, 'Showgirls' diseñó una trama igualmente sarcástica y la revistió de cine de estudio. Mucho más saludable que el naturalismo grave de 'Boogie Nights'.
El salvajismo de la escena de la violación
La escena que tenía lugar en la cinta no fue peor que la contenida en 'Irreversible', controvertida aunque muy aplaudida cinta de Gaspar Noè estrenada en Cannes. Lo que pasa es que la que nos ocupa no estaba montada como 'Memento' y no se convirtió en cumbre 'gafapasta' (de primeras).
Sus indudables referencias a la historia del cine
Nomi Costello, una buscavidas mochilera metida a bailarina erótica en Las Vegas no fue otra cosa que la revisión 'choni' de Eva, la mosquita muerta que intentaba desplazar a su vez a Margo Channing en 'Eva al desnudo'. Cambien las prestigiosas tablas teatrales por barras lubricadas en tugurios de mala muerte y a las otoñales Gina Gershon y Bette Davis por la Berkley y Anne Baxter y obtienen identidades irrefutables.
Su absoluta convicción conceptual
Al contrario que 'Striptease', que se inventó un lacrimógeno argumento social para apoyar los desnudos de Demi Moore una temporada después, Verhoeven se negó a hacer cualquier tipo de concesión 'buenrollista'. La sátira se sostenía en el guión y él sólo intentó ser lo más espástico posible. Cuando transgredes la caricatura, deviene el discurso serio. Y para él, la mejor manera de reírse de todo fue no poner distancia. 'Starship Troopers', recientemente reivindicada por idénticos motivos, confirma la tendencia. Lástima que casi nadie lo vea a tiempo y tengamos que esperar 15 años para caer en la cuenta.
Lee el artículo original en El Mundo.
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