María Botto, actriz argentina pero española de adopción, interpreta el personaje de Laura en la obra El Zoo de Cristal, que se representa en el Palacio de
Su madre quería volver a actuar y tengo entendido que fue usted quien le propuso hacer El Zoo de Cristal. En cierto modo esta obra se presenta hoy gracias a su iniciativa.
Mi madre ya tenía pensado hacer un píntel con Agustín (Alezzo, director). Un día, hablando con un compañero, surgió la idea de representar El Zoo. No sé si soy la impulsora pero sí que era muy importante para mí hacer la obra. Necesitaba hacerla. Necesitaba trabajar con mi madre y con Agustín, que fue su maestro y el de mi padre. Para mí era algo histórico.
El personaje de Laura, que interpreta en la obra, ya lo hizo su madre en Argentina a los 16 años. ¿Lo conciben de manera parecida?
La verdad es que no hemos hablado de cómo lo hizo ella. En ningún momento, durante los ensayos, me dijo nada. No quería adulterar el enfoque que yo pretendía darle. Siempre recuerda que hizo la obra antes de empezar a estudiar y que a veces se confundía a la hora de distinguir la realidad y la ficción.
¿Qué le seduce más de la obra, su trasfondo social o el mundo psicológico de los personajes?
Es una mezcla, aunque siempre me fijo más en el trasfondo social de cualquier guión. Y aquí hemos potenciado sobre todo eso, en qué momento están viviendo los personajes, su mundo económico y la angustia del afuera. También ahora hay mucho de eso: angustia, decepción, miedo, pocos sueños y pocas ganas de juntarse y crear.
Sus primeros años en España fueron duros porque no fuimos demasiado hospitalarios con usted. Ahora se ha convertido en una de las actrices jóvenes más solicitadas de nuestra industria. ¿Se siente por fin acogida?
Estoy absolutamente integrada. Llegamos en el 78, tres años después de la muerte de Franco y todavía había muy poca apertura. Los niños al principio me lo hicieron pasar muy mal, incluso llegaron a tirarme piedras, pero un día Juan (Juan Diego Botto, hermano) y yo nos encerramos en un cuarto para quitarnos el tonillo, y lo conseguimos. La verdad es que siempre me he adaptado. Siempre me he considerado española.
CRÓNICA DE 'EL ZOO DE CRISTAL'
Muchas veces la vida de las personas es semejante a un circo, o incluso a un zoológico, donde nos vemos sometidos al escrutinio y juicio de los demás. Se nos hace difícil e incluso incómodo echar un vistazo a los encorsetamientos del ayer. Los matrimonios de conveniencia, el machismo y el sometimiento a la dictadura del qué dirán rechinan un tanto en la vida real así como sobre un escenario.
Los años de
En el mismo espacio también discurre el efectivo Luis Tosar, que encarna a Tom, el otro hijo de Amanda. Desde joven ha tenido que trabajar en una zapatería que odia para mantener a las dos mujeres de la casa.
El conflicto surge cuando se da cuenta de que quiere abandonar la tiranía del hogar y buscar pastos más verdes, pero la acometida es doblemente traumática pues su padre, omnipresente a través de un retrato que parece que todo lo observa hasta ser un protagonista más, ya le precedió en la huida.
Con estas trazas acudimos a un drama de Tennessee Williams, autor de Un tranvía llamado deseo o La gata sobre el tejado de cinc caliente, adaptado por el director argentino Agustín Alezzo el que los animalillos del Zoo de Cristal son para los personajes son lo que ellos a la platea, algo delicado que nos inspira la máxima de las ternuras.
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