"Depende de lo que le pidas a una película", ese es el rasero que habría que aplicar, no una cataclísmica visión de las escenas con ánimo intransigente. No es diversión inteligente la que propone Algo pasa en Las Vegas, pero sí supone un instrumento desengrasante para hacer desaparecer brumas anímicas de domingo por la tarde. Los dos valores específicos con que cuenta esta cinta no son un secreto: Cameron y Ashton. El póster promocional, es toda una declaración de intenciones: "Pague la entrada y disfrutará del visionado ininterrumpido, durante hora y media, de dos de los más perfectos ectoplasmas cinematográficos hollywoodienses contemporáneos". No hacen falta las presentaciones, al igual que aquí, en tierra patria, las películas de Peeeeedro! se presentan como: "Un film de Almodóvar", en USA, la que nos ocupa es una de Cameron y Ashton, sin apellidos, sin el Diaz y el Kutcher que tanto echa mi madre de menos para saber de qué va el cotarro.
Hay chistes, todos los que caben, y una sucinta teoría acerca de sentar la cabeza con la persona adecuada o de enloquecer un poquito, también si quien tenemos enfrente lo merece. No hay pretensiones de grandeza aunque sí de taquilla. No en vano los distribuidores españoles decidieron traducir el título original, What happens in Vegas, haciendo un homenaje a la cinta que catapultó a Diaz al estrellato, Algo pasa con Mary.
Esta, desde luego, no se acerca en brillantez a la obra cumbre de los Farrelly, pero tiene un par de momentos, sobre todo cuando los dos secundarios toman la manija, que hacen que sin demasiada dificultad salpiques de coca cola-light (el verano esta a la vuelta de la esquina) a tu compañero de butaca de delante vía fosas nasales.
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