9 jun 2008

Chaos theory (Marcos Siega, 2007)



Ryan Reynolds, un genio de la comedia descubierto tardiamente en Van Wilder demuestra que sus bazas no sólo se limitan a hacer muecas. Con la cumbre de Marchando... siempre presente, intentó ser considerado como intérprete serio en Blade Trinity, La morada del miedo o Definitivamente, quizás. Este hombre de dos caras (parece dos actores distintos afeitado o barbudo) interpreta aquí a un metódico ejecutivo que somete todas sus actuaciones a una suerte de lista de la compra vital. Todo programado. Y si no, no ha lugar. En las antípodas de sus personajes de chiste.

Con un tono que pivota entre la comedia romántica, aunque sin demsiada alma, y el drama doméstico con niña, Siega duda a la hora de tomar decisiones que decanten su historia hacia un lado o hacia otro. De ahí su cierta tibieza y la incapacidad de los espectadores a la hora de mojarse o de simpatizar con la mayoría de sus personajes. No desentona ninguno de ellos pero están contruidos de manera enclichada, previsible, engrisada.

Sólo Reynolds se salva de la quema, pues con su versatilidad hace que empaticemos con su drama existencial, el del obsesivo que debe reinventarse cuando las cosas no van como quiere. Como decía Brad Pitt en El club de la lucha: "Sólo quien ha tocado fondo puede ser completamente libre". El realizador se muestra partidario del caos como herramienta curativa, como remedio para las enfermedad del tedio. No hay que buscar a la chica guapa que redima, aquí está bien atada desde el principio, lo único necesario, y para ello, La teoría del caos se antoja fundamental, es poner en orden los cimientos, lo que todos creemos que manejamos pero que corremos el riesgo de perder cada día.

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