Le debo un post a Lost (juego de palabras intraducible). Desde que surgió el proyecto de hacer el observatorio televisivo, la idea fue perdiendo fuerza por el desgaste de tener que deglutir una temporada entera para poder hacer una crítica sólida cada vez. Y mi tiempo es limitado. Pero no cejo. Puede que el proyecto se reanude en fechas cercanas y Primo Tarantino deje de soliviantarse por mi escasa producción bloggera. Ahora tiene autoridad para hacerlo porque se ha vuelto casi tan prolífico (y deslenguado) como Pérez Hilton.
Lost, de la que pronto escribiré un post (ídem), es el pretexto liviano que hoy me lleva a J.J. Abrams. Para quien no le conozca diré que es la versión yanqui de Robert Rodríguez (que es mexicano, como todo últimamente). Es un gafaspasta que alumbró un engendro lacrimógeno llamado Felicity hace ahora una década y que pocos años después se redimió por los siglos de los siglos amén con la mejor serie (B) de la historia de la televisión, Alias.
Pero ése era el amanecer, podría pensarse que la flauta sonó por casualidad de no haber maquinado Lost, a la que un día, seguro, dedicaré un post. Debido a ella, Tom Cruise le fichó para que le dirigiera en M:I III, la más humana de las tres entregas de Ethan Hunt. Me dicen que ahora anda atareado con la enésima entrega de una saga que no entiendo ni me enamora, Star Trek, eso sí, ha tenido el buen gusto de darle el papel del joven Spock a Zachary Quinto, el aterrador Sylar de Heroes. Pero, antes del quilombo galáctico, Abrams gestó una de las promociones más audaces de la historia de internet. Heredera de la que desplegaron Myrick y Sánchez, con El proyecto de la Bruja de Blair, la campaña de Cloverfield constaba en un tráiler que rondaba por la red con las imágenes de un bicharraco, en apariencia mutado, de un tamaño desproporcionado que arrancaba la cabeza de la Estatua de la Libertad. Ni títulos de crédito ni rastro de nada más. Sólo la fecha de estreno impresa en pantalla: 18/01/08. Abrams no la dirigió, sólo la produjo, le dejó el marrón a Matt Reeves. ¿Vosotros le conocéis? Pues yo tampoco.
Montruoso fue la renomenclatura española de Cloverfield. A mí me parece bien como título de su crítica, como resumen de su desarrollo y como recuento de sus méritos, que no los tiene. No da miedo, no inquieta y no hace que te identifiques con ninguno de sus personajes. Como diría House, os aseguro que esa peli "no tiene ni un solo momento de catarsis". El desarrollo es previsible, muere la gente en el orden que sospechas y no hay justificación ninguna de ninguna de las decisiones del planteamiento. En Lost eso también ocurre, pero su calidad enmascara la cantidad de hilos sueltos.
La excusa para que Cloverfield sea terror filmado con cámara al hombro es que un joven de espíritu paparazzístico está haciendo un vídeo de despedida en una fiesta para un amigo que se va. De repente el apagón y el terror. No os creáis que mientras corre para salvar su vida se olvida un sólo instante de documentar todo. No sé vosotros, pero si me persiguiera un bicho inmundo de bestiales proporciones, correría como alma que lleva el diablo y me olvidaría de lo innecesario. De joven pensé que si llegaba alguna vez el apocalipsis, me quedaría abrazado a la chica guapa hasta que el meteorito me arrasara. En Monstruoso la chica guapa se llama Lizzy Caplan.
PS. Hay una segunda parte en marcha que yo no voy a ver.
2 comentarios:
NO PONGAS ENLACES AL BLOG O PAGINA DE PEREZ HILTON, QUE NO NECESITA QUE SE LO PONGAS, POR CIERTO, ESE ME CAE MAL PORQUE TIENE MAS VISITAS QUE YO.
15 de abril de 2008 23:12
Pérez Hilton tiene muuucho que aprender sobre cómo se escribe un blog si quiere hacer uno tan bueno como el tuyo.
26 de abril de 2008 19:31
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