11 jun 2008

Definitivamente, quizás (Adam Brooks, 2008)


Tiene cierta gracia Adam Brooks, el director de este romance policiaco. Artífice, pero sólo como guionista de las inteligentes French kiss y Wimbledon también tiene un borrón destacable en su trayectoria: la segunda parte de Bridget Jones, una película sin la que este mundo sería, sin duda, un poquito mejor. Venden Definitivamente, quizás como un nuevo tomate de la cosecha de quienes cultivaron Love actually y Bridget 1, pero la verdad es que aquí no hay romance sino más bien deconstrucción de un romance. El juego es como sigue: Ryan Reynolds, el camaleón, es un treintañero avanzado y divorciado con una hija en edad de procesar información. La precoz Abigail Breslin (Pequeña Miss Sunshine), insta a su padre para que le cuente la historia del desamor que comparte con mamá. Gruñón, el ejecutivo triunfador le dice que se lo contará pero a modo de acertijo, variando nombre y ciertos datos puntuales de modo que sea ella quien averigüe quién es su madre. ¿Por qué hace eso?, ¿por qué torea a su hija?... Cualquiera sabe.

Hay que entrar en el juego para no desesperar. Pero una vez dentro, la trama está bien construida pese a su caducidad. No perdura ésta en la memoria aunque sí el ángel de ciertos personajes. Hay buen ritmo y diversidad de caracteres: tres posibles candidatas para cautivar el ex corazón de papá. No cuesta mucho saber quién se llevará el gato al agua, pero eso a Brooks le da igual. Lo que a él de verdad le importa es la parte de los diálogos que enmarcan el quiero y no puedo existencial, el equilibrio imposible de trenes que van y vienen y paran en la estación justo cuando no les conviene. El problema de delegar demasiado en los actores y poco en el hilo argumental es que quienes no consiguen estar correctos en la interpretación o no tienen buenas líneas, salen mal parados, como Derek Luke, con un personaje aburrido, gris e intrascendente; como Elizabeth Banks, que es tan guapa que parece fea y no resulta simpática en cámara.

Rachel Weisz es un encanto, eso no es nuevo, y Reynolds, que poco a poco construye una carrera tan heterogénea como entretenida son lo mejor de la función. El espíritu de esta comedia nada tonta lo resume él en dos frases cruzadas con Isla Fisher (léase muy rápido):

-Isla (suplicante): Vamos a bailar.
-Ryan (indolente): No.
-Isla (insiste): Venga, vamos.
-Ryan (sin cambiar de expresión, rapidamente, poniéndose en pie como un rayo): Vale.

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