El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford se ha tirado un año en la despensa. Estaba montada ya el octubre pasado. Había dos opciones para explicar este hecho: que no quisieran que pujara con Babel en la última edición de los Oscars o que, como decían los mentideros, Brad Pitt se avergonzara del montaje final. Esta última posibilidad quedó más o menos descartada cuando Brad se hizo con la Copa Volpi en Venecia. El asesinato… me produce una gran ambivalencia. La explico por puntos:
1) Tiene la fotografía más bonita que he visto jamás. Es evocadora, nubosa, al estilo de un anuncio de colonias, que es el mismo que el de Terrence Malick. Colinda con lo ñoño pero es emocionante. Una fotografía emocionante es lo más que puedes pedir al envoltorio de una cinta.
2) Tiene la mejor presentación de un personaje en voz en off que yo recuerdo. Cuando Jesse estaba cerca, la lluvia caía más vertical. Grandes frases a lo Benedetti que hacen que se erice el pelo en los tres primeros minutos (quizá los tres primeros minutos que más me han gustado de siempre), salpicados de Nick Cave (3).
3) Tiene a Nick Cave. El rockero hace una banda sonora incidental que se puede escuchar en el iPod con tanto o más gusto que “Umbrella”. Fascina. La mejor banda sonora. La que me llevaría a una isla desierta, porque me retrotaería a la gran ciudad. Es reversible, como los jerseys buenos de verdad, porque si estás en la ciudad, te traslada a una isla desierta.
4) Tiene a la estrella más grande de la historia del cine. Pitt se había merecido por mérito propio estar entre los grandes a pesar de su atractivo. No se le puede negar que es muy bueno. Muy bueno. Siempre estará a la sombra de otros con cara más modesta o físico peor formado, pero el protagonista de Seven, Fight Club, 12 monos y ¿Conoces a Joe Black? se merece algo de crédito ya. La foto le ayuda, la caracterización le ayuda. Quizá sobreactúa un poco (aunque el papel lo exige). Pero su aura es trascendente. Sólo se le acercan George Clooney y Edward Norton. Le puedes llevar a la época dorada de Hollywood y aún así sería uno de los grandes grandes. Uno de los que llenan la pantalla.
5) Hasta (4) los puntos buenos. A partir de aquí aprovecho para meter cera: 160 minutos.
6) No hay demasiado ritmo en los primeros compases (mejor dicho en la primera hora y media).
7) Hay partes en las que no sale Brad Pitt, independientemente del excelente Casey Affleck y del muy entonado Sam Rockwell, que son realmente elipsables. Ciertos fragmentos de la obra no aportan nada a esta historia de autodestrucción, flaqueza humana y mitomanía.
8) Una excelente media hora final no es suficiente bálsamo para un metraje que no es que se haya recreado en pasajes evocadores, es que no ha sabido encontrar su pulso. Quizá no sea culpa del director Andrew Dominik (Chopper). A veces, tan importante como tener a un buen realizador es tener a un buen montador.
Extraña y desasosegante paradoja la que me causa el que una de las películas que atesora mayor cantidad de mis componentes favoritos de siempre no sea una de mis 100 Principales (sí, hago listas como John Cusack, ¿qué pasa?).
1) Tiene la fotografía más bonita que he visto jamás. Es evocadora, nubosa, al estilo de un anuncio de colonias, que es el mismo que el de Terrence Malick. Colinda con lo ñoño pero es emocionante. Una fotografía emocionante es lo más que puedes pedir al envoltorio de una cinta.
2) Tiene la mejor presentación de un personaje en voz en off que yo recuerdo. Cuando Jesse estaba cerca, la lluvia caía más vertical. Grandes frases a lo Benedetti que hacen que se erice el pelo en los tres primeros minutos (quizá los tres primeros minutos que más me han gustado de siempre), salpicados de Nick Cave (3).
3) Tiene a Nick Cave. El rockero hace una banda sonora incidental que se puede escuchar en el iPod con tanto o más gusto que “Umbrella”. Fascina. La mejor banda sonora. La que me llevaría a una isla desierta, porque me retrotaería a la gran ciudad. Es reversible, como los jerseys buenos de verdad, porque si estás en la ciudad, te traslada a una isla desierta.
4) Tiene a la estrella más grande de la historia del cine. Pitt se había merecido por mérito propio estar entre los grandes a pesar de su atractivo. No se le puede negar que es muy bueno. Muy bueno. Siempre estará a la sombra de otros con cara más modesta o físico peor formado, pero el protagonista de Seven, Fight Club, 12 monos y ¿Conoces a Joe Black? se merece algo de crédito ya. La foto le ayuda, la caracterización le ayuda. Quizá sobreactúa un poco (aunque el papel lo exige). Pero su aura es trascendente. Sólo se le acercan George Clooney y Edward Norton. Le puedes llevar a la época dorada de Hollywood y aún así sería uno de los grandes grandes. Uno de los que llenan la pantalla.
5) Hasta (4) los puntos buenos. A partir de aquí aprovecho para meter cera: 160 minutos.
6) No hay demasiado ritmo en los primeros compases (mejor dicho en la primera hora y media).
7) Hay partes en las que no sale Brad Pitt, independientemente del excelente Casey Affleck y del muy entonado Sam Rockwell, que son realmente elipsables. Ciertos fragmentos de la obra no aportan nada a esta historia de autodestrucción, flaqueza humana y mitomanía.
8) Una excelente media hora final no es suficiente bálsamo para un metraje que no es que se haya recreado en pasajes evocadores, es que no ha sabido encontrar su pulso. Quizá no sea culpa del director Andrew Dominik (Chopper). A veces, tan importante como tener a un buen realizador es tener a un buen montador.
Extraña y desasosegante paradoja la que me causa el que una de las películas que atesora mayor cantidad de mis componentes favoritos de siempre no sea una de mis 100 Principales (sí, hago listas como John Cusack, ¿qué pasa?).
1 comentario:
hum... me apetecía mucho verla... ;-)
23 de noviembre de 2007 9:39
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