27 jun 2008

El incidente (M. Night Shyamalan, 2008)


Lo que en La niebla de Darabont y King encerraba algún tipo de absurda lógica, el mal inesperado e inexplicable contra la sociedad global, aquí no existe ni por casualidad, porque Shyamalan juega a ser arbitrario. La misma mala leche que generaba Lynch al coser ensoñaciones, unas con otras, sin más criterio que el de molestar a todo el mundo en Inland empire, es la que genera el ex genio indio. Si con La joven del agua proponía un juego restringido sólo apto para almas blancas y sin picardear, aquí ha parido una película para tragalotodos, para gentes cándidas, buenas y sin malicia; gentes que no pueden llegar a creerse que el depositario de sus ocho euros ha preferido excretar que elaborar.

Puede que la culpa sea mía, que por desventura me metí en un cine doblado cuando creía que era un cine original. Pero eso sólo explica la inoperancia de Wahlberg y Deschanel (y sólo a medias, porque su lenguaje no verbal también es para echarse a temblar).

Se presta al spoiler esta cinta de terror, así que seré lo más etéreo posible en las patadas que propinaré a El incidente. Los fenómenos que atacan en esta ocasión al hombre manso no son marcianos, espíritus, lobos camaleónicos o sociedades fascistas estancadas. Ahora es la naturaleza encolerizada. Visto así, el cine de Shyamalan puede parecer una chorrada superlativa, me he percatado mientras dibujaba líneas, pero siempre me había divertido y, con Story, fascinado.

Con esta El incidente, el director (guionista, productor...) de orquesta se ha emborrachado de su aura de todopoderoso Midas, pero la verdad es que la taquilla le está empezando a dar la espalda. Ya le ocurrió en menor medida con su fábula acuática pero, en esta ocasión, su ensayo sobre el terrorismo naturista resulta un bluff tan superlativo que es difícil que se mantenga arriba del box office tras una primera semana de boca-oído. En suspense se manejaba; en fantasía, conmovía; en horror... horroriza: el comienzo de la cosa, la cosa misma y el final de la cosa son un intento, supongo de emular al Hitchcock aviar cuando lo único bueno que tenía la cinta de Tippi Hedren era la novedad.

Tal es el desastre que el bueno, y desaprovechado, de Leguizamo materializa al final de su papel lo que todo el patio de butacas estaba deseando hacer. No le ha salido esta a Shyamalan y la verdad es que se ha alejado del borde por mucho. Para empezar porque, si partes de una idea peregrina, lo menos que puedes hacer es intentar mantener el interés. Y el final, ese final... El de Darabont me repugna, éste, directamente, no lo valoro.

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