25 jun 2008

Rivales (Fernando Colomo, 2008)


Un crítico de prestigio sentado a mi diestra en el pase de prensa me codeó las costillas nada más empezar la proyección de Rivales, la última de Fernando Colomo, y me susurró (porque en el cine no se debe hablar, si acaso susurrar): "Jo, el mismo reparto de siempre". "Sí, como Gente de mala calidad, que la estrenan el viernes", le respondí. El pastel del cine español se lo reparten entre los mismos desde hace algún tiempo. Rosales y Vigalondos aparte, parece ser que la única manera de llenar las butacas de este país con producciones autóctonas es atestando los repartos de actores televisivos o franquiciados.

No es mala cosa si de vez en cuando se encuentra la piedra rosetta, esto es El otro lado de la cama (fíjense en que no menciono su mediocre segunda parte) o la divertida La torre de Suso, pero no es lo habitual. Aquí Colomo se vale de un guión de Joaquín Oristrell e Inés Paris para hablarnos de rivalidades madrileño-barcelonistas. No es que sea devoto de estos dos escritores, pero lamento sus horas bajas. Ejercen de parásitos residuales de éxitos futboleros como El penalty más largo del mundo, Salir pitando o Días de fútbol, también perpetradas por televisivos, ¿será epidemia?

Lo más vergonzante de todo es la utilización de Colomo de un rodaje subjetivo múltiple en un intento de emular a Altman. Un mal director consciente de sus limitaciones es simplemente malo. Si se llena de ínfulas, puede llegar a ser ofensivo. El reparto coral hasta extremos históricos se reparte un buen puñado de chistes más o menos acertados en una atípica road movie consistente en conducir a dos rebaños de futbolistas infantiles (unos barceloneses, los otros madrileños) a jugar un partido a Sevilla. Y digo yo, ¿qué se les habrá perdido en Sevilla cuando lo normal es que jueguen en casa de los unos o de los otros? Pues bien, el guión no lo explica.

Pero no se crean que los tiros de los tópicos van encaminados a decir que los padres son más asilvestrados aún, por lo forofos, que los hijos a quienes deben tutelar. Aquí los vástagos también son unos cafres de cuidado. No hay moraleja pues, y si mucha caspa en una comedia que seguro batirá montones de récords de espectadores y colocará a su director en el trono que abandonó en los 80, rodando de nuevo como en los 80. Lástima de Alterio, que hace lo que puede con una líneas aburridísimas y de una estupenda, como siempre, Rosa María Sardá, que estropea su actuación sin remisión con su forzado parlamento final.

1 comentario:

Alberto Moreno dijo...

http://www.filasiete.com/criticas/rivales