4 jun 2008

El orfanato (J.A. Bayona, 2007)


Ya se la había recomendado a todo el mundo antes de verla porque J'. me dijo que no había visto nada español tan bueno en años. Me fastidian las etiquetas. No me gusta decir: Algo es bueno a pesar de que se ha hecho aquí. Me molestan las condescendencias. Casi me irritan. Algo es bueno o algo es malo. Y tanto da que lo hayan parido en Wisconsin que en Tomelloso. J'. es selectivo. Es uno de esos críticos graciosos a los que ya no les gustan las películas. De esos que han tragado demasiada chusma y les cuesta emocionarse. Por eso cada vez que J'. dice que algo merece la pena, sé que cree que es lo mejor del mundo. Para él lo mejor del mundo todavía no existe. Es de esos que dejan vacantes los primeros puestos de sus listas de favoritos. Y yo no sé cómo se puede vivir así. Hay que hacer listas siempre, como John Cusack. Así sabes de dónde vienes.

El orfanato es cine de género. Se ajusta a las convencionalidades del terror pero las trasciende. Es algo más. No la voy a catalogar. No diré: se parece a ésta o a ésta otra. La peli funciona. Te tiene en vilo constantemente y está tejida alrededor de Belén Rueda. Es como si Bayona hubiera diseñado un traje de organdil gigante y lo hubiera tejido en el aire sobre un prado. Un día, Rueda va a ese prado y se lo encuentra suspendido, se pone debajo y el traje desciende y se ajusta como un guante. Así es El orfanato. Un artificio brillante y meticuloso que calza maravillosamente en su única protagonista posible. No sé si me fallará la memoria pero no me acuerdo de nadie que tenga dos Goyas por sus dos únicas películas. Belén lo va a conseguir.

Lo va a conseguir por comandar una película impropia de la cinematografía hispana donde casi todo está engranado perfectamente: la atmósfera, los tres personajes principales y un par de secundarios (Chaplin excelente y una señora mayor francamente aterradora), la música y el manejo de la cámara, que tan pronto pasa de cine a digital como le da por hacer travellings circulares que a fuerza de énfasis dan lugar a un clímax fascinante.

El orfanato da miedo, acongoja. Mientras la ves y cuando te despiertas insomne en medio de la noche. Enternece y asusta a partes iguales y hace que Peter Pan, que siempre había sido un referente tierno para mí, me asuste ahora tanto como el Capitán Garfio. Me ha roto las esquinas; lo que no es fácil, lo que es de agradecer.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿El año próximo nos vemos en el festival de Sitges? ;-)

25 de octubre de 2007 19:24