Era una espina la que tenía desde Sanse con estas Promesas del este de las que todos parecían haberse enamorado. La vi con R., y a los dos nos gustó, nos dio para debatir. No largo y tendido, porque la vida tiene cosas mucho más interesantes que las películas, por muy buenas que éstas sean.
Le digo: Qué violencia más cruda la del Cronenberg reciclado. La verdad es que no entiendo por qué es Tarantino el paradigma de la violencia en el cine. La verdad es que entre Una historia de violencia y ésta, Cronenberg se lleva la palma. (Entended que la gente cuando habla tiene más tics y repeticiones que cuando se enfrenta al papel o a la pantalla del PC).
Me dice: Bueno, pero está justificada, porque retrata las mafias rusas de Londres y para que den miedo tienen que ser brutales.
Le digo: Vale. You´ve got a point. Pero precisamente lo de Tarantino es la frivolización de la violencia, con lo que se rebaja el nivel de gravedad. No hay demasiadas escenas explícitas en su filmografía aparte de las de Kill Bill, que era un tebeo.
Me dice: ¿Ni siquiera cuando John Travolta le vuela la cabeza al negro en el coche?Le digo: No, esa escena está filmada fuera de plano.Me dice: Ah, bueno. ¿Qué me dices de la oreja que cercena Michael Madsen en Reservoir dogs?
Le digo: Sí, esa es la única escena abiertamente explícita que le reconozco a Tarantino. Aún así, Maden tapa el cuerpo del poli con su espalda en casi todo momento. Pero, bueno, que te concedo que te haga vomitar. No obstante, esa escena es menos sanguinaria que la de la sauna de Promesas del este.
Llegamos a la hamburguesería y hablamos de lo de siempre: de trabajos, de chicas, de amigos y de programas informáticos que dan infinitos problemas. A punto está de sentirse tentado de ir a una fiesta de mapaches pero se lo piensa mejor y opina que lo mejor es retirarse a tiempo. Él por su lado y yo por el mío. Después de haber tenido un viernes de desgaste los dos, una retirada a tiempo muchas veces es una victoria. Nos dejamos cosas en el tintero, como siempre pasa con los buenos amigos, porque de los buenos no te cansas y se te ocurren cosas que contarles justo en el momento posterior a que se bajen de tu coche, o que tú te bajes del suyo (dependiendo de la disponibilidad de auto propio que tenga cada amigo en cuestión).
De vuelta a casa reflexiono un poco y vuelvo a la peli. A la buena peli. Creo que es muy inglesa y que ese es un buen punto a su favor. Me digo: Si acabo escribiendo una crítica de Promesas del este diré que la ambientación está muy conseguida, que parece muy inglesa. Me digo también que cada vez me gusta más el director de La mosca, que me dejó tonto a los 16 cuando vi Crash y al que ahora considero un neo-clásico. El chico de la casquería. Un Peter Jackson o un Sam Raimi con solera. Me gusta el final suspendido de su penúltima peli y me gusta más aún este. Suspendido como a veces quedan suspendidos los...
Le digo: Qué violencia más cruda la del Cronenberg reciclado. La verdad es que no entiendo por qué es Tarantino el paradigma de la violencia en el cine. La verdad es que entre Una historia de violencia y ésta, Cronenberg se lleva la palma. (Entended que la gente cuando habla tiene más tics y repeticiones que cuando se enfrenta al papel o a la pantalla del PC).
Me dice: Bueno, pero está justificada, porque retrata las mafias rusas de Londres y para que den miedo tienen que ser brutales.
Le digo: Vale. You´ve got a point. Pero precisamente lo de Tarantino es la frivolización de la violencia, con lo que se rebaja el nivel de gravedad. No hay demasiadas escenas explícitas en su filmografía aparte de las de Kill Bill, que era un tebeo.
Me dice: ¿Ni siquiera cuando John Travolta le vuela la cabeza al negro en el coche?Le digo: No, esa escena está filmada fuera de plano.Me dice: Ah, bueno. ¿Qué me dices de la oreja que cercena Michael Madsen en Reservoir dogs?
Le digo: Sí, esa es la única escena abiertamente explícita que le reconozco a Tarantino. Aún así, Maden tapa el cuerpo del poli con su espalda en casi todo momento. Pero, bueno, que te concedo que te haga vomitar. No obstante, esa escena es menos sanguinaria que la de la sauna de Promesas del este.
Llegamos a la hamburguesería y hablamos de lo de siempre: de trabajos, de chicas, de amigos y de programas informáticos que dan infinitos problemas. A punto está de sentirse tentado de ir a una fiesta de mapaches pero se lo piensa mejor y opina que lo mejor es retirarse a tiempo. Él por su lado y yo por el mío. Después de haber tenido un viernes de desgaste los dos, una retirada a tiempo muchas veces es una victoria. Nos dejamos cosas en el tintero, como siempre pasa con los buenos amigos, porque de los buenos no te cansas y se te ocurren cosas que contarles justo en el momento posterior a que se bajen de tu coche, o que tú te bajes del suyo (dependiendo de la disponibilidad de auto propio que tenga cada amigo en cuestión).
De vuelta a casa reflexiono un poco y vuelvo a la peli. A la buena peli. Creo que es muy inglesa y que ese es un buen punto a su favor. Me digo: Si acabo escribiendo una crítica de Promesas del este diré que la ambientación está muy conseguida, que parece muy inglesa. Me digo también que cada vez me gusta más el director de La mosca, que me dejó tonto a los 16 cuando vi Crash y al que ahora considero un neo-clásico. El chico de la casquería. Un Peter Jackson o un Sam Raimi con solera. Me gusta el final suspendido de su penúltima peli y me gusta más aún este. Suspendido como a veces quedan suspendidos los...
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